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Festival Internacional de Cine en Toronto, 2002: Conversación acerca del cine

Primera Parte

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Esta es la primera parte de una serie de artículos sobre el Festival de Cine Internacional de Toronto, que se llevara a cabo del 5 al 14 de septiembre, 2002.

Restaurante de una ciudad estadounidense en el Oeste Medio del país. Finaliza el verano. Un crítico marxista de cine, una maestra y un pintor almuerzan.

Pintor: Así que asististe al festival de cine de Toronto.

Crítico: Sí, de nuevo. Con esta son nueve veces.

Pintor: ¿Y cómo fue la experiencia?

Crítico: Mixta, como siempre. El acontecimiento es cada vez mayor. Trescientos cuarenticinco películas y miles de periodistas y gente de la industria cinematográfica. Alguien mencionó que quizás muy pronto sea mayor que el de Cannes. La presencia de los estudios de los Estados Unidos es cada vez mayor. Este año Disney presentó tres cintas, Universal dos, Warner Brothers 3, 20th Century Fox dos y Columbia una.

Maestra: Me parece un mal augurio.

Crítico: Posiblemente. De todo modo, las varias tendencias - la comercial, la “independiente” y la artística - continúan existiendo codo a codo en el festival, por lo menos hasta el momento.

Maestra: Los miles de la prensa y la industria cinematográfica que asistieron, ¿qué tipo de gente son?

Crítico: Por lo general adinerados y ensimismados. Y no muy inteligentes. Ver a dos de estos tipos, vestidos con trajes de $1200, caminando juntos por la calle, pero cada uno hablando por su celular, es algo...

Maestra: Más o menos lo que me hubiera esperado. No muy atractivo. ¿Así que es como si a uno lo hubieran soltado detrás de las líneas enemigas?

Crítico: A veces. Aunque tengo que admitir que el personal del festival, inclusive los organizadores de las proyecciones y los encargados de publicidad, etc., desempeñan su trabajo muy bien y son muy serviciales.

Pintor: A mí me interesa más los artistas y el nivel artístico de las cintas. De todas maneras, a veces gente sin talento crea cosas hermosas.

Crítico: Sin duda. Y hubo películas asombrosas, como siempre las hay. Pero no me gustaría dar una impresión errónea. Invariablemente salgo bastante animado de los festivales de cine más importantes.

Maestra: ¡Eso sí que es una sorpresa! No me imagino por qué.

Crítico: A pesar de la naturaleza de la industria cinematográfica, a pesar del clima intelectual, que generalmente es confuso, hay gente, que a pesar de todo, es seria y honesta que laboran por crear.

Maestra: Tu generosidad me parece exagerada. Yo sólo veo basura.

Pintor: ¿Pero qué esperas si sólo ves unas cuantas películas comerciales al año? En una ciudad casi nunca pasan las películas serias.

Crítico: Pura verdad. Es una forma de censura que los grandes estudios practican. Al público estadounidense, en su gran mayoría, no le permiten ver cintas inteligentes y de importancia. Los estudios justifican sus acciones con que al público hay que darle lo que quiere.

Pintor: Desgraciadamente, tienen razón. A nadie en esta ciudad le gustaría ver una película de Iraní, China o Egipcia. Los norteamericanos fácilmente se contentan con la basura que le ofrecen.

Maestra: No se de eso. ¿Por qué debería la gente estar feliz con lo que ven?

Crítico: No soy ningún inocentón. No es fácil lograr que la persona cambie su dieta, pero estoy de acuerdo; no creo que la mayoría de la gente esté satisfecha con la mayoría de las películas. La gente sigue sus rutinas como si fueran ritos, pero me parece que hay una insatisfacción bastante difundida

Pintor: De todo modo, ¿qué te causó la mayor impresión del festival?

Crítico: Bueno...

Pintor: ¿Qué sucede?

Crítico: Esto no te va a poner nada contento, pero simplemente no puedo hablar de cada película de esa manera. Después de todo, el evento tomó lugar dentro de un contexto bien definido.

Pintor: ¡Aquí vamos de nuevo! Ahora vamos a oír la introducción verbosa.y pedante, con el “contexto histórico” de costumbre y las digresiones acerca del “ultrajo de la cultura”, etcétera, etcétera. Por el amor de Dios, ¿por qué no te diriges al punto de una vez, que son las películas?

Crítico: Estoy tratando. Pero es posible que tengamos un “punto” diferente en mente. Los últimos doce meses han sido agitados, como lo prometen ser los próximos doce. Por ejemplo, creo que una gran ansiedad, provocada por las acciones que el gobierno y las fuerzas militares de los Estados Unidos pronto van a tomar, fue de las características principales del festival.

Maestra: ¿Aún con esta gente tan ensimismada? Creía que a penas se habían dado cuenta.

Crítico: Oh, puede que el esfuerzo para negar la realidad de la situación haya sido concertado. Pero mi impresión general es que casi todo el mundo cree que el gobierno de Bush va a cometer algo horrible. Había la sensación en el festival que estábamos al borde de algo.

Maestra: Estás hablando del ambiente del festival en sí, pero ¿expresaron las películas esta característica?

Crítico: Apenas, por lo menos a nivel consciente. Se presentó una cinta compuesta de varias películas, titulada 11'09''01, que consiste de las reacciones al suceso de once directores internacionales. Y también Bowling for Columbine, de Michael Moore, más o menos se refirió al 11 de septiembre. ¡Pero el arte del cine está tan vergonzozamente atrasado!

Pintor: ¿Quieres que el arte esté al día? Como siempre, tu enfoque es muy estrecho. Las obras políticas y oportunas inevitablemente prueban ser efímeras. El arte debería dirigirse a temas universales, no importa lo ostentoso que eso parezca.

Crítico: Estoy de acuerdo, pero por lo regular la gente ha extraviado el sentido de lo universal. Para ir al grano, toman lo que en realidad son las inquietudes de una capa social relativamente egoísta y de visión escasa y las catalogan de “universales”. No me convence.

Pintor: Eso no es justo. El amor, la muerte, el destino, las relaciones entre familia, el problema de la identidad, la sensación que el individuo se encuentra aislado en el universo, la índole del arte mismo. Estos sí que son temas universales. Tengan éxito o no, los artistas siguen tratándolos.

Crítico: Aun si aceptara tu lista entera, no creo que el cine contemporáneo trata de examinar seriamente siquiera uno de esos temas. De todo modo, no se si estoy de acuerdo con esta noción de temas específicos, sean “universales” o algo más. El problema es: ¿acepta el artista la vida y la realidad sin ninguna condición? Y si ese es el caso, estoy convencido, pues, que ambos temas - el amor y la vida social, por ejemplo - recibirán la atención debida.

Pintor: No es que yo necesariamente rechaze el tratamiento de problemas sociales, por lo menos en el cine, pero tienes que reconocer que existen temas íntimos que hay que enfocar de manera diferente, de manera más lírica.

Maestra: Hay cosas que no me interesan. Estoy harta de ver películas acerca de las relaciones amorosas entre jóvenes profesionales que se bañan en el lujo. También me cansan los realizadores de cine que se revuelcan en sus propias angustias. Me importa un bledo los problemas de la clase media alta. Es lo que nos han hecho tragar por años. ¡Basta ya!

Crítico: Creo que el tratamiento de cualquier tema, íntimo o no, tiene que hacerse con apremio, con belleza, con el sentido de la protesta.

Pintor No todo el mundo mezcla el amor con la ira.

Crítico: Bueno, pues deberían! Si aceptamos que los realizadores de cine son gente típica, entonces los intelectuales se encuentran en una situación pésima. Durante una época de reacción hace casi un siglo, un gran marxista describió a los intelectuales con estas palabras: “Nunca antes se habían mostrado tan inmoderados, tan narcisistas y ostentosos. Se estudiaban de pie a cabeza a sí mismos y no había un solo gesto, una sola arruga del alma, que no anotaran con narcisismo absoluto. ¡Yo soy la religión! ¡Yo soy la cultura! ¡Yo soy el presente, el pasado y el futuro!” Lo mismo hoy, aunque probablemente con mucho menos inteligencia y talento.

Pintor: Esa generalización es demasiado extrema. Tú mismo admites que hay figuras destacadas. ¿Cómo explicas eso? El problema de las grandes generalizaciones se repite mucho. Afortunadamente, la vida y el arte resultan más complejos. Hay cosas que existen más allá de la razón, más allá de nuestra capacidad para comprender. Se necesita explorar “la cara oscura de la tierra”, si no corremos el riesgo de perder lo valioso para poder confirmar las declaraciones de uno.

Crítico: Espero que no. Quizás no lo creas, pero asisto a todas las películas, hasta las realizadas por artistas conocidos, con la mente abierta. Siempre espero ser sorprendido y complacido.

Maestra: Sinceramente, prefiero leer un periódico o una revista acerca del comercio. Contienen información más honesta, si es que uno lee entre las líneas. No vamos a encontrar un Balzac o a un Tolstoy en estos festivales. Estas películas son creadas por seres insignificantes y vanidosos. Seamos honestos: ya cansa tener que leer crítica tras crítica de esta o aquella película que es una porquería, muchas por las mismas razones y más o menos de la misma manera.

Crítico: Y a veces también cansa un poco tener que escribirlas. Pero, ¿qué sugieres tú?

Maestra: Esperar que las cosas mejoren. Pero cuando ya todo se haya dicho, por ahora es mejor evitar caer en ese pantano. Dejemos que los realizadores de cine nos presenten razones irresistibles para prestarle atención a sus obras.

Pintor: Idealmente, la crítica debería asistir con la mejoría. No estoy seguro que el enfoque socioeconómico logre eso. Para bien o para mal, los artistas funcionan a otro nivel.

Crítico: No los valorizas lo suficiente. Funcionan a muchos niveles. Los artistas son seres vivos, no “máquinas sin sesos” que crean formas. Viven y respiran el mismo mundo que tú y yo. Aparte de todo lo demás que los inquiete, ¿cómo puede un grupo de seres pensadores hacerse el ciego ante las condiciones desesperantes que la vasta mayoría de la humanidad sufre y los peligros horribles que la existencia continua del capitalismo representa? Y, además, ¿qué diría este grupo, si pudiera, acerca del problema?

Pintor: En general estoy de acuerdo con ese punto de vista, pero todavía no me convence que tenga un efecto inevitable sobre la creación de una obra de arte.

Crítico: ¿Cómo es posible que no la afecte? El deseo por mejorar el mundo está presente en cada una de las pinturas de Courbet, hasta en los paisajes y en la pintura de un pez o de una figura desnuda.

Pintor: Hemos aprendido una cosa o dos desde su época. Ya no pintamos peces.

Maestra: Eso no necesariamente significa progreso. Existen charlatanes por en todas partes.

Crítico: La mayoría de las películas son tan flojas y anémicas. Lo que me perturba es que la gente hoy día espera tan poco. Si una película sacude el cerebro ligeramente, o excita de manera desacostumbrada, u ofrece un desvío astuto e inesperado en su trama - es decir, algo que se haya usado menos de seis veces durante los últimos años - los críticos quedan convencidos que la obra es “compleja”, que “causa vértigo”, que es “sensual”. Pero en realidad saben que no es nada de eso.

En otros casos, cuando ciertos críticos y otras personas se acercan a mí y piden mi opinión acerca de cierta obra, se que no tienen la menor pista acerca de sus propios sentimientos. Simplemente buscan una reacción aceptable. No tienen ningún criterio objetivo en la mente. Existe un conformismo horrible, sobretodo el deseo de tener en la punta de la lengua los nombres de los directores que están de moda. Y son tantas las figuras elogiadas más de lo que merecen, cuyas reputació se deben en gran parte a la confusión o a la inercia.

Y en cuanto a los levantamientos y golpes socioeconómicos que se aproximan, la falta de preparación de este ámbito es casi absoluta...

Maestra: Te estás alterando demasiado. Créeme, no vale la pena.

Pintor: Repito: ¿qué te impresionó del festival?

Crítico: Veo que no me quieres dejar salida. Bien, pues. Me topé con varias obras admirables, unas por completo y otras en partes. Por ejemplo, la película de Mike Leigh, Todo o nada, ubicada en una urbanización obrera. Tiene momentos profundamente conmovedores. También me impresionó la cinta del francés Christophe Ruggia, Los diablos, acerca de niños “monstruosos” y como llegaron a ser así. Y una película que no se me quita de la mente, lo cual me ha dejado un poco sorprendido, es Esperando la felicidad, de Abderrahmane Sissako, director nacido en Mauritania, cuya La vida en la tierra también me dejó admirado. Es una película discreta que perdura en la imaginación; de las pocas que examina honestamente la desesperación de África sin ella misma entrar en la desesperación.

Oasis, del director Coreano (del Sur), Lee Chang-dong, es acerca de una pareja rechazada por la sociedad. Por otra parte, Letras al viento, del iraní Alí Reza Amini, enfoca un trama acerca de reclutas que provienen del campo. Ambas películas son imperfectas, pero poseen cualidades extraordinarias. Las hermanas Magdalenas, dirigida por Peter Mullan, es un ataque muy bienvenido contra la iglesia Católica y su historia de violencia salvaje en Irlanda.

El documentalista Frederick Wiseman ha dramatizado con gran impacto La última carta, basada en parte en La vida y el destino, novela soviética de Vasili Grossman acerca del estalinismo y el fascismo durante la Segunda Guerra mundial. Placeres desconocidos, del chino Jia Zhang-ke, es obra valiosa, aunque en realidad no representa gran adelanto a sus otras películas de largometraje, Xiao Wu y Plataforma. Y Bowling for Columbine, a pesar de ciertas secciones enojosas y obstinadamente desconcertantes, tiene momentos que el público norteamericano y mundial debería presenciar.

Picotazo en la mejilla, del director hindú Mani Ratnam, tiene que ver con el impacto de la guerra civil en Sri Lanka sobre la vida del pueblo. Es una obra reveladora. Me complació ver El Cuclillo, de Alejandro Rogozhkin, si sólo porque es de las pocas cintas rusas de los últimos años que no se ha dejado dominar por la histeria o la misantropía. Se ubica en Finlandia hacia fines de la Segunda Guerra Mundial.

Varios documentales valieron la pena, como Agravio a uno, de Travis Wilkerson, acerca del asesinato del organizador sindicalista de izquierda, Frank Little, en Butte, estado de Montana, en 1917. También Callejón sin salida: historia de una guerra suburbana, que examina la vida y muerte de Shawn Nelson, hombre que robó un tanque de guerra de un arsenal del estado en las afueras de San Diego en 1995 y lo manejó por las calles de la ciudad.

¡Ahí tienes! Esas son las películas que me gustaron. Tengo la intención de escribir sobre ellas y los temas que plantean.

Pintor: Pareces muy seguro de tus preferencias, pero tengo la sensación no muy placentera que desdeñas toda película que no refleja to visión.

Crítico: ¿Qué es lo que buscas? Algo más allá o “por encima” de la vida. Te dejo con eso. Aquello que “refleja lo que ya yo creo”, si es que puedo hacerle justicia, tiene que ver con el análisis de todo lo relacionado con los seres humanos: la sociedad, la vida, inclusive la profundidad de los sentimientos, los deseos, las intuiciones, la espiritualidad y muchas otras cosas que ahora mismo no se pueden explicar. Defiendo ese proceso. De todo modo, pidamos la cuenta.

Los tres se paran.

Maestra: Por cierto, ¿pasarán algunas de las películas que mencionaste aquí?

Crítico: A lo más una o dos.

Maestra: Pues entonces me parece una pérdida de tiempo.

Crítico: Pues a mí no. Para nada.

Pagan la cuenta y salen.