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Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente

Una tragedia argentina

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Flores de septiembre, dirigida por Pablo Osores, Roberto Testa y Nicolás Wainszelbaum, analiza el trágico destino de varios estudiantes en la Escuela Secundaria Carlos Pellegrini en Buenos Aires hacia finales de la década del 70. Los jóvenes, participantes en el movimiento guerrillero Montoneros, fueron raptados y asesinados por la dictadura militar durante la llamada "guerra sucia".

La película es un esfuerzo asombroso en el que se reconstruyen la cultura y las relaciones que existían en una escuela bajo circunstancias cada vez más aterradoras. Está compuesta por extensas entrevistas con compañeros de clase, ex colegas políticos y miembros de las familia de tres jóvenes en particular: Rubén Bemchoam, Juán Carlos Mártire y Mauricio Weinstein. Es imposible no quedar conmovido por el testimonio. Aún cuando la política por la que abogaban era errónea, un hecho del que no fueron responsables, estos jóvenes claramente representaban a cierto arquetipo humano extraordinario: desinteresado, idealista, humanista.

Los últimos años de las décadas del 60 y del 70 presenciaron una fuerte radicalización en Argentina, lo cual era parte de un proceso mundial. En 1970, partidarios izquierdistas del ex dictador Juán Perón establecieron a los Montoneros como movimiento guerrillero urbano y armado. La burguesía argentina, azotada por las crisis, se vio obligada a importar a Perón del exilio en 1970 para ponerlo en el poder. Sintiéndose traicionados por el nuevo gobierno, los Montoneros continuaron sus actividades con los secuestros y los robos de bancos.

Los militares se apoderaron del poder en marzo de 1976, e inmediatamente comenzaron su guerra exterminadora contra oponentes de izquierda con el completo apoyo del gobierno de Ford y el ministro de relaciones exteriores de los Estados Unidos, Henry Kissinger (y luego los gobiernos de Carter y Reagan). [Ver "US documents implicate Kissinger in Argentine atrocities"]. Se calcula que entre 1976 y 1983 aproximadamente 30,000 personas desaparecieron tras ser detenidos por las fuerzas militares y policiales. Jamás se los volvió a ver. La organización de los Montoneros, igual que otros grupos guerrilleros, fue destruida; muchos de sus dirigentes abandonaron el país en 1977. Cuarenta estudiantes en el liceo de Carlos Pellegrini estuvieron entre los desaparecidos.

Compañeros de clase de los tres chicos asesinados expresan sus ideas acerca de la escuela, del vecindario, de los autobuses que tomaban para ir a la escuela, de la música que escuchaban, de las muchachas que les gustaban. Fotografías muestran caras accesibles, inteligentes, honestas; varias son bastante serias, otras un poco más maliciosas y hasta sardónicas. Las entrevistas hacen desvanecer toda idea estúpida, fomentada por los órganos de prensa, de lo que significa ser "terrorista" o "fanático". La injusticia y la opresión horripilaban a estos jóvenes. Uno de los que se graduó del Pellegrini explica que "estábamos convencidos de que la revolución ya venía". Los estudiantes lucharon contra el sistema social, pero con métodos que los aislaron y eventualmente facilitaron su destrucción total.

La película narra los hechos que terminaron en tragedia. En la escuela, la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) amenazó a los militantes varias veces. La policía y escuadrones paramilitares allanaron hogares y exigieron información acerca del lugar donde se encontraba este hijo o aquel (la). Los chicos fueron perseguidos, y por fin fueron atrapados y asesinados.

Un compañero de clase abandonó a los Montoneros cuando se dio cuenta de que los esfuerzos del grupo eran cada vez más fútiles y equivocados. Cuando las autoridades detuvieron a otros en abril de 1978, éste esperó su turno. El turno que nunca llegó. Otra ex compañera política explica cómo la arrestaron y la llevaron a un notorio campo de concentración. Fue testigo ocular cuando se llevaban a los chicos para matarlos a balazos. Se siente feliz de saber que por lo menos pasaron sus últimos momentos acompañados de amigos.

Los chicos tuvieron un fuerte efecto sobre sus compañeros, sus novias, y hasta los estudiantes que en esa época eran completamente apolíticos e indiferentes. La película es muy efectiva al pintar un cuadro progresivo de seres profundamente humanos, intensos y afectuosos. Por otra parte, los realizadores de la cinta entrevistan a ex funcionarios de la escuela que evidentemente colaboraron con los espías del estado y ayudaron a la dictadura. Este arquetipo también existe, y no sólo en Argentina.

Los espectadores en Buenos Aires se quedaron atónitos ante la cinta, pues estos acontecimientos todavía son muy recientes. Muchos de los asesinos y torturadores, perdonados por los gobiernos que siguieron, viven en los vecindarios de la ciudad. Hoy día el país desciende una vez más al caos económico y político. Ninguna de las contradicciones sociales se ha resuelto. Esta cinta conmueve, inspira y advierte. Merece la popularidad. [Ver "Entrevista con Nicolás Wainszelbaum y Roberto Testa, directores de Flores de septiembre".]

Películas de cierto tipo familiar

Otras películas argentinas son de tipo y rumbo familiar: cintas "independientes" que no lo son en ningún sentido serio de la palabra, pues no se rebelan para nada contra los conceptos y las instituciones dominantes. Ya tenemos suficientes películas así en Norteamérica, Europa, Japón y Australia. Si algo se puede decir acerca de este tipo de películas argentinas, es que se han puesto más sosas y menos apremiantes a medida que la crisis política y el sufrimiento de la población aumentan agudamente.

Aparentemente, la defensa de estas películas se basa en que reflejan con exactitud ciertas generaciones y capas sociales. Pero eso, por supuesto, es verdad de toda obra. Los productos comerciales de los estudios también reflejan con exactitud ciertas generaciones y capas sociales, pero éstas no son muy apetitosas y no vale la pena consagrarles tantas horas a sus ideas y sentimientos.

Esta es una irónica defensa de gente que podríamos catalogar de "formalistas". ¿Es el arte, pues, simplemente un espejo pasivo? Nosotros los marxistas pensamos de otra manera. La misión del artista consiste en reflejar la vida y la sociedad desde el punto de vista de la crítica, en penetrar la superficie y descubrir corrientes más profundas. Hace ya tiempo que un crítico observó lo siguiente: para la persona que se fija en un objeto y lo examina sin tener un punto de vista definido, los ojos no le sirven para nada. El artista no sólo debe pensar. También tiene que ser científico social.

No queremos ser crueles hacia los directores jóvenes, pero la sinceridad es el mejor camino. Cintas como Nadar solo (Ezequiel Acuña) y Ana y los otros (Celina Murga) son esfuerzos flojos. La primera trata sobre un joven disconforme de diecisiete años, que proviene de la clase media. Pertenece a una banda de música, tiene amigos y sufre problemas en la escuela. Viaja a la costa, donde llega a conocer a una chica. El problema no es tanto que el protagonista sea miembro de cierta clase social, sino que la trivialidad domina el argumento. Al final, la cinta permite le permite al espectador no tomar la enajenación del personaje tan en serio. Pero eso trivializa la situación y eso es algo que no debería ocurrir.

Ana y los otros sufre de dificultades similares. Una joven mujer a principios de sus veinte regresa de la Capital a un pueblo del interior donde se crió. Al principio parece que busca a su ex novio con cierta despreocupación, pero eventualmente la búsqueda no es nada casual. Lo persigue. Y ahí termina. Uno siente que ella se encuentra sola y que no está feliz con su situación, pero eso es casi todo. Como mencioné en otro artículo, la cinta tiene ciertos momentos muy divertidos con un niño. Camila Toker, en el papel de Ana, es encantadora.

Nunca es bueno halagar a nadie, sobre todo a los jóvenes directores, si sus películas son relativamente superficiales e insípidas. Ello no anima al artista "nuevo que batalla", sino que simplemente perpetúa la mediocridad y la satisfacción propia. Si ciertos jóvenes realizadores de cine argentino no adoptan un enfoque más crítico (y auto crítico) hacia la realidad contemporánea, ni dejarán — ni merecerán dejar — sus huellas.

Conversación en un centro comercial

Cantata de las cosas solas (Willi Behnisch, nacido en 1956) es una película difícil de describir, lo que quizás sea el deseo de su director. Consiste en una serie de imágenes, de larga duración, de varios objetos y actividades que aparentemente están desvinculados: tomas desde un tren, un ojo, un pájaro picoteando un cadáver, un pantano en que el agua semi estancada apenas corre, una colección de insignias, una demolición, un tronco en un riachuelo, nubes por encima de un edificio. Varias imágenes nos sorprenden mucho o nos causan impresión, pero otras no. Es difícil comprender el sentido general de la película.

Se escucha la narración de ciertos textos, entre ellos uno que se refiere a la conservación de las cosas "sin historia, sin miedo". Otro dice: "Todavía nadie ha visto lo que cada ser ve".

En una conversación que tuvimos, Berhnisch dio a entender que lo inquietan la naturaleza, la existencia y las cosas en sí. Es un director inteligente y sensible. Le dije que su película era bastante inabordable, difícil de penetrar. Respondió que esperaba que no fuese así. Expresó que tenía la sensación que cierta perspectiva mundial, basada en la relación jerárquica del hombre con la naturaleza, estaba en proceso del colapso. Dijo que quería hacer desaparecer la idea de que en las películas las imágenes sirven una función específica. Le pregunté si él mismo no había decidido usar ciertas imágenes específicas en la película en vez de otras posibilidades. Sí, pero las imágenes fueron escogidas espontáneamente porque le dieron impulso a algo que para él tenía significado.

Estábamos sentados en un centro comercial lleno de padres e hijos y adolescentes. En cierto momento le hice el siguiente comentario: "Presumamos, para propósito de la conversación, que usted es una persona inteligente, llena de ideas, susceptible. ¿No cree que usted podría comunicarse mejor con gente que necesita más cultura y susceptibilidad en sus vidas? Aunque no lo sepan, añoran por algo mejor. Creo que usted podría hacer mayores esfuerzos en esa dirección, sin tener que comprometer su integridad y su talento artístico".

Y ahí lo dejamos.