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Contradicciones y mentiras de la causa bélica de los Estados Unidos contra Irak

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Abajo siguen las palabras que Patrick Martin, miembro del Comité de Redacción de la WSWS, le dirigiera a la conferencia de ésta y del partido Socialista por la Igualdad que se celebrara en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan, del 29 al 30 de marzo del presente.La consigna de la conferencia fue "El socialismo y la lucha contra el imperialismo y la guerra: estrategia y programa para un nuevo movimiento internacionalde la clase obrera". El Sr. Martin presentó la primera de seis resoluciones que fueron debatridas y adoptadas por la conferencia, "¡Alto a la guerra contra Irak! ¡Estados Unidos y la Gran Bretaña fuera del Oriente Medio!"

El gobierno de Bush se ha hecho esfuerzos por refutar las acusaciones del movimiento internacional anti bélico que la guerra es por el petróleo. Repetidamente ha declarado que su objetivo consiste en convertir los campos petrolíferos de Irak en propiedad del pueblo y garantizar que el petróleo sirva sus intereses. Pero podríamos preguntar: ¿por qué no hace la misma cosa en los Estados Unidos, cuyos grandes recursos petrolíferos no son para beneficio del pueblo?

La Arabia Saudita, principal aliado de los Estados Unidos en esta guerra, posee las reservas petrolíferas mayores del mundo, pero el pueblo saudita no es dueño de los recursos petrolíferos, los cuales tampoco son para su beneficio. Los campos petrolíferos de Arabia Saudita le pertenecen al monarca, y los ingresos de la venta del petróleo es propiedad privada de los 6000 descendientes del rey Ibn Saud.

Todo esfuerzo para que la monarquía saudita establezca siquiera un presupuesto para el país y separar así los fondos del gobierno de la propiedad privada del monarca y sus descendientes han fracasado totalmente. Todos los ingresos pagados por Aramco, consorcio estadounidense que en realidad maneja los campos petrolíferos, no están destinados a la nación saudita, para no hablar de sus 20 millones de habitantes, sinoa las cuentas bancarias personales de la monarquía Saudita, la cual todavía está en su segunda generación: los hijos del Rey Saud.

Todos hemos oído acerca de las atrocidades cometidas por Saddam Hussein, y aquí no hay nadie que defienda ni su régimen ni su práctica. Pero examinemos la historia de la monarquía saudita. El Rey Ibn Saud llegó al poder durante la guerra civil en la península árabe a principios de la década del 20. De acuerdo a una historia reciente que lo critica a él y a su familia, "Ya para cuando doblegaban al país, habían ejecutado a 40,000 personas en público y otras 350,000 habían sufrido amputaciones. Estas cifras representan, respectivamente al 1% y el 7% de una población, lo cuyal significa aproximadamente cuatro millones de personas".

¡Siete por ciento de la población total—porcentaje mayor entre los hombres adultos—ha sufrido amputaciones bajo el régimen del Rey Saud! La misma situación existe en todos los reinos del Golfo. No son estados nacionales en ningún sentido moderno de la palabra. Son propiedad de gobernantes basados en tribus. Los recursos petrolíferos de esos países benefician a los gobernantes, no al pueblo. Aún así, el gobierno de Bush, debido a que estos regímenes permiten en sus territorios bases aéreas y navales para atacar a Irak, no se ha atrevido a sugerir—por lo menos hasta ahora—que estos regímenes deberían ser derrocados.

Y entonces nos encontramos con la última justificación: el gobierno de Bush intenta reconstruir a Irak para beneficio del pueblo. El plan es lograr que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas [ONU] se ponga de acuerdo, por medio de una resolución u otra medida, para que el Programa de Petróleo a Cambio de Alimentos, que ya funcionaba antes de la guerra, se use básicamente para pagarle a Estados Unidos por haber invadido a Irak.

Las empresas estadounidenses entrarán para reconstruir ciertos lugares de Irak: los campos petrolíferos, los ingenios de petróleo, etc. El precio de esa reconstrucción será pagado con los ingresos del petróleo que antes estaban destinados a lo que anteriormente se conocía como el Programa de Petróleo a Cambio de Alimentos. También van a ofrecer contratos para la reconstrucción de escuelas y hospitales.

Han prometido seguro médico a toda la población del país, así como también la construcción de miles de escuelas. ¿Por qué no han podido poner en práctica un plan semejante en los Estados Unidos, o en ningún otro país del mundo?

Es importantísimo comprender las dimensiones internacionales de la guerra, como también lo es comprender el impacto del movimiento internacional contra la guerra. Ahora se puede ver claramente el enorme significado de la decisión de Turquía en vetar el uso del frente norteño. Los Estados Unidos no ha podido lograr que una división blindada cruce Irak desde el norte, lo cual ha producido una situación mucho más difícil en el sur.

En segundo lugar, no se puede menospreciar el impacto sobre el pueblo y los soldados iraquíes que ha tenido el saber que las masas amplias de pueblos de todo el mundo los apoyan, y que la enorme mayoría de la población mundial se opone a la intervención de los Estados Unidos. Para aquellos de nosotros que pertenecen a la generación que llegó a ser adulta durante la Guerra de Vietnam, esto es algo muy diferente. Fueron muchos los años que pasaron antes de Vietnam convertirse en sinónimo de los crímenes perpetrados por los Estados Unidos. Pero este ya es el caso en cuanto a la guerra contra Irak.

Hay que prestar atención seria al primer informe [de la conferencia, presentado por David North], el cual advierte que sería un error trágico si menospreciáramos lo tenaz, despiadado y bestial de la clase gobernante estadounidense cuando decide defender sus intereses. Ya los medios de prensa derechistas de los Estados Unidos—Fox TV, el New York Post, el Wall Street Journal—ha hecho varios comentarios que sugieren que el problema principal de los Estados Unidos es que está muy limitado, que se preocupa demasiado con evitar las bajas civiles y que ha llegado el momento de quitarse los guantes. Esta es la facción MacArthur-Lemay-Goldwater, que abogaba por "bombardearlos hasta mandarlos de nuevo a la Edad de Piedra". Estos fueron los tipos que fueron mantenidos fuera, a quienes no se les permitió dirigir la política exterior de los Estados Unidos por 30 años. Pero son los que ahora controlan el Pentágono y la Casa Blanca.

El viernes pasado el Wall Street Journal publicó un editorial que más o menos seguía esta misma línea: que el esfuerzo bélico de los aliados hasta ahora había sido definido por los escrúpulos de los Estados Unidos en cuanto a las bajas civiles; escrúpulos que deberían descartarse. El editorial declara: "El punto que queremos enfatizar es que el primer y mayor objetivo de los Estados Unidos es la victoria. Los Estados Unidos, antes de comenzar a preocuparse acerca de la reconstrucción de Irak, tiene que ganar militarmente. Y tiene que hacerlo de manera decisiva".

Continúa: "Los iraquíes y el Oriente medio entero, ahora sólo quedarán impresionados si ven que los Estados Unidos ejecuta esta guerra con todo lo que se requiere para triunfar. Si civiles mueren porque fueron colocados delante de blancos militares, la responsabilidad moral de su perjuicio caerá sobre los hombros de los que los pusieron ahí".

Me gustaría que ustedes fueran a cualquier ciudad de los Estados Unidos para ver si los llamados blancos militares se pueden separar de la población civil que los rodea. ¿Cuál sería un blanco militar en Washington? ¿A qué distancia del Pentágono están los hogares civiles? Al otro lado de la carretera.

Aquellos que sostienen que es la política intencional del gobierno iraquí poner a los civiles al lado de los blancos militares simplemente están ofreciendo razón y justificación adelantadas para las masacres. Y eso es precisamente lo que por ahí se asoma en esta guerra si los militares estadounidenses llegan a encontrarse en jaque.

Al mismo tiempo, hay límites históricos bien definidos. La tecnología militar delos Estados Unidos es suprema. Pero para conquistar al mundo, tendría que abastecer esa tecnología militar a 5 o 10 millones de soldados, no simplemente a los pocos cientos de miles que actualmente están activos. Y la economía de los Estados Unidos ahora mismo no tienen la capacidad para hacerlo.

Hay un contraste que claramente pinta el abismo que se abre en la sociedad estadounidense. Probablemente están conscientes de la existencia de Robert Perle. Es de los principales "gavilanes" pro guerra, presidente de la Junta para la Política de la Defensa. El viernes pasado renunció su puesto después que la prensa reportó varias veces que iba a recibir $800,000 en beneficios personales como cabildero de Global Crossing ante el Pentágono. Durante los últimos dos años, esta enorme empresa de la telecomunicación ha sido partícipe en todo un ciclo de escándalos empresariales.

Al otro lado del abismo social de los Estados Unidos se encuentra la soldado de primera clase, Jessica Lynn. Es una de los desaparecidos en los alrededores de Nasiria. Se ha publicado una larga descripción de como fue reclutada al servicio militar.

Vivía en el pequeño pueblo de Palestina, el estado de West Virginia, donde la única fábrica ha clausurado. Es una zona de ex mineros. Firmó para ingresar al ejército a la edad de los diecisiete años. Según este bosquejo, durante toda su vida, antes de ingresar al ejército, nunca había viajado las 90 millas de Palestine a Charleston, capital de West Virginia. Vivía a 30 millas del centro comercial más cercano.

Es el tipo de persona que los militares han puesto en sus miras para reclutar. Son aves de rapiña contra los más vulnerables de la sociedad estadounidense, sólo para convertirlos en carne de cañón en las guerras imperialistas. A fin de cuentas, esta situación producirá una explosión social en este país.