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Muerte de un joven marino de guerra en Irak

Entrevista con el padre de Jesús Suárez del Solar

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Jesús Alberto Suárez del Solar, uno de los primeros marinos muertos durante la invasión de Irak, habría cumplido los 21 años el 16 de noviembre. Había sido asignado a la Primera División del Batallón Blindado y Ligero de Reconocimiento [Light Armored Reconnaisance Battalion], ubicada en la Base Militar Pendleton, California. Su padre, Fernando, habló con la WSWS el 14 de noviembre.

Jesús murió en el campo de batalla el 27 de marzo, 2003, en circunstancias que la Marina de Guerra todavía no ha aclarado completamente. Al principio, las autoridades militares le informaron a sus padres y a su esposa que había sufrido heridas en la cabeza, víctima de fuego enemigo. También le ofrecieron a la familia otra versión: que había pisado una mina iraquí mientras servía de guardia en un campamento temporario.

Pero ahora parece que, mientras iba de patrulla, había pisado una granada de metralla sin explotar que las mismas fuerzas armadas de Estado Unidos habían tirado en la zona el día anterior. Este explosivo tiene un solo propósito: causar la mayor cantidad posible de bajas. Cuando explota, los fragmentos metálicos se dispersan como balas por todos lados. Jesús había estado a cargo de un escuadrón que, al entrar en dicha zona, accidentalmente causó la explosión.

Estuvo en agonía por dos horas. Llegó un helicóptero de rescate, pero demasiado tarde. Murió de sus heridas. Su esposa, Sayne; su hijo de dos años, Eric; sus padres, Rosa y Fernando Suárez; y tres hermanas hoy guardan luto.

El agosto pasado, Fernando y Rosa asistieron a una reunión de las familias de los soldados. Allí pronunció las siguientes palabras: "Mi pregunta al Sr. Bush es la siguiente: ¿cuántos hijos más han de morir antes de que usted regrese las tropas al país?" Fernando ha laborado extensamente para establecer los hechos verídicos de la experiencia de Jesús con los militares y clarificar las circunstancias de su muerte.

Fernando se opone vociferantemente a la ocupación de Irak por Estados Unidos. Le ha dirigido la palabra al público durante varias manifestaciones en contra de la guerra. También se ha dirigido a muchos estudiantes de escuelas preparatorias (normales), a quien les habla de las tácticas fraudulentas que las fuerzas militares emplean para reclutar a los jóvenes de la clase obrera. Siempre exige que Estados Unidos inmediatamente retire todas sus tropas de Irak. Por otra parte, Rosa ha rehusado participar en público, pero ha expresado inquietudes que los más de 450 soldados estadounidenses muertos en Irak serán olvidados; que se convertirán en meras estadísticas.

¿Por qué ingresan tantos jóvenes, mujeres y hombres, a las fuerzas armadas? La razón no es única, pero muchos, quizás la mayoría, lo hacen porque confían en que recibirán capacitación para desempeñar ciertos oficios o que podrán recibir ayuda económica para financiar sus estudios universitarios. Otros, como Jesús, ingresan porque sinceramente desean crear un mundo mejor. Y la Marina de Guerra no desperdició un minuto en manipular y explotar estos ideales.

Fernando, Rosa y los niños partieron de Tijuana, México, ciudad justamente al sur, y no muy lejos, de San Diego, California. Fernando había sido militante y partidario de obtener servicios públicos para los pobres.

La WSWS entrevistó a Fernando en la ciudad de Escondido, en las afueras de San Diego. Describe como las experiencias de Jesús, como marino de guerra en Irak—y sobretodo en Kuwait— transformaron sus ideas acerca del militarismo.

"Mis hijos y mis hijas vivieron conmigo ese proceso. A veces yo los llevaba conmigo. En una ocasión íbamos caminando por una colonia y salió una señora corriendo pidiendo ayuda para un niño convulsionándose con drogas. Entramos en una casa superpobre donde la gente llevaba los botes de basura a sus casas y ahí buscaban la comida. Hay gente muy maldita, gente desgraciada a quienes no les importa la vida de los demás. Les venden drogas a niños, o les regalan drogas para después usarlo de ladrones.

"Esas experiencias le impactaron mucho a Jesús y a su hermana Olivia. Después decidieron dedicarse a combatir la epidemia de drogas. Él, estando en la escuela secundaria, iba a las escuelas primarias a ayudar a dar cursos en contra de las drogas. Le gustaba estar en contacto con niños."

Cuando la familia se mudó a California del Sur, lo hizo en gran parte porque Jesús y una de las hijas, Olivia, querían graduarse de la normal en esa región del estado. Creían en ese entonces que ello los ayudaría a ingresar en la Marina de Guerra y así lograr sus sueños: combatir el tráfico de drogas de manera eficaz y directa. Para reclutar a los jóvenes, los militares de Estados Unidos gastan una fortuna para producir anuncios de televisión, que entonces envían al otro lado de la frontera. Jesús y Olivia, jóvenes impresionables, mordieron el anzuelo de la propaganda y llegaron a creer que podían ingresar a unidades militares estadounidenses dedicadas a la guerra contra las drogas. Pensaban con toda el alma que ayudarían a ponerle fin al tráfico de drogas que había azotado a Tijuana y arruinado a tantas vidas jóvenes.

Jesús asistió a dos escuelas normales: San Pasqual High School y Valley High School, ambas ubicadas en Escondido. Tras ingresar a la Marina de Guerra, partió para la Base de Pendleton, cerca de San Diego, donde recibiría su entrenamiento militar. El oficial de la Marina de Guerra que lo había reclutado le había asegurado que, una vez terminado el entrenamiento, se le daría la oportunidad de participar en una unidad para la interdicción de drogas. En ese momento Jesús no tenía más que 18 años de edad.

Los reclutadores de la Marina de Guerra y de las otras fuerzas militares tienen completa libertad para entrar en las escuelas normales y universidades comunitarias de dos años de duración. Les incumbe contestar todas las preguntas de los estudiantes, pero hay límites: no tienen que ofrecer ninguna información negativa. Todas las promesas y garantías que le ofrecen a los estudiantes acerca de becas y carreras reflejan las necesidades de los militares, no de los reclutas.

Continúa el padre:

"Yo puedo decir que Jesús entró medio ciego al ejército. Siento que el noventa por ciento de los muchachos entran al ejército a ciegas. Al principio se veía haciendo carrera en el ejército. Después de tres meses de entrenamiento, su mentalidad cambió por completo.

"Él entra al proceso de entrenamiento y escribe cartas a su mamá diciendo que estaba muy bien, que lo cuidaban mucho. Nosotros podíamos ir a verlo, pero él no podía vernos a nosotros. Uno va los domingos a misa en un segundo piso. Desde ahí ven a los muchachos pero éstos no pueden alzar la vista para ver a los padres. Mi esposa desde ahí empezó a tener recelo.

"Un día, cuando los uniformados iban saliendo de la iglesia, Jesús alza la vista y mi mujer le avienta un beso. Mi hijo ya tenía un grado. Se lo quitaron y lo castigaron por alzar la vista para ver a su madre. Él dice en una carta, ‘Mamá, por favor no me hagas señas; me castigan'".

El 11 de septiembre, 2001, Jesús todavía estaba en la Base de Pendleton. Los ataques terroristas de ese día lo afectaron profundamente y le cambiaron la vida para siempre.

Cuando Jesús por fin se graduó del entrenamiento— y Fernando usa las palabras "humillante" y "deshumanizante" para describir el proceso— ya su desencanto con la Marina de Guerra era grande. Había comenzado a cuestionar las razones con que había justificado su ingreso a la Marina de Guerra. Tanto cambió de parecer que decidió no enrolarse en la Marina una vez cumplido los requeridos dos años de servicio militar. Durante gran parte de su entrenamiento, su sargento lo había humillado con insultos racistas anti mexicanos. También sufrió castigos físicos y emocionales. Su padre nos cuenta:

"Mi hijo me contó que dos o tres veces que ‘el desgraciado sargento me gritó yo era una m—-da mexicana; que era eres un p—o m——-n mexicano. Yo me tenía que quedar callado. Un día no me aguanté y le contesté que yo iba a ser mejor marine que él. Me dio una cachetada que me tumbó al suelo y me hizo hacer 100 lagartijas con un muchacho parado sobre mi espalda. Cuando me levanté le volví a decir el sargento que yo era mexicano y mejor marine que él. Me volvió a hacer más lagartijas.'

"Otra cosa que él sufrió es que los hacían comer en dos o tres minutos. Si no terminaban la comida tenían que recoger el plato e irlo a tirar a un tanque donde revolvían la comida de todos. En la noche tenían que servirse de ese tanque para comer la comida fría."

La unidad de Jesús fue enviada a Kuwait en 2002. Durante su estadía en ese país, presenció un suceso que también lo afectó profundamente: un grupo de llamados terroristas atacaron sus barracas. Los soldados estadounidenses persiguieron y rodearon a los guerrilleros en un edificio de apartamentos. El tiroteo que se armó no discriminó a nadie; mujeres y niños murieron acribillados a balazos. Cuando Jesús entró en el edificio bajo órdenes para a ayudar a sacar los cadáveres, se quedó horrorizado con la indiferencia con que los marinos habían tratado a esa pobre gente inocente. Fernando recuerda:

"Al día siguiente mi hijo me llama por teléfono y dura seis horas en el teléfono llorando por lo que había visto. Me dice: ‘Papá yo no soy asesino, ni me metí al ejército para matar mujeres y niños. Lo que vi aquí fue horrible'. Le dije que fuera al psicólogo. ‘No, el psicólogo me dice que soy un marine y que no debo llorar'. ... A cierto nivel él comenzaba a dudar sobre las intenciones de atacar a Irak. Desgraciadamente, el sistema de lavado de cerebros del ejército lo tenía convencido que era necesario la guerra. Cuando él me avisa que se va a ir me dijo, ‘Bush puede mentirnos todo lo que quiera. Pero cuando yo estuve en la frontera de Kuwait con Irak viendo a esos niños muriéndose... yo quisiera que esos niños tengan una vida mejor. Es por eso que yo voy a participar en esta guerra'. Él entendía que Bush estaba mintiendo. Sin embargo el forja un ideal personal para auto justificar el porqué iba a la guerra".

Jesús falleció el 27 de marzo, el mismo día que padre le dirigía la palabra a una manifestación en contra de la guerra.

Fernando continúa su historia:

"El 28 de marzo, a las ocho y quince de la mañana, llegaron tres soldados de la Base de Pendleton: un sacerdote militar y dos soldados. Yo acababa de salir, sonó el celular. Era mi esposa gritando en el teléfono ‘¡Qué se larguen; son pájaros de mal agüero!' Sin haber visto a los soldados yo ya sabía que estaba pasando. El sargento me informó que estaban esperando a la esposa de Jesús. Lo agarré, lo sangoloté y lo obligué a que me dijera, ‘Suárez es un héroe, murió anoche en el campo de batalla en Irak. Recibió un balazo en la cabeza'.

"No nos podían decir más. Los saqué de la casa y los hice esperar a la esposa de Jesús en la calle. Lo peor fue que dos días después, en la televisión, pasan la ceremonia en memoria de él en Irak. Su sargento dice ‘fue un fatal accidente, Jesús pisó una bomba americana'. Suena el teléfono; era un periodista del San Diego Union-Tribune. Ahí me entero que el ejército había aventado cluster bombs—bombas del tamaño de pelotas de ping pong, que caen sin hacer ruido y que son como fragmentarias—el 26 de marzo. El 27 la compañía de Jesús recibe órdenes de avanzar sobre ese mismo terreno, sin que nadie les diga sobre esas bombas. Jesús va al frente. Caminaban en cuclillas. Era de noche y tenían puesto sus lentes de visión nocturna. Iban vigilando no el suelo sino posibles enemigos en derredor cuando mi hijo pisa una bomba de esas. Dura casi dos horas sin recibir atención médica.

"Hace cuatro semanas en una ceremonia en Camp Pendleton, en honor para los 39 marines que han muerto en Irak. Allí me enfrento con el comandante que se acerca hipócritamente a dar el pésame a cada familia. Digo ‘hipócritamente' porque siento que a ellos no les importa en lo más mínimo nuestro dolor o las muertes de nuestros muchachos. Le pedí que me dijera la verdad sobre como murió mi hijo. Ahí me cambian la versión. Me dijo que Jesús había muerto a causa de una mina, cuando los soldados estaban estacionando los camiones y tanques. A Jesús le tocó dirigir un camión y en eso pisa la bomba. Encontraron fragmentos iraquíes y americanos y no sabían bien de que mina se trataba. Prometió mandarme por escrito esa versión. Hasta ahora no he recibido nada.

"Ahí fue cuando mi esposa comenzó a decirme que sí hablara, porque eso le dolió mucho. Peor aún fue cuando nos insultan con la ayuda del sepelio. Estos desgraciados nos preguntan donde queríamos enterrar a Jesús, en panteón militar o civil. La esposa [de Jesús] platica con mi esposa y deciden que sea un panteón civil en Escondido. El ejército ofreció pagar por el féretro, el traslado del cuerpo y $4325. Cuando Rosa oye eso dice, ‘Uds. están poniendo un precio sobre la muerte de mi hijo. El entierro cuesta más de $7,000. Uds. van a pagar todo'. Eso para mí es un insulto.

"Entonces yo hice mucho escándalo en la prensa. La gente empezó a mandarme dinero y a escribir a los periódicos criticando el sistema.. Eventualmente los marines encontraron dinero para pagar el funeral".

La muerte de Jesús no ha detenido a su padre, quien sigue haciendo discursos en contra de la guerra. Fernando ha jurado lograr el sueño de su hijo: mejorar la situación social de la juventud.

Cuando la guerra contra Irak comenzó, ya Fernando apasionadamente se había opuesto a ella. Siempre rechazó que las razones para la ocupación eran la libertad y la democracia. La había comparado a la invasión de México por Estados Unidos en 1840, pero Jesús no había estado de acuerdo con su punto de vista.

En ese momento, lágrimas brotan de los ojos de este adolorido padre. Nos dice que Jesús, luego de sus experiencias en Kuwait e Irak, comenzó a cambiar de parecer y a oponerse a la guerra. En un momento dado le había dicho a uno de sus amigos marinos que, después de todo, su padre había tenido la razón.

Hoy día la pérdida personal de Fernando lo ha afincado aún más a la lucha contra la guerra y contra las tácticas que los servicios miliares emplean para reclutar a hombres y mujeres jóvenes, la mayoría más o menos de la misma edad de Jesús, y enviarlos a sus muertes. Recientemente, Fernando voló a Irak bajo los auspicios de la organización Global Exchange [Intercambio Mundial] para lograr alcanzar a los iraquíes, sobretodo a los niños, con el mensaje que los estadounidenses no son sus enemigos; que mucha gente en Estados Unidos se oponen a la guerra y al sufrimiento que su país le causa al pueblo iraquí; y que el gobierno de Bush es un gobierno criminal.