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Por una alternativa socialista en los comicios del 2006 en Estados Unidos

El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) postulará candidatos para cargos federales y estatales en las elecciones parciales a mitad de legislatura que tendrán lugar en Estados Unidos en el 2006. La campaña del PSI tendrá lugar en tantos estados como sea posible para formar un movimiento político de masas en oposición a los partidos de la clase gobernante y las grandes empresas: el Demócrata y el Republicano.

La campaña del PSI le dará voz y dirección a los millones de trabajadores y jóvenes en Estados Unitos y a nivel internacional que se oponen a la política del gobierno de Bush basada en la guerra, la represión y la explotación.

Estados Unidos se encuentra hoy día en las garras de una profunda crisis política, económica, social y moral. Millones de sus propios ciudadanos odian los objetivos imperialistas que su propio país tiene para el mundo entero.

Más de cuatro años han transcurrido desde que el gobierno de Bush desatara su llamada “Guerra contra el Terrorismo”. Durante ese mismo período, la política de Estados Unidos ha asumido un carácter inconstitucional, ilegal y criminal cada vez más abierto. Se ha valido de los acontecimientos del 11 de septiembre como pretexto para desatar un militarismo desenfrenado cuyo desprecio por la vida y la dignidad humana no tiene par.

Fue una nación cuyos fundadores revolucionarios proclamaron los “derechos inalienables” de la “vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad”, pero ahora la dirigen una pandilla de gángsters políticos que intentan abolir “el gran proceso jurídico de habeas corpus”; una pandilla que hoy día conduce una enorme red de espionaje ilegal en contra de los mismos ciudadanos de Estados Unidos. Los dirigentes de la Revolución de Estados Unidos proclamaron su “buen respeto por las opiniones de la humanidad”. El hombre que ahora ocupa la Casa Blanca y sus secuaces desvergonzadamente hacen alarde del desprecio que le tienen a las leyes internacionales y defienden la tortura. Como presidente, Lincoln hacía alusiones a lo “más angélico de nuestra naturaleza”, pero el gobierno de Bush se dirige a los instintos más bajos de los sectores más reaccionarios de la población.

Cuando Bush recurre a la reacción, por una parte agrede sin tregua a la Era de la Ilustración, que forma las bases seculares de la república de Estados Unidos, y por otra fomenta el fanatismo y la intolerancia de la religiosidad. El gobierno de Bush ha desatado una agresión sistemática contra los éxitos de la cultura y el pensamiento humano, inclusive contra la ciencia misma. Se ha opuesto a la investigación de las células troncales, ha rechazado los descubrimientos de los estudios ambientales, y le ha dado ánimo a grupos religiosos fundamentalistas para que ataquen la teoría de la evolución según Darwin.

Existe en Estados Unidos una inmensa y profunda oposición a la guerra en Irak y a la política derechista del gobierno de Bush. No importa cuales sean las diferencias entre los Demócratas y los Republicanos, éstas son insignificantes cuando se les compara a las semejanzas entre ambos; es decir, ambos partidos están determinados a defender los intereses criollos y extranjeros de la clase gobernante financiera y empresarial.

La lucha para ponerle paro a la guerra en Irak, para ponerle fin al militarismo imperialista de Estados Unidos, para defender los derechos democráticos, y para erradicar la pobreza y establecer la igualdad social requiere la formación de un nuevo movimiento político de las masas basado en un programa y una perspectiva socialistas.

¿Por qué necesitamos un programa internacional?

El PSI es el único partido cuyo programa expresa los intereses comunes de los pueblos trabajadores de todo el mundo y que se opone a toda forma de nacionalismo, racismo y chovinismo étnico y religioso.

Los problemas que los trabajadores enfrentan en Estados Unidos son esencialmente los mismos que los trabajadores de otras partes del mundo enfrentan. Las guerras, los ataques contra los derechos democráticos, la explotación, el desempleo, la pobreza, y la destrucción del ambiente natural no son simplemente problemas de Estados Unidos. Son problemas mundiales que requieren soluciones globales.

Para nuestros tiempos, el hecho socioeconómico fundamental es el fracaso del sistema internacional capitalista. En un planeta habitado por más de 5.000.000.000 de personas, todos los aspectos socioeconómicos que han de tomarse en cuenta para llegar a una decisión se subordinan a las consideraciones de las ganancias (o beneficios) de las empresas y a la acumulación irracional de las fortunas personales, cada vez mayores, de una pequeña élite gobernante.

Los adelantos espectaculares de la ciencia, la tecnología, y la productividad de la mano de obra deberían haber posibilitado una mejoría enorme en la calidad de vida de todos los seres humanos. Pero el proceso ha sido al revés; para las amplias masas de los pueblos trabajadores de todo el mundo, las condiciones de vida se han deteriorado.

El año 2005 mostró conclusivamente—desde la indiferencia al tsunami de Asia, a la incompetencia del gobierno de Estados Unidos ante el desastre del Huracán Katrina—que este sistema es capaz de garantizar las necesidades físicas más elementales del pueblo.

En esta época de la economía mundializada, los problemas de las sociedades de masas sólo pueden resolverse a base de un programa socialista internacional. La movilización racional, planificada y humana de los recursos mundiales a cada punto entran en conflicto con los intereses de las clases gobernantes nacionales cuyas fortunas y poder se basan en el sistema capitalista en existencia.

Las grandes empresas justifican los ataques contra la clase trabajadora invocando el espectro de la globalización. Pero la integración global de todos los aspectos de la vida económica no es, por sí misma, la verdadera causa de las dificultades sociales que se van profundizando. La expansión y la unificación mundial de las fuerzas productivas tienen el potencial de mejorar la calidad de vida enormemente. Sin embargo, al progreso social lo impide un obstáculo: estos poderosos procesos económicos son subordinados a los intereses de las ganancias privadas de las clases gobernantes de los estados nacionales que compiten entre sí.

Cuando los patronos en Estados Unidos le dicen a los trabajadores que tienen que aceptar enormes reducciones de salarios o perder sus empleos a trabajadores en regiones donde los salarios son menores, esto sólo muestra que los trabajadores estadounidenses tienen que unirse políticamente con los obreros a nivel internacional en una lucha mundial por el socialismo en contra de la tiranía económica de las corporaciones transnacionales.

El socialismo significa la reorganización de la vida económica tomando como base las necesidades sociales y el bien común. Sus objetivos son la eliminación de la pobreza y la opresión y el aumento de la calidad de de vida de los pueblos del mundo basándose en la igualdad social. Significa la mayor extensión del control democrático sobre los programas y las prioridades de la sociedad y los procesos por medio de los cuales la riqueza se produce y se distribuye.

Los temas críticos del 2006

Las elecciones del 2006 las dominan tres temas críticos interrelacionados: (1) las guerras continuas en Irak y Afganistán, y las preparaciones avanzadas del gobierno de Bush para nuevas acciones militares aún más sangrientas; (2) las agresiones contra los derechos democráticos del pueblo estadounidense; y (3) el ataque, respaldado por el gobierno, en contra de la calidad de vida de la clase trabajadora y el enorme desarrollo de la desigualdad social en Estados Unidos.

La postura del PSI sobre todos estos temas críticos es inequívoca y totalmente contraria a la de los partidos de la clase gobernante.

* ¡El PSI exige el retiro inmediato de todas la tropas estadounidenses de Irak y Afganistán!

Es un hecho incontrovertible que la invasión de Irak en marzo, 2003, fue llevada a cabo fundamentándose en mentiras tan obvias como el aire que uno respira. No hubo armas para la destrucción en masa en Irak, y el régimen de Saddam Hussein tampoco fue colaborador de Al Qaeda para atacar a Estados Unidos.

La guerra no fue iniciada para combatir el terrorismo sino para que Estados Unidos se asegurase a sí mismo el control de las materias petrolíferas vitales en Irak y extender su dominio por todo el Oriente Medio y el Asia Central.

El debate oficial sobre la guerra en Irak en los ámbitos políticos oficiales se conduce totalmente dentro de los límites de la llamada “Guerra contra el Terrorismo”. El PSI rechaza absolutamente esta farza política, concebida por el gobierno de Bush para justificar la codicia de la clase gobernante estadounidense de poseer al mundo. Si la amenaza del terrorismo existe, es porque la política de Estados Unidos la ha creado, esparciendo la pobreza y la opresión por todo el mundo y engendrado la ira y el odio.

Los candidatos del PSI harán campaña por el retiro inmediato e incondicional de todas las tropas estadounidenses en Irak y Afganistán. Nuestra campaña exigirá que todos los responsables por la invasión ilegal y no provocada de Irak sean obligados a comparecer ante un tribunal para ser juzgados por crímenes de guerra, y que el gobierno de Estados Unidos retribuya al pueblo iraquí por la destrucción y sufrimiento que le ha causado, así como también a las familias de los soldados estadounidenses muertos en la guerra y a los hombres y mujeres heridos física y psicológicamente.

* ¡El PSI llama a la defensa y la expansión de los derechos democráticos!

A fin de cuentas, la democracia es incompatible con los niveles de concentración de riqueza y desigualdad social que existen en Estados Unidos.

La gran refutación a la aseveración de Bush que la invasión de Iraq fue para extender la democracia son las agresiones aceleradas contra los derechos democráticos en el propio Estados Unidos. En nombre de defender la “libertad” contra el “terrorismo”, el gobierno de Bush ha instituido la armadura institucional y jurídica para la creación de un estado policial en Estados Unidos que va adquiriendo poderes militares y policiales que ningún gobierno de Estados Unidos nunca antes había tenido, ni siquiera durante la Primera o la Segunda Guerra Mundial.

El gobierno de Bush ha repudiado el derecho internacional, las Convenciones de Ginebra, y todos los límites legales que restringen el poder ejecutivo. Bajo Bush, Estados Unidos ha reafirmado el derecho a atacar y a ocupar a cualquier país que le de la gana; a establecer una red mundial de prisiones para encarcelar a aquellos que Washington tiene bajo su mira; donde pueden ser llevados luego de ser secuestrados para ser torturados y hasta asesinados sin impunidad; y crear una enorme burocracia de espionaje, vigilancia y provocaciones.

El Partido Socialista por la Igualdad exige la anulación del Acta Patriota, el desmantelamiento del Ministerio para la Seguridad de la Patria, la abolición del Comando del Norte del Pentágono, el cierre del campo de concentración en Guantánamo y de todas instalaciones similares, el fin a la tortura y a las entregas de prisioneros a otros países donde puedan ser torturados, y de todas las atrocidades similares perpetradas en nombre del pueblo de Estados Unidos.

La defensa de los derechos democráticos requiere una contraofensiva contra todo intento por parte del gobierno de Bush de desatar a las fuerzas sociales reaccionarias políticas que desean hacer retroceder las reformas progresistas que se lograron en el pasado. El Partido Socialista por la Igualdad no se cansa en defender los triunfos y los éxitos democráticos del pasado, tales como los derechos civiles, el derecho al voto, el derecho a la educación universal, el bienestar de la salud para los ancianos, etc., así como también las garantías constitucionales de las libertades civiles.

Pero la defensa de los derechos democráticos no puede limitarse estrictamente a la práctica negativa de repudiar los ataques contra las libertades civiles y las normas constitucionales. La clase trabajadora necesita una gran expansión de los derechos democráticos, comenzando con una reestructuración radical del mismo sistema político de Estados Unidos, que es uno de los más restrictivos y anti democráticos de los países industrializados avanzados.

Estos cambios deberían incluir la abolición de la institución arcaica del Colegio Electoral para terminar de una vez por todas con las numerosas restricciones sobre el derecho que todo ciudadano tiene a votar y eliminar los incontables obstáculos que se le interponen a terceros partidos y a candidatos independientes que desean desafiar a los Demócratas y a los Republicanos. Estas barreras son enormemente variadas: leyes arbitrarias que restringen el acceso a las urnas electorales; subvenciones federales para financiar las campañas Demócratas y Republicanas; la censura que la prensa le impone a los candidatos de los terceros partidos. Cuando todo esto se toma en cuenta, el efecto es un sistema patrocinado por el estado y monopolizado por dos partidos desacreditados cada vez más; dos partidos, cuyas diferencias fundamentales son mínimas, para una población diversa de 300 millones de habitantes. Ese no es un sistema racional. El PSI aboga por un sistema de representación proporcional en el cual todos los partidos que reciben una parte significativa del voto estén representados en los cuerpos legislativos.

El concepto de los derechos democráticos debe expandirse mucho más allá de los estrechos límites de la igualdad tal como la definen la ley y las garantías legales. Tiene que incluir las realidades sociales de la vida de las amplias masas del pueblo trabajador. Es, por lo tanto, inseparable de la lucha contra la concentración de la riqueza en manos privadas.

El concepto de derechos iguales ante la ley en una sociedad donde existe tanta desigualdad social y económica es una gran hipocresía. El derecho a votar cada dos o cuatro años no significa casi nada si la oligarquía financiera dicta los temas más importantes de la vida cotidiana: si la gente va tener empleo o no, cuanto se va a pagar, bajo que condiciones se va a trabajar, etc.

A la democracia hay que hacerle una profunda transfusión de contenido social, comenzando con la democratización de los lugares de trabajo, donde la mayoría de la gente pasa la mayor parte del tiempo y rinde sus mayores esfuerzos. La democracia industrial significa el verdadero control del pueblo trabajador sobre sus vidas como trabajadores. Las decisiones que afectan las condiciones de trabajo, la seguridad, los salarios, los empleos y los horarios tienen que ser sujetos a la voz democrática de los trabajadores. Esto presupone que los trabajadores abran los libros de contabilidad de todas las empresas y los inspeccionen, y que la ratificación de la dirigencia empresarial sea por el voto democrático de todos los empleados.

Apoyamos los derechos democráticos en pleno y la ciudadanía para todos los inmigrantes, inclusive para los 12 millones trabajadores indocumentados a quienes se les ha pintado de “extranjeros ilegales”. Exigimos que se le ponga fin a los ataques contra los inmigrantes, a las redadas tipo “dragnet”, a las detenciones y deportaciones que el gobierno ha montado como parte de su “Guerra contra el Terrorismo”.

* ¡El PSI lucha por la defensa de los empleos, por la expansión de los beneficios sociales, por la mejoría de la calidad de vida del pueblo trabajador y de la juventud!

La clase gobernante afirma que los empleos que pagan bien, las pensiones, los beneficios de salud, y los servicios sociales tales como la educación pública, se han puesto tan caros que ya no pueden financiarlos. Afirman que tienen que ser sacrificados para proveer niveles de riqueza personal aún más obscenos para ese 1% que domina la sociedad de Estados Unidos.

El PSI responde que el pueblo trabajador no es responsable de las bancarrotas de las empresas que han devastado a zonas obreras enteras mientras los jefes ejecutivos se escapan de los desastres que ellos mismos crearon con millones adicionales en sus cuentas de banco. El fracaso dramático de tales iconos como las empresas estadounidenses General Motors y United Airlines, para mencionar sólo dos de las más conocidas, es prueba contundente de la crisis general del capitalismo estadounidense.

Por décadas, los apologistas de los Grandes Negocios han jurado que el sistema norteamericano de la “empresa libre” podía garantizarle a los trabajadores salarios altos, beneficios sociales generosos, y asegurarle un retiro cómodo y seguro. No había ninguna necesidad del socialismo, proclamaban los artistas estafadores de las empresas, pues el capitalismo podía proveer a los trabajadores con una alta calidad de vida.

Pero la realidad de la economía del país hace añicos esta palabrería tan empalagosa.

El Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos ha aumentado un 50% en términos reales desde 1972. El PIB per capita también ha aumentado bastante. Esto significa que, como sociedad, debería ser más fácil, no más difícil, poder abastecer las necesidades de los trabajadores con empleos que pagan bien, beneficios de salud, pensiones seguras y servicios públicos de calidad. No obstante, los salarios por hora de los trabajadores estadounidenses han declinado, los ingresos de las familias se han estancado, las pensiones han sido despilfarradas, y los servicios sociales, tales como la atención médica y la educación, están arruinados por falta de fondos.

El producto económico ha crecido enormemente durante los últimos 30 años, pero los que desempeñan la labor humana poco o nada han ganado de sus esfuerzos. Más bien, el aumento de la fortuna ha sido monopolizado por una pequeña fracción en la cumbre de la sociedad de Estados Unidos. Desde 1979, el 1% más rico de la población estadounidense ha duplicado su parte de la riqueza nacional más del doble: del 19% a más del 40%.

Los jefes ejecutivos empresariales ahora ganan un salario promedio 431 veces mayor que el salario promedio de un trabajador común. El año pasado los salarios de los ejecutivos principales aumentaron en un 91%. El de los trabajadores: 4%.

El New York Times reportó en octubre, 2005, que las Oficinas de Rentas Internas hizo un estudio que documenta la despampanante desigualdad que existe en los niveles de ingresos en Estados Unidos. En 2003, el último año que dispone de estadísticas generales, el 1% más rico de la población consumió todo el aumento en los ingresos reales para todo Estados Unidos.

La redistribución de la riqueza a largo alcance—quitándosela a los súper ricos y usando esos recursos para beneficio de todos—se ha convertido en una necesidad social urgente. Exigimos la reorganización de la vida económica sobre una base racional humana, es decir, socialista: donde la riqueza que la clase obrera produce se use para abastecer las necesidades del pueblo y no los intereses lucrativos de las empresas gigantes y la acumulación de las fortunas personales por un grupito privilegiado de ricos.

La seguridad económica es un derecho humano fundamental, no un privilegio que sólo los pocos ricos lo pueden gozar. El PSI exige la organización de la economía y su influencia sobre la vida para guarantizarle a toda la gente trabajadora un nivel de vida cómodo.

* ¡ El PSI lucha por la igualdad social!

El Partido Socialista por la Igualdad presenta un programa cuyo objetivo es la reorganización de la economía de Estados Unidos y del mundo con el interés de la clase obrera en mente. La manera en que la economía ahora está organizada, en que todas las fuerzas industriales y financieras están bajo el control privado o son propiedad privada, debe reemplazarse por un sistema socialista de propiedad pública bajo el control democrático de la economía. Abogamos por la creación de un sistema económico cuyo principio organizador es la satisfacción de las necesidades humanas, no la creación de las ganancias y la acumulación de enormes fortunas personales.

Para establecer las bases económicas para la reorganización de la vida económica en el mejor interés de las amplias masas del pueblo trabajador, abogamos por la transformación de todas las corporaciones privadas—industriales, manufactureras y de tecnología de la informática, valoradas en $10.000.000.000 o más y que en conjunto controlan una porción mayoritaria de la economía de Estados Unidos—en empresas públicas. Los pequeños inversionistas serán indemnizados un 100%, y las condiciones para los grandes inversionistas serán negociadas públicamente. El PSI también propone la nacionalización del cuido de la salud y de las grandes empresas farmacéuticas, así como también de todas las grandes instituciones bancarias y de seguros. Además, el PSI aboga por la nacionalización de los ferrocarriles, las líneas aéreas, los sistemas de telecomunicaciones y el servicios público de electricidad, y por poner todos los recursos naturales importantes bajo control y propiedad pública.

La reorganización de la economía de Estados Unidos de esta manera haría disponible inmensos recursos para poner en práctica programas que mejorarían significantemente las condiciones de vida de la clase obrera.

Abogamos por un extenso programa de obras públicas para garantizar empleos a todos los que actualmente se encuentran desempleados y están capacitados para trabajar. El problema urgente de aumentar el nivel de los ingresos de millones de trabajadores tiene que resolverse por medio del establecimiento de un ingreso anual financiado y garantizado por el gobierno federal que, además, tiene que ajustarse a la inflación. Para crear empleos y posibilitar el aumento en la participación de trabajadores en la vida política y cultural, la semana laboral deberá ser reducida a 30 horas pagada a salario de 40 horas. Trabajadores de jornada completa deberían recibir por lo menos cinco semanas de vacaciones al año.

Abogamos por enormes inversiones que garanticen una educación escolar pública de primera calidad y acceso gratuito a la universidad para todos; el seguro médico completo y universal; la construcción de viviendas cómodas y a buen precio subvencionadas por el estado; el derecho garantizado a todos los trabajadores de ingresar a sindicatos y controlarlos democráticamente; prohibir por ley de toda táctica cuyo objetivo sea el de destruir los sindicatos o la reducir los salarios; la jubilación segura con buenos ingresos para todos los trabajadores; y la asistencia del gobierno para todos los negocios pequeños y medianos.

Los derechos sociales que hemos bosquejado aquí sólo pueden realizarse con medidas concretas que promuevan la igualdad social. Toda política que tenga que ver con los impuestos tiene que ser revisada de pies a cabeza: debe convertirse de un instrumento que se ha utilizado para saquear al pueblo y enriquecer a los millonarios y a las grandes empresas en un instrumento para la redistribución radical de la riqueza. Ello significa abolir la reducción de los impuestos de los ricos promulgada bajo los gobiernos de Ronald Reagan, George Bush Padre y George W. Bush, la restauración de los impuestos a las fortunas, tales como el impuesto a los bienes inmuebles, y la abolición de las excepciones y de los trucos de contabilidad que le permiten a la mayoría de las grandes empresas a pagar solamente una pequeña fracción de los impuestos que le corresponden contribuir sobre sus ganancias. A la mayoría de la población se le debería reducir los impuestos y a aquellos que reciben los ingresos más altos y poseen los niveles más altos de riqueza acumulada, los impuestos deberían ser aumentados enormemente.

Hay que prestarle atención muy cuidadosa a la investigación de las actividades especuladoras de los últimos 25 años y a las expropiaciones delictivas que los jefes ejecutivos le han hecho a los recursos de sus propias empresas a costillas de los trabajadores y los pequeños accionistas. Esta fortuna hurtada ha de ser devuelta y usada para mejorar los servicios sociales y la calidad de la vida de la clase obrera.

Los derechos de propiedad han de ser subordinados a los derechos sociales. Ello no significa la nacionalización de todo, o la abolición de los comercios pequeños o medianos, los cuales también son abusados por las grandes empresas y los bancos. El establecimiento de una economía planificada le dará a tales negocios acceso inmediato al crédito y a condiciones de mercado más estables siempre que ofrezcan buenos salarios y buenas condiciones de trabajo.

El Partido Socialista por la Igualdad se opone a toda política basada en la identidad, incluyendo el nacionalismo cultural y el feminismo, cuyo papel esencial es confundir la división más elemental de la sociedad capitalista: las clases sociales. Apoyamos firmemente la integración y la unidad de todo el pueblo trabajador. Nos oponemos a toda política racista porque es fundamentalmente enemiga de los intereses del pueblo trabajador y de la necesidad de formar un movimiento internacional de masas contra el capitalismo. Aquellos que se declaran como representantes políticos de ciertos grupos raciales lo hacen invariablemente a favor de sectores sociales pequeños y privilegiados, no importa que sean negros, latinos o de cualquier otro grupo étnico que busca sus puestos y privilegios dentro del marco establecido por el sistema capitalista.

En ese contexto, nos oponemos a la política de de la acción afirmativa, que pone a los trabajadores en pugna unos contra otros y a estudiantes blancos contra los trabajadores y estudiantes de las minorías en una lucha divisoria por los empleos y las admisiones a las universidades. Estos programas sólo benefician a los pocos privilegiados, no a las masas de las minorías. Insistimos en una igualdad de oportunidad verdaderamente igual para todos, dentro de un marco social en el que se hagan enormes inversiones sociales para garantizar empleos que pagan bien, una educación de calidad desde el kindergarten hasta el 12vo curso y luego la Universidad, una vivienda a costo razonable, y todas las demás necesidades sociales. Sólo con esta política, basada en la unidad de la lucha de todos los sectores del pueblo trabajador, se pueden crear las condiciones para una sociedad en que toda la gente pueda gozar de una seguridad económica y pueda realizar su máximo potencial, no una que reparte oportunidades limitadas en raciones pequeñas basadas en la raza o el sexo del individuo.

El Partido Socialista por la Igualdad también aboga por medidas que le facilite al pueblo trabajador tener acceso al arte y a la cultura. La cultura popular de Estados Unidos en otra época fue una de las maravillas del mundo, un polo de atracción por lo innovadora que era, por su democracia tan poderosa y el humanismo de su espíritu. Pero como en otras esferas, la subordinación de la cultura a las ganancias de las empresas ha conducido a una enorme degeneración.

La cultura popular ha sufrido con el impacto de las reducciones de los fondos para las artes y la agresión ideológica de la derecha contra la expresión artística. Subvenciones del gobierno a los museos, orquestas, teatros y la televisión y la radio pública han sido saqueadas. La educación en el arte y la música ha sido drásticamente reducida o eliminada de la mayoría de las escuelas públicas. Las horas de servicios que las bibliotecas prestan han sido reducidas. El daño a la fábrica intelectual y moral de la sociedad que resulta de una visión tan mercenaria y filistea es imposible de calcular. Pero sí existe, sin embargo, un eslabón indisputable entre la glorificación del militarismo, la violencia, el egoísmo y la hostilidad hacia el patrimonio artístico y cultural de las generaciones anteriores.

El Partido Socialista por la Igualdad exige que se inviertan enormes fondos para las artes y para que se construyan nuevas escuelas y centros y así asegurar que todos los sectores de la población tengan acceso a la música, a la danza, al drama y al arte, a bajo costo o gratis. Las decisiones acerca de las subvenciones y becas para las artes ya no podrán ser la responsabilidad de políticos y burócratas, sino de comités controlados por los artistas, músicos y otros trabajadores culturales.

Sólo un programa económico socialista puede garantizar el desarrollo racional de los recursos no renovables de la tierra. La subordinación de toda actividad humana al empeño por las ganancias y la acumulación de las fortunas personales amenazan con desatar un desastre ecológico. La incapacidad del sistema de ganancias de hacerle frente a este problema o a cualquier otro que obstaculice la resolución de las necesidades cada vez más complejas de la sociedad de masas le presenta a la humanidad una amenaza mortífera a su supervivencia. La planificación económica socialista creará las condiciones para una verdadera colaboración mundial para proteger el medio ambiente de la tierra.

Por la independencia política de la clase obrera

La condición que debe existir antes de conducir la lucha dentro de Estados Unidos y a nivel internacional contra la guerra, la represión y los ataques contra la calidad de vida y los derechos democráticos es el establecimiento de la independencia política de la clase obrera. Y éste es el objetivo central del Partido Socialista por la Igualdad: echar las bases políticas para desarrollarse como el partido independiente de masas de la clase obrera de Estados Unidos.

El PSI insiste que el deber político de mayor urgencia de la clase obrera es la ruptura completa y total con el Partido Demócrata y toda la armadura que sostiene al “sistema de los dos partidos”. Si hay diferencias entre el Partido Demócrata y el Republicano, éstas son meramente de carácter táctico; es decir, difieren en cuanto a la mejor manera de defender los intereses de la clase capitalista en Estados Unidos y a nivel internacional.

El Partido Demócrata no ofrece ninguna oposición seria a la manera en que Bush desobedece al Congreso, las leyes, y la Constitución, y tampoco se opone a la manera que va cementando las bases para una dictadura presidencial. Ya hace tiempo que este Partido repudió toda política de reforma social y adoptó una política cuyo objetivo es el enriquecimiento de los sectores sociales más ricos a costillas del pueblo trabajador.

La razón fundamental por la complicidad del Partido Demócrata con Bush y los Republicanos es el hecho que defiende los intereses básicos de la misma clase capitalista gobernante. Su función específica en el sistema bipartito es hacerle creer a la gente que es el “partido del pueblo” para poder ahogar y neutralizar cualquier movimiento de oposición social que surja desde abajo.

Apoye la campaña del PSI

El Partido Socialista por la Igualdad le insta a los miles de lectores del World Socialist Web Site, a partidarios nuestros, y a todos los que se oponen a la política de guerra, represión, y agresión contra la calidad de vida de la clase trabajadora que nos apoyen uniéndose a nuestra campaña.

La campaña del PSI no tiene, y tampoco desea, acceso a los billones de dólares que las corporaciones de Estados Unidos y los súper ricos les obsequian a los Partidos Demócrata y Republicano y a sus sucias campañas de mentiras. Lo que queremos lograr—darle conciencia política a la clase obrera—sólo se puede conseguir si desarrollamos un movimiento político desde abajo movilizando ampliamente a trabajadores, profesionales, jóvenes y estudiantes, y que se extienda más allá de las elecciones; un movimiento que eche las bases para la formación de un partido socialista de masas de la clase obrera.

Presentamos ante nuestros partidarios este reto: únanse a nuestros esfuerzos para hacerle publicidad a la campaña del PSI, para ganar apoyo a nuestros candidatos; organizar conversaciones y debates políticos acerca de nuestro programa con los trabajadores y la juventud. Organicen reuniones en sus vecindarios, en sus lugares de trabajo y en sus escuelas para que se oigan las voces de los candidatos del PSI. Distribuyan esta plataforma de la campaña tan ampliamente como sea posible. Ayúdennos a establecer el PSI como el nuevo partido político del pueblo trabajador.

Sabemos muy bien que nos enfrentamos a enormes obstáculos al entablar esta campaña. El sistema político de Estados Unidos es profundamente anti democrático, pues se basa en sólo dos partidos y se perpetúa a sí mismo excluyendo de las elecciones a todas las alternativas independientes, sobretodo las izquierdistas. Lo hacen a través de todo un conjunto de leyes electorales que imponen requisitos de firmas arbitrarias y prohibitivas para candidatos independientes o de terceros partidos; fechas de vencimiento para presentar peticiones de nominación diseñadas para obstaculizar el acceso a las elecciones, no a facilitarlo; y una prensa controlada por las empresas que sistemáticamente excluye puntos de vista críticos, sobretodo los de los socialistas.

Es nuestra intención, sin embargo, realizar una ambiciosa campaña. Lo haremos basándonos en un programa de principios socialistas e internacionalistas con la confianza de que semejante programa encontrará un base de apoyo entre el pueblo trabajador. La extensión de nuestra campaña, la cantidad de candidatos que postulemos, la cantidad de puestos para los cuales nos postulemos, los estados y lugares donde hagamos campaña dependerá del apoyo y la participación de los trabajadores, estudiantes y jóvenes que nos ayuden a colocar a nuestros candidatos en los tarjetones electorales.

¡Únanse a la lucha por el socialismo!

El partido Socialista por la Igualdad se basa en las grandes tradiciones del movimiento socialista internacional. El socialismo significa igualdad, solidaridad humana y cooperación. Significa liberar a la humanidad física y espiritualmente de la opresión y la necesidad. El primer deber del socialismo es la eliminación de la pobreza, objetivo eminentemente realizable dado el enorme desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad y los tremendos adelantos de la ciencia y la tecnología. El socialismo procederá a expandir la calidad de vida de las amplias masas de la humanidad y crear las condiciones para una igualdad completa.

Pero la humanidad no vive sólo del pan., y la perspectiva del socialismo no se limita a la satisfacción de las necesidades físicas urgentes, aunque ello es de suma importancia. Ese éxito echaría las bases para un enorme florecimiento de la cultura, de la ciencia, y la evolución intelectual y moral de los individuos, hombres y mujeres. La visión del socialismo consta en desarrollar lo más posible los talentos, los intereses y el potencial de la gente en un mundo donde la propiedad social de los medios de producción, la planificación y la cooperación—y una enorme extensión de la participación popular y del control democrático—capacitarán a la humanidad a ponerle fin a la desmoralizante e insoportable inseguridad económica y al efecto deshumanizante de la competencia entre fieras.

Con Carlos Marx, el socialismo se convirtió en ciencia. Con la Revolución de Octubre en 1917, se convirtió en el programa de un movimiento popular de masas que derrocó al capitalismo y estableció el primer estado obrero: la Unión Soviética.

La Revolución Rusa formó parte de una lucha internacional más amplia de la clase obrera por la igualdad social. Todos los adelantos de la clase obrera de Estados Unidos estuvieron relacionados con el socialismo y encabezados por militantes con simpatías socialistas—desde la lucha por la jornada de las ocho horas, a las leyes para la protección de menores en el trabajo, a la educación pública universal, a la creación de sindicatos obreros industriales de masas, hasta la abolición de las leyes “Jim Crow” que legitimaban la segregación racial en el Sur del país.

Como muchos de los grandes ideales, el socialismo ha sido abusado y traicionado. En la Unión Soviética, fue traicionado por la burocracia que se formó bajo José Stalin. El estalinismo no fue la continuación del patrimonio igualitarista e internacionalista de la Revolución Rusa. Fue una reacción conservadora y burocrática en contra de la revolución basada en el programa nacionalista del “socialismo en un solo país”. La burocracia estalinista destruyó la democracia obrera, impuso un régimen dictatorial, ejecutó a los verdaderos marxistas y subvirtió las luchas revolucionarias de la clase obrera por todo el mundo en nombre del “socialismo”. Esta traición de la Revolución Rusa y del socialismo culminó en la colaboración directa de la burocracia del Kremlin con el imperialismo internacional para desbaratar a la Unión Soviética y restaurar el capitalismo a principios de la década de los 1990.

En Estados Unidos, las luchas de la clase obrera fueron traicionadas por la burocracia que surgió dentro de los sindicatos obreros. La burocracia sindicalista defendió el sistema capitalista y políticamente subordinó a los trabajadores a las grandes empresas de Estados Unidos, principalmente por medio de su alianza con el Partido Demócrata. La traición de la AFL-CIO ha terminado en que los sindicatos hoy son identificados con la gerencia de las corporaciones y en que su transformación los ha convertido en instrumentos para la supresión—y no la defensa—de la clase obrera.

Nuestro movimiento se basa en el patrimonio de los mejores, más valientes y más visionarios representantes de la clase obrera que lucharon por el socialismo en oposición a la burocracia. La encarnación mayor de esta tradición fue León Trotsky, uno de los líderes de la Revolución Rusa que dirigió la lucha contra las traiciones del estalinismo y echó las bases para el renacimiento del movimiento internacional obrero con la fundación en 1938 de la Cuarta Internacional, Partido Mundial de la Revolución Socialista.

Estados Unidos también ha producido grandes luchadores por el socialismo: hombres y mujeres que batallaron a los burócratas sindicalistas y consagraron sus vidas a la liberación de la clase obrera. Entre esas figuras se encuentran Big Bill Haywood, Eugene Debs y James Cannon. Los trabajadores estadounidenses deben rescatar este rico patrimonio socialista para organizar las luchas de hoy y transformar la sociedad a favor del pueblo y ponerle fin a la pobreza, a la explotación y a la opresión en Estados Unidos y en todas partes del mundo.

Llamamos a todos los que se oponen a las guerras, al militarismo y a los ataques contra los derechos democráticos y que apoyan la lucha por la igualdad social, que se comuniquen con el Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site y se comprometan como voluntarios(as) para organizar campañas de peticiones para colocar a los candidatos del PSI en los tarjetones electorales de sus estados y distritos. Le instamos a todos aquellos que están de acuerdo con el programa del Partido Socialista por la Igualdad que salgan adelante y se postulen como candidatos del PSI.