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Más de un millón marcha para exigir recuento de votos de las elecciones mexicanas

Este artículo apareció en nuestro sitio en su inglés original el 2 de agosto de 2006.

En la mayor manifestación en la historia de México, entre 1 y 2 millones de personas se reunieron en el Zócalo, plaza central de la ciudad de México, para exigir el recuento de votos durante los comicios presidenciales del 2 de Julio. Andrés López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), hizo un llamado a sus seguidores para que participaran en actos de desobediencia civil para exigir que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación autorice el recuento. Su discurso reveló cierta transformación hacia tácticas más agresivas en la disputa acerca de los resultados oficiales de las elecciones; disputa que ya lleva más de un mes.

El Instituto Federal Electoral (IFE) declaró al candidato del Partido de Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón, triunfador por un margen de menos de 0.6% del vototo total. La manifestación del domingo fue la tercera en apoyo de López Obrador desde los comicios del mes pasado.

Filas de miles y docenas de miles de ciudadanos, provenientes de todos los estados de México, marcharon por más de cuatro horas y se unieron a la manifestación desde todos los rincones de la Ciudad de México. Mucha gente de las afueras de la capital no pudieron asistir debido a la falta de transportación pública, pero manifestaciones locales se celebraron en varias otras municipalidades.

Cientos se manifestaron en las ciudades de Jalapa (estado de Veracruz) y Mérida (estado de Yucatán). En Jalapa, los manifestantes pudieron ver escenas de la mobilización capitaleña en pantallas televisoras gigantes.

Trabajadores empleados y desempleados, residentes de vecindarios obreros que rodean a la ciudad, además de estudiantes universitarios y de las preparatorias (escuelas secundarias), dominaron la manifestación en el Distrito Federal. Del sur de México llegaron campesinos y pequeños granjeros y comerciantes.

La composición geográfica de la manifestación refleja las divisiones entre el norte industrializado con miras hacia la exportación y la región agrícola del sur. Aunque autobuses llegaron a la manifestación de los estados norteños—que el PAN domina — la gran mayoría de los manifestantes fuera del Distrito Federal provinieron del sur. Más de 40,000 llegaron en 500 autobuses del estado petrolífero de Veracruz. Muchos padres marcharon con sus hijos.

Durante la protesta, López Obrador declaró que las manifestaciones se harían permanentes. Propuso que "nos quedemos aquí, en asamblea permanente, hasta que resuelva el Tribunal (Electoral), que permanezcamaos día y noche hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo". Criticó ferozmente al presidente Vicente Fox, del PAN, por convertirse en "un traidor de la democracia" al tratar de elevar sus intereses partidarios por encima de sus responsabilidades como "guardián de un sufragio efectivo", alusión a Francisco Madero.

El fraude electoral y el robo de las elecciones de 1910 fueron la mecha de la Revolución Mexicana en noviembre del mismo año, cuando Madero llamó a sus seguidores a que desafiaran la dictadura de Porfitio Díaz.' López Obrador enfatizó que "Fox, Calderón y el IFE [Instituto Federal Electoral] y otros actores estuvieron detrás del fraude".

López Obrador sostiene que el resultado oficial resultó del fraude electoral y de la intervención de Vicente Fox, presidente actual, quien se supone, según las leyes electorales de México, mantenga la neutralidad.

López Obrador se dirigió a su base electoral—los trabajadores y los pobres—y acusó a la clase dominante de conspirar para entregarle al candidato del PAN el triunfo electoral. Calderón cuenta abiertamente con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.

Desde las elecciones, López Obrador ha dirigido sus críticas, cada vez más feroces, hacia el Instituto Federal Electoral [IFE]. Durante una entrevista con el Washington Post la semana pasada, declaró que se oponía al IFE como guardián del conteo de votos si el tribunal electoral decide que éste se lleve a cabo. El candidato del PRD le ha dado al tribunal hasta el 15 de agosto para que llegue a una decisión sobre el recuento, y ha dicho que si fracasa en autorizarlo, habrá que establecer una "nueva estrategia".

En la Plaza del Zócalo y por toda la ciudad de México se han establecido 47 campamentos de protesta civil para forzar el recuento de votos. El 21 de Julio, las tiendas de campaña de los manifestantes bloquearon las calles principales del Distrito Federal, inclusive el Paseo de la Reforma, por donde se llega a la Bolsa de Valores del país y al centro comercial, así como también a la embajada de Estados Unidos y a muchos de los hoteles de la ciudad.

La intensificación de la campaña por el recuento ha alarmado al PAN y a los seguidores de Calderón, quien criticara a López Obrador de "secuestrar" a la Ciudad de México. Ha exigido que el PRD frene a López. A la vez, el PAN tiene intenciones de organizar una campaña en la prensa para contraarrestar las manifestaciones de las masas. Los seguidores de Calderón sostienen que López busca chantajear al tribunal electoral. Periódicos a favor del PAN acusan a López Obrador de manipular las masas y han acusado a los sindicatos obreros que lo apoyan de obligar a sus militantes a que asistan a las manifestaciones.

Pero la histeria de la prensa estadounidense ha ha sido aún peor. Los varios comentaristas han acusado a López Obrador de querer ser un dictador populista y enemigo de la democracia. El Washington Post llegó hasta el punto de publicar un editorial el 29 de Julio en el que comparaba al político reformista de la izquierda con José Stalin, ex dictador sovieta.

La prensa británica, puesto que no tienen ninguna necesidad de fomentar propaganda anti mexicana en caso que López Obrado llegue al poder, produjo un asesoramiento mucho más objetivo de su papel: es una vávula de rescate para la clase dirigente mexicana. El Financial Times [Tiempos Financieros] reportó la declaración de uno de los militantes dirigentes del PRD: si Andrés Manuel no assume el mandato, habrá caos. Añadió que la cólera de pueblo ardía. El mensaje de López Obrado se mece entre el nacionalismo y el populismo por una parte y promesas a la clase empresarial de que no tiene nada que temer. Más bien le ha asegurado a esta última que su gobierno le sería de gran beneficio. López Obrador tiene relaciones muy íntimas con varios representantes de la adinerada oligarquía mexicana, inclusive con multibillonarios tales como Carlos Slim, el hombre más rico de México, y Manuel Camacho Solís, acaudalado politico con lazos a la política del ex presidente, Carlos Salinas.

Los discursos de López Obrador se basan en el nacionalismo y están dirigidos a la clase obrera y a las clases medias. Su insignia principal es "Pongamos a los pbres primero". No obstante, aún si las reformas que ha propuesto — programas de empleo subvencionados por el gobierno y la expansión de beneficios sociales para los jubilados y la juventud—se pusieran en práctica, ello no sería suficiente compensación por el inmenso costo humano que se la impuesto a la clase obrera y a los pobres de México desde 1982, cuando la clase gobernante mexicana comenzó a establecer la política del "libre mercado" con el respaldo de Estados Unidos al mismo tiempo que despiadadamente reducía los beneficios sociales. El resultado es que hoy la sociedad mexicana se ha polarizado extremadamente entre las masas trabajadoras y una oligarquía financiera fabulosamente rica.

Cada día la situación para la mayoría del pueblo es más y más insoportable. Los niveles de vida han caído y los nuevos empleos no dan basta para la creciente población. Además de la enorme cantidad de desempleados, millones de personas permanecen infrautilizados. Puesto que es casi imposible que consigan buenos empleos, millones abandonan el país cada año y emigran a Estados Unidos. Son estas las condiciones explosivas que impulsan la actual crisis electoral.