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La respuesta socialista al aumento mundial del precio de la gasolina

Este artículo apareció en nuestro sitio en su inglés original el 5 de julio, 2008.

Durante los últimos meses, el aumento precipitado de los precios de la gasolina ha causado enormes dificultades a la clases trabajadora de Estados Unidos y del mundo entero. Hoy día las familias trabajadoras sufren una drástica reducción en sus niveles de vida; los precios en las gasolineras han llegado a un promedio de $4 o más en Estados Unidos y puede llegar a sobrepasar los $5 este verano.

Debido a lo esparcido de las zonas metropolitanas de Estados Unidos, a las largas distancias de la casa al trabajo y a la falta de inversiones generales en diferentes modos de transportación pública, el pueblo trabajador del país ha llegado a depender del automóbil más que sus contrapartes en otras naciones desarrolladas. Resultado: la población es ahora mucho más vulnerable al aumento de los precios de la gasolina, los cuales han aumentado en un 38% desde julio pasado.

Según la Associated Press y una encuesta de Yahoo News Poll, nueve de cada diez personas que respondieron expresaron que durante los próximos seis meses esperan sentirse "apretados" por la economía, sobretodo por el aumento de los precios de la gasolina. Casi la mitad expresó que podía encontrarse en situaciones dificilísimas. Los aumentos en el precio de los fertilizadores basados en el gas natural, además de los de la transportación, han contribuído un aumento precipitado en el precio de los alimentos. Los precios del gasoil ha llevado a muchos camioneros independientes a la bancarrota, y la industrias automobilística y las líneas aéreas comerciales han despedido a miles debido al precio de los combustibles cuyo aumento aparentemente no tiene fin.

Esta situación en Estados Unidos es parte de un proceso internacional. Las manifestaciones de camioneros, granjeros y pescadores que se enfrentan a la ruina causada por el aumento de precios se han extendido a todo lo largo de España, Francia, Gran Bretaña y otros países europeos. La ira también ha reventado en Asia con huelgas y manifestaciones en Hong Kong, Indial, Nepal, Indonesia y Corea del Sur.

Varios factores han contribuido al aumento de los precios del petróleo, los cuales han subido de $25 el barril en 2003 a $140 hoy día. Sólo durante el año pasado han aumentado en un 100%. Uno de los factores principales es la devaluación que ha sufrido el valor del dólar estadounidense, lo cual ha llevado a las naciones productoras de petróleo a aumentar sus precios para compensarse por los pagos que reciben en dólares, cuyo valor declina.

Las guerras de ocupación en Irak y Afganistán, las crecientes amenazas contra Irán y las tensiones geopolíticas en el Oriente Medio, África, Rusia — y otras regiones que productoras de petróleo — también han generado temores de una interrupción repentina en los abastecimientos de ese combustible. Además, cada día se profundiza el temor que los recursos mundiales de petróleo se están acabando y que no pueden surtir la demanda mundial, sobretodo por parte de las economías de India y China, que atraviesan por un rápido desarrollo.

Fundamental a esta crisis es la fractura del sistema económico mundial. Durante décadas, los políticos, los dirigentes empresariales y los medios de comunicación han tratado de meterle en la cabeza a los pueblos del mundo - y así justificarse - que el mercado capitalista es la manera más racional de repartir los recursos de la sociedad. Pero lo que ahora se revela es el conflicto fundamental entre las necesidades de la sociedad moderna de masas y la anarquía del sistema basado en ganancias (o beneficios) privadas.

Es imposible precisar la honestidad de los cálculos acerca de lo que queda de los recursos mundiales, pues los países productores de petróleo y los conglomerados energéticos tienen mucho interés en esconder sus "secretos comerciales" de los pueblos. Y aunque la tecnología para el desarrollo — a gran escala — de alternativas sostenibles y seguras para el medio ambiente ha existido, en varios casos, por décadas, la oposición atrincherada de las empresas y los políticos la ha silenciado.

Presuntas soluciones dentro de los límites impuestos por el capitalismo sólo han empeorado la crisis. El desarrollo de los biocombustibles viene a la mente. Aún si se acepataran declaraciones que los biocombustibles representan un modo de reducir las emisiones de carbono, la producción de ellos sólo ha terminado en un enorme aumento de los precios del maíz y de otros granos, causando desastres por todo el mundo. Todo este proyecto está vinculado a los intereses de los monopolios agrícolas comerciales, tales como ADM y Cargill, cuya consternación principal no es ponerle paro al calentamiento global, sino estimular sus ganancias.

El uso racional de lo que queda de los recursos petreolíferos y el desarrollo de verdaderas alternativas requiere un nivel de cooperación internacional — así como también la organización de los recursos tecnológicos, esenciales y humanos — como nunca antes se ha visto. Esto no puede lograrse siempre que el capitalismo divida al mundo en estados-naciones que compiten entre sí, cada cual buscando como aprovecharse de los otros.

Las estampida desenfrenada para controlar los abastecimientos petrolíferos que todavía quedan ha conducido a un conflicto violento en el cual la sangrienta invasión y ocupación de Irak es sólo un pequeño capítulo. Todas las potencias mayores - Estados Unidos, China, Europa, Japón - compiten entre sí para dominar al Medio Oriente, la Región del Mar Caspio, el Ártico y Antártica, y hasta el fondo de los océanos. La lucha por los recursos naturales otra vez amenaza al mundo con la explosión de nuevas guerras imperialistas que pueden poner en peligro la supervivencia de la humanidad.

Las especulaciones financieras

Otro aspecto principal de los precios mundiales de petróleo que aumentan es la locura especulativa que ha surgido en la bolsa de valores de Nueva York y de otros mercados de mercancías. La creciente inestabilidad económica mundial de los últimos cinco años - la caída del dólar, el colapso de la industria del dot.com, la implosión de la industria de la vivienda y de las hipotecas preferenciales por debajo de la tasa oficial de interés - ha llevado a los inversionistas ricos a poner su dinero en el mercado de mercancías, donde han participado en la compra y la venta de futuros en petróleo, maiz y oro, esencialmente en esperanzas que los precios van a continuar subiendo.

Con pocas regulaciones por parte de la Comisión Comercial sobre Bienes Comercializados en el Mercado de Futuros (Commodity Futures Trading Commission; CFTC), los inversionistas aumentaron sus compras de futuros basados en mercancías en un 2,000% durante los últimos cinco años: de $13 billones en el 2003 a $290 billones en el 2008. Esta corriente especulativa ha creado otra burbuja, con os precios de las 25 mercancías más importantes aumentando en un 200% durante el mismo período.

En la mayoría de las veces, los especuladores nunca aceptan la entrega del petróleo que han comprado. Más bien participan en un complejo complot para comerciar contratos - con poco dinero de gancho - cuyo impacto cumulativo es estimular los precios para que suban y garantizar enormes devoluciones para los fondos de protección, inversionistas institucionales y demás. De acuerdo a ciertos cálculos, la especulación ha añadido casi $50 al precio actual de un barril de petróleo.

El Ministro de la Tesorería de Estados Unidos, Henry Paulson, sugirió que el gobierno de Bush apoya estas especulaciones. El 10 de junio le declaró a CNN que "Yo no creo que los inversionistas financieros sean responsables, de manera significativa, de este cambio en los precios. Esto se debe a la oferta y demanda".

Comentarios de este tipo sólo terminan por poner en relieve el servilismo del sistema político de Estados Unidos hacia la aristocracia en control de la economía. El mercado capitalista no es árbitro imparcial de las relaciones económicas. Puede ser - y ha sido - manipulado por los intereses empresariales y bancarios más poderosos para servir sus ganancias.

El año pasado, British Petroleum [BP] entró en un acuerdo en el que pagó $373 millones con tal de que el Ministerio de Justicia de Estados Unidos le pusiera fin a una investigación de la fijación de precios por parte de la misma BP en el mercado del petróleo para la calefacción. Hay que recordar la infamia de Enron cuando ésta manipuló los abastecimientos de electricidad en California e intencionalmente provocó apagones rodantes.

En el caso de la burbuja petrolífera, las inversiones en los fondos para la protección de las inversiones e instituciones financieras principales, tales como Goldman Sachs, Morgan Stanley y JP Morgan, han recibido ganancias en un 200%. Kenneth Griffin, jefe de Citadel Investment Group, que se especializa en el comercio de la energía, ganó $1.5 billones en 2007. Steven Cohen, de SAC Capital Advisors, recibió $900 millones.

Además, el aumento en los precios ha producido extraordinarias ganancias para las grandes empresas petrolíferas, tales como Exxon Mobil, Chevron y otras de las cinco empresas mayores, las cuales han recibido $36 billones en ganancias durante el primer trimestre del año y recompensado a sus jefes ejecutivos con beneficios que sobrepasan millones.

Los partidos no ofrecen alivio

Así como con los problemas sociales a los cuales la clase trabajadora debe enfrentarse día a día - juicios hipotecarios, la enorme pérdida de empleos, el acrecentamiento de la desigualdad social y el peligro de más guerras - los partidos políticos capitalistas en todos los rincones del mundo no ofrecen ninguna solución al aumento aplastante de los precios de combustibles. No importa que estas organizaciones se auto denominen conservadoras, laboristas, Verdes o socialistas; todas están de acuerdo con que el pueblo trabajador tiene que aceptar la enorme reducción del consumo para pagar por la crisis del sistema capitalista mundial.

En Estados Unidos, ninguno de los dos candidatos a la presidencia—ni Republicano y Demócrata—tiene nada que ofrecer. John MacCain hecho un llamado para establecer un premio de $300 millones para quien diseñe un carro eléctrico, suspender el impuesto federal sobre la gasolina (equivalente a 18 centavos) durante los meses de verano, y la suspensión de las restricciones que protegen al medio ambiente y las perforaciones petrolíferas cerca de las costas del país.

Los asesores más importantes de McCain, inclusive el co-presidente de su campaña presidencial, Phil Gramm, quien anteriormente fuera senador por el estado de Texas, son responsables por la deregulación del comercio energético abogada por Enron; deregulación que le abriera camino a la presente explosión especulativa.

Barack Obama se ha esmerado en disfrazarce de populista y adversario de las empresas y de los especuladores petrolíficos. Le ha hecho un llamado a las empresas energéticas para que paguen un impuesto sobre sus enormes ganancias imprevistas y se elimine lo que ha llegado a llamarse "la excepción de Enron". Esta propuesta no va para ningún lado, puesto que grandes sectores del Partido Demócrata, sobretodo de los estados que producen petróleo, se oponen a todo impuesto contra los conglomerados energéticos. Y Wall Street—que le ha brindado la mayor parte de sus contribuciones a la campaña de Obama—se opone a toda regulación seria de la especulación.

El mismo Obama tiene vínculos muy estrechos a la industria de los biocombustibles, y entre sus asesores principales se encuentran un ex cabildero del Instituto Petrólifico de Estados Unidos y varios ex funcionarios del gobierno de Clinton que jugaran importantes papeles en la deregulación en los mercados de las finanzas. Para obtener la aprobación de sus amos empresariales y financieros, Obama repetidamente ha insistido que no va a tomar ninguna medida para socavar sus ganancias. Su sitio del internet declara: "Barack Obama reconoce que es de suma importancia que las empresas petrolíferas y sus accionistas reciban buenos incentivos para que aquellos negocios que inviertan en la eficiencia y la innovación se administren bien".

Pero el sistema basado en las ganancias privadas, muy lejos de crear la eficiencia y la innovación, ahora amenaza a decenas de millones de gente por todo el globo terráqueo con el hambre y la inanición, para no mencionar el aumento constante de los precios de los combustibles. Los trabajadores no son responsables de la crisis del sistema capitalista y no han de pagar por sus fracasos.

Se deben tomar medidas de emergencia para defender las normas de vida de los pueblos trabajadores. Es necesario, pues, establecer una escala móvil de salarios, la cual protegería el poder de compra de los sueldos de los trabajadores al aumentar automáticamente y así contrarrestar los precios que suben cada vez más.

Hace décadas que los sindicatos obreros, tales como Trabajadores Unidos de la Industria Automovilística [United Auto Workers; UAW: siglas en inglés], lucharon por, y consiguieron, Ajustes Según el Costo de Vida [COLA; siglas en inglés]. Éstos consistían, de cláusulas de revisión salarial automáticas que aumentaban los sueldos según subían los gastos de la vida cotidiana. Pero ya hace tiempo que los sindicatos abandonaron estas exigencias y hoy día le instan a los los trabajadores que acepten enormes reducciones de salario para defender las ganancias empresariales. Junto con los partidos capitalistas, insisten en que los obreros se aprieten los cinturones para acomodarse al aumento de los precios y aceptar la reducción permanente de sus estándars de vida.

El Partido Socialista por la Igualdad [Socialist Equality Party: SEP] aboga por una escala móvil de salarios y por otras medidas de emergencia que alivien los precios de los combustibles. Estas medidas incluyen:

* El establecimiento de una investigación de las fechorías de los conglomerados energéticos y de los especuladores, así como también de las instituciones gubernamentales que han permitido el saqueo de la sociedad.

* La expropiación de todas las ganancias ilícitas de los inversionistas en acciones y de los jefes ejecutivos empresariales para depositarlas en un fondo bajo el control del público para propio beneficio.

Estas medidas han de ponerse en efecto inmediatamente, pero sólo se puede luchar por ellas y lograrlas con la creación de un nuevo movimiento político de las masas trabajadoras en oposición al sistema de capitalista de ganancias privadas.

Pero son sólo el primer paso. Lo que se requiere es la reorganización fundamental de la industria energética y del sistema económico de los Estados Unidos y de todo el mundo, lo cual pone por delante las necesidades de la sociedad, no las ganancias capitalistas.

Para acabar con el dominio de los conglomerados energéticos - ExxonMobil, Chevron, ConocoPhillips, British Petroleum, Shell y demás — las empresas multinacionales tienen que ser convertidas en servicios públicos administrados democráticamente como parte del establecimiento de una sociedad socialista planificada.

Los enormes recursos del Oriente Medio y de otros países productores a petróleo - que actualmente son prisioneros de la familia real saudita y de otras clases dirigentes, cuyos gobiernos en muchos casos los defiende el militarismo de Estados Unidos - tienen que ponerse bajo el control democrático del pueblo trabajador de esos países.

De esta manera, la exploración, el desarrollo y el uso de los abastimientos de la energía pueden llevarse a cabo por un plan internacional que ha de debatirse y ser democráticamente aprobado por la clase trabajadora, basándose en una distribución equitativa para satisfacer las necesidades de la población mundial.

A la misma vez, se tiene que repartir enormes recursos para poder desarrollar energía a precios bajos, renovable y de beneficio al medio ambiente.

Durante décadas, los monopolios energéticos, la industria automovilística y el gobierno de Estados Unidos se han esforzado para prevenir el desarrollo de sistemas de transportación pública eficientes. Hay que contestarles que se tienen que invertir billones de dólares en nuevos sistemas de tránsito de gran capacidad, sistemas de trenes ligeros, así como también para la producción de automóviles que usen combustibles eficientemente.

Los problemas a los cuales la humanidad se enfrenta no se deben principalmente a la escasez de recursos sino al carácter irracional del sistema capitalista, que desperdicia enormes cantidades de mano de obra y de potencial creativo para enriquecer a una clase gobernante ya fabulosamente rica. Los recursos naturales y productivos del mundo tienen que liberarse las restricciones impuestas por la propiedad privada capitalista y el sistema de estados-naciones, y han de ser reunidos bajo un plan científico de manera racional y democrática para hacerle frente a los problemas del Siglo XXI.

La lucha por este programa tiene que llevarse a cabo en contra de los gobiernos del mundo, los cuales representan a la clase empresarial que domina la economía, no en contra de los pueblos comunes. En Estados Unidos ello significa una ruptura política con el Partido Demócrata y el establecimiento de un nuevo partido político de la clase obrera basado en un programa socialista internacionalista.

Esta es la perspectiva por la cual luchan en todas partes del mundo el Partido Socialista por la Igualdad de Estados Unidos y otros partidos fraternales.