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¿Quién gobierna en Los Estados Unidos?

Este artículo apareció originalmente en inglés en nuestro sitio el 10 de junio 2013.

James Clapper, director de espionaje para los Estados Unidos (National Intelligence), acaba de amenazar con enjuiciar a toda persona que revele o filtre información acerca de un vasto programa estatal de vigilancia electrónica secreta. Clapper lanzó sus amenazas después haberse declarado el presidente Barack Obama en apoyo a ese programa, que tiene el propósito de espiar tanto a la ciudadanía norteamericana como a incontables millones de personas en todo el mundo.

El sábado 8 de junio Clapper criticó acerbamente al diario británico, The Guardian, y al Washington Post de los EE. UU., por publicar "revelaciones peligrosas" sobre programas de la Agencia Nacional de la Seguridad del Pentágono (National Security Agency, NSA), diseñados para espiar a diario a la población mundial, incluyendo a la de Estados Unidos, y captar cientos de miles de comunicaciones del Internet, incluyendo correos electrónicos, chats, vídeos, fotografías y recibos de tarjetas de crédito.

Según la agencia de prensa Reuters, funcionarios del Departamento de Justicia y del FBI han indicado que el gobierno investigará las filtraciones de información con miras a imputar faltas criminales. Para el gobierno de Obama, el crimen no es la flagrante violación inconstitucional del derecho a privacidad del pueblo sino la filtración al público de programas de espionaje secreto.

Los comentarios de Obama el viernes pasado en defensa de los programas de la NSA caracterizaron a las noticias como "exageración publicitaria". Para el presidente el espionaje estatal de la población es una "modesta manipulación" de los derechos que la Constitución garantiza.

Comentarios como ese dejan bien claro que ya no existe ninguna noción de derechos democráticos. Este presidente, ex profesor de derechos constitucionales, expresa elocuentemente la perspectiva de una clase gobernante que ha roto con los ideales políticos sobre los cuales los Estados Unidos se fundaron.

Obama dirige un país donde el presidente puede mandar y lograr que se lleven a cabo asesinatos ilegales de personas en todos los rincones del mundo, incluyendo de ciudadanos estadounidenses; donde ciudades como Boston pueden ser puestas bajo ley marcial de facto; donde el gobierno puede apoderarse de récords telefónicos y correspondencia electrónica de periodistas investigadores; donde todos aquellos que revelan los crímenes de guerra de Estados Unidos, tales como el soldado Bradley Manning, son torturados y enjuiciados por "traición a la patria"; donde el presidente puede mandar a la cárcel para siempre a presuntos terroristas sin juicio en prisiones militares.

Esta transformación plantea una pregunta: ¿Quién gobierna en Los Estados Unidos?

Defendiendo tergiversaciones de la Constitución, que había jurado defender, Obama insiste que ha consultado con el Congreso, y que cuenta con su autorización. Obama también apunta al visto bueno de las cortes y tribunales de Los Estados Unidos. No miente.

No obstante, todo el mundo sabe que al pueblo norteamericano no se le ha consultado para nada; se le ha mentido sobre la destrucción de sus derechos democráticos. De nada sirve ya la expresión "democracia burguesa" para describir un sistema político que completamente desecha todo lo que que reste de la soberanía popular.

La colaboración secreta entre las fuerzas armadas, las agencias nacionales de seguridad e inteligencia y las grandes empresas en proyectos de espionaje sistemático e ilícito contra el pueblo revela quienes son los que verdaderamente mandan en los Estados Unidos. Empresas gigantes, como AT&T, Verizon, y Sprint, y otras del Internet -Google, Microsoft, Facebook y Twitter- ofrecen al FBI y a la CIA acceso a información sobre de cientos de millones de personas, sin que ninguna de estas agencias estatales tenga ningún derecho.

De nada sirven la legislatura y los dos partidos políticos principales sino para aprobar, sin ninguna consideración o debate, lo que decrete este cartel de las F.F. A.A., de la maquinaria de espionaje y de Wall Street que verdaderamente gobierna al país, mientras que los testaferros de la prensa popular desvergonzadamente funcionan como su brazo derecho.

La cobardía y duplicidad del Congreso, sobre todo de los Demócratas, y el servilismo de la prensa sólo sirven para darle ánimo a los militares y a las agencias de inteligencia para que sigan con sus planes de establecer una dictadura, cosa que reluce por la manera en que todos estos ahora reaccionan a las revelaciones de los programas de espionaje de la NSA. Mark Udall, senador Demócrata dizque el crítico más "fuerte" de dichos programas, comenzó su entrevista en el programa por la CNN, "State of the Union", con la promesa de apoyar la "guerra contra el terrorismo" y con una crítica acérrima a la filtración de información secreta.

Ni un solo periódico importante o medio noticioso ha exigido que se le ponga fin al espionaje, que la NSA se cierre, que se enjuicie a todo funcionario responsable del espionaje ilícito, o que se inicien trámites de juicio político contra Obama, cuyos "grandes crímenes y delitos" en violación de la Constitución son mucho peor que lo que hizo Nixon. El New York Times publicó el sábado 8 de junio un artículo de primera página titulado, "Se considera que el análisis de datos privados personales es crucial en la lucha contra el terror". El artículo, defensa descarada del espionaje de la NSA, se basa en declaraciones de ex funcionarios de inteligencia.

Más que ninguno de lo gobiernos anteriores de Estados Unidos, hoy día el gobierno de Obama encarniza la consolidación del poder de las fuerzas armadas y de la CIA en alianza con la clase empresarial. El poder de lo que el presidente Dwight Eisenhower en 1961 apodó "el complejo militar industrial", está en constante aumento; bajo Obama se ha hecho enorme; cosa que va acompañada con la fusión del ejecutivo y la maquinaria de seguridad nacional.

La propia historia personal de Obama parece haberlo convertido en el instrumento ideal de este proceso. Bien se sabe que después de graduarse de la universidad trabajó durante un año para la compañía Business Internacional, cuyo fundador ha admitido haber ofrecido cubierta a agentes de la CIA en varios países.

De ninguna manera debe la biografía de Obama distraer de los procesos sociales que son la causa fundamental de la aparición de formas dictatoriales de gobierno en Estados Unidos. Hoy nadie puede negar en serio que la "guerra contra el terror" es -y siempre lo fue- una guerra contra el pueblo de Estados Unidos, un pretexto de guerras imperialistas internacionales y un ataque implacable contra los derechos democráticos.

La envergadura y alcance del espionaje -con todo hombre, mujer, niño y niña en sus miras- plantea la pregunta: ¿A qué le temen?

La burguesía se ve abrumada por la sensación de su aislamiento social y político, con medidas políticas que no cuentan con ninguna base seria de apoyo. Bajo el impulso de la crisis capitalista, intensifica sus ataques contra las condiciones de la gran mayoría del pueblo, y vive temiendo las consecuencias de esa crisis. Sabe bien que su estructura de palillos se puede desmoronar en cualquier momento, provocando terremotos sociales revolucionarios.

Al fin de cuentas, la represión violenta es la única respuesta posible que la clase gobernante tiene para el dilema en que se encuentra. Por esa razón, encaramos el aumento inexorable de los poderes policiales del Estado, dirigidos no contra terroristas sino contra la clase trabajadora.

Ni un solo sector político de la clase gobernante ni ninguna institución oficial es capaz de luchar contra los ataques contra los derechos democráticos.

El Partido Demócrata y los presuntos "liberales" de la clase burguesa cada vez más revelan que para nada le interesan la defensa de los derechos democráticos. A ellos se une la pandilla de liberales izquierdistas, representados por la revista The Nation y la Organización Socialista Internacional (International Socialist Organization, ISO); ambos se han quedado callados sobre estas últimas filtraciones, que sacan a la luz del día evidencia de la política profundamente reaccionaria y antidemocrática del presidente Obama. Sin el apoyo que esta presunta "izquierda" -una derecha política en realidad- le da a Obama y a los Demócratas, no podría el gobierno lanzar ataques de tan largo alcance contra los derechos democráticos.

No cabe duda que estos derechos son de gran importancia para el proletariado, antes que nada porque esas conquistas fueron el resultado de grandes luchas revolucionarias. El hecho que hoy la clase gobernante haya decidido acabar con ellos es una expresión del fracaso histórico del capitalismo estadounidense y mundial. La defensa de estos derechos ahora le corresponde a la clase trabajadora.

Hay que construir un movimiento, independiente y político, del pueblo trabajador y de la juventud. La defensa de los derechos democráticos es inseparable de la lucha contra el Estado capitalista y el capitalismo. Es fundamental para que esa lucha triunfe construir el Partido Socialista por la Igualdad y convertirlo en el liderazgo revolucionario de la clase obrera.

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