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Perspectiva

La masacre en Gaza: Una advertencia a la clase obrera internacional

Este artículo de perspectiva política apareció en inglés el 4 de agosto de 2014

La horrenda matanza del ejército israelí en la Franja de Gaza continuó sin cesar durante el fin de semana. La cifra de muertos palestinos, la mayoría civiles, asciende a 1.822, incluyendo a cientos de niños. Hay diez mil heridos, desbordando los hospitales que se encuentran abarrotados, al igual que el resto de la infraestructura en este territorio de unos 1.8 millones de personas.

La última atrocidad: un ataque con proyectiles contra una escuela de la ONU en Rafah el domingo mató al menos a 10 personas e hirió a otras 35. La tercera escuela de la ONU en ser bombardeada servía de refugio a cerca de tres mil de las más de cuatrocientas cincuenta mil personas que han sido expulsados de sus hogares en Gaza desde hace un mes. Funcionarios de la ONU han advertido repetidamente que el ejército israelí sabía el sitio donde estaba la escuela.

Enmarcado por de la inquina internacional, la indignación y las protestas, el ataque a la escuela desenmascara las críticas completamente hipócritas de Washington y sus aliados, en respaldo a la ofensiva israelí. Jen Psaki, portavoz del Departamento de Estado de EE. UU. declaró que su gobierno estaba "horrorizado" por el "bombardeo vergonzosa" de la escuela y pidió a los militares israelíes a hacer más para evitar víctimas civiles.

El gobierno de Obama, sin embargo, brinda su pleno apoyo político a la guerra criminal de Israel contra la población de Gaza. También le entrega las armas requeridas. Los EE. UU., envía a Israel unos tres mil millones de dólares al año. Como si eso fuera poco, hace una semana abrió un enorme depósito bélico, conocido como la Reserva de la Guerra de los Aliados para Israel, para reabastecer al ejército israelí con municiones, granadas de mortero, granadas y otras armas.

Al anunciar una pausa de siete horas en las operaciones de hoy, el régimen israelí dejó en claro que no se detendrá hasta lograr sus objetivos. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, declaró ayer las operaciones militares continuarían "el tiempo requerido con la fuerza necesaria."

El objetivo del asalto asesino contra la Franja de Gaza no es simplemente para destruir los cohetes artesanales que militantes palestinos lanzan contra Israel , o de su red de túneles. Los ataques contra la población civil, junto con las escuelas, los hospitales y la infraestructura vital no son errores, sino parte de un plan calculado de sembrar el terror contra toda la población y acabar con seseinta y seis años de resistencia palestina.

Los métodos ideados y perfeccionadas durante décadas por los aparatos militares y de seguridad, las detenciones sin juicio, la tortura, los asesinatos selectivos, los castigos colectivos, los bombardeos indiscriminados de zonas urbanas traen a la memoria las atrocidades nazis en la Europa ocupada durante los años 1930 y 1940. Que se recurra a tal barbarie es evidencia de la quiebra del proyecto sionista, que justificaba la creación de Israel como un refugio para la población judía que fue víctima de esos horrores.

Los crímenes de guerra que se llevaron a cabo en Gaza hoy, y el hecho de que están siendo apoyados por todas las grandes potencias, son un aviso de lo que se prepara en contra la clase obrera en todos los países. Las masacres en la Franja de Gaza de hoy coinciden con el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando las principales potencias enviaron a millones a morir en pos de sus ambiciones depredadoras. Una vez más, las potencias imperialistas están en rumbo de una guerra catastrófica.

Seis años después del peor colapso financiero desde la década de 1930, la crisis del capitalismo global se ha profundizado, prometiendo nuevas calamidades. Alrededor del mundo, las clases dominantes no tienen ninguna solución racional a las inmensas dificultades sociales y económicas derivadas de la contradicción irresoluble entre la economía mundial y el caduco sistema de estados naciones en que se enraiza el capitalismo. Para las potencias imperialistas es un salvese quien pueda a través de la preparación para la guerra contra sus rivales en el extranjero y la guerra de clases contra la clase obrera dentro de cada país.

La ofensiva israelí en Gaza es una advertencia de las medidas que se utilizarán en cada país contra la resistencia de la clase obrera a la guerra, al militarismo y a las medidas de austeridad económica. Los métodos desarrollados en el curso de una década de guerras lideradas por Estados Unidos en Afganistán e Irak para aterrorizar a las poblaciones hostiles también se utilizarán contra los trabajadores que luchan por defender sus puestos de trabajo, niveles de vida y los derechos democráticos fundamentales.

Ya se han levantado los andamios para un estado policial. En Estados Unidos el enorme aparato de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la CIA y la autorización por el gobierno de Obama a asesinar ciudadanos estadounidenses con aviones drones socaba sistemáticamente los derechos democráticos fundamentales y las normas constitucionales. El sitio de todo Boston en el 2013 por soldados fuertemente armados y policías apoyados por vehículos blindados y helicópteros expone el alcance de los preparativos militares y policiales contra de la clase trabajadora en caso de una oposición social generalizada y rebelión.

Los preparativos también avanzan en los centros imperialistas de Europa, Japón y Australia. Bajo la bandera de la "guerra contra el terror," se ha establecido el marco legal de medidas profundamente antidemocráticas, que incluyen la detención sin cargos, la vigilancia masiva y el uso de fuerzas militares para hacer cumplir los dictados de la élite empresarial y financiera. Los grandes eventos deportivos internacionales y cumbres mundiales están ahora rodeados habitualmente por enormes cordones de seguridad, y funcionan como ensayos para poner en marcha medidas policiales para reprimir al pueblo trabajador.

La guerra y la austeridad, impuestas ambas con medidas autocráticas, son síntomas de un orden social en bancarrota. En defensa de sus derechos democráticos y sociales, la clase obrera debe preparar un movimiento internacional unificado para barrer con el capitalismo y todas sus depredaciones y para remodelar la sociedad en base al socialismo y en representacón de  los intereses de la gran mayoría de la humanidad, no las ganancias de unos pocos ricos.

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