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Perspectiva

En su etapa final: La conspiración para la quiebra de Detroit

Esta perspectiva apareció en inglés el diecisiete de septiembre del 2014

La conspiración de clase de poder contra los trabajadores de Detroit, dirigida por un interventor “de emergencia” impuesto sobre la población votante y supervisada por un juez federal de bancarrota, entra a su etapa final. En los últimos días, se han llegado a acuerdos con acreedores claves que previamente se oponían al plan de reestructuración financiero.

Syncora, empresa de seguros de bonos de Nueva York, acordó aceptar el pacto a cambio de propiedades selectas frente al río, de una sección del túnel que une a Detroit con Windsor, en Canadá, y de millones de dólares de renta de un garaje público proyectado para un distrito céntrico de la ciudad.

Un acuerdo separado terminará el control municipal, que data desde 1836, sobre el Departamento de Agua y Alcantarillado de Detroit. Una nueva autoridad regional, dirigida por comisionados impuestos también sobre los votantes, operará el sistema, que genera mil millones de dólares anuales. Ese arreglo pavimenta el camino para privatizar el tercer sistema de agua municipal de Estados Unidos.

Los intereses financieros y políticos que participaban en este proceso de quiebra en verdad estaban compitiendo entre sí por el botín que viene de destripar una moderna ciudad estadounidense. Cualesquiera hayan sido los conflictos entre ellos, sin embargo, tenían una demanda en común: que la clase trabajadora pague por la crisis financiera de la ciudad.

Estos recientes acuerdos ahora hacen posible aprobar el Plan de Ajuste de la ciudad. Ese plan, elaborado por el interventor Kevyn Orr, barre con las pensiones, las prestaciones de salud y ahorros de la vida de 32 mil trabajadores municipales, activos y jubilados. Decenas de miles de residentes de bajos ingresos se convertirán en refugiados urbanos a medida que se interrumpe el agua y otros servicios esenciales y se arrasan los barrios pobres. Se cederán normes sumas de dinero y valiosos recursos públicos a empresarios de construcción multimillonarios y a inversionistas privados que administrarán la supuesta reconstrucción de Detroit.

Cuando comenzó esta quiebra, el World Socialista Web Site, lanzó la advertencia de que se trataba de una conspiración antidemocrática contra la clase obrera, con la participación de los tribunales, la oficina del interventor, el gobierno de Obama (del Partido Demócrata), el gobernador Rick Snyder (del Partido Republicano), los medios de comunicación y los sindicatos.

Nuestra evaluación de hace 14 meses (desde que el interventor Orr impuso la bancarrota) está totalmente confirmada. En una columna que celebra el fin a lo que llamó el drama del tribunal, el comentarista Daniel Howes del diario Detroit News recientemente puso el dedo en el renglón de las fuerzas detrás de la quiebra:

"Los bancos y las aseguradoras de bonos, los sindicatos y los fondos de pensiones, funcionarios electos y legisladores de Michigan (todos menos los más deliberadamente engañados) están implícitamente reconociendo que el colapso financiero de Detroit no es más que una fantasía inventada por un gobernador del Partido Republicano, mediante el interventor empleado con ese propósito en mente, y por todo un grupo administradores bien pagados.”

Según Howe, la realidad es que esta crisis financiera fue manufacturada por ser "una oportunidad para deshacerse de siete mil millones de dólares en deuda, reestructurar y reinvertir en operaciones de la ciudad, con el fin de atraer los posibles inversionistas, incluyendo a Syncora."

Aplaudiendo la repartija de la ciudad entre varios grupos de buitres financieros, Howe omite cualquier discusión sobre las causas reales de la crisis en Detroit (el cierre por los bancos y las compañías de automóviles de la industria automotriz y de las fábricas ligadas a esa industria y el empobrecimiento de la otrora " Motor City”).

Los sindicatos, como la Federación Americana de Empleados Estatales, del Condado y Municipales (AFSCME) y los automotrices (UAW), han jugado un papel fundamental en este proceso, culminando en su manera de frenar toda la oposición de la clase obrera a la quiebra. Lejos de oponerse al desmantelamiento de los beneficios para la salud, las pensiones y los servicios públicos básicos, los sindicatos los apoyan con entusiasmo a cambio del control de los fondos la salud de los empleados municipales, que suman miles de millones de dólares.

El esfuerzo por sofocar la oposición también cuenta con el apoyo esencial de las organizaciones supuestamente izquierdistas. Entre estas está el Partido Mundial de los Trabajadores (Workers World Party) y su grupo ¡Moratoria Ahora! (que instó a los trabajadores a depositar su confianza en los sindicatos, los tribunales y el Partido Demócrata). Workers World auspició a personajes tal como el congresista John Conyers y otros de su calaña. Conyers les dijo a los trabajadores que el gobierno de Obama los defendería.

Cuando detonó la ira popular sobre cierres de agua, el Juez de Bancarrota Steven Rhodes incluyó a Workers World y otras organizaciones de seudoizquierda en las conversaciones con el departamento de agua para mejor disipar la oposición de las masas. El resultado de estas conversaciones fue la inclusión de un meramente cosmético Programa de Asistencia Residencial de Agua en el plan para acabar con el control de la ciudad del departamento de agua, lo que permite que continúen los cierres.

Estas fuerzas sindicales y de la seudoizquierda están completamente mancornadas la clase política de las grandes empresas. Tienen asignada (y desempeñan) la labor de hacer valer los ataques contra la clase obrera.

La única fuerza política que se ha opuesto el proceso de bancarrota es el Partido Socialista por la Igualdad (PSI). El pasado 4 de octubre, el PSI organizó una manifestación de cientos de trabajadores y jóvenes en el Instituto de Artes de Detroit (DIA) para oponerse a los planes, en el contexto de la quiebra, de vender las obras de arte del museo. Esta fue la única expresión genuina de oposición popular generalizada en toda la región metropolitana de Detroit y por todo el país contra la quiebra.

Luego de la manifestación en defensa de la DIA ocurrió la Investigación Obrera sobre los ataques contra la DIA y contra las Pensiones, convocada por el PSI para sacar a la luz las mentiras oficiales, armar a los trabajadores con la verdad sobre la crisis en Detroit y la conspiración de quiebra y elaborar un programa político de lucha.

En estas últimas semanas, el PSI ha formado el Comité de Acción de los Trabajadores Detroit (DWAC), que ha iniciado una campaña de acción de las masas del proletariado contra los ataques que actualizan la restructuración de Detroit.

El alineamiento de las fuerzas políticas en Detroit expone un proyecto nacional mucho más siniestro (un proyecto internacional, en verdad). Seis años después del colapso financiero de 2008, la desigualdad social está por las nubes. Billones de dólares han sido entregados a los bancos, mientras que la clase dominante acelera su ofensiva contra los derechos sociales de la clase obrera. Detroit está en el centro de una contrarrevolución social que tiene por objeto hacer volver a la clase obrera a condiciones de esclavitud industrial y de pobreza que no existían desde el siglo XIX.

Los trabajadores y los jóvenes se oponen profundamente a estos ataques, pero esta oposición debe organizarse. Requiere adquirir conciencia política. La clase obrera necesita movilizarse como una fuerza política independiente. El asunto más candente es la construcción de una nueva dirección revolucionaria que arme a la clase obrera con un programa socialista. Instamos a los trabajadores y a los jóvenes a unirse al Partido Socialista por la Igualdad para avanzar esta campaña.

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