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Perspectiva

El frenesí bursátil de Alibaba, síntoma de una economía en agonía

Esta perspectiva apareció en inglés el 22 de septiembre del 2014

El estreno bursátil (IPO) de Alibaba (portal electrónico chino), que creó un frenesí en Wall Street el viernes 19 es el más reciente (y uno de los más espectaculares) ejemplos del parasitismo que en la actualidad es la característica dominante del andamiaje financiero y de la economía mundial.

La subasta bursátil en el mercado comenzó con ofertas de acciones a 68 dólares cada una. Éstas detonaron en la bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange) a 92,70 dólares. Cien millones de acciones que cambiaron de manos en los primeros diez minutos antes de cerrar a 93,89 dólares. Ese aumento del 38 por ciento hizo que el mercado cotizara a esa empresa de quince años de edad, en 231 mil millones de dólares, más de Amazon, Procter & Gamble y JP Morgan.

Como resultado de este estreno bursátil, Jack Ma (el fundador de la compañía) se transformó en el hombre más rico de China, con un patrimonio neto de 26.5 mil millones dólares. Es difícil determinar que da más asco: la magnitud del saqueo o la extensión de la hipocresía que la acompañaba. Ma le dijo al canal de televisión CNBC que el problema no era el dinero, sino lograr la "confianza de la gente."

Silver Lake Management, que se concentra en el comercio de las empresas de alta tecnología, obtuvo cinco veces su inversión inicial en Alibaba. Silver Lake había adquirido parte de la compañía en octubre del 2011 en una serie de ofertas que sugerían un valor para Alibaba de unos treinta mil millones de dólares. Al final de la sesión del viernes, Silver Lake había obtenido ganancias de $ 4,6 mil millones. Del mismo modo, Yahoo ganará 5,1 mil millones de dólares cuando venda sus 121.7 millones de acciones en Alibaba.

Los 35 asegurantes del acuerdo juntos se tragaron unos trescientos millones en tributo, entre ellos, cinco grandes bancos acapararán $ 45 millones cada uno.

El estreno demostró ser un recorrido fantástico al territorio financiero de la corrupción putrefacta, empezando con el abuso de información privilegiada y el tiburoneo entre compinches. Desde el principio, veinticinco instituciones tenían poder sobre el cincuenta por ciento de las acciones y la mayor porción de las ganancias.

Fabulosas fortunas se formaron en cuestión de minutos como resultado de las operaciones bursátiles en una empresa que no produce nada. Alibaba se dedica a comercio electrónico (facilita la compra y venta a través de Internet). La bacanalia de avaricia financiera ocurrió en condiciones de estancamiento y recesión de la economía real y de ataques implacables sobre las condiciones de los trabajadores, supuestamente justificados porque "no hay dinero" para empleos, salarios decentes o servicios sociales básicos.

El endeudamiento general de la ciudad de Detroit, ahora en quiebra y en el centro de repetidos asaltos a la clase trabajadora, incluyendo el cierre de agua para miles de hogares, suma dieciocho mil millones de dólares (menos de lo que se generó en los primeros sesenta minutos de embuchamiento especulativo en la subasta de acciones de Alibaba.

El parasitismo envuelto en este estreno pone el dedo en el renglón: el “valor del mercado” de Alibaba es muy inflado y no tiene que ver con el valor real de esa empresa, que hasta ahora no se ha distinguido en nada: nunca desarrollo ninguna nueva forma de tecnología; nunca facilitó ninguna importante innovación; nunca presentó ninguna técnica de producción avanzada.

Su atractivo deriva de que Alibaba monopoliza (conglomera) los servicios de Internet en China. Domina las operaciones que en otros países están a cargo de diferentes empresas. Es propietaria de las empresas chinas que son el equivalente de Amazon e eBay y gana dinero de cada transacción que fluye por el equivalente chino de PayPal .

Alibaba es un monopolio en gran medida por tener estrechas relaciones con el régimen estalinista chino. Un artículo publicado en el Australian Financial Review señaló que Jack Ma amamanta "relaciones cordiales" con el presidente de China, Xi Jinping. "A decir verdad", dice el periódico, "Alibaba no podría haber escalado a la altura donde se encuentra sin el apoyo de las altas esferas del Partido Comunista."

Esta es una imagen chocante del papel del régimen chino para apuntalar el capitalismo mundial (con todas sus consecuencias socialmente destructivas) y de la dimensión mundial de la aristocracia financiera internacional.

El estreno de Alibaba en Wall Street cerró una semana que había comenzado con un informe de Wealth-X y UBS reportando que los megamillonarios de mundo [aquellos que poseen más de mil millones de dólares] son dueños de bienes con un valor de 7,300,000,000,000 de dólares (un incremento del 12 por ciento desde el año anterior), Este aumento de la riqueza entre los súper ricos va mano con mano con el deterioro de las condiciones sociales de la clase obrera en todos los principales centros del capitalismo. Estos son fenómenos muy interconectados.

Desde el estallido de la crisis financiera mundial en el 2008, las medidas económicas de las élites poderosas han sido de dos tipos: por una parte está la oferta de dinero ultrabarato a los bancos e instituciones financieras para financiar la especulación; por la otra parte está la política de destruir la posición social de la clase obrera.

El enganche entre los dos reapareció un día después de la orgía del estreno bursátil de Alababa en Wall Street. Al otro lado del globo terráqueo, en una reunión de los ministros de Finanzas y banqueros centrales de los G-20 en Cairns, Australia, Christine Lagarde, gerente directora del Fondo Monetario Internacional, insistió en la necesidad de más reformas laborales (frase en clave que en realidad significa la destrucción de lo que queda de las protecciones legales para los trabajadores, para mejor alimentar al parasitismo especulativo).

El frenesí de los mercados financieros, la aceleración de recompras de acciones de empresas, conglomeraciones de empresas, y el regreso de la misma praxis que fue motor de la crisis del 2008, todos su vez reviven una profunda y permanente crisis del sistema capitalista mundial.

Las economías de la zona euro o están muy empantanadas o están en franca recesión, con niveles de producción por debajo de los del 2007. La economía japonesa no ha crecido este año, a pesar del enorme estímulo financiero de las medidas económicas del gobierno de Abe. Se desacelera el crecimiento de China, en medio de serias dudas sobre la estabilidad del sistema financiero de ese país. La economía de Estados Unidos no ha logrado recuperar las tasas de crecimiento de antes de la crisis financiera.

En verdad, la plata inunda el sistema financiero porque que no tiene otro lugar adonde ir. El auge de la especulación, el parasitismo y la monopolización (por una élite semicriminal enloquecida por dinero) de la riqueza producida por la sociedad son manifestaciones de la profunda crisis histórica del andamiaje económico capitalista.

El estreno bursátil de Alibaba ejemplifica los mecanismos que usan el mercado capitalista y de los monopolios para transformar el Internet (una conquista tecnológica con un enorme potencial social) en un medio para la generación de riqueza fabulosa para un puñado de personas. Es una muestra más de la necesidad de un revuelco completo del sistema de ganancias y la reconstrucción del orden económico mundial en base al socialismo.

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