Los giros e inestabilidad de mercados financieros mundiales la semana pasada acabaron con las expectativas de las autoridades financieras globales que los Lores de las finanzas le habían encontrado la solución al desmoronamiento del andamiaje financiero que comenzó en el 2008.

Una sarta de expertos comentan que los locos vaivenes de Wall Street y del mercado de bonos significan que no sólo no se ha resuelto la crisis de hace seis años, sino que podría regresar de manera explosiva.

La revelación de que nada se ha hecho para estabilizar al sistema de finanzas, coincide con la toma de conciencia de que la economía real (no financiera) de todo el mundo se empantana en una recesión cada vez más grave.

A principios de este mes, ocurrió la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), de tesoreros nacionales, banqueros centrales y economistas importantes. La conferencia tuvo lugar a poco de aparecer estadísticas que indican una tercera recesión (desde el 2008). China se desacelera, y se contrae la expansión de los mercados emergentes. Nadie ofreció ningunas soluciones.

Larry Elliot, corresponsal económico del periódico inglés Guardian comentó que la conferencia se parecía a una reunión de la Liga de Naciones en los 1930, en que todos los que participaban sabían que venía otra guerra mundial, y que nadie podía impedirla.

A comienzos del 2014, importantes grupos económicos creían que el crecimiento de la economía estadounidense, si bien limitado, eventualmente ayudaría al resto de mundo. Regresaría la expansión mundial.

Ese escenario tan tranquilizante se desmoronó la semana pasada. Estadísticas estadounidenses (la caída de ventas al consumidor, y de la manufactura en la región de Nueva York y preocupaciones sobre el efecto de un dólar fuerte sobre las exportaciones) dieron una prognosis negativa: En vez de impulsar la recuperación global, la economía estadounidense estaba cayendo, bajo influencia de la crisis mundial.

La noción económica de Estados Unidos como locomotora para el resto del mundo ya no existe. Stephen King, economista en jefe del banco HSBC le comentó al Financial Times: “Estados Unidos, a medida que disminuye su peso económico global, ya no tiene el empuje que tenía sobre el resto del mundo. Más y más ocurren cosas económicas y financieras que transforman la eficiencia económica estadounidense y que las medidas domésticas no pueden contrarrestar bien.

Bien saben los mercados financieros que crea las condiciones de un nuevo crac el dinero que ahora circula a tan bajo costo en el sistema financiero global, dádiva de los bancos centrales y autoridades financieras de todo el mundo (entre 7,000 mil millones y 10,000 mil millones de dólares) encadenado a un sistema de muy bajas tasas de interés para los bancos.

El 14 de octubre, Guy Debelle, gobernador asistente del Banco de Reserva de Australia y miembro del comité de transacciones del Banco de Pagos Internacionales, sonó la alarma de la probabilidad de eventos violentos en los mercados de finanzas (consecuencia de las medidas de arriba). Los especuladores al mismo tiempo buscan puertos seguros donde poner su dinero. Una serie de “posiciones” en mercados financieros derivan su lucro de intereses de cero por ciento, o de casi cero. Si los intereses aumentan “esas posiciones revientan” Al día siguiente los mercados de finanzas caían en pique como en el 2008.

Se ofrecen varias explicaciones de los giros e inestabilidades cuyo síntoma fue la caída de 35 puntos en las ganancias en los bonos del tesoro de Estados Unidos en cuestión de minutos. Los inversionistas, en pánico, vendieron acciones para comprar más sólido papel financiero. Entre las explicaciones está el uso de computadoras por especuladores para acelerar la compra y venta y anticiparse a al mercado. Claro está, si todos están actuando de la misma manera, como animales en estampida, el alud se agrava.

Todo esto revive el famoso comentario de Marx en el Manifiesto Comunista donde explica que la burguesía es como un mago que ha conjurado espíritus que ya no puede dominar.

Los giros y la inestabilidad del los mercados financieros, y el continuo daño a la posición social de la clase obrera en todos los países, traen a la memoria el penetrante análisis de Rosa Luxemburg de hace un siglo. Muchas veces, decía ella, se describen las crisis económicas y financieras usando el lenguaje del clima (“tormentas”, “nubes negras en el horizonte”, etc.), como si esos acontecimientos fueran los efectos de un poder invisible o equivalente a las hambrunas y plagas de la edad media, contra las que la humanidad ya no podía hacer nada.

En verdad el sistema económico y de finanzas no cayó del cielo. Es un producto social. Su negra lógica es tan dañina como eran en otros tiempo las hambrunas y las plagas.

El análisis de Luxemburg nos señala el camino a seguir. La reorganización socioeconómica debe ocurrir bajo el control conciente de toda la comunidad para utilizar las fuerzas que ha creado (distorsionadas y endemoniadas en la actualidad por los mercados financieros) para el bien económico y cultural.

Hay una sola manera de lograr ese objetivo: Que el proletariados internacional se haga del poder político y destruya el sistema de propiedad privada, comenzando con el control público y democrático de los bancos y casas de finanzas. Sería el primer paso a una economía socialista global

Al reaccionar a la crisis de la semana pasada, representantes de bancos y de capitales financieros (sin querer) señalaron la necesidad de ese enfoque. Absolutamente todos tomaron la posición de que esta crisis es producto de los controles financieros que existen desde el 2008.

Así admiten que no existe posibilidad de reforma para el sistema financiero que lo libre de las crisis y que elimine la amenaza contra las gentes del mundo atrapadas en el andamiaje del capitalismo. Los intentos de controlar los mercados financieros pueden ser semillas de nuevas crisis.

Estamos en total acuerdo. Con sus propias bocas argumentan a favor de la expropiación de la élite financiera y gerencial y la creación de una nueva y superior forma de organización socioeconómica.