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¿Qué está en juego en las elecciones legislativas de Estados Unidos?

El martes ocurrieron las elecciones legislativas en Estados Unidos. Miles de millones de dólares se gastaron para convencer a los obreros que existen diferencias de envergadura entre los partidos Demócrata y Republicano. Todo eso es una mentira.

Los dos partidos marchan mancornados en defensa de los intereses de los megaricos (que controlan miles de millones de dólares, que financian sus campañas electorales y que se hacen obedecer por senadores, representantes, gobernadores, legisladores estatales y presidentes).

Hace tiempo que los medios de difusión títeres de las grandes empresas y el dinero marcan el ritmo electoral en Estados Unidos, que un andamiaje político monopolizado por dos partidos de derecha (de la gran burguesía) pervierten la democracia. Las elecciones se han transformado en un mecanismo para que la clase de poder cambie personalidades y partidos en el gobierno para mejor batallar contra la clase obrera y fomentar sus intereses imperialistas de ultramar y del resto del continente americano.

No obstante, esta votación estableció una nueva medida de fraude y engaño. Puso el dedo en el creciente abismo que existe entre la gran mayoría y todos los grupos políticos de poder. Recalcó la inquina general que existe en el pueblo y el repudio popular hacia los dos partidos y elecciones que se han transformado en un circo.

Luego de seis años de Obama (quien prometió “cambios” pero continuó y profundizo las medidas reaccionarias de su antecesor del Partido Republicano), menos y menos trabajadores creen que con su voto las cosas cambiarán. Una creciente mayoría piensa que los ricos controlan el sistema. Así lo demuestra el poquísimo interés que hubo en el balotaje.

Así resumió el presidente Obama las cuestiones de estas elecciones en un discurso en Detroit el domingo primero de noviembre: El Partido Demócrata está a favor de un (minúsculo) aumento en el salario mínimo que aún dejaría a muchos millones en la pobreza; El Partido Demócrata está a favor de iguales salarios para las mujeres (pero sin proponer nada en concreto) y el Partido Demócrata está a favor de menos onerosos prestamos para estudiantes universitarios. Estas diferencias son de segundo orden, las cositas sueltas de la política burguesa.

En verdad los partidos Demócrata y Republicano están en total acuerdo en todas las importantes cuestiones. Éstas son: más guerras imperialistas en el Medio Oriente y por todo el mundo; más espionaje contra el pueblo de Estados Unidos; mayores recortes en programas de previsión social; más profundos ataques contra empleos, sueldos y beneficios obreros y más dádivas impositivas para las empresas y los ricos.

Todos los trabajadores, jóvenes y estudiantes que rechazan la guerra, la austeridad y los ataques a los derechos democráticos no habrán encontrado ninguna alternativa en el balotaje del martes. De esto sólo es posible una sola conclusión: la clase obrera debe romper las cadenas que la mantiene esposada a los dos partidos burgueses y construir un movimiento político de masas e independiente para defender los intereses de su clase.

En recientes semanas los medios de difusión dominados por las grandes empresas han dado pistas que lo que viene después de esta votación es un movimiento a la derecha en la política del gobierno de Obama (la justificación sería encontrar terreno común y compromisos entre legisladores del Partido Demócrata y del Partido Republicano, que aumentarían su mayoría en la cámara de representantes y quizás pasarían a controlar el senado por vez primera desde el 2006).

Más y más parece que el gobierno de Obama considera que hay beneficios en una posible mayoría del Partido Republicano en el senado. Considera que le brindaría apoyo a sus proyectos de guerra en el Medio Oriente, sus provocaciones contra Rusia, y a sus ataques contra lo que todavía queda de programas de previsión social como las pensiones y programas de salud para los viejos (Social Security y Medicare).

El New York Times publicó un artículo de primera plana el domingo 2 de noviembre llamado “Obama se prepara para un cambio en el congreso” (“Braced for a Shift in Congress, Obama Is Setting a New Agenda”). El artículo nos informa que testaferros de la Casa Blanca han estado preparando un “mapa de posibles compromisos con los del Partido Republicano” en caso que éste obtenga la mayoría en el senado.

El periódico neoyorquino especula que “si los legisladores del Partido Republicano dejan de ser un partido de oposición y toman control del congreso, ambos lados tendrían razones para negociar acuerdos”. Tales negociados tendrían que ver con el comercio exterior, impuestos a las empresas e infraestructura.

Acuerdos en esas áreas podrían incluir recortes generales de impuestos sobre las rentas de las empresas, mayor autoridad para el poder ejecutivo en la negociación de tratos comerciales que favorezcan a las grandes empresas, subsidios para la construcción e ingeniería (infraestructura), y reducidas tasas impositivas a compañías que repatríen sus ganancias extraordinarias de ultramar y del resto del continente americano (algo que le vale 400 mil millones a las empresas estadounidenses).

Otros terrenos de acuerdo, dice el Times, tienen que ver con la seguridad cibernética y con el espionaje (medidas para aumentar el poder del aparato de espionaje nacional para vigilar al pueblo estadounidense y para la guerra electrónica contra los rivales de Estados Unidos).

El lunes 3 de noviembre, el Washington Post planteó la misma cuestión. En un editorial declaró que “era un poco exagerado” hablar de “parálisis” en Washington. Dice el Post: “detrás de la apariencia de conflictos, existe toda una gama de asuntos en que no solo es imaginable acuerdos entre los dos partidos, sino que ya están ocurriendo. Los dos partidos podrían producir resultados en este nuevo congreso”.

Han aparecido algunas señales de las medidas que se tomarán dentro del país después del balotaje, pero bien se callaron los medios de difusión y los políticos sobre lo que pasará en el exterior. Lo más importante es la autorización de guerra en Irak y Siria.

El Congreso se fue de vacaciones en septiembre luego de aprobar un proyecto del Pentágono (con un presupuesto de 500 millones de dólares) para armar y entrenar ciertos grupos rebeldes de Siria. Se postergó autorizar una nueva guerra en Irak (que el comando militar discute abiertamente), hasta el corto periodo entre el viejo congreso y el nuevo congreso (pasadas la elección). Esto fue a propósito, para negarle a la mayoría del pueblo estadounidense, que es antiguerra, toda posibilidad de discutir la decisión de hacer guerra en el Medio Oriente.

También se ha demorado a propósito hasta después de las elecciones la publicación del informe sobre tortura de prisioneros en prisiones clandestinas de la CIA en ultramar y en la Bahía de Guantánamo. Si el partido Republicano logra controlar el Senado, probablemente suprimirán ese informe.

Los que existen en la capital estadounidense, y en las capitales de todos los estados, son gobiernos de los ricos, por los ricos. No basta que los obreros y jóvenes se sientan alienados de esta realidad (y llenos de inquina hacia ella). Ha llegado el momento de luchar por una alternativa política para el proletariado, rompiendo con el sistema de dos partidos burgueses y estableciendo un movimiento de las masas obreras sobre cimientos de principios socialistas, cosa que requiere unirse a y construir el Partido Socialista por la Igualdad, la única organización política que lucha por tal perspectiva.

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