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Perspectiva

¿Quien es culpable de violencia en Ferguson?

Un gran jurado de Saint Louis se volverá a reunir el lunes 24 de noviembre para seguir discutiendo si acusar o no a Darren Wilson, el policía de Ferguson Missouri que le disparó a Michael Brown el pasado 9 de agosto.

En términos legales, existe suficiente evidencia (las seis balas en el cuerpo de un adolescente, junto con las declaraciones de seis testigos de que Brown se estaba rindiendo cuando fue muerto) para encontrar que existen “razones probables” de que Wilson cometió un crimen. Si se observaran principios democráticos, Wilson tendrá que presentarse ante un tribunal y atenerse a un proceso judicial.

Por lo general se considera que un gran jurado hará lo que se le ordene. La decisión de este cuerpo depende de lo que diga el fiscal. Discusiones sobre si acusarlo o no a Wilson no tienen que ver con la discusión dentro del jurado. Tienen que ver con diferencias tácticas dentro de la clase de poder sobre como mejor prevenir, y reprimir, la oposición popular.

La demora va acompañada de una creciente campaña de intimidación y amenazas de parte del oficiales municipales, estatales y federales (dirigidos por el gobierno de Obama). Cual delincuentes que gritan “¡alto, ladrón!” estos oficiales no cesan de condenar la violencia que ellos mismos están actualizando.

El presidente Obama (que tiene las manos manchadas de la sangre de muchísima muerte y destrucción en todo el mundo) dijo en una entrevista el domingo 23 de noviembre que “utilizar cualquier manifestación para cometer actos de violencia va en contra del estado de leyes, en contra de lo que somos”.

Jay Nixon, gobernador de Missouri ha declarado un “estado de emergencia” preventivo para desplazar la Guardia Nacional (estatal). Cientos de soldados de esa fuerza van a estar distribuidos en pequeños y grandes centros comerciales y en edificios públicos en toda la zona de Saint Louis. Cabe aclarar que sin existir ningún indicio de violencia de parte de los que protestan, la policía a detenido a personas cada día. El sábado detuvo a un periodista.

En realidad la violencia en Ferguson la fomenta el Estado, comenzando con los tiros contra Brown (que no portaba armas). Las protestas espontáneas que respondieron a su muerte fueron reprimidas por una fuerza policial militarizada que incluía a policías vestidos de soldado, con rifles automáticos, tanquetas, disparando gases lacrimógenos y balas de goma contra los manifestantes.

Ahora la clase de poder proyecta utilizar la decisión del gran jurado para imponer nuevas movilizaciones militares y policiales. Reclama que la mera posibilidad de protestas justifica extraordinarias medidas y la cancelación de derechos democráticos. Es el equivalente interno de la doctrina de guerra preventiva. Tanto los pertrechos de agresión externa como sus justificaciones ideológicas son utilizados contra la juventud y los obreros estadounidenses.

Se hace uso cada vez más de frases asociadas con la “guerra al terror” para describir la oposición interna. Por ejemplo: Existe una carta que el Federal Bureau of Investigations (Bufete Investigativo Federal, FBI) envió a varios departamentos de policía municipales que avisa (sin ninguna evidencia) que “extremistas” intentan manipular las manifestaciones de Ferguson para “atacar importantes infraestructuras”.

No cabe duda que se proyectan provocaciones (más de cien agentes de la FBI han sido enviados a Saint Louis y ocupan espacio temporario). Aparece en la muy sospechosa detención de dos presuntos miembros del New Black Panther Party (Nuevo Partido de las Panteras Negras) supuestamente por intentar comprar material explosivo.

Se ha hecho uso de similares tácticas muchas veces. Que haya sólo una pizca de verdad en esas sospechas, apesta a provocaciones y trampas de parte de las agencias de espionaje. Todos los manifestantes deben estar al tanto de que personas que sugieren actos de violencia son provocadores, que buscan crear excusas para que la policía intervenga.

Que la clase de poder escoja la represión violenta es un reflejo de su profundo temor a levantamientos sociales. En su gran obra teórica de la política , Estado y Revolución, Vladimir Lenin (siguiendo el pensamiento de Frederick Engels) define el poder estatal como una fundamental “fuerza de coerción” que consiste de “fuerzas especiales de hombres armados, que controlan prisiones, entre otras cosas.”

Añade (junto con Engels) que el grado de dominio del estado sobre la sociedad no es igual en todos los momentos de la historia. El poder público “crece más a medida que se agravan los antagonismos dentro del estado”. Escribía Engels veinte años antes de la Primera Guerra Mundial que “la lucha de clases y las rivalidades de conquistas han expandido el poder público tanto, que ahora amenaza tragarse toda la sociedad”.

Ese fenómeno sale a la superficie en Ferguson. Seis años después del crac financiero del 2008 todas las potencias imperialistas (comenzando con Estados Unidos) consideran que la guerra es su única opción para resolver sus crisis internas. La locomotora de guerra arrastra consigo una presencia militar y policial sobre todas las cosas de la vida.

A la misma vez, los antagonismos sociales domésticos, impulsados por el aumento de la desigualdad social, son incongruentes con normas democráticas. Los ultra ricos (que monopolizan una tajada cada vez más grande del patrimonio de toda la sociedad, cuando caen en pique los sueldos de los trabajadores) temen y rechazan a la gran masa popular.

En su análisis crítico del balotaje del 2014, donde muy pocos votaron y hubo un desmedido derroche de dinero en las campañas, el WSWS dijo que estas elecciones indicaban una creciente alienación popular con los grupos políticos de poder. También eran señal del resquebrajamiento de los cimientos de la estructura política, que la mayoría considera ilegítima. La clase de poder reprime con violencia la detonación de tensiones sociales porque se le acabaron las opciones.

Todos en los Estados Unidos debemos aprehender la lección que enseña la represión policial a través del país. El colapso de la democracia estadounidense es la consecuencia del desmoronamiento del andamiaje capitalista, que también causa la guerra y la desigualdad social. Los derechos democráticos sólo se pueden defender con la construcción de un movimiento político independiente de la clase obrera, anclado en el socialismo, en lo que la sociedad necesita y no en el lucro de particulares.

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