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Perspectiva

Se desmorona el gobierno griego

El lunes 29 de diciembre se desmoronó el gobierno griego de coalición del primer ministro Antonis Samaras, evento que significa otro apretón de tuerca en la crisis de la burguesía griega.

El parlamento rechazó el dedazo presidencial de Samaras (su candidato era Stavros Dimas) colapsando así al gobierno y forzando nuevas elecciones generales. Ese repudio deriva del propósito de la clase de poder de forjar un andamiaje político alternativo para que continúe la austeridad en Grecia y a través de Europa.

Han pasado años de medidas de austeridad. Ha sido una exigencia, que continúa, del triunvirato formado por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional, y el Banco Central Europeo. Como cosecuencia: Los obreros griegos están empantanados en la miseria y el desempleo; la crisis económica se empeora y va destruyendo el país; la economía se ha reducido en un veinticinco por ciento; millones han perdido beneficios médicos; los sueldos se han recortado treinta por ciento; crece con rapidez la población sin techo y las enfermedades que podrían haberse prevenido; seis de cada diez jóvenes griegos está sin trabajo.

Cada vez que obreros y jóvenes luchan en defensa de sus empleos y condiciones de vida, son traicionados o reprimidos. Los partidos burgueses tradicionales han perdido toda legitimidad. La mayoría de pueblo repudia al Partido Nueva Democracia de Samaras y al Partido PASOK (socialdemócrata).

En estas circunstancias, la clase de poder apuesta por SYRIZA, la alianza de la supuesta izquierda radical, para impedir a una potencial crisis revolucionaria.

Sectores obreros y de la juventud depositan sus esperanzas en que SYRIZA encuentre una salida (dice oponerse a la austeridad, e incluso ser socialista). Ese partido ganó las elecciones al parlamento europeo en mayo y muy probablemente gane las elecciones parlamentarias el mes que viene. El líder de SYRIZA, Alexis Tsipras declaró luego del colapso del gobierno que “en pocos días, los rescates de austeridad habrán quedado en el pasado”.

Para los periódicos de los aliados de SYRIZA, que Tsipras se convirtiera en el próximo primer ministro sería el equivalente a la resurrección de Lenin. El diario francés L’Humanité (estalinista) dijo con entusiasmo que “los obreros griegos se acercan a un viraje antiausteridad”. El Junge Welt alemán dijo: “por primera vez podrán los griegos elegir un partido que merece el rótulo de izquierdista”.

Todo eso es un engaño. SYRIZA y Tsipras han sido entrenados meticulosamente para tomar la delantera en la defensa del capitalismo griego. Se encargarán que se cumplan las órdenes del capitalismo internacional y servirán de represa para la inundación de inquina popular que hace peligrar a Europa.

Desde que comenzó la crisis del euro hace cinco años, la dirección de SYRIZA (salida de la clase media adinerada) se han hecho parte de la política burguesa griega. Algunos de sus miembros ocupan ahora importantes cargos en el Estado. Una y otra vez el partido ha hecho hincapié en su programa procapitalista y de libre empresa.

Este año, Tsipras le recomendó a la Federación de Empresas Helénicas que desarrollara un “relación institucional funcional” con la coalición suya, de las supuestas izquierdas radicales. Entrevistado por la Agencia Reuters en diciembre, rechazó la “campaña de miedo” en torno a la presunta estrategia radical de SYRIZA. “Una victoria para SYRIZA quebrará esta época negativa y liberará mercados. Creará un sentimiento de seguridad”, dijo. Prometió llegar a un acuerdo con los bancos europeos.

Tsipras admira el rescate bancario estadounidense bajo la presidencia de Obama. En junio del 2013 viajó a Washington para reunirse en el centro de investigación Brookings Institution. También viajó y conferenció con personajes políticos y financieros en Berlín, Londres y París.

El diario neoyorquino New York Times opinó en ese entonces que “solo SYRIZA puede salvar a Grecia”. Si SYRIZA fuera a hacerse cargo del gobierno, dijo que “nada de importancia cambiaría para Estados Unidos. SYRIZA no tiene la intención de sacar a Grecia de la OTAN, o cerrar bases militares estadounidenses”.

Ahora le toca la clase obrera de Europa comprender lo que se le viene encima, los encargos políticos que le hace la historia. En paralelo al explosivo rencor social, se requiere construir una nueva dirección política con un programa revolucionario.

El fracaso histórico del capitalismo europeo es la máquina del frenesí de las burguesías europeas y del desmoronamiento del viejo equilibrio político. La clase de poder está decidida a resolver esta crisis mediante una masiva redistribución de la riqueza del proletariado hacia la élite de las sociedades anónimas y casas financieras.

Grecia es el vértice de la contrarrevolución social. Las instituciones políticas existentes no pueden ser reorientadas a responder de manera diferente, que no sean las medidas de austeridad, a la griega, que se imponen en España e Irlanda, y a lo largo de Europa.

Nada, por lo tanto, puede solucionarse en el contexto de un sistema económico global en que cada decisión y cada gobierno derivan de los intereses de gigantes bancos y enormes sociedades anónimas, sistema que SYRIZA defiende tan incondicionalmente como el Partido Nueva Democracia.

La única solución es la unidad de los obreros europeos, armados con la estrategia de la toma del poder, para reemplazar las instituciones políticas (incluyendo la Unión Europea) con una federación de Estados obreros: Los Estados Unidos de Europa. Esta perspectiva tiene que marchar adelante contra todos los que defienden al capitalismo.

Imprescindible en esa lucha es la construcción de secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en toda Europa.

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