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Perspectiva

La elección griega y la misión política de la clase obrera

Las elecciones parlamentarias que ocurrieron en Grecia el domingo 25 de enero, en que salió ganadora la “Coalición de la izquierda Radical” (Συνασπισμός Ριζοσπαστικής Αριστεράς, Synaspismós Rizospastikís Aristerás), conocida como Syriza, contiene lecciones importantes para la clase obrera.

Luego de un lustro de salvaje austeridad decretada por la Unión Europea (UE) y por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el país se halla en una sima económica y social. El rencor que existe contra los partidos tradicionales hizo que la victoria de Syriza ya estuviera anunciada previo a balotaje. Para el proletariado, el gobierno de Syriza no resolverá la crisis. Al contrario, representa un enorme peligro.

No obstante su disfraz izquierdista, Syriza es un partido burgués cuyo cimiento es la clase media adinerada. Las medidas que proyecta han sido elaboradas por la burocracia sindical y por catedráticos, profesionales, y empleados del parlamento con el fin de defender sus privilegios y preservar el existente andamiaje social. Alexis Tsipras, líder de Syriza, promete (una pequeña) disminución de la terrible austeridad griega. No se cansa de asegurar también a los representantes de las casas financieras y de gobiernos en el exterior que “no tienen nada que temer” con Syriza al mando.

Syriza ha hecho pública su aceptación de la estructura capitalista de Grecia, de Europa y el mundo: Propiedad privada y estado burgués (con su policía y su fuerza militar, el euro, Unión Europea y Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN]). Como partido se compromete a resguardar el capitalismo y las instituciones capitalistas, de predecibles rebeliones sociales.

Syriza limita su “socialismo” a unas pocas exigencias de que los ricos paguen puntualmente sus impuestos y que a los pobres se otorguen miserables limosnas. De seguro, el gobierno de Syriza ignorará esas mínimas promesas.

Tsipras ha visitado las capitales del imperialismo, incluyendo a Washington, Berlín y Bruselas para calmar a las élites de poder con su “confiabilidad”. Un cometario de Tsipras publicado el la edición del 20 de enero del Financial Times, otra vez prometía apoyo incondicional a la Unión Europea, principal arquitecta de la actual devastación social griega.

“My partido, Syriza, garantiza un nuevo contrato social de estabilidad política y seguridad económica”, aseguraba Tsipras a los lectores de este diario financiero mundial; “ese es el único mecanismo para hacer más fuerte la zona del euro y atraer el apoyo de la ciudadanía de todo el continente al proyecto europeo”.

Se comprometió abiertamente a pagar la deuda griega y a obedecer los criterios fiscales de la UE: “Un gobierno de Syriza cumplirá la obligación de Grecia, como miembro de la zona del euro, a un presupuesto en balance y a expectativas cuantitativas”.

En una cargada atmósfera de crisis económicas, sociales y políticas, importantes sectores de la clase de poder de Europa consideran que Tsipras rescatará al capitalismo europeo. Para las elecciones del domingo lo apoyó todo un “frente unido”, cuyos elementos van desde las seudoizquierda pequeña burguesas hasta gobiernos europeos, y casas de finanzas, incluyendo el Financial Times y el Front National (FN) francés (de extrema derecha).

Varios días antes del las elecciones, Marine Le Pen, la dirigente del FN, expresaba, en el diario francés Le Monde, cuanto le agradaría una victoria de la “izquierda fuerte” de la coalición Syriza. “No estamos de acuerdo con todo el programa de ellos, pero le daríamos nuestra bienvenida a su victoria”, escribió.

En 1938 cuando Europa se empantanaba en fascismo y belicismo, León Trotsky escribía: “Los ‘Frentes Populares’ por una parte, el fascismo por la otra, son los últimos recursos políticos del imperialismo contra la revolución proletaria”.

Para los partidos estalinistas con influencia y para la socialdemocracia los frentes populares fueron el mecanismo de subordinación de la clase obrera a la burguesía y de violenta supresión de los movimientos revolucionarios. En Francia y España el frente popular acogotó la revolución y le fertilizó el terreno al fascismo.

Ahora que están totalmente desacreditados tanto el estalinismo como la socialdemocracia, e ilegitimizados ante las masas, partidos pequeño burgueses, como Syriza, se encargan de suprimir la resistencia de la clase obrera. No cabe duda que el gobierno de Tsipras no sólo está dispuesto a llevar a cabo las inmundicias de la UE y del FMI, sino también a recurrir a la represión violenta de la clase trabajadora, que rechaza las promesas de “hacer más fuerte la zona del euro” y de un “presupuesto en balance”.

Hacia la OTAN, Tsipras es incondicional. En recientes años se ha vinculado a las fuerzas policiales y militares griegas, cuyas manos todavía están manchadas con la sangre de la dictadura militar del 1967 al 1974.

En 1973 el gobierno de Allende en Chile declaraba que el ejército era “el pueblo en uniforme”; de esa manera desarmaba a los trabajadores que se alistaban a la lucha contra los militares. El resultado fue un carnicero golpe militar y la dictadura del Pinochet, a un costo de decenas de miles de vidas. La clase obrera griega hoy encara un peligro similar bajo el gobierno de Tsipras.

Que un gobierno de Syriza ataque la clase obrera, justificándose con frases de izquierda, beneficiaría a Amanecer Dorado (en griego Λαϊκος Σύνδεσμος - Χρυσή Αυγή, neofascista) y otras corrientes fascistas, que sin duda intentarán encarrilar la decepción y el rencor de los más oprimidos hacia la reacción social.

El World Socialist Web Site pide a los obreros griegos no apoyar políticamente a Syriza. Ningún partido en las elecciones del domingo representa los intereses de la clase obrera.

Las tendencias pequeño burguesas que critican uno u otro aspecto del programa de Syriza, pero que sin embargo le dieron su espaldarazo en las urnas, juegan un rol criminal. Desarman a los trabajadores y comparten responsabilidad por el creciente peligro que se le viene encima a la clase obrera.

Amamantan ilusiones con el cuento de que Syriza expresa el viraje a la izquierda de las masas y de que la clase obrera puede ejercer presión para que Syriza imponga medidas progresistas. Luego pretenderán que dadas esas ilusiones (que ellas mismas crearon) hay que solidarizarse con las masas y apoyar a Syriza. La seudoizquierda condena a los que rechazan ese enfoque oportunista y traidor por ser “sectarios”.

No se trata de cuestiones tácticas sino de principios fundamentales. Syriza es un partido que representa los intereses del capital. No reaccionará a la presión de la clase obrera con concesiones, sino con ataques feroces. En tiempos de crisis así lo han hecho siempre las organizaciones pro capitalistas.

La situación griega, que la crisis esté tan avanzada y que no exista una perspectiva por la independencia de la clase obrera, ponen el dedo en cuan urgente es construir secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en Grecia y en toda Europa.

El Comité Internacional es el único partido político que lucha a favor de la unidad internacional de la clase obrera en base a un programa socialista revolucionario. Rechazamos la Unión Europea, y todos los nacionalismos.

Nuestra objetivo es los Estados Unidos Socialistas de Europa, es decir, una Europa en que gobiernos obreros expropien a las casas financieras y a las grandes sociedades anónimas, eliminen las agencias de espionaje y servicios secretos, y las fuerzas militares, y organicen la producción en base a lo que la gente necesita en vez de los fines de lucro de los capitalistas.

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