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Perspectiva

Europa al filo de la guerra

La noticia de que en Washington se discute apertrechar al gobierno de Kiev (sostenido por las potencias occidentales) con armas con que atacar los separatistas pro rusos de Ucrania del este ponen a la guerra mundial en el centro del la vida política europea.

Durante la semana pasada François Hollande, presidente de Francia, pronóstico la posibilidad de “guerra total” antes de volar a Moscú para conferenciar con Ángela Merkel, la canciller alemana, y el presidente ruso Vladimir Putin. El seis de febrero el ex primer ministro sueco Carl Bildt repitió esa advertencia.

“Desgraciadamente la guerra es contra Rusia es concebible”, le dijo Bildt al Frankfurter Allgemeine Zeitung en una entrevista durante la Conferencia sobre Seguridad de Munich. “Definitivamente estamos atravesando una de las etapas históricas más peligrosas”, dijo Bildt, “particularmente si uno analiza la situación con una perspectiva europea. Se lucha en el este; se lucha en el sur. La conflagración casi nos toca. Lo que hace que la situación sea tan explosiva es la inestabilidad en las relaciones entre las potencias globales”.

El capitalismo mundial encara una crisis tan honda como las que hundieron a la humanidad dos veces en los ciento un años anteriores a este (1914 y 1939) en guerras mundiales. Millones fueron masacrados en estas guerras imperialistas, cositas sueltas si se las compara con la calamidad de una tercera guerra mundial entre potencias con armas atómicas.

La posibilidad de una catástrofe nuclear aparece a espaldas de las gentes del mundo. De eso no hablan los medios de difusión, cómplices. El Frankfurter Zeitung no le hizo a Bildt las preguntas más obvias: Si el gobierno sueco toma en serio la posibilidad de una guerra contra Rusia (que posee armas atómicas), ¿toma en cuenta, al elaborar su propia estrategia, que bombas atómicas caerán sobre Estocolmo? ¿Considera que vale la pena arriesgar la destrucción de Suecia, defendiendo un gobierno derechista en Kiev? ¿Cuántos millones de personas están dispuestas las potencias imperialistas a sacrificar ante el altar del cálculo frío de las ambiciones geopolíticas?

Los miembros del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no tienen la menor idea de cómo resolver la crisis que encaran, a la vez que señalan su naturaleza histórica. Es más, añaden leña al fuego. Las grandes potencias imperialistas están por enviar miles de soldados de la OTAN (fuerzas de reacción rápida) a las naciones de Europa Oriental en la raya rusa, y naves de guerra al Mar Negro.

Al mismo tiempo que Hollande y Merkel hablan de paz con Putin en Moscú, supuestamente impulsados por el temor a las consecuencias de envíos de armas estadounidenses a Kiev, Ursula Von der Leyen, ministra germana de defensa, se jactaba de la colaboración alemana en las fuerzas de reacción antirrusas.

“Alemania no sólo participa en los acuerdos y es clave en la operación de la nueva fuerza de punta de lanza de la OTAN”, dijo, “también estamos ayudando a organizar la Fuerza Multinacional del Noroeste y las bases que la OTAN está creando en los países miembros del este y del sur”. Aplaudió “la incansable dedicación del gobierno federal [alemán] al fortalecimiento de la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea (OSCE) y a asegurar que Europa adopte tácticas en común contra Rusia”.

Algunos en Europa favorecen más severos castigos económicos contra Rusia, como alternativa a envíos directos de equipo bélico estadounidense a Ucrania. Hasta proponen separar a Rusia de la Sociedad de Intercambios Bancarios Mundiales (llamado SWIFT), en verdad un golpe económico de guerra.

Por su lado, los medios de difusión europeos hacen todo lo posible para envenenar a la opinión popular. Acusan al Kremlin de agresión y le echan la culpa por la crisis en Ucrania.

Le Monde, publicó un comentario el seis de febrero advirtiendo que “este es uno de esos momentos en que la historia se balancea entre otro conflicto regional, aunque carnicero, y un enfrentamiento más grande y más inquietante … una de esas secuencias que bien conoce Europa”. Para ese diario de París, el demonio es Putin. Dice que “en el fondo todo depende de que un hombre, Vladimir Putin. ¿Juzga el presidente ruso que Kiev ya ha sufrido bastante por tratar de aliarse a la Unión Europea? ¿Se encarrilará hacia la paz? 0 ¿seguirá azuzando la guerra”?

El cuento de hadas de Le Monde de un hombre causando una reacción en cadena parte del proyecto de demonizar a Rusia en base a embustes absurdos. Las acciones irrevocables de las potencias imperialistas (enredadas en sus ambiciones hegemónicas) son el impulso belicista.

Tres cosas golpean a Estados Unidos y a las potencias europeas: La crisis económica mundial, su disminuida representación en la economía global y la oposición obrera a las medidas de austeridad. Con el temor de “inestabilidad en las relaciones entre las potencias globales” (Bildt), quieren afianzar sus posiciones geopolíticas apoderándose de Ucrania (mediante el putsch liderado por fuerzas paramilitares fascistas) y dando un golpe contundente contra Rusia, su vecino. El propósito es transformar a Rusia en una semicolonia de ellos.

El año pasado los gobiernos de Washington y Berlín dirigieron a las potencias de la OTAN a sostener el golpe de estado de Kiev, a cargo de las milicias fascistas del Pravy Sektor (Sector de Derecha). Luego de derrocar al presidente (pro ruso) Viktor Yanukovych, instalaron un gobierno de derecha que impuso salvajes medidas de austeridad sobre la clase obrera e intentó ahogar en sangre a las regiones pro rusas de Ucrania oriental.

Las potencias de la OTAN se aprovecharon de la resistencia armada contra el gobierno de Kiev en regiones de Ucrania oriental, como Crimea y Dombás, como pretexto de la militarización de Europa oriental. Han sostenido la guerra del gobierno de Kiev contra Dombás, con sus cinco mil muertes y millones de refugiados. Ahora el gobierno ruso indica que utilizará sus fuerzas militares para frenar una campaña más agresiva contra Dombás. Las potencias de la OTAN responden con preparativos para una guerra total.

La clase obrera internacional debe rechazar el proyecto bélico imperialista en base a la estrategia de la revolución socialista.

El peligro de guerra se ha convertido en una presencia constante en la vida política. En años recientes se ha llegado varias veces al borde de ese precipicio (Francia y Estados Unidos estuvieron al punto de atacar a Siria [2013]; se amenazó a Rusia [2014] por el derribamiento del vuelo MH17 sobre Ucrania; ahora existe la posibilidad de guerra en Ucrania oriental). A menos que la clase obrera intervenga en masa contra el imperialismo, una u otra de estas crisis detonará una guerra sin control que pondría en jaque la existencia humana.

El Comité Internacional dijo lo siguiente en su declaración del 2014 llamada El socialismo y la lucha contra la guerra imperialista:

“La colisión de los intereses imperialistas y de los estados nacionales expresa la imposibilidad, bajo el capitalismo, de organizar una economía integrada a nivel mundial sobre una base racional, garantizando así el desarrollo armonioso de las fuerzas productivas. Sin embargo, las mismas contradicciones que impulsan al borde del colapso al imperialismo, son el estímulo objetivo de la revolución social. La globalización de la producción ha producido un enorme crecimiento de la clase trabajadora. Sólo esta fuerza social, que no debe lealtad a ninguna nación, es capaz de poner fin al sistema de ganancias, que es la causa fundamental de la guerra”.

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