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Perspectiva

La persecución de los refugiados en todo el mundo

Desde Europa, a Asia, a América, el mundo está presenciando un gran auge de refugiados y una ola de represión estatal y de violencia orientada a negarles sus derechos democráticos.

La Unión Europea tomó dos decisiones contra el flujo de refugiados del norte de África; en lo que va del años se han ahogado casi dos mil personas tratando de hacer el cruce peligroso del Mar Mediterráneo.

La primera es un acuerdo dado a conocer el miércoles 13 de mayo de repartirse entre las naciones de la Unión Europea una cuota combinada de 20.000 refugiados en los dos años que vienen. El número es patético, dado que se cree que medio millón de refugiados están en el norte de África preparando su fuga a Europa, sin mencionar de los 170.000 refugiados el año pasado que ya atravesaron el mar.

No obstante, la propuesta ha provocado una feroz crisis en la Unión Europea. El Reino Unido, Irlanda y Dinamarca han rechazado participar en las cuotas de refugiados. Desde el principió el gobierno tory de Gran Bretaña repudió la propuesta. Que haya cuotas es, según Teresa May, Ministro del Interior, un "factor de atracción", un impulso para alentar a que los refugiados intenten cruzar del Mar Mediterráneo. Indicó May que tanto ella como su gobierno favorecen que los inmigrantes sean devueltos por la fuerza a África.

Con este sistema de cuotas la Unión Europea mejor se encarga en fortalecer el andamiaje de Fortaleza Europa. Parte de este proyecto son las intervenciones militares con el objeto de detener el tránsito de refugiados, la segunda decisión europea.

Un artículo en el diario londinense The Guardián del 13 de mayo informa que la Unión Europea ya ha escrito un documento estratégico de 19 páginas que contempla el uso de la armadas, fuerzas aéreas y fuerzas terrestres europeas para ponerle una barrera a los refugiados partiendo desde Libia. Además de un bloqueo naval, proyectan ataques aéreos contra los barcos y puertos envueltos en el contrabando de inmigrantes por el Mar Mediterráneo, acompañados con la participación de tropas de operaciones especiales en tierra de Libia.

El documento reconoce que tales intervenciones acarrean "un alto riesgo de daños colaterales, incluyendo la pérdida de vidas".

Todo el mundo bien sabe que las potencias imperialistas de Europa amagan usar agresión militar para agravar a una crisis que ellas mismos crearon, junto con su aliado estadounidense, asistidos e instigados por los partidarios, de "izquierda", del "imperialismo de los derechos humanos".

El tránsito de refugiados es impulsado por la destrucción de sociedades enteras por Estados Unidos y sus compinches europeos, comenzando con la invasión directa de Irak y Afganistán, seguida por la campaña de bombardeos de Estados Unidos y la OTAN (coordinada con fuerzas terrestres islámicas substitutas) contra Libia en la guerra para derrocar y asesinar a Muammar Gaddafi. Al mismo tiempo que ocurría la intervención en Libia, Estados Unidos. y sus aliados europeos occidentales llevaba a cabo una intervención con fuerzas substitutas islamistas para cambiar régimen de Siria, para derrocar al gobierno de Assad, un aliado con Rusia e Irán. Esas guerras crearon millones de refugiados, entre ellos un gran número de trabajadores inmigrantes africanos huyendo del sangriento caos creado por el imperialismo en Libia.

Amnistía Internacional publicó un informe esta semana que presenta evidencia de que los refugiados atrapados en Libia encaran el abuso de “grupos armados, contrabandistas, traficantes y los grupos delictivos organizados en Libia, acompañado con explotación sistemática, anarquía y conflictos armados." La infraestructura social de Libia se ha derrumbado en medio de disputas entre milicias rivales y dos gobiernos rivales. Los migrantes en los centros de detención sufren torturas, asaltos sexuales, palizas, trabajo esclavo y ejecuciones. A esas condiciones infrahumanas las potencias europeas quieren expulsar y regresar a los refugiados.

Algo similar ocurre en Asia. Existen 8.000 refugiados varados a bordo de pequeñas embarcaciones en el mar de Andamán y el Estrecho de Malaca. La mayoría de ellos son miembros de la minoría rohingya (musulmana) huyen de persecución en Birmania (Myanmar) y habitantes de Bangladesh que huyen de las condiciones de pobreza en su país.

Los gobiernos de Malasia e Indonesia obligan a las embarcaciones de estas gentes a regresar al alta mar, siguiendo el ejemplo de Australia. Muchos de los refugiados han estado a la deriva desde marzo, condenados a morir de hambre y de enfermedades.

No hay que pasar por alto a Estados Unidos, cuyo gobierno acostumbra a representarse de paladín de los "derechos humanos" cada vez que le convenga justificar sus inacabables intervenciones militares, la política de inmigración de Obama es congruente con la de cualquier dictadura.

Cuando un tribunal mandó cerrar campamentos de detención en masa del gobierno para encarcelar a niños refugiados, y sus familias, que huían hacia el norte de la violencia que impera en América Central, el gobierno dio su cruel respuesta: Separar a las madres de sus hijos. Las madres permanecen encarceladas. Sus hijos serán entregados a hogares temporarios.

Al igual que el caso de los refugiados del norte de África, las condiciones asesinas creadas por décadas de intervenciones imperialistas de Estados Unidos (comenzando con las "guerras sucias" de los años 1970 y 1980 y ahora con la "guerra a las drogas") azuzan a los centroamericanos a huir de sus países. Estos países tienen ahora las tasas de homicidios más altas del mundo, y los que llegan la frontera con Estados Unidos están escapando para evitar morir.

Como en los otros lugares, el gobierno de Estados Unidos resuelve a esta crisis de su propia creación con una represión inhumana e ilegal. Al construir nuevos centros de detención en masa (beneficiando a empresas privadas de encarcelamiento), el presidente Obama ya desobedecía una orden judicial anterior que exigía atención y tratamiento para los niños inmigrantes, en vez de su encerrarlos en tales centros.

Las protestas, y huelgas de hambre, de las madres encarceladas con sus hijos en estos campamentos ilegales y abusivos hicieron que los tribunales intervinieran una vez más. Criminalizar a los refugiados que buscan asilo y tratarlos como si fueran delincuentes y encerrar a niños traumatizados es el método de Obama para disuadir a otros centroamericanos emprender el viaje a Estados Unidos. Otro elemento de disuasión es la militarización de gran parte de la frontera sur de Estados Unidos, lo que obliga a los inmigrantes a transitar territorio más peligroso. Muchos mueren. Estas muertes, al igual que las del Mar Mediterráneo, tienen el propósito de "enviar un mensaje".

El aumento de los refugiados y de las políticas represivas que se utilizan en su contra, al igual que el auge del militarismo entre las grandes potencias imperialistas derivan de la crisis global del capitalismo. No se puede separar el ataque a los refugiados de los que ocurren en todos los países contra los derechos democráticos y las condiciones sociales de la clase obrera.

No existe ninguna posibilidad de luchar contra la clase de poder y sus medidas bélicas, de guerra y la contrarrevolución, sin una defensa de los inmigrantes y refugiados, cosa que significa una lucha intransigente contra los intentos de la clase gobernante en todos los países de convertir en chivo expiatorio esa capa tan oprimida de la clase obrera (parte de una política de dividir y conquistar haciendo uso del chovinismo antiinmigrante) para mejor destruir puestos de trabajo y recortar ingresos.

El Partido Socialista por la Igualdad y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional defienden incondicionalmente el derecho de los trabajadores de todas partes del mundo a vivir y trabajar en cualquier país que elijan, con plenos derechos democráticos y sin temor a la represión policial y la deportación.

La defensa de los derechos de los refugiados y de toda la clase obrera significa una lucha para unir a los trabajadores de todos los países en una campaña para derrocar el sistema capitalista, abolir el sistema de estados nacionales y establecer los cimientos de una economía socialista mundial, organizada racionalmente en base a las necesidades sociales, no las ganancias privadas.

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