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Trump reitera invectiva racista contra los inmigrantes mexicanos

El precandidato presidencial del Partido Republicano, el megamillonario Donald Trump, hizo público un mensaje el lunes reiterando y ampliando sus comentarios racistas sobre México y los inmigrantes mexicanos. La declaración de tres páginas fue un intento de reforzar su táctica de apelar a los sentimientos fascistas de la facción conocida como Tea Party del Partido Republicano.

Trump se refirió al caso de una mujer joven en San Francisco presuntamente muerta a tiros la semana pasada por un inmigrante mexicano indocumentado como prueba de su afirmación de que los inmigrantes son criminales, violadores, traficantes de drogas y en general, "los peores elementos de México." El incidente ha sido aprovechado por toda la clase política, en particular por la principal candidata demócrata, Hillary Clinton, para denunciar a ciudades, como San Francisco, que ofrecen algún tipo de santuario a los inmigrantes..

Trump añadió, usando un lenguaje que recuerda al propagandista nazi Joseph Goebbels: "Se trata de una inmensa plaga infecciosa cruzando la frontera. Los Estados Unidos se ha convertido en el basurero [humano] de México y, de hecho, de muchas otras partes del mundo".

Trump define la inmigración procedente de México como el producto de una conspiración del gobierno mexicano para deshacerse de su propia clase criminal exportándola a Estados Unidos.

"El Gobierno de México quiere una frontera abierta, siempre y cuando se trate de una frontera abierta en una sola dirección", afirmó. "No sólo nos están matando en la frontera, pero nos están matando en el comercio... México beneficiándose con miles de millones de dólares."

La interpretación de Trump de México como el depredador y los EE.UU. como la víctima desventurada, sería ridícula si no fuera tan reaccionaria y siniestra. Estados Unidos se apodero de casi la mitad del territorio de México en la guerra de 1848, y ha dominado por mucho tiempo la vida económica y política de su vecino del sur.

El ascenso del imperialismo estadounidense acarreó a una importante inversión de Estados Unidos en la agroindustria, petróleo y minería mexicana, cosa que estuvo acompañada por importantes intervenciones militares durante la Revolución Mexicana 1911-1919, incluyendo el desembarco de los marines estadounidenses en el puerto de Tampico y la invasión del norte de México por las tropas del ejército del general John J. Pershing, en la inútil persecución del ejército del guerrillero revolucionario, Pancho Villa.

La labor inmigrante mexicana fue un factor central durante décadas en el desarrollo de California y Texas, particularmente en la agricultura, y más tarde en la construcción y las industrias de alta explotación de mano de obra barata e intensiva como la fabricación de prendas de vestir. La clase dominante de Estados Unidos sigue cosechando grandes beneficios del trabajo de los inmigrantes superexplotados provenientes del otro lado del Río Grande, incluido el propio Trump.

Reporteros del Washington Post entrevistaron a trabajadores en una obra de construcción del hotel Trump no lejos de la Casa Blanca en el centro de Washington, y encontraron que la fuerza de trabajo era predominantemente inmigrantes de México y América Central.

Algunos de los trabajadores comentaron que este megamillonario empleaba mano de obra terciarizada – es decir, el proyecto de construcción de Trump utiliza mano de obra subcontratada a través de otra empresa.

Ramón Álvarez, de 48 años y originario de El Salvador, trabaja colocando ventanas. Preguntó: "¿Cree usted que cuando estamos trabajando en el octavo piso somos violadores o traficantes de drogas? Estamos arriesgando nuestras vidas y nuestra salud. Muchos de los productos químicos que manejamos son tóxicos”.

David Montoya, otro inmigrante salvadoreño, es camionero para la construcción. Tiene 28 años de edad; llegó a Estados Unidos a la edad de 10, y se gana la vida con el trabajo duro. Tiene tres hijos nacidos en Estados Unidos y una casa que su esposa y él compraron en el suburbio de Silver Spring, Maryland. Como reacción a los insultos de Trump contra los trabajadores inmigrantes, le dijo al Washington Post: "En realidad, somos más americanos que él."

Estos sentimientos están en agudo contraste con el evidente temor de los políticos del Partido Republicano en rechazar a Trump y sus los racistas comentarios contra los inmigrantes.

Más recientemente, el megamillonario de Wyoming Foster Friess, que más o menos financió por su cuenta la campaña presidencial del ex senador de Pensilvania Rick Santorum en 2012, envió una carta al presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, amenazando cualquier intento de atacar o aislar a Trump. Aconsejó a los candidatos del Partido Republicano a proceder civilizadamente.

Friess afirmó que contaba con el apoyo del megamillonario Sheldon Adelson dueño de un casino en Las Vegas, quien financió la campaña de Newt Gingrich en 2012, y de Todd Rickets, co-propietario del equipo de béisbol Los Cachorros de Chicago, que es el respaldo financiero del gobernador de Wisconsin, Scott Walker como candidato presidencial en el 2016.

La agencia de noticias Associated Press informó que el ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, ha respondido favorablemente al llamado de Friess, expresando su "esperanza de que no cometamos el fratricidio dentro de nuestro partido."

Dos publicaciones líderes de derecha expresaron la misma posición en relación a Trump. En el Weekly Standard, William Kristol dijo que los comentarios de Trump habían sido "groseros y reprobables", pero que respondían a una "genuina preocupación por los inmigrantes ilegales."

Rich Lowry del National Review escribió que los comentarios de Trump "hicieron más para insultar que para iluminar, sin embargo, hay en esos comentarios existe una verdad importante que los políticos típicos o bien no reconocen o simplemente tienen miedo de mencionar."

Y continuó: "La diatriba de Trump sobre la inmigración está más cerca de la realidad que los clichés de algodón de azúcar de los románticos de inmigración que no están dispuestos a reconocer que puede haber un problema en darle la bienvenida a un gran número de jóvenes que no han terminado la escuela en una economía del siglo XXI. Si no queremos añadir a al número de pobres, de los no asegurados y de los que dependen del estado benefactor, deberíamos tener menos inmigrantes poco cualificados, asumiendo que estas palabras aún no se consideran oficialmente un crimen de odio".

Lowry está simplemente articulando en un lenguaje más sofisticado precisamente lo que Trump dice con grocerías y provocacioness para instigar deliberadamente el miedo y el odio a los inmigrantes con el fin de dividir a la clase obrera y enfrentar a los trabajadores nacidos en Estados Unidos contra sus hermanas y hermanos nacidos en el extranjero.

Hay una división del trabajo aquí, similar a la del sur de Jim Crow [sistema de discriminación legal], cuando el Ku Klux Klan fomentaba el racismo con las palabras más soeces, mientras que los Consejos de Ciudadanos Blancos hacían lo mismo con el lenguaje de la Cámara de Comercio y no de la cloaca.

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