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Seguridad y la Cuarta Internacional, el Caso Gelfand y la deposición de Mark Zborowski

11 Noviembre del 2015

Estimada Señora Weissman

Esta carta es una exigencia formal que usted, completamente y sin equívoco, públicamente retraiga declaraciones falsas que calumnian al Comité Internacional de la Cuarta Internacional y al abogado Alan Gelfand, que aparecen en la conclusión de la segunda parte del artículo: “Mark ‘Etienne’ Zborowski: Portrait of Deception”, escrito por usted y publicado este verano en Critique: Journal of Socialist Theory .[1]

Las declaraciones que nosotros rechazamos aparecen bajo el subtítulo “Posdata” (Postscript). No se trata aquí de errores fácticos, desafortunados pero sin intención, sino de una sarta de deliberadas distorsiones de los hechos y de embustes descarados.

Usted recurre a las calumnias para desacreditar la investigación que el Comité Internacional inició en 1975 sobre la penetración de agentes de la policía secreta soviética (GPU-NKVD) dentro de la Cuarta Internacional. Esta investigación, Seguridad y la Cuarta Internacional (Security and the Fourth International), es la más detallada que ha aparecido hasta el momento sobre el papel que jugaron agentes estalinistas en el asesinato de individuos claves en la Cuarta Internacional, culminando con el asesinato de Trotsky. En verdad, los dos artículos que usted publicó en Critique se basan –en su parte honesta (aunque sin dar el crédito apropiado)— en la investigación que hizo hace 40 años el Comité Internacional. Que usted se niegue a admitir que ha recurrido en sus artículos a la investigación pionera de Security and the Fourth International es un verdadero plagio intelectual.

El ataque suyo contra Alan Gelfand y contra la demanda que éste inició contra el Partido Socialista de los Trabajadores (Socialist Workers Party, SWP) merece especial bochorno, porque los esfuerzos de Gelfand hicieron posible que se hicieran públicos documentos –como el testimonio ante el gran jurado de Sylvia Caldwell (alias Callen, Franklin y Doxsee)— que tanto han citado historiadores que investigan los crímenes de la policía secreta soviética.[2]

El que usted esconda los motivos políticos que están detrás de los ataques suyos contra el Comité Internacional y Gelfand, hace relucir la naturaleza tan infame y deshonesta de su “posdata”. Luego del Poscript, hallamos una “declaración de divulgación” que dice: “La autora no nos informa de ningún posible conflicto de intereses”. [3] Usted es culpable, señora Weissman, de publicar una declaración de divulgación falsa con el fin intencional de esconder importante información a los lectores de Critique.

El repudio extremo suyo de Security and the Fourth Internacional está ligada inextricablemente a sus afiliaciones políticas. Usted ha participado en la política pablista desde hace 40 años, décadas que se pasó rechazando la investigación del Comité Internacional sobre las actividades de la GPU dentro de la Cuarta Internacional y las circunstancias del asesinato de Trotsky. Usted pertenece a la organización Solidarity, mayormente creada por antiguos miembros del SWP, y se convirtió en miembro del comité de redacción de la revista de ese grupo (Against the Current, Contra la Corriente), en 1986. Mucha de la gente con quien usted se asocia ha repudiado públicamente a Security and the Fourth International diciendo que una “campaña calumniadora”. Usted, Sra. Weissman, nunca objetó que el Socialist Workers Party elogiara a Sylvia Caldwell, diciendo que había sido una “camarada ejemplar”, y usted está de acuerdo con el SWP que la labor de desenmascarar la infiltración del gobierno de la Cuarta Internacional equivale a “pesca de agentes” (agent-baiting) y “paranoia”.

Entre bastidores, usted ha difundido mentiras sobre la investigación del Comité Internacional, refiriéndose en 1996 a Security and the Fourth International como “basura” en una carta al difunto Albert Glotzer, uno de los fundadores del Socialist Workers Party. Nada le provoca más malestar que enterarse que historiadores bien reconocidos puedan haber consultado a Security and the Fourth International. Comentando sobre un libro de un importante historiador soviético, usted le escribió a Glotzer: “Lo que me preocupa mucho del libro de Volkogonov, en una sección sobre el asesinato de Trotsky, es que él mismo se basa no sólo en Sudoplatov, pero aún peor, en los Healyites Americanos (o Northites) del Caso Gelfand”. [4] Sudoplatov, como bien sabe usted, fue un infame asesino del Comité de Seguridad del Estado ( Komitet gosudarstvennoy bezopasnosti, KGB) soviético, que jugó también un papel clave en el complot del asesinato de Trotsky. Que usted considere que los Northites son “aún peor” que un asesino de la GPU-NKVD devela no sólo cuan grande es su odio subjetivo, sino el punto de vista político detrás de su proyecto Zborowski.

Tampoco le comunica a sus lectores que usted estuvo a favor de la expulsión de Alan Gelfand del Socialist Workers Party cuando él exigía que el SWP abandonara su defensa de Sylvia Caldwell y que Joseph Hansen, un dirigente principal de esa organización, respondiera a documentos hechos públicos por el Comité Internacional develando sus propios contactos con la GPU y con el Buró Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense, en las décadas de 1930 y 1940. Por encima de todo, señora Weissman, usted todavía está a favor de, y sigue encubriendo, la labor del SWP en 1981-1983 de obstaculizar y suprimir los intentos de Alan Gelfand de obligar a Sylvia Caldwell y a Mark Zborowski a declarar bajo juramento sobre sus actividades dentro del movimiento trotskista.

Que usted haya presentado una falsa declaración de divulgación no sólo desacredita su ataque contra el CICI y Alan Gelfand, también plantea una seria interrogante sobre la naturaleza y propósito de su investigación se las actividades de Mark Zborowski, como agente dentro de la Cuarta Internacional. A la luz de la naturaleza fraudulenta de su “posdata”, la integridad de su proyecto Zborowski queda en duda. El subtítulo de su artículo sobre Zborowski: “Retrato de un Engaño” (Portrait of a Deception), podría describir con justicia la propia obra suya, señora Weissman.

Examinemos detalladamente su posdata. El texto completo del párrafo final dice:

En 1979, la Liga Obrera (Workers League, WL), correligionaria de la Liga Socialista Laboral ( Socialist Labor League, WRP) de Gerry Healy y del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, se enteró de la dirección de Mark Zborowski en San Francisco y piqueteó su morada. Esa organización había iniciado una extraña campaña sectaria para embarrarlo a Joseph Hansen, uno de los dirigentes del Socialist Workers Party estadounidense, quien había sido uno de los secretarios de Trotsky en su casa en la Calle Viena en Coyoacán, México. En el infame Caso Gelfand, nombrado así por el abogado Alan Gelfand que inició un demanda contra el SWP y Joseph Hansen, el Workers League acusó a líderes claves del SWP de ser agentes de la FBI y a Joseph Hansen de ser un agente de la FBI y de la GPU. El caso era frívolo y sin fundamentos, aunque sí sirvió de propaganda para la organizaciones de Healy. Estos acontecimientos vienen al caso para este artículo porque Gelfand logró deponer a Zborowski en abril 1982. Zborowski se burló de Gelfand y de su abogado, negándose a divulgar nada más que el año y lugar de su nacimiento y si tenía hermanos. Eventualmente la demanda fue denegada. Una vez más Zborowski demostró su habilidad de revelar nada, haciendo pasar por tontos a los que le hacían preguntas.[5]

Casi todas las oraciones de ese párrafo son erróneas, peroratas embusteras para mal representar el entorno de los acontecimientos, medias verdades, y mentiras completas:

1. “En 1979, la Liga Obrera (Workers League), correligionaria de la Liga Socialista Laboral (Socialist Labor League) de Gerry Healy y del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, se enteró de la dirección de Mark Zborowski en San Francisco y piqueteó su morada.”

Zborowski intenta impedir que David North lo fotografíe en agosto de 1975

Sea por descuido o malicia, usted no parece capaz de ser correcta en los hechos más elementales. La Liga Obrera se enteró de la dirección de Zborowski en San Francisco en 1975, no en 1979. Esa discrepancia de cuatro años distorsiona la crónica de los acontecimientos que hicieron que Alan Gelfand decidiera demandar al Partido Socialista de los Trabajadores, cosa que ocurrió luego de él ser expulsado del SWP en enero de 1979. Tampoco piqueteó la Liga Obrera la casa de Zborowski. Bajo instrucciones del Comité Internacional, yo fotografié a Zborowski y a su esposa enfrente de su departamento en Agosto 1975. Esas fotos fueron publicadas en How the GPU Murdered Trotsky (Como asesinó a Trotsky la GPU), el informe interino de la investigación Security and the Fourth International.

2. Esa organización inició una extraña campaña sectaria para embarrarlo a Joseph Hansen, uno de los dirigentes del Socialist Workers Party estadounidense, quien había sido uno de los secretarios de Trotsky en su casa en la Calle Viena en Coyoacán, México.

La manera que usted usa para describir Security and the Fourth International –una “extraña campaña sectaria para embarrarlo a Joseph Hansen”— es una invención difamatoria de los orígenes y de la naturaleza de las acusaciones del Comité Internacional contra Joseph Hansen. How the GPU Murdered Trotsky apareció en serie en la prensa del Comité Internacional entre agosto y septiembre de 1975. Esa crónica, producto de una investigación meticulosa, presentaba públicamente, por vez primera en la Cuarta Internacional, un recuento detallado de la conspiración contra la vida de Trotsky. Exceptuando un solo informe escrito inmediatamente después del asesinato de Trotsky, el Partido Socialista de los Trabajadores nunca se esforzó en desenmascarar y develar la camarilla GPU-NKVD que infiltró la Cuarta Internacional y organizó el asesinato de Trotsky. Basándose en documentos oficiales estadounidenses, transcripciones oficiales del audiencias del Congreso, y el testimonio de agentes soviéticos que estuvieron en el banquillo en la década de 1950, el Comité Internacional reconstruyó la maraña de agentes de la GPU –en París, Nueva York y México— envueltos en la conspiración para asesinar a Trotsky y destrozar la Cuarta Internacional.

How the GPU Murdered Trotsky analiza los orígenes de la conspiración GPU contra el movimiento trotskista internacional. Investiga las actividades en Europa de los hermanos Sobolevicius (alias Senin y Well) y de Mark Zborowski (alias Etienne). La información que descubrió el Comité Internacional también levantó dudas sobre el papel de Lola Dallin (alias Estrine), quien se describía a si misma como “gemela” de Zborowski, protegiéndolo constantemente durante más de 20 de años, de ser descubierto, así haciendo más fácil sus crímenes. El Comité Internacional repasó la manera en que Ramón Mercader (alias Frank Jacson) logro con éxito insinuarse a Sylvia Ageloff, miembro del SWP, para acercase a la Cuarta Internacional, cosa que eventualmente le hizo posible acercarse a Trotsky.

How the GPU Murdered Trotsky también describe la red de agentes de la GPU que se metieron en el movimiento trotskista de Estados Unidos. Entre estos están Thomas Black, Floyd Cleveland Miller y Sylvia Caldwell, quien fue secretaria personal, entre 1938 y 1947, de James Cannon, fundador del SWP. How the GPU Murdered Trotsky descubrió información sobre Robert Sheldon Harte –el guardia americano que le abrió la puerta de la casa de Coyoacán al escuadrón que, disparando ametralladoras, intento sin éxito asesinar a Trotsky el 24 de mayo de 1940— lo que levantaría fuertes sospechas que él había sido un agente estalinista.

El Comité Internacional también descubrió documentos del gobierno estadounidense que develaron por primera vez que Joseph Hansen había iniciado, a solo 10 días de la muerte de Trotsky, una serie de reuniones secretas con la FBI en la embajada norteamericana en Ciudad México. En la primera reunión, Hansen le dijo al agente Robert McGregor de la FBI que “en Nueva York él mismo fue contactado por un agente de la GPU, quien le pidió que dejara la Cuarta Internacional y se uniera a la Tercera”. Diciendo que actuaba con el visto bueno de Trotsky, Hansen le dijo a la FBI que durante tres meses él “se había relacionado con un individuo que se identificó simplemente como ‘John’, y nunca reveló su verdadera identidad.” [6]

Al enterarse de esta información previamente desconocida, el Comité Internacional exigió que Hansen explicase sus contactos con la FBI y relación con la GPU.

La respuesta de Hansen a How the GPU Murdered Trotsky fue verdaderamente pasmosa. Simplemente ignoró la crónica de su reunión con la FBI diciendo que era un “géiser de lodo,”[7] sin dar ningún evidencia de haber sido autorizado por la dirección del SWP, para esta y subsiguientes reuniones con esa, la “Gestapo de Estados Unidos” –apodo público que le daba a la FBI el SWP en 1940. Tampoco hubo explicación de parte de Hansen de las reuniones con el agente “John” de la GPU.

Al mismo tiempo, Hansen escribió una engañosa defensa de la secretaria personal de Cannon: “Sylvia Caldwell (su nombre en el partido)”, dijo en un largo documento publicado el 24 de noviembre de 1975 en la revista del SWP Intercontinental Press, “trabajó con diligencia en la difícil tarea de manejar la oficina nacional del SWP, cosa que incluía ayudar a Cannon, como secretaria. En verdad todos los camaradas que compartían esas labores con ella, que a veces frustraban, la consideraban como un ejemplo. Les enojaba tanto como a ella la vil calumnia de Budenz”. [ 8 ]

Bien sabe Usted, Señora Weissman, que Louis Budenz fue por un tiempo el editor estalinista del Daily Worker (periódico estalinista estadounidense) que también era agente de la GPU en Estados Unidos y que jugó un papel muy importante en la conspiración para asesinar a Trotsky. Luego de abandonar el Partido Comunista, Budenz se pasó a la FBI y comenzó a identificar a los agentes que la GPU había asignado al trotskista Partido Socialista de los Trabajadores. Uno de ellos fue Sylvia Caldwell, quien desapareció del SWP en 1947, a poco de ser delatada por Budenz. En 1960, el nombre Sylvia Callen (apellido de soltera de Caldwell) apareció como co conspiradora no acusada en el proceso contra Robert Soblen por espionaje –no es necesario que le informe a usted que Soblen era uno de los anteriormente mencionados hermanos Sobolevicius que habían infiltrado el movimiento trotskista a principio de la década de 1930. Su hermano, Jack Soble, que había sido encontrado culpable de espionaje en los 1950, durante su proceso también delató a la secretaria de Cannon como agente de la GPU.

Hansen también se quejó que la sospecha del CICI sobre Robert Sheldon Harte le había parecido “especialmente repugnante”. Escribió que “el tufo de las viejas calumnias de la GPU contra Harte existe todavía en la sede del Workers Revolutionary Party.”[9]

Después de la publicación de How the GPU Murdered Trotsky , el Comité Internacional descubrió más documentos del gobierno sobre la relación de Hansen con la FBI [10]. Éstos revelan que la relación de Hansen fue intensa y abierta. Información pasaba en una sola dirección, de Hansen a la FBI. Le dio información que identificaban a ciudadanos estadounidenses como agentes de la GPU. Le dio a la FBI un memorando secreto de Whittaker Chambers (otro que había abandonado a la GPU) que tenía que ver con Sylvia Ageloff y el asesinato de Trotsky. Decía: “No puedo creer en la inocencia de las chicas Ageloff. Sólo un idiota puede vivir con un agente de la GPU y no enterarse”. Si o no se justifica la evaluación de Chambers es algo que se puede debatir. Sin embargo, cuando Hansen le entrega este documento a la FBI, que incriminaba a una camarada en el partido, el SWP sostenía públicamente que Sylvia Ageloff había sido una inocente víctima del engaño criminal del asesino de Trotsky.

J. Edgar Hoover, director del FBI, seguía de cerca las reuniones de Hansen con el FBI y ordenó que no se le diera a Hansen ninguna información sobre la investigación del FBI sobre el asesinato de Trotsky.

Finalmente, antes de regresar a Nueva York desde México, Joseph Hansen pidió que se le pusiera en contacto confidencial con alguien en la FBI a “quien se pueda entregar información impunemente” [ 11].

Carta de un agente del gobierno de Estados Unidos, Joseph Hansen pedía un agente confidencial del FBI con quien estar en contacto.

3. En el infame Caso Gelfand, nombrado así por el abogado Alan Gelfand que inició una demanda contra el SWP y Joseph Hansen, el Workers League acusó a líderes claves del SWP de ser agentes de la FBI y a Joseph Hansen era un agente de la FBI y de la GPU. El caso era frívolo y sin fundamentos, aunque sí sirvió de propaganda para la organizaciones de Healy.

Nada hubo de “frívolo” o “sin fundamentos” –mucho menos de “infame”— en la demanda de julio de 1979 de Gelfand . Estuvo basada en una montaña de evidencia. De haber sido “frívolo y sin fundamentos”, el pleito no hubiese continuado. Tres veces intentó, y falló, el SWP en hacer que la juez cerrara el sumario por falta de evidencia. Una de esos intentos, el 12 de julio de 1982, fue negado por la juez Marianna Pfaelzer, quien confirmó que Gelfand había demostrado en el sumario, con evidencia, la existencia de delitos; o sea que no hay nada en ese proceso que fuera “frívolo y sin fundamento”, menos aún “infame”. El fallo de la juez destruyó objetivamente el argumento oficial del SWP, que usted sigue sosteniendo hasta hoy día, que “Healy y sus socios no han presentado ni la más mínima evidencia, documentos, o testimonios que hagan constar sus acusaciones difamatorias contra Hansen y Novack, nombres que son blanco de sus ataques ”[12].

Durante más de un año antes del comienzo de su demanda a fines de 1978 y de su expulsión del SWP a principios de 1979, Gelfand había intentado que el secretario nacional Jack Barnes, y otros dirigentes del partido le dieran una explicación, coherente y basada en los hechos, de los documentos incriminatorias que el Comité Internacional había publicado. En vez de explicación –no hubo ninguna— se le decía que leyera el boletín educativo del SWP “La gran mentira de Healy” (Healy’s Big Lie). Se le dijo falsamente a Gelfand que ese documento resolvía todas las cuestiones que había planteado el Comité Internacional. Pero el Boletín, para el que lo leyera con cuidado, no contestaba nada. Queda claro que usted, Señora Weissman, está satisfecha con la decisión del SWP a no responder a sólidas evidencias que demuestran que Sylvia Caldwell fue un agente y que Joseph Hansen un informante de la FBI; Gelfand no quedó convencido.

Gelfand le escribió una carta al Comité Nacional del SWP con un cuidadoso repaso de los documentos y relacionadas evidencias que el Comité Internacional había encontrado. Le pidió al Comité Nacional que respondiera a tres preguntas:

1. ¿Fue Sylvia Franklin, la secretaria personal de James P. Cannon, un agente de la GPU?

2. ¿Autorizó el SWP a Joseph Hansen tener contactos personales con la GPU en 1938?

3. ¿Autorizó el SWP a Joseph Hansen reunirse con la FBI en 1940? [13]

Gelfand, un abogado defensor público con mucha experiencia, incluyó con cada pregunta un repaso detallado de los documentos que el Comité Internacional había publicado como evidencia. En esa carta, como conclusión, Gelfand escribió:

Tengo la certeza de que al leer con objetividad esta carta, se determinará que Sylvia Franklin sí fue un agente de la GPU y que como mínimo, las relaciones entre Joseph Hansen y la GPU y FBI son sospechosas, y deben ser examinadas detalladamente de inmediato. [14]

La carta de Gelfand termina con dos exigencias:

Que se repudie a Sylvia Franklyn por ser agente de la GPU.

Que se exija de Joseph Hansen una explicación completa y total de su enredo con la GPU y el FBI; que él entregue al partido todos los archivos, memorandos, manuscritos, cartas, y cualquier otra correspondencia que tenga bajo su posesión o control. [15]

El 7 de abril de 1978, Larry Seigle respondió a Gelfand en representación de Comité Político del SWP. Le advirtió que:

Nos has pedido nuestra opinión sobre como proceder en cuanto a tus acusaciones contra Joe Hansen. Nuestra respuesta es simple. El partido no puede y no permite la pesca de agentes entre nuestros miembros. No se toleraran repeticiones tuyas de las calumnias de los seguidores de Healy.[16]

La carta de Seigle dejaba en claro que la dirección del SWP no podía refutar la evidencia publicada por el Comité Internacional, que su única respuesta a los que buscaban respuestas era la amenaza de expulsión.

El 18 de diciembre de 1978, Gelfand introdujo una petición amicus curiae (amigo del tribunal) en el tribunal federal, demandando que el procurador general de Estados Unidos “devele todos los nombres de informantes dentro del SWP, tanto en el pasado como en el presente...”[17]. En respuesta a esa consecuente demanda, el Comité Político del SWP expulsa a Alan Gelfand al mes siguiente, el 11 de enero de 1979. En una declaración pública en representación de la dirección del SWP, Seigle escribe que la “expulsión ya era deuda atrasada”[18].

Hasta hoy en día usted insiste en calumniar a Gelfand aún después de haber sido totalmente verificadas las sospechas de él sobre la infiltración del Socialist Workers Party.

Permítame dirigir su atención a ciertas verdades indisputables.

Primero, los Archivos del Proyecto Venona (Venona Papers) y otros documentos obtenidos después de que se disolvió la Unión Soviética confirman que Robert Sheldon Harte –a quien Hansen y su colega George Novack elogiaron y pintaron de víctima inocente de la “Gran Mentira de Healy”— había sido reclutado por la GPU y participó en el ataque asesino contra Trotsky del 24 de mayo de 1940:

Archivos de la KGB que Vasili Mitrokhin trajo al occidente confirman que Harte había colaborado con los atacantes, diciendo que Harte había sido reclutado por la GPU en Nueva York. Su nombre de espía había sido “Cupid.” [19]

Por lo tanto las dudas sobre Harte que el Comité Internacional plantea en How the GPU Murdered Trotsky __ por las que fue viciosamente atacado por Hansen y Novack— eran totalmente legítimas. Es notable que no hay ninguna mención de Sheldon Harte en los artículos de Critique.

Segundo, ya no cabe duda que Sylvia Caldwell fue una agente de la GPU. A raíz de la demanda de Gelfand, se hizo público el testimonio de Caldwell ante un gran jurado federal en 1958, en que ella confiesa haber sido una espía estalinista dentro del SWP. Por fin, aún usted ahora reconoce que ella fue un agente. Dice en el artículo de Critique:

En cambio, Mike Cort (alias Floyd Cleveland Miller) se convirtió en el principal infiltrado en el SWP, junto con Sylvia Callen, la secretaria personal de James Cannon, cargo que le permitió acceder a documentos confidenciales e información sobre las actividades del SWP. En el movimiento trotskista se apellidaba Caldwell, pero también era conocida por los apellidos de los hombres con quien estuvo casada, primero Zalmond Franklin (quien también fue un agente), luego James Doxsee. Su apodo en el proyecto Venona era “Satyr”. Con regularidad le pasaba a su jefe Jack Soble, informes escritos a máquina sobre la lucha de fracciones dentro del SWP, aunque ocasionalmente pedía que la relevaran porque ese trabajo la ponía nerviosa. Joseph Katz fue encargado, bajo la tutela de Soble, de ambos, Cort y Caldwell. [20]

Los archivos del Proyecto Venona –transcripciones de informes de documentos de espionaje soviético descifrados que Estados Unidos sacó a la luz después de la disolución de la URSS— añaden casi nada sobre Doxee que Security and the Fourth International y la demanda de Gelfand ya no habían descubierto. Yo había dado con el paradero de Caldwell en Wheaton, Illinois en mayo 1977 y averiguado que su nombre de casada era Sylvia Doxsee. En marzo 1983, cuando concluía el proceso de Gelfand, la juez Marianna Pfaelzer hizo pública, a pesar de las acérrimas protestas del SWP, la transcripción del testimonio de Doxsee ante un gran jurado. La decisión de Pfaelzer claramente sorprendió al abogado del SWP, ni mencionar al secretario nacional, Jack Barnes. Menos de una hora antes de esa decisión, Barnes había reafirmado su admiración por Sylvia Franklin. El abogado de Gelfand y Barnes intercambiaron las siguientes palabras ante el tribunal el 9 de marzo de 1983:

P: ¿Fue su opinión cuando recibió la carta [de Gelfand] que no existían ningunas pruebas de que Sylvia Franklin era un agente de la GPU?

Barnes: Toda le evidencia es contraria. Todo su comportamiento, tanto cuando participaba del movimiento como desde que se fue comprueba que ella sigue siendo lo que fue: un miembro modelo, leal y trabajadora.

P:¿Sigue siendo esa su opinión hoy en día?

Barnes: Bueno, my opinión hoy en día es que ella es una de mis heroínas, teniendo en cuenta los tormentos que ha atravesado en el último par de años. Yo me sentiría aún más sólido sobre ella, sobre su integridad, que me sentía entonces [21].

Tercero, un documento que Gelfand obtuvo durante la fase de descubrimiento de pruebas del proceso indica que Louis Budenz, quien había delatado a Sylvia Caldwell, también había nombrado a Joseph Hansen como agente de la GPU. Una carta confidencial enviada a Joseph Hansen por Vaughn T. O’Brien, un amigo suyo, hace memoria de este importante evento:

Hace algunos años, al cerrar la década de los 1940, o a comienzos de los 1950, (no estoy seguro de la fecha, aunque me acuerdo bien del lugar –Segunda Avenida y la Calle Diecisiete, en Nueva York)— me topé con Pearl Kruger en la calle. Pearl había sido la secretaria en la oficina del Comité Estadounidense por la Defensa de León Trotsky (American Committee for the Defense of Leon Trotsky) y originalmente había estado ligada con A.J. Muste y Louis Bundenz [sic] en el antiguo Partido Obrero Estadounidense (American Workers Party). Yo no la había visto por mucho tiempo, pero ella inmediatamente me dijo, “Budenz dice que tu amigo Joe Hansen trabajó para la GPU [22].

Sylvia Caldwell (alias Franklin, Doxsee), fotografiada por David North en 1977.

La carta de O’Brien reveló, por fin, el porqué Hansen y el SWP han defendido tan incesantemente a Sylvia Caldwell, apodándola “camarada ejemplar” a pesar de toda la evidencia que existía (aún antes de que se hicieran públicos su testimonio de 1958 y los documentos del Proyecto de Venona) que ella había sido una espía de la GPU-KGB; y el porqué ellos una y otra vez a acusaban a Budenz de perjurador. Budenz había delatado a Caldwell y a Hansen. Aceptar la acusación contra Caldwell para el SWP conllevaba aceptar la de Hansen. Que el SWP aceptase lo que decía Budenz sobre Calwell, inevitablemente hubiera planteado serias interrogantes sobre el papel que jugó Hansen. Es mas, que Budenz nunca delató a Hansen públicamente inevitablemente levanta la sospecha que la FBI había prohibido que éste fuera desenmascarado porque Hansen había sido su informante desde 1940.

Cinco semanas después de acabado la demanda de Gelfand, la edición del Militant [periódico del SWP] del 15 de abril de 1983, informa a sus miembros por primera vez lo que la cúpula del partido había sabido desde hacía años: que Budenz había nombrado “a varios miembros del SWP como agentes soviéticos, entre ellos a Joseph Hansen, principal líder del SWP hasta su muerte en 1979…”. La palabra “varios” indica que en la lista de agentes de la GPU había otros nombres, además de Hansen y Caldwell. Por monumental que haya sido el reconocimiento público, que vindica totalmente la investigación de Security and the Fourth International y la labor de Alan Gelfand, la dirección del SWP tomó la decisión de seguir defendiendo a Caldwell. Sólo un día después de ese reconocimiento incriminatorio aparece en el Militant, Larry Seigle propone en el Comité Político del SWP:

Por último, debemos escribir un artículo que presente el punto de vista del partido sobre las acusaciones contra Sylvia Caldwell. Ese artículo debe poner ante el partido y el movimiento internacional nuestra posición sobre la responsabilidad que el partido tiene de defenderse contra campañas “soplonas” tipo Cointelpro como la que ocurre contra Sylvia Caldwell y el SWP. En particular debemos explicar de nuevo, para los que nunca se enteraron y para los que se han olvidado, que el liderazgo del partido revolucionario tiene la responsabilidad de lealmente defender cada uno de sus miembros contra campañas de difamación. [23]

Las actas del comité político dicen que la propuesta de “aprobar la línea de Seigle para un artículo sobre Sylvia Caldwell” fue aprobada por unanimidad. Esa “línea”, aparece en un informe de Jack Barnes al comité nacional de SWP en mayo 1983, que apareció en la edición del 5 de agosto de 1983 del Militant. De nuevo elogia Barnes a Caldwell, llamándola “camarada”. Dijo Barnes:

Sabemos que Sylvia fue denigrada por Louis Budenz, saboteador de la FBI y soplón. La FBI la atormentó durante el periodo de witchhunt (caza de brujas) [1950-56]. Grandes jurados federales que investigaban el “espionaje” soviético en la década de 1950, como el que acusó a los Rosenberg, la obligaron a declarar. Ahora el WL-WRP continúa esa campaña, que ella encara, que tiene el fin de avanzar su sabotaje contra nuestro movimiento, aquí y en el ámbito internacional.

Barnes asegura en ese discurso que la transcripción del gran jurado había sido una falsificación. “Supuestamente este es el montaje perfecto –una transcripción oficial, donde la mujer misma jura haber cometido las cosas que se le acusa”. El comité nacional aceptó las reclamaciones escandalosas y desesperadas de Barnes sin protesta alguna.

4. Estos acontecimientos vienen al caso para este artículo porque Gelfand logró deponer a Zborowski en abril 1982. Zborowski se burló de Gelfand y de su abogado, negándose a divulgar nada más que el año y lugar de su nacimiento y si tenía hermanos. Eventualmente la demanda fue denegada. Una vez más Zborowski demostró su habilidad de revelar nada, haciendo pasar por tontos a los que le hacían preguntas”.

Todo lo de arriba es una distorsión y falsificación de la verdad de los acontecimientos. Zborowski no se burló de nadie, cosa que queda bien claro en la crónica –del Caso Gelfand— del tesón con que se intentó hacer declarar a Zborowski. El primero de febrero de 1982, la juez Pfaelzer de permitió a Gelfand descubrir evidencias durante 90 días. Durante ese periodo se le permitía el derecho de deponer a testigos para obtener información de importancia sobre el caso. Los abogados de Gelfand procedieron a citar a Zborowski. De inmediato el SWP le pide al tribunal una orden de protección para impedir que Zborowski sea depuesto. En su propia deposición, en marzo de 1982, Jack Barnes recurrió a una extraordinaria justificación de la intervención del SWP en defensa de Zborowski

P: ¿Es su deber proteger a agentes de la GPU?

Barnes: Es mi deber proteger los derechos de ciudadanos estadounidenses luchando y trabajando a través del movimiento y defendiendo los derechos de nuestro partido, cuando se los ataca.

P: ¿Están siendo atacados los derechos de su partido cuando se investiga, dentro de los límites de la ley, las actividades de la GPU en su movimiento?

Barnes: Cuando atormentan a individuos organizaciones cuyo único propósito es martirizarlos, sus derechos son afectados. Usted mencionó al señor Zborowski anteriormente. Él es una persona que declaró, bajo juramento, haberse asociado con agencias opuestas a nuestro movimiento. Aún así el señor Zborowski goza de los mismos derechos que cualquier otro ciudadano de este país. [24]

No era la cuestión si Zborowski tenía derechos o no, pero si debería dar su testimonio, en una deposición legal, sobre su papel como agente estalinista. Respondiendo a los intentos del SWP de impedir la deposición, los abogados de Gelfand presentaron una explicación del significado de la declaración de Zborowski:

El testimonio del señor Zborowski iluminará la naturaleza de las actividades de la GPU dentro del movimiento trotskista estadounidense. Se le harán preguntas sobre la identidad de sus colaboradores dentro de ese movimiento y sobre sus propias actividades en el SWP. Dada la carrera del señor Zborowski en la Cuarta Internacional, es evidente que él aclarará las actividades de los agentes de la GPU y el modus operandi de ellos, cosa que es muy importante para evaluar la labor actual de los demandados en el SWP. La importancia de la deposición de Zborowski es clara, y, dado la crónica de su espionaje en el movimiento trotskista, nos extraña que los demandados hayan pedido una orden de protección para él. [25]

La juez Pfaelzer rechazó el intento del SWP de frenar la deposición de Zborowski; ésta ocurrió el jueves 15 de abril de 1982. Finalmente podría ser interrogado este asesino por un abogado que representaba al movimiento trotskista. Tal acontecimiento debería haber sido celebrado por todos los socialistas. Pero para el Partido Socialista de los Trabajadores, que había intentado impedir la deposición, representaba un peligro. James Larson era el abogado de Mark Zborowski. En la campaña para impedir que éste declarara, Larson colaboró con los abogados del SWP. Por su lado el gobierno de Estados Unidos estaba muy interesado en la declaración. Linda Cromwell, abogada del gobierno, estuvo presente durante la deposición, representando a William Casey, director de la CIA, a William Webster, director del la FBI, y al fiscal general William French Smith. John Burton, el abogado de Gelfand, hizo las preguntas.

Luego de responder a preguntas sobre su identidad. Se le preguntó a Zborowski por qué había dejado a Rusia. Respondió: “my abogado me aconseja que me rehúse a contestar puesto que la respuesta me podría incriminar, violando el privilegio contra la auto incriminación”. Adujo este privilegio, en respuesta a todas las preguntas que siguieron, incluyendo esta crucial pregunta:

P: Si yo le hiciera preguntas sobre las circunstancias de su entrada a los Estados Unidos en diciembre de 1941, ¿sería su respuesta la misma?

Zborowski: Sí.

Bien sabe usted, señora Weissman, que Zborowski pudo escapar el gobierno profascista francés de Vichy y llegar a Estados Unidos, como resultado de los esfuerzos de Lola Dallin y George Novack. De haber respondido a esta pregunta se habría aclarado la naturaleza de la relación de él con Dallin. ¿Colaboraba ella en las actividades de la GPU? ¿Fue George Novack parte de la red de simpatizantes estalinistas y de espías dentro del SWP?

Burton insistió, preguntando si Zborowski continuaría manteniéndose firme en su derecho contra la auto incriminación [la quinta enmienda de la Constitución estadounidense].

P: Si yo le hiciera preguntas sobre sus actividades a favor de la policía secreta soviética en el movimiento trotskista y dentro del Partido Socialista de los Trabajadores desde el momento en que usted entró a Estados Unidos hasta los años 1954 y 1955, ¿contestaría usted lo mismo?

Zborowski: Sí.

P: Si yo hiciera preguntas relacionadas a su conocimiento personal o a través de otras personas que usted tiene del funcionamiento de la policía secreta soviética en el movimiento trotskista entre 1930 y el hoy en día, ¿contestaría usted lo mismo?

Zborowski: Sí. [26]

¿Cómo es que usted describe que Zborowski recurrió, aconsejado por su abogado, al privilegio contra la auto incriminación, de la Quinta Enmienda constitucional como una burla a los que lo interrogaban? En verdad, en el contexto de la demanda, que Zborowski no contestara porque ese testimonio podría resultar en futuros procesos contra él, refuerza la sospecha de Gelfand de que existe una penetración de alto nivel contra el Partido Socialista de los trabajadores.

Mark Zborowski y su esposa en San Francisco, 1975

Los abogados de Gelfand pidieron al tribunal que obligara a Zborowski a responder a las preguntas. El juez del tribunal de distrito J. Steel Langford en una audiencia el 4 de enero de 1983 respondió al argumento de John Burton llamando su atención a nuevas leyes aprobadas en esos días que criminalizaban dar información que pudiera revelar el nombre de agentes del gobierno.

Juez: Ahora, si me permite, ¿cómo se puede negar este tribunal a aceptar la preocupación del señor Zborowski para recurrir al privilegio contra la auto incriminación?

Burton: Señor Juez, nosotros—

Juez: —en vista de que el testigo, como tengo entendido, en parte, la deposición, quiere hacer que el testigo identifique a varios individuos que estaba o siguen estando en el Partido Socialista de los Trabajadores, que efectivamente son agentes secretos, quizás agentes de inteligencia, ¿de los Estados Unidos?

Burton: Bueno, ese es nuestro propósito, señor juez, tratar de demostrar que, y nuestro proceso comienza el primero de marzo, con esa misma intención. ¿Dice usted que sería un desacato de la Ley de Protección de la Identidad de Agentes de Inteligencia?

Juez: Sí. [27]

El juez Langford falló a favor de Zborowski, diciendo que declaraciones que potencialmente revelen la identidad agentes del gobierno en el SWP, podrían resultar un procesos en su contra:

Siento que el señor Zborowski, dada la naturaleza de esta caso, cuando encara, desde que se inició este caso, una acta que se llama la Protección de Cierta Información de Seguridad Nacional, que justamente se ha convertido en ley este año, podría, o posiblemente arriesgaría violar el párrafo 601(a) de esa ley, si fueran a preguntarle que identifique a alguien por nombre o descripción, o cualquier otra cosa que posiblemente identifique a posibles agentes de inteligencia que podrían haber estado superficialmente ligados al Socialist Workers Party. [28]

Zborowski ni se burló de Gelfand o de su abogado, ni los hizo pasar por tontos. Todo lo contrario, luego de un enfrentamiento legal prolongado, Zborowski fue rescatado, con la asistencia crucial de sus defensores en el Socialist Workers Party, del requerimiento de tener que contestar preguntas, por leyes recientemente aprobadas que convertían en un crimen identificar a agentes del gobierno dentro de ese partido. Así acabó la única y última oportunidad que tuvo el movimiento trotskista de interrogar a Mark Zborwoski.

En una quejumbrosa carta a Albert Glotzer, del primero de marzo de 1997, usted recuerda: “Intenté ponerme en contacto con Zborowski en varias ocasiones, y lo llamé por teléfono al menos cuatro veces antes de su muerte. Siempre me cortaba o cerraba la puerta en mi cara, ¡cerdo!”. La indignación suya, señora Weissman, no tiene razón de ser. ¿Por qué la sorpresa? ¿Realmente esperaba que Zborowski, un agente estalinista con las manos manchadas de sangre, le informe amablemente de sus asesinatos? ¿Creía que se desahogaría y pediría que usted lo comprendiera? En sus ingenuos intentos de reunirse con Zborowski, la que pasó por tonta fue usted.

Han pasado treinta y dos años desde el Caso Gelfand. En el curso de estos últimos años, usted ha creado para sí misma la imagen de una académica que no descansará hasta descubrir la verdad sobre el papel que jugó Mark Zborowski. Los escritos suyos cargan con un tono de hastío, de tener que “trajinar por un formidable laberinto de archivos y documentos censurados”. Con un poco de arrogancia usted dice: “Desenmascarar secretos nunca es fácil”. ¡Cuéntele eso a Alan Gelfand y al Comité Internacional, señora Weissman! En vez de avergonzarse de su aquiescencia a los embustes y enmascaramiento de Hansen, Novack y Barnes, usted todavía hace todo lo que puede para perpetuarlos.

En conclusión, de nueve exijo que usted retire públicamente las distorsiones difamantes y las falsas declaraciones que aparecen la posdata de su artículo sobre Mark Zborowski.

Atentamente,

David North

Presidente Nacional, Partido Socialista por la Igualdad (Estados Unidos)

Presidente del Comité Internacional de Redacción del World Socialist Web Site.

***

Notas:

[1] Volumen 43, No. 2, pp. 189–209

[2] Ver, por ejemplo: The Venona Secrets: Exposing Soviet Espionage and American Traitors, by Herbert Romerstein and Eric Breindel; and Spies: The Rise and Fall of the KGB in America, by Harvey Klehr, John Earl Haynes, and Alexander Vassiliev

[3] Idem, p. 209

[4] Carta a Albert Glotzer, Diciembre 13, 1996

[5] Idem.

[6] How the GPU Murdered Trotsky (London: New Park, 1981), pp. 217–218

[7] Healy’s Big Lie: The Slander Campaign Against Joseph Hansen, George Novack, and the Fourth International (New York: National Education Department, 1976), p. 13

[8] Idem, p. 9

[9] Idem, pp. 9–11

[10] El texto de estos documentos ha sido reproducido en The Gelfand Case, Volume 1, (New York: Labor Publications, 1985), pp. 7–30

[11] Idem, p. 21

[12] Healy’s Big Lie, p. 63

[13] The Gelfand Case, Volumen 1, pp. 52–70

[14] Idem, p. 69

[15] Idem, p. 70

[16] Idem, p. 74

[17] Idem, p. 91

[18] Idem, p. 103

[19] Harvey Klehr, John Earl Haynes, Alexander Vassiliev: Spies: The Rise and Fall of the KGB in America (Kindle Locations 7502-7505). Kindle Edition

[20] “Portrait of Deception,” Parte 2, Critique, 2015, Volumen 43, No. 1, p. 192

[21] The Gelfand Case, Volumen 2, p. 635

[22] Idem, p. 651

[23] Reunión del Comité Política del SWP No. 8, Abril 16, 1983

[24] The Gelfand Case, Volumen 2, p. 422

[25] The Gelfand Case , Volumen 1, pp. 152–153

[26] The Gelfand Case, Volumen 2, pp. 434–435

[27] Idem, pp. 465–466

[28] Idem, p. 469

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