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Peña Nieto se une al coro de denuncias contra Trump

El presidente mexicano Enrique Peña Nieto emitió una declaración el lunes 7 de marzo en el que denunciaba a Donald Trump. Rompía así un estudiado silencio que su gobierno observó en los últimos nueve meses, desde que el candidato a presidente por el Partido Republicano lanzó su campaña con un discurso en que describía a los inmigrantes mexicanos por ser criminales y violadores.

La condena relativamente leve de Peña Nieto a Trump –quién ha hecho un tema central de su campaña el cierre de la frontera Estados Unidos -México con un muro de 1.700 kilómetros de largo, pagado por México, y la deportación de 11 millones de inmigrantes indocumentados— ocurrió en una entrevista publicada por el diario mexicano El Universal .

En la misma entrevista, el presidente defendió su campaña para privatizar la compañía de petróleos estatal PEMEX y afirmó que nadie podría "incluso intentar echarle la culpa al gobierno federal" por la desaparición en septiembre del 2014 de los 43 estudiantes normalistas del Colegio de Maestros Rurales de Ayotzinapa en el estado de Guerrero. Dijo esto a pesar de existir informes sobre involucramiento del ejército en la desaparición y asesinato de los estudiantes y la posterior evidencia de un encubrimiento deliberado por el gobierno.

La retórica de Trump, el presidente mexicano afirmó, "lastima una relación que México ha buscado con Estados Unidos de puentes de diálogo, de buscar soluciones a problemas comunes a través de acuerdos y tareas compartidas".

Prosiguió comparando al candidato Republicano con los dictadores fascistas de los treinta: "Ha habido episodios de la historia de la humanidad donde estas expresiones, de esta retórica estridente, sólo han llevado realmente a escenarios muy fatídicos", declaró. "Así llegó Mussolini y así llegó Hitler: aprovecharon justamente un contexto, quizás, de un problema que vivía la humanidad entonces, después de una crisis económica. Y creo que lo planteado llegó a donde conocemos hoy por la historia, a una conflagración mundial".

Sin embargo, Peña Nieto remarcó que no le preocupaba si Trump fuese elegido y que su gobierno debería "buscar el camino de respeto mutuo" para "construir una mejor relación" con quien sea que gane las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre.

Los comentarios de Peña Nieto, del gobernante Partido Revolucionario Institucional, vinieron a raíz de una entrevista ampliamente difundida en la que el ex presidente mexicano Vicente Fox, del derechista Partido de Acción Nacional (PAN), declaraba al reportero Jorge Ramos de la cadena de difusión de habla hispana Univisión: "No voy a pagar por esa maldita pared. Él debería pagar por ella. Él tiene el dinero".

Fox, un adinerado empresario cuya elección el año 2000 terminó con 75 años de dominio del PRI, asimismo llamó "racista" y "loco" a Trump.

De manera increíble, Trump condenó la declaración de Fox por usar una obscenidad, afirmando que "debería darle vergüenza y disculparse". Y esto proviene de un candidato que simboliza el carácter degradado de la campaña electoral estadounidense, el cual a su vez es una expresión del prolongado declive hacia la criminalidad y parasitismo de la oligarquía gobernante de Estados Unidos.

Felipe Calderón, el sucesor de Fox y compañero político del PAN, de manera similar declaró a CNBC el mes pasado que "el pueblo mexicano no va a pagar un sólo centavo por un muro tan estúpido que va ser completamente inútil". Señaló que el flujo de inmigrantes mexicanos que retornan a México ahora superaba el número de mexicanos que entran a Estados Unidos.

"Ellos no quieren ir, pueden trabajar para una compañía de motores (que no esté) en Detroit, siento decirlo. Muchos están trabajando para una empresa en Hermosillo y Toluca, porque Mazda está llegando a México, Honda está llegando a México. Esos niños tienen empleos en esa industria en México".

Dentro de México la reacción popular ante las denuncias de Trump por parte de los tres presidentes mexicanos se puede resumir con la expresión mexicana "Un burro hablando de orejas".

Fox y Calderón presidieron gobiernos que buscaron subordinar a México aún más directamente a la dominación del imperialismo estadounidense. El estancamiento económico y la intensificación de la pobreza bajo Fox condujo a un incremento en el flujo de inmigrantes mexicanos que buscaban trabajo en Estados Unidos. El gobierno de Calderón es sinónimo del crecimiento de la llamada Guerra contra las drogas y la implementación del Plan Mérida. Éste trajo consigo operaciones sin precedentes militares y de espionaje estadounidenses en tierras mexicanas y un crecimiento financiado por Estados Unidos de las fuerzas de seguridad mexicanas. Su resultado fueron las muertes de más de 80.000 mexicanos bajo Calderón.

Esta cifra de muertes se ha duplicado bajo su sucesor, Peña Nieto, del PRI, cuyo gobierno ha acelerado los ataques a la clase trabajadora y la subordinación de México a los intereses del capital extranjero. La corona del "Pacto por México" de Peña Nieto es la campaña para privatizar PEMEX y abrir los campos petroleros mexicanos a la exploración y explotación de los principales conglomerados multinacionales.

Como sus predecesores, Peña Nieto ha colaborado de cerca con Washington contra los inmigrantes, incluso en momentos en que la administración Obama lleva a cabo un número récord de deportaciones. Washington y el gobierno mexicano están llevando a cabo una política conjunta para reprimir el flujo de refugiados centroamericanos que huyen de la intensa violencia creada por décadas de intervenciones estadounidenses en la región.

La oposición a Trump por parte de estos reaccionarios políticos capitalistas de México no se basa en la defensa del pueblo mexicano o de los inmigrantes en Estados Unidos, sino en los intereses del capital extranjero y la oligarquía gobernante de México, el 1 por ciento más alto cuya riqueza es casi equivalente al 50 por ciento más bajo de la sociedad mexicana, más de 60 millones de personas.

Francisco Guzmán, jefe de Estado Mayor de la presidencia, quién está tomando un papel importante en el intento de "contrarrestar la desinformación" de la campaña de Trump, recalcó recientemente: "Esta [relación] no es una amenaza sino una oportunidad... La región de América del Norte es la más competitiva del mundo. Esa relación es mucho más inteligente que una muralla, la cual, lejos de impulsar el comercio, lo restringiría"

La clase gobernante mexicana está ofreciendo sus servicios para hacer que las multinacionales estadounidenses sean "las más competitivas" al asegurar, con la ayuda de los sindicatos corporativos de México, que los trabajadores en las plantas maquiladoras de la frontera y las plantas de autopartes y ensamblaje permanezcan superexplotados y mal pagados. El salario mínimo diario del país, un poco más de $4, es uno de los mas bajos del hemisferio.

Que una figura fascistoide como Trump se haya convertido en un principal candidato presidencial en Estados Unidos, apelando a los sentimientos racistas y antiinmigrantes y promoviendo el reaccionario nacionalismo económico, representa una seria advertencia a la clase trabajadora en ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México.

Este peligro, que está enraizado en la continua crisis del capitalismo mundial y estadounidense, no puede ser contestada apelando al nacionalismo mexicano o por medio de peticiones a la burguesía mexicana por la integración económica continua. Requiere la unificación de la clase trabajadora en Estados Unidos y México para entablar una lucha conjunta para poner fin al capitalismo.

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