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Axel Honneth en la Universidad Humboldt: Un socialismo que no es tal

Una reunión sobre "La importancia del socialismo hoy" se llevó a cabo en la Universidad Humboldt de Berlín el 5 de julio. En el podio estuvieron dos profesores de filosofía, Axel Honneth y Christoph Menke, y dos políticos, Gesine Schwan (Partido Socialdemócrata, SPD) y Sahra Wagenknecht (Partido de Izquierda).

El evento se centró en la presentación de la “Idea del Socialismo” (Die Idee des Sozialismus) un libro de Axel Honneth publicado en 2015. Honneth, 66, es el director del Instituto de Investigación Social de Frankfurt (Instituts für Sozialforschung). Es, en otras palabras, el jefe oficial de la "Escuela de Frankfurt".

Unas 800 personas llenaron el auditorio de la Universidad. Para los que vinieron a escuchar ponencias concretas sobre el tema oficial de la noche, “la relevancia del socialismo hoy en día”, de seguro el evento fue amargamente decepcionante.

Los discursos estuvieron tan lejos de la realidad social que a veces adquirían dimensiones cómicas. Si algún dramaturgo quisiera representar toda la indiferencia, prejuicio y arrogancia de profesores alemanes, no tendría que modificar nada de lo que allí aconteció.

Sahra Wagenknecht y Axel Honneth

Honneth empezó insistiendo que su libro era un “ensayo meta-político”. De ninguna manera intentó el posicionarse a sí mismo o al socialismo en el contexto de conflictos actuales, ni tampoco de hacer reseña de la historia del movimiento socialista hasta el tiempo presente para así desarrollar un vistazo de un posible futuro.

Lo que sí ocurrió fue una discusión sobre "ideas normativas", que evitó cuidadosamente conectar con eventos o situaciones existentes. No se mencionaron los niveles históricos actuales de desigualdad social, tampoco la crisis financiera global, la desintegración de la Unión Europea o el creciente peligro de una guerra. Un observador no informado habría llegado a la conclusión de que el socialismo no surge de la lucha de clases dentro de la sociedad, sino de disputas sobre "ideas normativas" en las cabezas de los profesores alemanes

La discusión brindó a Schwan y a Wagenknecht la oportunidad de pintar la política reaccionaria de sus partidos con el más rosado de todos los colores. Después de todo, cuando el SPD puso en práctica su Agenda 2010 de recortes a la previsión social y cuando el Partido de Izquierda diezmó los servicios públicos en el estado de Berlín, ambos estaban poniendo en práctica la idea normativa del “socialismo democrático”. Schwan, una profesora de filosofía y miembro de la comisión básica de valores (Grundwertekommission) del SPD, está bien familiarizada con esta forma de doble sentido, de las palabras ambiguas.

El carácter metafísico y abstracto de la discusión no fue, sin embargo, simplemente el resultado del distanciamiento académico del mundo. Cada vez que ataca el Marxismo, Honneth es concreto. Considera algo verdaderamente atroz todo lo relacionado con la lucha de clases, la clase obrera o la abolición del capitalismo.

Gesine Schwan y Christoph Menke

En su presentación, al igual que en su libro, Honneth se refiere a tres conceptos de los cuales el socialismo tiene que ser liberado: la idea del proletariado como sujeto revolucionario; la idea de que el progreso se desarrolla a partir de un proceso gobernado por ley; y la idea de que la economía –es decir, las relaciones de propiedad— debe ser transformada.

Max Horkheimer y Theodor Adorno, los fundadores de la Escuela de Frankfurt, habían rechazado tempranamente la lucha de clases y la clase obrera. En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, introducen en la Escuela de Frankfurt la ideología del corporativismo, esto es, la colaboración institucionalizada de clases, dirigida contra el comunismo y la revolución. Las mejoras sociales y los aumentos de salarios durante ese período le dieron a este tipo de política un cierto grado de credibilidad.

Más tarde, cuando Jürgen Habermas se convierte en el representante líder de la Escuela de Frankfurt, el período de reformas sociales ya había terminado y Habermas se convierte en un propagandista del “patriotismo constitucional” y de la regulación de los conflictos sociales a través de la “acción comunicativa”.

Pero hoy en día, los mecanismos democráticos que Habermas idealizó se están descomponiendo bajo la presión de las contradicciones sociales. Las tensiones de clase una vez más hacen erupción en la superficie. Es por eso que los oradores en el curso de su discusión pseudointelectual fueron incapaces de basarse en las realidades de la vida social. Todo lo contrario, se vieron obligados a evitar cualquier referencia al mundo real a medida que avanzaban sus teorías reaccionarias.

Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS), que cuenta con cuatro representantes en el Parlamento de estudiante de la Universidad Humboldt, explicó su actitud hacia el libro de Honneth en un volante (a continuación) que fue recibido con gran interés por el público. Después de la reunión uno de los estudiantes le expresó al JEIIS que ese volante había sido “lo único interesante de la noche.”

Cuatro Tesis sobre la Idea de Socialismo de Axel Honneth

1. El club de estudiantes JEIIS en la Universidad Humboldt da la bienvenida a una discusión sobre la pertinencia del socialismo en la actualidad. La urgencia de esta cuestión surge de la profunda crisis del capitalismo. Veinticinco años después del colapso de la Unión Soviética reaparecen todas las cuestiones sin resolver del siglo XX. Partiendo desde la crisis financiera de 2008 la desigualdad social ahora llega a un nivel sin precedentes. La Unión Europea se desintegra; el militarismo y el nacionalismo aumentan en todas partes y el peligro de una tercera guerra mundial crece a medida que las grandes potencias se rearman. La oposición social va en aumento en todo el mundo. En estas condiciones, la perspectiva del socialismo tal como fue establecida por Marx y Engels —un movimiento internacional de los trabajadores por una sociedad igualitaria y una economía democráticamente planificada— adquiere una importancia decisiva.

El libro de Honneth está explícitamente opuesto a esa perspectiva y defiende el capitalismo. No menciona ni los ataques al gasto social de los últimos 25 años, ni el peligro de una guerra, ni el crecimiento del nacionalismo. No considera seriamente la idea del socialismo y su desarrollo histórico, aunque sí hace malabares con ideas y conceptos totalmente abstractos. Su libro pretende ser un estudio académico, y evita todas las cuestiones políticas concretas. A fin de cuentas se trata de un ataque al marxismo y una justificación ideológica para las políticas de derecha del Partido Social Demócrata (SPD), el Partido de Izquierda y Syriza en Grecia.

2. A pesar de que Honneth tituló su libro “La idea del socialismo”, ignora la historia de esta idea que abarca más de 200 años. No se ocupa de los intensos debates de generaciones de socialistas y que llenan bibliotecas enteras. Esto no es sólo una cuestión de diferencias teóricas abstractas; son más bien diferentes conceptos que ya han sido puestos en práctica con consecuencias para el destino de millones de personas en el mundo.

El socialismo nunca fue simplemente una teoría; es un movimiento vivo. Generaciones de trabajadores lucharon por sus derechos sociales y democráticos bajo la bandera del socialismo. Cuando la idea del socialismo agarró a las masas, dio lugar a los mayores triunfos de la historia humana. En la Alemania del siglo XIX, el SPD se convirtió en el primer partido socialista de masas. En Rusia, los trabajadores ganaron el poder en la Revolución de Octubre de 1917.

Contrariamente, ataques a las bases materialistas del socialismo siempre estuvieron ligados a catastróficas derrotas de la clase obrera.

Honneth elogia a Eduard Bernstein en una nota al pie de página. Sin embargo, ni siquiera menciona al pasar que el “revisionismo” de Bernstein, como se le llamó en su momento, contribuyó sustancialmente a la traición histórica de la socialdemocracia a su propio programa en 1914, cuando apoyó la Primera Guerra Mundial y envió a millones de sus seguidores a una muerte segura en las trincheras de Verdún. Si se ignora esa traición histórica, resultan completamente incomprensibles las catástrofes de la historia alemana. La traición del SPD abrió el camino para la división del movimiento de los trabajadores, el crecimiento del Nacional Socialismo, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

3. Honneth también guarda silencio sobre el conflicto épico entre la burocracia estalinista y la Oposición de Izquierda trotskista en la Unión Soviética, conflicto que se ocupó de todos los aspectos de la “idea del socialismo”, culminando con la eliminación física de decenas de miles de socialistas revolucionarios en el Gran Terror de 1937, y en última instancia sellando el destino de la Unión Soviética.

La ceguera histórica de Honneth no es casual. Esas cuestiones históricas no tienen relevancia para el profesor de Frankfurt porque su propósito no es proponer una valoración de la importancia actual del socialismo, sino atacarlo. Justo cuando las luchas sociales detonan en todo el mundo y los trabajadores se defienden contra la guerra y los ataques a sus derechos, Honneth rechaza explícitamente un socialismo basado en un movimiento de la clase obrera, de las masas oprimidas. Pretende separar el socialismo —o lo que él llama el socialismo— de cualquier “actor social”. Todo lo contrario, afirma él que los “logros institucionales” representan la base material del socialismo.

Honneth incluso niega que el socialismo presupone abolir las relaciones capitalistas de propiedad. Ataca explícitamente la concepción marxista de que “la palanca para la producción de la solidaridad en las relaciones sociales es la reforma o el derrocamiento revolucionario de la economía capitalista de mercado.” En lugar de la abolición del capitalismo propone un “reformismo experimental” destinado a aumentar la “libertad social”.

O sea que Honneth quiere un “socialismo” sin un movimiento social y sin revolución, preservando la propiedad y las rivalidades capitalistas. Desentierra las concepciones superficiales y trilladas del reformismo social, que una y otra vez demuestran su quiebra y su repudio a la clase obrera. Aboga por un “socialismo” como el del SPD en Alemania, del Partido Socialista en Francia y de Syriza en Grecia, que —en el nombre de "la libertad y la justicia social"— hacen cumplir las reaccionarias leyes Hartz, la ley El Khomri y los dictados de la troika .

En su rechazo —o más bien su miedo— a un movimiento socialista de las masas, Honneth demuestra ser el verdadero heredero intelectual de la Escuela de Frankfurt. Sus fundadores, Max Horkheimer y Theodor Adorno, afirmaron en su libro Dialéctica de la Ilustración que el supuesto “carácter autoritario” de los trabajadores —y no el fracaso de la socialdemocracia y de los dirigentes estalinistas de los partidos de los trabajadores— causó ascenso de Hitler. En realidad, Honneth articula los intereses de la clase media alta, que teme un movimiento de masas contra el capitalismo mucho más de lo que teme la reacción capitalista.

4. Honneth no sólo rechaza un movimiento independiente de los trabajadores, sino que también se opone a toda forma de análisis crítico de la sociedad. Acusa al marxismo de “pasividad del momento” (Attentismus) —“una actitud pasiva de esperar y ver.” Esa es una tergiversación intencional. El verdadero objeto de la crítica de Honneth es el análisis marxista de la ley que gobierna el carácter social del ser.

Los marxistas no sostienen que el socialismo surge automáticamente del capitalismo, sino que las contradicciones intrínsecas del capitalismo colocan a la humanidad frente las alternativas de “socialismo o barbarie”. Esta cuestión histórica del siglo XX está una vez más al orden del día. Plantear este asunto es exactamente lo opuesto a la pasividad. El reconocimiento de que la lucha de clases es el resultado de las contradicciones del capitalismo, una vez más impone la tarea central de la lucha por la conciencia socialista en la clase obrera y la construcción de un partido revolucionario, a lo que la Escuela de Frankfurt se ha opuesto desde su origen.

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