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Perspectiva

El asedio de Mosul y los crímenes del imperialismo estadounidense

La ofensiva militar encabezada por Estados Unidos en Mosul, al norte de Irak, iniciada la semana pasada, se suma a los tantos crímenes de guerra cometidos por el imperialismo estadounidense en Oriente Medio, donde han muerto, sido mutilados y desplazados millones de personas.

Luego de haber sufrido más muertes y devastaciones que corresponde durante la invasión estadounidense en el 2003 y durante ocho años de ocupación militar, la población civil iraquí está siendo lanzada a otra catástrofe humanitaria.

La mencionada ocupación estadounidense utilizó la antigua táctica de “divide y vencerás”, alimentando conflictos sectarios que ya eran particularmente tensos en Mosul debido a la presencia de cuantiosos grupos étnicos y religiosos, incluyendo a árabes sunitas, kurdos, turcomanos, yazidíes y armenios, entre otros.

El sectarismo que fue azuzado por la ocupación estadounidense facilitó el crecimiento de Estado Islámico (EI) —el supuesto objetivo de la actual ofensiva en Mosul. El gobierno chiíta en Bagdad persigue brutalmente a la mayoría sunita en las provincias de Mosul y Ambar, encarcelando y matando a líderes sunitas, suprimiendo a la población y manejando toda oposición al gobierno como si fuese “terrorismo”.

EI, una rama de Al Qaeda, es un producto directo de la utilización de milicias islamistas vinculadas a Al Qaeda en Libia y luego en Siria por parte del imperialismo estadounidense, iniciando guerras con el fin de instalar regímenes más favorables para el capital estadounidense.

Cuando EI invadió el norte de Irak desde Siria en junio del 2014, quedó expuesta la inmundicia del gobierno y ejército creados por Washington luego de una guerra que le costó a EE.UU. casi 5.000 soldados y billones de dólares. Frente a un ejército mucho más pequeño, las fuerzas armadas iraquíes se desintegraron, arrojaron sus armas y uniformes, y una cantidad substancial de la población les dio la bienvenida a los islamistas, al preferirlos más que al régimen sectario en Bagdad.

Para la prensa estadounidense, no existe otra alternativa. Una vez más, sus reporteros están incrustados dentro de las fuerzas dirigidas por EE.UU., promoviendo con entusiasmo los avances militares en Mosul, como si la devastación que comenzó en el 2003 no hubiese sucedido.

Los medios retratan la ofensiva estadounidense en Mosul como una batalla para “liberar” a la ciudad de las garras de EI, que acusan de oprimir a la población y de usar a los civiles como “escudos humanos”. Estas acusaciones también les fueron útiles en el 2003 contra el gobierno iraquí para justificar los bombardeos estadounidenses contra civiles.

Curiosamente, a menos de 500 Km. al oeste, donde el gobierno sirio, respaldado por Rusia, intenta recuperar el control de la parte oriental de la ciudad de Alepo de las manos de milicias islamistas similares a EI, la prensa internacional describe la operación con términos como “crímenes de guerra” en lugar de “liberación”, mientras nadie se pregunta si los “rebeldes” en Alepo podrían estar haciendo lo mismo con la población civil, incluyendo utilizarla como “escudo humano”.

Esta grotesca doble moral es otra indicación de que el plan de Washington en Irak y Siria no es la erradicación del terrorismo, y mucho menos la defensa de los derechos humanos. Estados Unidos busca reafirmar su hegemonía en Oriente Medio para contrarrestar la influencia de sus rivales en la región, particularmente Rusia y China, y prepararse para conflictos con éstos.

Para ello, Washington está dispuesto a emplear asedios militares en nombre de la lucha contra el terrorismo y armar a milicias conectadas con Al Qaeda en Siria en nombre de los derechos humanos. Varios informes creíbles indican que EE.UU. y Arabia Saudita están dejando que combatientes de EI se muevan de Mosul a Siria para luchar contra el gobierno sirio y su principal aliado, Rusia.

Sin duda, el Pentágono también ve la operación en Mosul como un ejercicio militar importante de combate urbano, con las guerras grandes que prevé en mente. Este concepto de combate fue señalado en un informe llamado The future of the Army (El futuro del ejército), publicado el mes pasado por el influyente grupo de investigación, Atlantic Council.

Escrito por un importante general jubilado del ejército estadounidense, excomandante en Afganistán y asesor de varios gobiernos, el informe pronostica que el mundo va a verse sumido en una intensa desigualdad y en conflictos entre clases, por lo que “las operaciones urbanas van a dominar cada vez más la guerra terrestre” y los ejércitos de EE.UU. van a operar “en áreas metropolitanas densamente pobladas, donde la población civil va a ser parte del campo de batalla”.

En otras palabras, los habitantes en Mosul, incluyendo alrededor de 600.000 niños, van a ser utilizados de conejillos de india humanos, en una operación que podría prolongarse por meses. Además de los constantes bombardeos estadounidenses, la inanición sistemática de la población va a estar bajo la atenta mirada de los mandos militares de Estados Unidos.

La brutal operación en Mosul, a menos de tres semanas de las elecciones presidenciales estadounidenses, representa una intensificación importante de la intervención de EE.UU. en Oriente Medio. Las fuerzas especiales estadounidenses están acompañando al gobierno iraquí y a las fuerzas kurdas en el campo de batalla, y el grueso de los bombardeos en Mosul son de aviones y artillería estadounidenses. Sin embargo, ninguno de los dos candidatos principales ha cuestionado ni discutido estas políticas.

El presidente estadounidense, Barack Obama, electo en el 2008 en gran medida gracias a su falsa oposición a la guerra de Irak y a los demás crímenes del gobierno de Bush, no se ha molestado en siquiera hacer una declaración pública explicando esta nueva escalada militar. En una conferencia de prensa el martes, Obama reconoció que la ofensiva iba a producir “circunstancias desgarradoras”. Agregó de manera escalofriante, “Es difícil cuando tienes que dejar tu casa”, retratando a Mosul como una ciudad en ruinas.

Se supone que el pueblo estadounidense acepte esto simplemente como otro episodio de una guerra interminable y cada vez más global.

No ha habido ni una pizca de contenido crítico en la prensa ni en los comentarios de los políticos. Por otra parte, trece años después de las movilizaciones de masas en EE.UU. y alrededor del mundo contra la invasión de Irak en el 2003, las organizaciones y tendencias de la seudoizquierda, cuyos orígenes datan a las protestas antibélicas de la clase media en las décadas de los 60 y 70, no se han opuesto ni siquiera verbalmente. Estos grupos, como la International Socialist Organization (Organización Internacional Socialista) en Estados Unidos, Die Linke (La Izquierda) en Alemania y el Nuevo Partido Anticapitalista en Francia, son parte de una capa sociopolítica privilegiada cuyos intereses son de clase media alta. Al mudarse hacia la derecha política, se han convertido en un soporte clave para las intervenciones imperialistas bajo el lema de “derechos humanos”, como en Libia y Siria.

El asedio de Mosul, un nuevo y sangriento crimen de guerra de Estados Unidos, es sólo parte de la expansión regional y global en sus intervenciones militares, que amenazan con desencadenar otra guerra mundial, esta vez entre las principales potencias nucleares. La única forma de luchar contra esta amenaza es construir un nuevo movimiento de masas contra la guerra basado en la clase obrera y en la juventud y dirigido contra el sistema capitalista.

Tomando un paso crítico en la construcción de dicho movimiento, el Partido Socialista por la Igualdad y la Juventud y Estudiantes por la Igualdad Social estarán realizando la conferencia Socialismo versus capitalismo y guerra el 5 de noviembre, en la ciudad de Detroit . Instamos a todos nuestros lectores y seguidores a inscribirse y asistir a este evento de vital importancia.

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