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Perspectiva

No hubo “paz en la tierra” en el 2016

“Paz en la tierra y a los hombres buena voluntad”, así dice un villancico popular. Usualmente, las fiestas de fin de año se colman de sentimientos como este, expresados auténticamente por la gran mayoría de la población, pero de forma cínica e hipócrita por las figuras de la clase política.

Más allá de lo que se diga en estas fechas, la verdadera trayectoria de la política en el mundo quedó mejor ilustrada por un tweet del presidente electo estadounidense. “Estados Unidos tiene que fortalecer y expandir su capacidad nuclear”, declaró Trump el jueves. Esto fue seguido el viernes por un comentario de la presentadora del canal MSNBC, Mika Brzezinki: “Dejen que haya una carrera armamentista. Los superaremos en cada instancia e iremos más allá que todos ellos”.

Las declaraciones de Trump, las cuales fueron parte de un intercambio con el presidente ruso, Vladimir Putin, en el que ambos alardearon sobre los arsenales nucleares de sus países respectivos, le dan un fin apropiado a un año marcado por tanta violencia.

Durante el 2016, gran parte del mundo estuvo sumido en conflictos militares, mientras que los estados fuera de las zonas de conflicto pasaron el año haciendo preparaciones para guerras futuras y maltratando a refugiados provenientes de las zonas bélicas.

Aunque las cifras definitivas no han sido publicadas, por lo menos 150.000 personas han muerto este año en conflictos armados alrededor del mundo. Tuvieron lugar tres “guerras grandes” en el 2016:

· La guerra civil en Siria, en donde presuntamente han muerto 46.442 personas este año. Desde que EE.UU. comenzó a instigar una insurgencia islamista en el 2011, han muerto alrededor de 470.000 personas. La guerra ha desplazado a 4,9 millones de personas al extranjero y a 6,6 millones dentro del país.

· La guerra de Irak, en la cual hubo 23.584 muertes este año. Desde que EE.UU. invadió el país en el 2003, han muerto más de un millón de personas. Hasta noviembre de este año, más de 3,1 millones de personas han quedado desplazadas internamente, mientras que millones más se han ido del país.

· La guerra en Afganistán, en la cual han muerto 21.932 personas este año. Desde los EE.UU. comenzaron a armar a los Muyahidín, los precursores de los talibanes, en 1978, más de 2 millones de personas han sido asesinadas en ese país, el cual quedó desgarrado tras la invasión estadounidense del 2001 y la ocupación posterior.

Estos tres conflictos representaron dos terceras partes de todas las muertes globales en conflictos militares. Además, han producido una crisis de refugiados cuya escala no ha sido vista desde la Segunda Guerra Mundial. Según las Naciones Unidas, a finales del 2015, había 65,3 millones de desplazados, 5 millones más que en el 2014 y casi 25 millones más que en el 2011.

La oleada de refugiados, junto con el trato cada vez más cruel por parte de los países a los que llegan o intentan llegar, ha ocasionado el mayor número de muertes de refugiados jamás registrado por la Organización Internacional para las Migraciones.

Alrededor de 7.100 refugiados murieron el año pasado, comparado con 5.740 en el 2015. La mitad de las muertes fueron refugiados intentando llegar a Europa cruzando el mar Mediterráneo, para escapar la muerte y devastación de Oriente Medio y África del Norte.

Este año, Europa cerró sus puertas a los refugiados. La UE acordó pagarle a Turquía para que bloqueara la entrada a Europa, militarizó sus patrullas fronterizas y ordenó a sus fuerzas armadas contener el “contrabando de personas”.

Este cambio se ejemplifica mejor en Alemania, el Estado más poderoso de la región, que se militariza rápidamente para hacerse valer como el poder dominante de Europa. Mientras que la canciller Merkel proclamó de forma hipócrita que tendrían una “cultura acogedora” hacia los refugiados en el 2015, este mes ella adoptó una serie de políticas del programa del partido de tendencia fascista, Alternativa para Alemania (AfD, Alternative für Deutschland), pidiendo la prohibición del uso del velo integral y una mayor represión contra los refugiados.

Además de las guerras en curso en Irak, Siria y Libia, la campaña estadounidense para cercar militarmente a China ha derramado combustible en diferentes focos regionales de conflicto alrededor del mundo. Este año, casi 300 personas murieron en ataques y bombardeos en la frontera entre India y Pakistán, ambas potencias nucleares. Asimismo, las tensiones militares entre las Coreas se han intensificado considerablemente y amenazan con estallar una guerra nuclear.

El último cuarto de siglo continuo de guerras, las cuales siguen expandiéndose rápidamente, está entrando en una nueva y aún más explosiva etapa. Desde la primera guerra del Golfo de 1991, que precedió directamente a la disolución de la Unión Soviética, EE.UU. ha buscado revertir el declive histórico de su posición económica global a través de una sucesión de aventuras militares en el extranjero.

Obama se convertirá en el primer presidente estadounidense en completar dos mandatos enteros en guerra continua. Pasará a la historia como el hombre que proclamó el derecho de un presidente para asesinar a ciudadanos estadounidenses sin un debido proceso legal y que autorizó ataques con drones que mataron a miles de personas.

Estas guerras interminables no han logrado su objetivo. En los últimos quince años, China ha triplicado su participación en el mercado mundial de exportaciones, disminuyendo así la participación de EE.UU. Las operaciones militares estadounidenses, en Irak, Afganistán y Libia se han convertido en atolladeros y debacles. Hace tan sólo unas semanas, la derrota de las fuerzas indirectas islamistas de la CIA en Siria dejó en claro el fracaso de los esfuerzos de Washington para imponer su voluntad en Oriente Medio y el resto del mundo.

No obstante, sólo alguien iluso creería que estas fallas van a convertir a la belicista élite estadounidense en pacifistas. Todo lo contrario, la han hecho adoptar un enfoque más imprudente en contra de sus competidores más grandes.

La inauguración de Donald Trump va a marcar una nueva fase en el conflicto mundial. Las provocaciones contra China del presidente electo y su declaración de que le daría la bienvenida a una nueva carrera armamentista con Rusia son indicadores del grado de agresividad al que estará dispuesto llegar su gobierno para preservar los intereses de la oligarquía estadounidense.

En el año 2017, el centenario de la Revolución Rusa de 1917, la lucha contra la guerra surgirá nuevamente como la mayor y más urgente tarea política que enfrenta la humanidad.

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