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Perspectiva

La reunión de Trump con Theresa May del Reino Unido y el conflicto entre Estados Unidos y Europa

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, esperaba que su reunión el 27 de enero con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fuera un golpe político que demostraría que el Reino Unido tiene un poderoso aliado al salir de la Unión Europea (UE) y puede obtener un acuerdo comercial con EE.UU para compensar la posible pérdida de su acceso al Mercado Único Europeo. El apoyo de Trump incluso podría fortalecer la mano de May en sus negociaciones con Alemania y Francia.

Que la visita de May haya causado amargas recriminaciones de las principales voces del imperialismo británico es una medida del rápido deterioro de las relaciones económicas y políticas entre Estados Unidos y el resto del mundo.

May llegó a Washington en vísperas de activar el Artículo 50 y negociar una salida de la UE en dos años. La clase dominante británica está profundamente dividida sobre Brexit. Los sectores que apoyaron el voto de “quedarse” en el referéndum del año pasado temen perder su acceso al mercado europeo. En un intento de extenderse a ambos lados, May se comprometió a explicarle a Trump que no veía el voto por Brexit como "una decisión sobre la ruptura de la UE.”

Nadie cree que tales promesas tengan importancia. Martin Wolf advirtió en el Financial Times que la ruptura de Estados Unidos con el libre comercio y el apoyo a los tarifas punitivas significan que "sus víctimas, en particular China, también pueden tomar represalias ... en China, el Sr. Xi no puede reemplazar a los Estados Unidos: esto tomaría la cooperación de los europeos y otras potencias asiáticas. El resultado más probable es caer en una política de comercio de todos contra todos."

El columnista Philip Stephens declaró de Trump: "En todas las medidas—el libre comercio, el cambio climático, la OTAN, Rusia, Irán— sus puntos de vista chocan con los intereses nacionales de Gran Bretaña” incluyendo su apoyo a "un gran desenlace del proyecto europeo".

Quizás la respuesta más extraordinaria vino de Marti Kettle del Guardian. Aludiendo a la política de apaciguamiento hacia lAlemania nazi, escribió "Si May cree que agitar un pedazo de papel firmado por Trump ofreciendo un acuerdo comercial con Estados Unidos será visto como un triunfo, ella está equivocada. Esto podría hacerla no la nueva Margaret Thatcher, sino la nueva Neville Chamberlain.”

La ascendencia de Trump ahora es ampliamente vista dentro de los círculos gobernantes británicos y europeos como el final definitivo del papel que desempeño EE.UU en el period de posguerra como ancla de la integración europea y garante, a través de la OTAN, de los intereses imperialistas de Europa. Trump ha descrito a la UE como un rival económico de Estados Unidos, un instrumento alemán, y predijo que otros países seguirían el ejemplo del Reino Unido al marcharse.

Esto ha dejado a los gobiernos capitalistas europeos luchando por formular una respuesta política, económica y militar.

En Alemania, el líder del Partido Socialdemócrata, Sigmar Gabriel, quien se está posicionando como futuro ministro de Relaciones Exteriores, declaró: "Ahora es el momento de fortalecer a Europa ... Si Trump inicia una guerra comercial con Asia y Sudamérica, esto nos abriría oportunidades.”

En Francia, François Fillon, el candidato de centroderecha para las elecciones presidenciales esta primavera, viajó a Berlín el 23 de enero para pronunciar un discurso ante la Fundación Konrad Adenauer sobre cómo defender el lugar de Europa “entre los Estados Unidos de Donald Trump, Rusia de Vladimir Putin y China de Xi Jinping." Exhortó una integración más profunda de la UE, incluyendo una comunidad de defensa europea con un presupuesto conjunto para los despliegues militares extranjeros y, lo más polémico, que Rusia sea aceptada como "un socio importante" de Europa. Su rival, Emmanuel Macron, el ex socialdemócrata ahora independiente, dio el mismo mensaje sobre la UE en el Financial Times, sólo despojado de cualquier sugerencia de un acercamiento con Moscú.

Las amenazas de Trump contra China, México y Europa han sido generalmente tratadas por los comentaristas burgueses como una ruptura inexplicable de las políticas seguidas por sus predecesores. Sin embargo, esto no solo falla de explicar porque Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos, sino también por qué movimientos similares de extrema derecha han surgido en toda Europa. En Francia, Marine Le Pen del Frente Nacional de lidera en las elecciones presidenciales, y Geert Wilders del Partido Holandés por la Libertad lidera las encuestas encaminando a las elecciones generales de Holanda en marzo.

El recurso al nacionalismo extremo, a la intimidación y a la violencia fluye inexorablemente de la posición global declinante del imperialismo estadounidense, bajo condiciones del colapso del capitalismo global tras la crisis del 2008. Desde el colapso de la Unión Soviética, los Estados Unidos ha tratado de contrarrestar su declive económico al afirmar su poder militar. Sin embargo, un cuarto de siglo después, las guerras libradas por Washington han sido un desastre, mientras que su posición económica continua deteriorándose, expresada ante todo en el ascenso de China como una potencia rival.

Esto ha dejado a Estados Unidos incapacitado y poco dispuesto a colocarse al centro de una red de mecanismos económicos y políticos, incluyendo la UE, que son vistas como una imposición en la ofensiva de Washington por una hegemonía global indiscutible. La afirmación de la supremacía militar de Estados Unidos en el Medio Oriente y el norte de África se ha metastatizado en amenazas de guerra contra Moscú y Pekín, junto con una creciente hostilidad hacia Alemania como el principal rival europeo de los Estados Unidos. Cada vez más, los EE.UU. está llevando a cabo una política de divide y vencerás en todo el continente.

La desestabilización de la política mundial a través de los esfuerzos de Washington para reforzar su posición como potencia dominante mundial impulsa a las potencias europeas a entrar en conflicto con Estados Unidos. Este es un camino hacia la guerra comercial y el conflicto militar.

La peregrinación de May hacia Trump no hará nada para resolver estos profundos e intensos conflictos. Estos están arraigados en las irreconciliables contradicciones del sistema capitalista mundial—entre una economía globalmente integrada e interdependiente y la división del mundo en Estados nacionales antagónicos; y entre el carácter socializado de la producción global y su subordinación, a través de la propiedad privada de los medios de producción, a la acumulación de ganancias privadas por parte de la clase capitalista gobernante.

Estas mismas contradicciones también llevan a la clase obrera a la lucha. En todas partes, la destrucción de los empleos, los salarios y los servicios esenciales van de la mano con la guerra comercial y la agresión militar. Sólo la clase obrera en Europa, Estados Unidos y en todo el mundo, unida en una lucha revolucionaria contra el capitalismo, puede ponerle fin a la austeridad, la reacción política y a la guerra.

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