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Se profundiza la brecha en la clase gobernante española sobre Estados Unidos

La llegada al poder de un gobierno agresivamente nacionalista, proteccionista y opositor a la Unión Europea en Estados Unidos está generando una serie de importantes divisiones dentro de la clase gobernante española sobre cómo mejor preservar y avanzar los intereses nacionales.

Después de la caída del régimen fascista de Franco a mediados de la década de 1970, España fue incorporada a la Comunidad Económica Europea y la alianza militar encabezada por EE.UU. de la OTAN. El apoyo estadounidense a la integración significaba que en ese momento no habría ningún conflicto aparente entre una orientación económica hacia Europa y que EE.UU. fuese el principal garante de los intereses nacionales de España. Por su parte, Washington consideraba a España un activo vital geoestratégico y de al OTAN por su posición en la entrada del Mediterráneo.

Sin embargo, el nuevo gobierno de Trump, repudia su papel anterior como supervisor de la integración europea, describiendo a la Unión Europea (UE) como un instrumento alemán y celebrando la salida de Gran Bretaña como un modelo a seguir para el resto de países en la UE. Asimismo, Trump está forjando lazos con los partidos neofascistas europeos, los cuales son hostiles hacia la UE.

La cuestión principal para la élite política en España y el resto de Europa es cómo defender su posición económica y militar con respecto a competidores actuales y potenciales en esta nueva situación.

La posición oficial del gobierno español bajo el Partido Popular (PP) fue definida por su primer ministro, Mariano Rajoy, quien afirmó que España mantendrá “las mejores relaciones posibles” con el nuevo gobierno estadounidense, insistiendo en que ambos países son “socios estratégicos y aliados sólidos”.

El ministro de Relaciones Exteriores, Alfonso Dastis, declaró, “España es un socio activo y fiable en ámbitos de la agenda global y geopolítica de gran interés para Estados Unidos, sea cual sea el inquilino de la Casa Blanca”, incluyendo una historia y lengua compartidas, así como la influencia de España en Europa, América del Sur, el Mediterráneo y Oriente Medio. Agregó que la estrecha cooperación en defensa y seguridad con el gobierno estadounidense fue profundizada durante el último gobierno.

Esta perspectiva está basada en la ilusión que las relaciones van a continuar iguales, combinada con una actitud de ver y esperar en cuanto a las otras potencias europeas. El diario del imperialismo liberal español, El País, criticó esta complacencia. Tradicionalmente, el periódico es pro-Washington, pero ha dedicado más de una docena de editoriales denunciando a Trump desde su investidura el mes pasado, lo cual demuestra el grado de crisis en la política exterior española y su reorientación cada vez más hacia la UE y Alemania.

En un editorial, “Demasiada Prudencia: Las políticas de apaciguamiento no servirán con Donald Trump”, El País advierte que “la Administración de Trump, aislacionista en defensa y muy agresiva y proteccionistas en comercio, puede perjudicar gravemente los intereses de España”. Por ende, “el Gobierno debe estar preparado para afrontar esta circunstancia y mostrar la necesaria firmeza”.

El diario insta a los líderes de la UE, particularmente a la canciller alemana, Angela Merkel, “defender los valores e intereses que están en las antípodas de aquellos que sostiene Trump” y que “han cimentado durante décadas la alianza transatlántica”.

En otro artículo, “Trump contra Europa”, la junta editorial de El País escribe que Trump “simpatiza con los eurófobos, alienta división europea y alimenta la tensión transatlántica” y, por lo tanto, “Europa no puede seguir ignorando la evidencia, ni esperando que todo quede en nada”.

El 21 de enero, en “Una triste confirmación,” advierten que Europa deberá “fijar con toda claridad cuáles son las líneas rojas que piensan dejar sobrepasar a Trump”.

El 27 de enero, “En defensa de México”, El País llama a defender los intereses de España en su antigua colonia, clamando: “México no podrá defenderse solo de la agresividad de un Trump cuya trayectoria vital está marcada por el peor matonismo político y empresarial. Por eso falta una voz alta y clara en defensa de México por parte de Europa como, sobre todo, de la comunidad iberoamericana de naciones”.

Se pueden encontrar opiniones similares en el prestigioso centro de pensamiento, el Real instituto Elcano, el cual es financiado por el Estado español. En un artículo publicado el 19 de enero, “Bienvenido Mr. Marshall”, el investigador principal, Félix Artega advierte: “Las opiniones que ha expresado Donald Trump sobre la OTAN, la UE y los europeos, tanto durante la campaña como en vísperas de su toma de posesión… no permiten albergar esperanzas de que pueda venir nada bueno del otro lado del Atlántico en la próxima Administración”. Arteaga es uno de los estrategas más importantes de España, con estrechos vínculos con los servicios militares y de inteligencia del país y un largo historial de apoyo a las guerras encabezadas por EE.UU. y la participación de España en ellas.

En comentarios pasados, Arteaga ha avanzado las ideas de “aumentar la autonomía estratégica” y “reforzar la función de defensa colectiva” de España.

En los círculos de decisión también corre la perspectiva que la presidencia de Donald Trump debería ser vista como una fuente de nuevas oportunidades para el imperialismo español. Carlos Malamud, otro investigador principal del Real Instituto Elcano, plantea, “España debe reforzar su presencia en América Latina... Si se cumplen las previsiones sobre un aumento del proteccionismo en EE.UU., no sólo habrá oportunidades para China en América Latina, sino también para España y la UE. En el mundo crecientemente incierto que nos toca vivir... América Latina debe importar a los europeos…”.

Para otros, España debe alinearse más firmemente con Estados Unidos. El vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, afirma que España puede substituir a Gran Bretaña como el nuevo “socio prioritario de Estados Unidos dentro de la Unión Europea, si el Brexit llega a buen puerto”. En otras palabras, de salir Gran Bretaña de la UE, Madrid debería adoptar su papel como un puente entre EE.UU. y Europa.

El director del Instituto Real Elcano, Luís Simón, es aun más explícito. En su publicación, “Trump, Rajoy II y el futuro de la relación estratégica entre España y EE.UU.”, declara que es hora de darle vuelta a la página del pesimismo sobre la victoria de Trump y darse cuenta que abre “una serie de oportunidades para relanzar la relación bilateral” entre Madrid y Washington.

España, dice Simón, debería mantener una “actitud pro-activa”, lo que constituiría dejar atrás la vieja concepción de sólo ser una “base operacional” para el ejército estadounidense y convertirse en una “España como actor estratégico y socio privilegiado”.

Esto requeriría explotar aquellos atributos geoestratégicos de España identificados por EE.UU., incluyendo “ámbitos de defensa antimisiles, anfibio y de operaciones especiales”. En segundo lugar, España tendría que desarrollar otras dimensiones en la alianza España-EE.UU. que sean de interés para el imperialismo español, como “la explotación del potencial extra-europeo (Atlántico e Indo-Pacífico) de la alianza”.

Esto implicaría convertir a España en una plataforma militar masiva para que Washington lance sus operaciones militares a cambio de su apoyo para defender los intereses de España.

Pase lo que pase, dice el autor, es necesario un aumento enorme en el gasto militar de España, “así como un mayor esfuerzo a la hora de promocionar la cultura de defensa de España”.

Dicha “cultura de defensa”, un término verdaderamente orwelliano para el militarismo, se refiere a un llamado que todos los analistas geopolíticos hacen, independientemente de su posición sobre Estados Unidos, de superar la hostilidad tradicional del pueblo español hacia los militares. Para el desempleo del 22 por ciento (53 por ciento entre los jóvenes) y los niveles de pobreza que afectan a un cuarto de la población, la élite política no tiene ninguna respuesta progresiva. Sea cual fuere la facción que prevalezca en la lucha sobre los futuros alineamientos políticos de España, su respuesta ante el colapso del orden mundial capitalista de la posguerra dominado por EE.UU. será la misma que la de las cúpulas estatales alrededor del mundo—el militarismo, la austeridad y la supresión de toda oposición social y política.

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