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La pseudoizquierda encubre la derrota de los estibadores en España

La Coordinadora Estatal de Trabajadores del Mar (CETM) ha llevado a cabo una traición despreciable a los miles de estibadores españoles.

La semana pasada, el sindicato suspendió la huelga y de inmediato acordó negociar con la Asociación Nacional de Empresas Estibadoras y Consignatarias de Buques (ANESCO) un recorte salarial del seis por ciento y la pérdida de puestos de trabajo a través de planes de jubilación anticipada, que afectaría una cuarta parte de la plantilla actual.

El director de ANESCO dijo que “el acuerdo era muy positivo para el sector”. El líder de CETM Antolín Goya declaró: “hemos flexibilizado los grupos de trabajo y ayudamos a la competitividad de los puertos, pero por mucho que negociemos, el Gobierno no se va a mover”.

El gobierno del Partido Popular (PP) “no se va mover” porque la capitulación del CETM significa que pueden seguir con su plan de abolir el sistema de trabajo portuario (SAGEPS). El sistema fue una concesión a los trabajadores portuarios tras el fin de la dictadura de Francisco Franco en 1975 y les proporcionó un grado de seguridad relativamente mejor en el empleo y los salarios. Su abolición diezmaría los puestos de trabajo y traería consigo la introducción de trabajadores de empresas de trabajo temporal con remuneraciones de hasta un 60 por ciento más bajos que los salarios existentes.

El fin de los sistemas que gobernaban el empleo en los puertos de los países de la Unión Europea (UE) han sido un objetivo importante de la clase dominante en su campaña para liberalizar el transporte y el transporte marítimo en todo el continente para competir con rivales internacionales. En julio de 2016, el Tribunal Europeo de Justicia multó a España con 15,6 millones de euros [16,7 millones de dólares] y le ordenó pagar 134.000 euros al día hasta que cumpliera.

El 16 de marzo, el gobierno del PP intentó eliminar las SAGEPs en el congreso a través de un Real Decreto, pero ésta fue rechazada por el Partido Socialista (PSOE) y Unidos Podemos (compuesto por el partido pseudoizquierdista Podemos e Izquierda Unida dirigida por los estalinistas). Su voto en contra se basó en la acción unilateral del PP y el hecho de que no proporcionaba el suficiente tiempo a los sindicatos para que presentasen sus propuestas. Su principal preocupación era evitar que surgiera una lucha mucho más amplia en la clase obrera, lo que amenazaría la “paz social” supervisada por los sindicatos y que posiblemente derribaría al débil gobierno minoritario del PP.

Un papel clave para encubrir esta traición fue desempeñado por los grupos pseudoizquierdistas, que intervinieron para impedir cualquier movilización independiente de los trabajadores portuarios, y que actualmente están promoviendo la mentira de que los estibadores han logrado una gran victoria y que esto es evidencia de que el PSOE y Podemos pueden ser presionados para defender a la clase trabajadora. Al igual que el PSOE y Podemos, su principal preocupación es que los sindicatos, de los que sus miembros forman gran parte del cuerpo dirigente, perderán su autoridad bajo condiciones en las que la clase dominante confía en el papel de policía laboral de los sindicatos.

Un papel particularmente pernicioso ha sido desempeñado por Clase contra Clase (CCC), la sección morenista española de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional (FT-CI). A diferencia de las secciones españolas del Comité por una Internacional de los Trabajadores y la Tendencia Socialista Internacional, la CCC no se ha unido a Podemos, alegando que está construyendo “un nuevo espacio anticapitalista y clasista como una alternativa a los neo-reformistas de Podemos e Izquierda Unida”.

Pero esto sólo es para distanciarse de las continuas traiciones de Podemos, mientras que al final los morenistas siempre ofrecen “apoyo crítico” al partido dirigida por Pablo Iglesias.

En un artículo publicado en Izquierda Diario inmediatamente después de la votación en el Congreso, “Estibadores: el Sí se puede de la clase obrera” de Santiago Lupe, el líder del CCC pregunta: “¿Qué nos puede enseñar la victoria de los estibadores? La lucha de clases como vía para torcerle el brazo al gobierno, a la UE y luchar por que la crisis la paguen los capitalistas”.

Lupe señala que el PSOE ha estado comprometido con la austeridad y responsable de la desindustrialización desde los años 80 y 90: “Si alguien sabe algo de cargarse a sectores estratégicos del movimiento obrero, ese es el partido socialista”. Por otra parte, en los ayuntamientos controlados por Podemos “se paga religiosamente la deuda, se abandonan demandas como la remunicipalización y se alega el estar en minoría o el marco legal vigente para justificar que no se estén tomando medidas efectivas para acabar con el paro, los desahucios o la pobreza energética”. En el Congreso y en los parlamentos autonómicos, agrega Lupe, Podemos no propone “ni una sola medida de lucha u organización para pelear por medidas concretas contra los grandes problemas sociales”.

Todo lo que dice no cuenta para nada. Para Lupe, la “sola amenaza de huelga” ha demostrado ser suficiente para obligar al PSOE y Unidos Podemos a convertirse en defensores de la clase trabajadora. Proclama que “uno de los sectores más concentrados, sindicalizados y coordinados del movimiento obrero han enseñado ‘músculo’ y en esta ocasión ha bastado para evitar que varios partidos del Régimen votaran con la ‘responsabilidad de Estado’ que les ha caracterizado en otros momentos”.

Lupe afirma que los estibadores “aprovechando la situación de crisis” dentro del PSOE “han demostrado que se le podía torcer el brazo y obligarlo a votar ‘no’”. El siguiente paso es que exigir “a la vez a la burocracia sindical y al nuevo reformismo que si quieren que sus declaraciones en favor de los parados, los precarios y el resto de trabajadores tengan algo de credibilidad, deben llamar a asambleas en los centros de trabajo en las que poder organizar un verdadero plan de lucha para imponer una salida obrera a la crisis [Énfasis nuestro]”.

Por nuevo reformismo CCC se refiere sobre todo a Podemos. Toda esta palabrería se produce en un intento de engañar a la clase trabajadora para que crean que los sindicatos, el PSOE y Podemos pueden ser presionados para defender sus intereses.

La verdad es que la CETM nunca ha querido una huelga, temiendo que trastocaría sus acuerdos de negociación colectiva con los patrones que proporcionan trabajos lucrativos para sus funcionarios. Desde el principio, la CETM buscó aislar a los estibadores y evitar que bloquearan el comercio marítimo de España proponiendo huelgas en días alternos en cada puerto, a la vez que se negaba a unir la lucha con otros sectores en España, impidiendo que se convirtiera en una batalla global contra la privatización de los puertos y la destrucción de los empleos y los niveles de vida de los estibadores a nivel internacional. El CETM, hay que recordar, suspendió las acciones de huelga tres veces.

Después de capitular, el líder del CETM, Antolín Goya, subrayó que “esto no es una victoria para nadie” y que los sindicatos harían lo que siempre quisieron negociar en “la más absoluta normalidad que incluya, como debe, ser al Gobierno”.

La afirmación de Lupe de que la “crisis interna” en el PSOE abrió una oportunidad de “torcerle el brazo” choca frontalmente con lo que realmente ocurrió el pasado septiembre, cuando los acontecimientos demostraron de nuevo que el PSOE es un instrumento político de la burguesía española.

Un pequeño grupo de banqueros, ejecutivos, agentes de los servicios de inteligencia, oficiales del PP y agentes del PSOE trabajaron junto a la burocracia del PSOE para diseñar un golpe interno para derrocar al secretario general Pedro Sánchez.

Sánchez había entablado negociaciones con Podemos sobre la formación de un gobierno, bajo condiciones en las que había serias dudas sobre la capacidad del PP para formar una coalición estable. Pero la clase dominante había determinado que su curso de acción favorito era el regreso al poder del PP para seguir imponiendo austeridad salvaje. Los principales protagonistas fueron el antiguo presidente del gobierno y secretario general del PSOE, Felipe González, uno de los principales actores de la transición al régimen parlamentario en 1978 tras la muerte del dictador fascista Francisco Franco, y la secretaria general de la federación andaluza del PSOE y actual presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. El golpe fue promovido a través de las páginas del diario partidario del PSOE, El País .

Sánchez cedió, anunció su renuncia y declaró su lealtad a la facción González-Díaz. Dos semanas más tarde, el PSOE votó a favor de abstenerse en una votación parlamentaria para permitir al PP formar un gobierno minoritario.

El golpe dentro del PSOE también puso de manifiesto la quiebra de Unidos Podemos, cuyos orígenes radican en las fuerzas estalinistas y estudiantiles, que esperaban emerger como el principal beneficiario del colapso devastador del sistema bipartidista que había gobernado España desde la Transición. El año pasado, durante casi 12 meses, España no pudo formar un gobierno ya que ni el PSOE ni el PP tenían mayoría a pesar de haber ido a las urnas en dos ocasiones. Esto reflejó sobre todo una profunda oposición popular a las políticas de la patronal que el PSOE había defendido después de que asumiera el poder en 1982, incrementado por la campaña de austeridad de la Unión Europea tras el accidente de Wall Street en 2008 y la participación de España en las guerras de la OTAN.

La orientación de Podemos a este mismo PSOE y los constantes llamamientos para que formara un “gobierno progresista de cambio” subrayaron el hecho de que no tenían diferencias reales con las políticas de austeridad de la UE y los socialdemócratas europeos. Los trabajadores también experimentaron, de primera mano, cómo los “ayuntamientos de cambio” locales apoyados por Podemos en las principales ciudades de España también estaban imponiendo políticas contra la clase obrera, a favor de la austeridad.

Como resultado, la estrategia de los líderes de Podemos de aliarse con IU, con la esperanza de superar al PSOE en las elecciones y emerger como el socio principal en una coalición anti-PP fracasó de manera desastrosa. En las elecciones del 26 de junio, la alianza Podemos-IU perdió casi un millón de votos en comparación con las elecciones de 2015 y no logró superar al PSOE, preparando así el escenario para las amargas luchas internas dentro de Podemos.

Estas son las organizaciones desacreditadas y fracasadas dedicadas al mantenimiento del capitalismo español que CCC pide que depositen sus esperanzas los trabajadores y jóvenes españoles.

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