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Black Lives Matter y las empresas afroamericanas

El verano pasado, la Fundación Ford, una de las más poderosas fundaciones particulares del mundo, anunció una donación por seis años de cien millones de dólares al movimiento Black Lives.

“Asociándonos con las filantropías Borealis, el movimiento Strategy Center para establecer el Fondo Black Led Movement, Ford se compromete a hacer una inversión de seis años en las organizaciones y redes que son parte del movimiento de Black Lives” [vidas negras], declara la página de Web de la Fundación Ford. Anunciando su apoyo, la Ford le desea al grupo crecimiento y prosperidad. “Deseamos nutrir experimentos arriesgados y ayudar a que el movimiento asiente sólidos cimientos que le permitan triunfar”.

Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi (izquierda a derecha) fundadoras de #BlackLivesMatter

Como consecuencia del compromiso financiero con esta red de fundaciones ligadas a las grandes empresas, Black Lives Matter (BLM) se ha entregado totalmente al sector empresarial afroamericano. Ese grupo está bien colocado para lucrar del conocido apodo #BLM de Twitter. Patrisse Cullors, una de las fundadoras de BLM anunció que se asociará con la compañía de publicidad J. Walter Thompson (JWT) —en la lista de las más grandes empresas Fortune 500 — para construir la lista más accesible de empresas afroamericanas”.

Así se une BLM a los prestigiosos clientes de JWT, como el banco HSBC, Johnson & Johnson, Microsoft, y Shell. JWT también representa a los infantes de marina de Estados Unidos. La gerente del banco, Lynn Power, pronosticó que al asociarse con BLM, su empresa publicitaria “daría forma positiva a la cultura”. “Realmente me agrada que Black Lives Matter nos brinde la oportunidad de ejercer una influencia activa”, dijo con entusiasmo.

Las dos organizaciones colaborarán en el proyecto Backing Black Business [Apoyando a las empresas afroamericanas] que consiste en un mapa interactivo nacional de empresas afroamericanas. Ese mapa Google nada tiene que ver con el repudio a la violencia policial, de donde supuestamente nació Black Lives Matter. No obstante, para Cullors ese proyecto les permite a los afroamericanos “contar con un espacio donde sentir que nos hacen caso y donde estamos a salvo”.

Puede que esa transformación sorprenda a los que al principio consideraban que Black Lives Matter representaba un repudio a la militarización de la policía y a los desproporcionados asesinatos de gente negra, a manos de la policía; y que ahora se dan cuenta que ese ideal es totalmente incongruente con la verdadera misión política y fundamento de Black Lives Matter.

En verdad la victoria electoral de Donald Trump crea aun más distancia entre el gran número de obreros y jóvenes que rechazan la violencia policial y la clase media privilegiada que Black Lives Matter representa. Para ésta, la marca #BLM es un vehículo de fama, posiciones muy bien pagada y la buena vida.

Tarjeta de deuda Amir de OneUnited Bank

Un plan aún más vulgar de Backing Black Business apareció en febrero, cuando BLM lanza la “tarjeta negra de pagos”, soportada por OneUnited Bank. “Nace una asociación histórica entre OneUnited Bank, el banco afroamericano más grande de los Estados Unidos, y # Black Lives Matter para manejar el poder de compra de 1,2 billones de dólares de la gente negra, lanzando la tarjeta Amir durante el mes de la historia negra” [febrero, en Estados Unidos], declara la propaganda comercial del sitio Web de OneUnited.

El proyecto de tarjeta de pagos es parte de planes más amplios de personalidades como Beyonce, Solange y Queen Latifah para dar impulso a inversiones en bancos conectados con empresarios afroamericanos. Para Melina Abdullah, portavoz de BLM la tarjeta de pagos Amir representa “más poder para los negros”; es importantes “en muchos niveles”, dice Abdullah; “tendrá la cara de un hermoso niño negro que hará que muchos se acuerden de Trayvon Martin” [estudiante afroamericano de 17 años de edad, asesinado en febrero 2012 por el racista George Zimmerman].

Desde su formación BLM ha invertido dinero en OneUnited, según Abdullah, quien también dirige el Departamento de Estudios Panafricanos de la Universidad Estatal de California en Los Ángeles. Teri Williams, presidente y principal jefa de OneUnited, esposa de su gerente, Kevin Cohee, repitió la ostentación de Abdullah y añadió que “cuando le entrego la tarjeta de Amir a alguien, le estoy diciendo que la vida de la gente negra sí es importante, que el dinero de los afroamericanos sí importa y que somos consumidores importantes”. De vez en cuando se les pedirá a los usuarios de las tarjetas donaciones para BLM.

La sospechosa historia de este banco no parece importarle a BLM. OneUnited, recibió un enorme préstamo del Plan Paulson (TARP) como consecuencia de la crisis financiera del 2008; al no cumplir con las condiciones del préstamo, fue investigado por el gobierno.

La investigación creo un pequeños escandalo cuando se descubrió que el banco le había regalado al gerente Cohee una lujosa vida, incluyendo un Porsche alquilado y una generosa prestación, un condominio de 880 mil dólares en Miami Beach, y 26,500 dólares mensuales para alquilar una mansión en Santa Mónica, California. Muchos sospechan que la generosidad del gobierno estuvo ligada al hecho que el marido de la congresista Maxine Waters (Partido Demócrata), es un miembro de la junta directiva del banco e importante accionista. De haber quebrado el banco, éste hubiera perdido más de 350 mil dólares.

La política racista y Pro capitalista de Black Lives Matter

Desde el principio, las “madres del movimiento”, Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi —quienes juntas escogieron el famoso nombre— rechazaron específicamente la campaña de unir a negros, blancos e inmigrantes contra las medidas de guerra de clases del estado capitalista. Todo lo contrario, el trío hizo todo lo posible para contener las manifestaciones contra la violencia policial dentro del sistema capitalista e impulsar un proyecto racista y Pro capitalista.

Aun antes del 2013, el trío fundador ya había establecido estrechos lazos con las grandes empresas, fundaciones, universidades y agencias patrocinadas por el gobierno. Tometi en especial era bien conocida por todos ellos. Había dado discursos en la ONU (presentaciones ante el Foro Global de Migración y la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres); había visitado a la Casa Blanca; se había reunido con Heather Foster, testaferro de Obama; y dado una charla en el Instituto Aspen, un conocido centro de investigación ligado a las fuerzas militares y a las agencias de espionaje.

Teniendo en consideración las manifestaciones crecientes y con la expectativa de un futuro gobierno de Hillary Clinton, en agosto 2016, se creó una plataforma política intitulada “Visión de vida afroamericana” (Vision 4 black lives), iniciada por una amalgama de grupos “no jerárquicos” relacionados con BLM. La exigencia central de ese programa fue “acabar con la guerra contra la gente de piel negra”.

En su campaña por la exclusividad afroamericana, pide reparaciones, como recompensa a daños pasados y continuos”, “romper con instituciones que dañan a los afroamericanos”, el derecho a una educación de calidad, “para la gente de piel negra”, un programa federal para “la gente negra”, el control de comunidades y la autodeterminación para los afroamericanos. Por el mismo camino, demanda la defensa de los “inmigrantes de piel negra”, ésta última, aun teniendo en cuenta el sufrimiento de decenas de millones de inmigrantes que no son negros; sufrimiento que resulta de las guerras y explotación imperialistas por todo el mundo.

Estas exigencias racistas son centrales para el cronograma de Vision 4 Black Lives, que también está salpicado con exigencias democráticas, como educación gratis para todos, protección especial para estudiantes homo y transexuales, previsión médica gratuita, guarderías gratuitas, y reducción del presupuesto militar. El proyecto BLM es congruente con la variante racial del programa, pro imperialista y dizque humanitario, que critica a las guerras estadounidenses, por ser éstas injustas y destructivas a las comunidades negras mundiales”.

El objetivo fundamental de Vision 4 Black Lives, y Black Lives Matter, nada tiene que ver con derechos sociales como la educación y previsión médica; consiste en dividir a la clase obrera, subordinar la inquina al Partido Demócrata y consolidar más oportunidades para los sectores más privilegiados de la clase media alta.

Los planes BLM no esconden su orientación burguesa y legislativa: Una declaración suya dice que “El Congreso debe modificar la “Ley de Asignaciones Consolidadas del 2005”, o que “el Departamento de Justicia puede ejercer discreción presupuestal para los programas policiales”, etcétera, es decir que es posible presionar al Partido Demócrata para implementar reformas.

La esencia de las posiciones políticas de ese grupo es la constante inyección dentro del movimiento contra la violencia policial de divisiones y animosidades raciales. Su intención es renovar la bien conocida táctica de “dividir y conquistar” para impedir la unidad de la clase obrera —negra, blanca e inmigrante— y la destrucción del sistema capitalista, la fuente de la opresión social y política.

A cambio de este servicio al estado burgués, está bien remunerado Black Lives Matter. La Fundación Ford, que tiene una larga historia al servicio de la CIA en la los años 1940 y el fomento de las empresas afroamericanas luego de la rebelión urbana de Detroit en 1967 —ahora sirve de cimiento para el crecimiento del BLM.

La Fundación Ford reclutó a otros “empresarios filantrópicos”: La Fundación Hill-Snowden, Solidaire (la Fundación Ford y Leah Hunt Hendrix, bisnieta del megamillonario del Petróleo, H.L. Hunt), la Fundación NoVo (establecida por Peter, hijo de Warren Buffet, y su nuera Jennifer en 2006), la Asociación de Ejecutivos de Fundaciones Negras (la Fundación Kellog, JPMorgan Chase y su Organización Negra de Liderazgo [BOLD]), el Grupo de Subsidio Vecinal de Apoyo a la Justicia (también sostenido por la Ford), y otros más.

Además del dinero, la dirección de BLM ha sido premiada con honorarios, premios, y viáticos, en Estados Unidos y en el mundo. Cullors fue nombrada Mujer del Año para la Justicia por la revista Glamour; fue declarada la Dirigente Más Grande del Mundo por la revista Fortune; La Universidad de Clarkson la honró con un doctorado.

Los medios de difusión y el estado

Si bien las manifestaciones contra la violencia policial adoptaron el símbolo #BLM, fue su promoción por los medios burgueses de difusión que popularizaron a #BLM por todo el país. Deen Freelon, Charlton C. McIlwaine y Meredith D. Clark, develan en su ensayo investigativo Beyond the Hashtagsel papel de “los medios difusión y empresas principales” en ese proceso.

Cartel de Black Lives Matter

La aceleración de las tensiones sociales por la salvaje muerte a balazos en Cleveland de Tamir Rice, joven de 12 años, y la exculpación por un tribunal del asesino de Michael Brown en noviembre 2014 desenmascaran el rol de los medios de difusión. La prensa empresarial, respondió a la ola de rechazo por parte de los jóvenes, blancos y negros, con el cuento de que Black Lives Matter representaba la oposición oficial contra la violencia policial.

Con la difusión de estadísticas por killedbypolice.net y otras fuentes de información subrayando que los asesinatos a manos de la policía es tanto contra gente blanca pobre y de la clase obrera como contra jóvenes urbanos afroamericanos, las cuestiones de desigualdad social, pobreza, y clases sociales se hacen mucho más evidentes; en cierto momento, el eslogan más universal All Lives Matter (todas las vidas importan) comienza a utilizarse.

BLM rechaza ese espectro de unidad obrera y denuncia a All Lives Matter, rechazando ese eslogan por ser supuestamente ilegítimo y racista. El grupo cambió de enfoque, demandando “control comunitario”, que el gobierno establezca programas de preferencia para afroamericanos.

Los personajes del BLM, mientras tanto eran recomendados para altos puestos oficiales. Dirigentes de Black Lives Matter en 2015 y 2016 iban y venían a la Casa Blanca para reunirse con el presidente Obama y sus testaferros; el Partido Democráta les daba espaldarazos de autoridad oficial. En una reunión de febrero 2016, el presidente Obama va más allá; alaba a dos de los líderes de Black Lives Matter, DeRay Mckesson, y Brittany Packnett: “Son mejor organizadores de lo que era yo a su edad. Confío que van a levantar a nuevas alturas a los Estados Unidos”.

En julio de ese mismo año, durante otra reunión con Obama, Mckesson y Packnett acordaron que Packnett sería la representante oficial del Grupo de Faena Policial del Siglo XXI, junto con la Fiscal General Loretta Lynch y Michael McHale, presidente de la Asociación Nacional de Organizaciones Policiales.

Estas infames juntas de importantes individuos asociados con Black Lives Matter con el presidente norteamericano y sus principales agencias policiales demostraron que ese grupo no tiene ningún escrúpulo en que ser integrado a la maquinaria estatal; todo lo contrario, busca esa inclusión. McKesson, Packnett y Johnetta Elzie, alias “Netta”, otra socia de Black Lives Matter se reúnen en octubre 2015 por noventa minutos con Hillary Clinton —en ese entonces la principal candidata a presidente y candidata preferida de las agencias de espionaje— para discutir “cosas de política”.

El elemento Sanders

En ese periodo, la campaña presidencial de Bernie Sanders comenzaba a atraer a muchísima gente, preocupando a las élites de poder. Sanders ganaba el apoyo de muchos jóvenes y obreros, fingiendo ser un socialista en campaña por una “revolución política contra la clase de megamillonarios”.

Fue en ese entorno que se toman en las altas esferas del gobierno las decisiones para apoyar el proyecto de división racial del BLM. Esa decisión ocurre en paralelo con el campanear incesante de Clinton por las políticas de identidad, en contra de Sanders; aun pregonando Black Lives Matter en sus discursos públicos. Por su parte, McKesson y Packnett apoyaron a Clinton; aunque sin darle apoyo oficial, Garza también votó por la candidata.

Como consecuencia, ahora llueven recompensas sobre BLM por el papel que éste juega en apoyo al capitalismo, promoviendo la trillada ficción iniciada por el presidente Richard Nixon a fines de los 1960, que la existencia de empresarios afroamericanos millonarios es algo progresivo para todos los afroamericanos.

La diferenciación de clase es, de hecho, ahora mayor dentro de la comunidad afroamericana, aún más que en toda la sociedad. Aunque la mayoría de familias afroamericanas viven alrededor de la línea de pobreza, en la actualidad hay treinta y cinco mil millonarios negros. Este pequeño grupo privilegiado, y los grupos en las gradas dorada de riqueza, son las capas y los intereses sociales que Black Lives Matter representa.

El repudio a la clase obrera que proyecta Black Lives Matter, y su fraseología reaccionaria, juega un papel cada vez más peligroso en el actual contexto político, empalmando con la derecha y dando legitimidad al racialísimo.

La evaluación de ambos de la elección de Donald Trump demoniza a la clase obrera blanca; ese punto de vista también es impulsado por Hillary Clinton, el New York Times y otros medios de difusión ligados al Partido Demócrata.

Bajo condiciones insólitas de guerra imperialista, desigualdad social y represión estatal, Black Lives Matter se vuelca con entusiasmo a los grupos políticos de poder de la burguesía y a los proyectos de las empresas afroamericanas. Es más, su apetito de lucro tiene su propia lógica; para codearse con todos éstos, colaborará con gente como Trump.

El uso y promoción de Black Lives Matter por parte de elementos claves del estado capitalista nuevamente ejemplifica el rol de clase de la política de identidades. Para los obreros y jóvenes que buscan como luchar, la fisionomía social y el programa político de Black Lives Mattersirven de lección sobre el papel de la burguesía y el callejón sin salida de la política de las razas.

La Fundación Ford apoya a Black Lives Matter
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