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El contexto de una incriminación contra la clase obrera

Lo que disputaban los trabajadores de Maruti Suzuki

Las cadenas perpetuas impuestas por un juez indio a trece trabajadores automotrices el mes pasado fueron una represalia de clase en respuesta al papel de liderazgo que los trabajadores de la planta de montaje de automóviles de Maruti Suzuki en Manesar, estado de Haryana, han desempeñado en resistencia a las condiciones de explotación que prevalecen en las fábricas y zonas económicas especiales de India.

Una protesta sentada en junio del 2011 [Crédito de la foto: GurgaonWorkersNews]

Entre junio del 2011 y julio del 2012, los trabajadores realizaron una serie de huelgas y ocupaciones y desafiaron un cierre patronal, además de persecuciones y violencia perpetrada tanto por la policía como por agentes de la empresa. Estas acciones le produjeron un escalofrío a la clase gobernante india, la cual ha buscado comercializar el país como una fuente de mano de obra barata y dócil para las empresas transnacionales.

Desde que comenzó “la liberalización económica” del país en 1991, Suzuki, Hyundai, Ford, Caterpillar y otras corporaciones transnacionales han extraído cuantiosas ganancias a partir de la explotación de trabajadores pobres que provienen en gran parte de aldeas rurales. Los edificios de apartamentos de gran altura, los modernos complejos comerciales, supermercados y bancos que ahora se encuentran en los barrios más acaudalados de India están fuera del alcance de los trabajadores. Viven en barrios marginales y residencias precarias y envían gran parte de sus ingresos a sus familias en las zonas rurales.

El estado de Haryana

Maruti Suzuki tiene dos plantas de ensamblaje en el cinturón industrial de Manesar de Gurgaon, en las afueras de la capital india, Nueva Delhi, donde más de 200.000 trabajadores fabrican automóviles y otros productos.

Cuando se inauguró en el 2006, la fábrica de Maruti Suzuki en Manesar producía de 250 a 300 autos por turno. Tres años más tarde la producción subió a 550-600 por turno, con el objetivo de rodar uno de la línea de montaje cada 42 segundos. Los trabajadores trabajaban ocho horas y media, con sólo media hora de almuerzo y dos descansos de siete minutos, dejándoles un tiempo muy limitado para beber agua y reposar un poco. Llegar un minuto tarde a un turno o de un descanso era objeto de un recorte salarial inmediato y devastador.

Según los registros de la compañía, la planta en Manesar empleó a 4.295 obreros en el 2012. De estos, 1.054 o menos de una cuarta parte eran trabajadores permanentes de tiempo completo. Estos trabajadores “regulares” ganaban 19.250 rupias ($298) por mes, pero casi la mitad de su sueldo (8.910 rupias) constituía una “recompensa por rendimiento de producción”. Si los trabajadores solicitaban una licencia, perdían 1.500 rupias ($23,22) por un día, 2.200 rupias ($34,06) por dos días y 7.000 rupias ($108,38) o más de un tercio de su sueldo mensual por cuatro días.

Edificios de oficinas de gran altura al fondo de los coches producidos cada 44 segundos por los trabajadores

Ese año, otros 2.600 trabajadores fueron proporcionados por contratistas como empleados con contratos a corto plazo. A pesar de que hacen el mismo trabajo que los trabajadores regulares, utilizan uniformes diferentes, reciben menos de la mitad de la paga (9.000 reales o $139,69) y pueden ser despedidos a voluntad. Otros 641 trabajadores fueron asignados como “aprendices”, atrapados en un ciclo vicioso de baja remuneración, con la esperanza de alcanzar a firmar un contrato o convertirse en obreros regulares si un supervisor no los considera “alborotadores”.

Para empeorar las cosas, los trabajadores estimaron que entre las horas extras que son requeridas durante los cambios de turno —era obligatorio que los trabajadores permanecieran en la línea hasta recibir permiso— y el tiempo de reparación de defectos, terminaban laborando un promedio de dos horas no remuneradas por día.

Condiciones de vida de los trabajadores incriminados de Maruti Suzuki [Crédito de la foto: película The Factory, por Rahul Roy]

Estas fueron las condiciones que dieron lugar a la resistencia desafiante de los trabajadores de Maruti Suzuki. El 4 de junio del 2011 los trabajadores hicieron una huelga de trece días y ocuparon la planta de Manesar, exigiendo el reconocimiento de un sindicato nuevo e independiente, el Sindicato de Empleados de Maruti Suzuki (MSEU, por sus siglas en inglés), y la eliminación del odiado sistema de contratistas. A pesar de que el MSEU aplicó para representar sólo a los trabajadores permanentes, todos, incluyendo los trabajadores de contrato y aprendices, se unieron a la lucha.

Los trabajadores se rebelaron contra el Sindicato Maruti Udyog Kagmar (MUKU, por sus siglas en inglés), respaldado por el Estado y controlado por la empresa, imponiendo sus dictados. El sindicato “títere”, como lo llamaban los trabajadores, estaba asociado con el Hind Mazdoor Sabha (HMS) o Asamblea de Trabajadores de India, miembro fundador de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) anticomunista en 1949, junto con la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL; por sus siglas en inglés) y el Congreso de Sindicatos (TUC, por sus siglas en inglés) británico.

El día antes del paro, los trabajadores presentaron una solicitud ante el comisionado de trabajo de Haryana para registrar el MSEU. El comisionado aparentemente le avisó a la gerencia de la empresa ya que ésta intentó obligar a los trabajadores a firmar una declaración jurada el día siguiente indicando que estaban satisfechos con el MUKU. Después de que los trabajadores lanzaron el paro, la gerencia despidió a todos los once trabajadores cuyos nombres estaban en el formulario presentado ante el comisionado. Exigieron que se fueran de las instalaciones de la fábrica, amenazando con traer a la policía para “romper” la huelga si no lo hacían.

Cuando unos 100.000 trabajadores del cinturón industrial de Manesar-Gurgaon amenazaron con convocar una huelga de solidaridad de dos horas, el Congreso de Sindicatos de India (AITUC; por sus siglas en inglés), afiliado con el Partido Comunista de India (CPI, por sus siglas en inglés), se impuso ante el MSEU para poner fin al paro el 16 de junio. Dos docenas de trabajadores militantes fueron despedidos o suspendidos como resultado.

Barrios marginales en las afueras de la fábrica de Manesar [Crédito de la foto]: película The Factory, por Rahul Roy)

Esto se convertiría pronto en un patrón. El CPI y el otro partido estalinista grande, el Partido Comunista de India (marxista) o CPM, por sus siglas en inglés, junto con sus sindicatos afiliados, el AITUC y el Centro de Sindicatos Indios (CITU, por sus siglas en inglés), no son socialistas. Han colaborado con el Partido del Congreso, el partido tradicional de la clase gobernante india, y han sido sus cómplices en las políticas reaccionarias para atraer inversiones extranjeras con base en mano de obra barata. Esto ha incluido la implementación directa de lo que los mismos CPI y CPM llaman políticas “proempresariales” en estados como Bengala Occidental, donde conforman el gobierno.

Aprovechando la supresión de la huelga, la empresa y el gobierno estatal de Haryana, controlado por el Partido del Congreso, se fueron a la ofensiva. En primer lugar, el comisionado de trabajo rechazó la solicitud del MSEU para ser reconocido, aunque los trabajadores ya habían abandonado el MUKU en masa. Luego, dos semanas después, el 29 de agosto del 2011, realizaron un cierre patronal, asistido por el gobierno que envió quinientos policías para expulsar a los trabajadores de la planta.

Como condición para regresar a trabajar, Muruti Suzuki les exigió firmar un “acuerdo de buena conducta”, prometiendo que no llevarían a cabo paros, sentadas ni protestas de ningún tipo que pudiesen afectar la producción. Los trabajadores rechazaron desafiantemente tal chantaje.

En uno de los piquetes, los trabajadores conversaron apasionadamente sobre su lucha con los reporteros del World Socialist Web Site. “La empresa dice que los trabajadores tienen derecho a una licencia de 42 días al año. Pero en la práctica nos penalizan por tomar un solo día. Si le informo a gerencia por adelantado que quiero tomarme un día, le rebajan 1.500 rupias a mi salario. Si, por alguna razón inevitable, me ausento sin informarle a gerencia, recortan el doble de esa cantidad como medida punitiva.

“¿Cómo podemos visitar a nuestros padres si están enfermos? —clamó el trabajador— En un momento en el que podríamos necesitar más dinero para gastos médicos, ¡nos rebajan el salario!”.

Luego, añadió, “Durante el descanso de siete minutos, tenemos que apresurarnos para conseguir una taza de té y luego correr al baño con la taza de té en la mano. El número limitado de sanitarios disponibles agrava el problema.

“No podemos hablar osadamente contra estos actos inhumanos de la empresa porque enfrentamos medidas disciplinarias inmediatamente. Queríamos crear nuestro propio sindicato para luchar por nuestros derechos. A menos que sea reconocido, no podemos encarar a gerencia. Todo el mundo sabe que estamos siendo suprimidos. ¿Por qué es que el gobierno no está haciendo algo por nosotros?”

Una vez más, los sindicatos estalinistas aislaron a los trabajadores en lucha y Maruti Suzuki logró prevalecer. Después de 33 días, el bloqueo fue terminado después de que el MUKU pactara con la empresa y funcionarios estatales el acuerdo de buena conducta y la suspensión de 44 trabajadores militantes.

Trabajadores de Suzuki Powertrain en una protesta de solidaridad para apoyar a los trabajadores de Maruti Suzuki en Manesar en octubre del 2011

Sin embargo, el acuerdo fracasó cuando la dirección se negó a recontratar a mil trabajadores contractuales. El 7 de octubre del 2011, los trabajadores permanentes y de contrato realizaron una sentada exigiendo la recontratación de los mil obreros, junto con los 44 trabajadores injustamente suspendidos, y la revocación de la amenaza de la empresa de rebajarles dos días de paga por cada día de huelga.

Esto condujo a una ola de paros en solidaridad de hasta 12.000 trabajadores en todo el cinturón industrial de Manesar-Gurgaon. El gobierno estatal respondió mediante el despliegue de 1.500 policías para poner fin a la ocupación que ya llevaba ocho días, pero la huelga continuó.

Con los trabajadores una vez más aislados por los principales sindicatos, los líderes del MSEU repentinamente terminaron el paro el 21 de octubre del 2011, sin convocar ninguna reunión o voto. Aceptaron las promesas sin garantías de los gerentes que contratarían nuevamente a los trabajadores de contrato a su discreción e “investigarían” las suspensiones de treinta trabajadores, incluyendo Sonu Gujjar y Shiv Kumar, respectivamente el presidente y secretario del MSEU.

Fue revelado poco tiempo después que Gujjar y Kumar habían sido sobornados para renunciar a sus puestos de trabajo. Lo que recibieron —estimado en 1,6 millones de rupias o unos $32.500 — representaba una miseria para la gerencia, pero era una indemnización por despido excepcional para los jóvenes trabajadores industriales. El acuerdo, respaldado por el gobierno de Haryana, le permitió a la gerencia librarse de un gran número de trabajadores que habían dirigido la lucha de los últimos seis meses, mientras que al mismo tiempo pudieron desacreditar y socavar al MSEU, y, por lo menos esperaba, la idea de lucha y solidaridad entre los trabajadores.

Trabajadores detenidos en un autobús de la policía

No obstante, los trabajadores se reagruparon rápidamente y formaron una nueva organización, el Sindicato de Trabajadores de Maruti Suzuki (MSWU, por sus siglas en inglés) para continuar su lucha. Pasarían seis meses para que el estado y la empresa reconocieran el MSWU, lo que finalmente sucedió el 1 de marzo del 2012.

De parte de la gerencia, esto significó claramente un repliegue temporal y táctico ante el aumento en militancia de la clase obrera india, que al día siguiente, el 2 de marzo del 2012, participó en una huelga general de un día con alrededor de 100 millones de trabajadores, en oposición a las políticas económicas del gobierno de la Alianza Progresista Unida encabezada por el Partido del Congreso.

En abril del 2012, el MSWU publicó su Carta de demandas, incluyendo la abolición del sistema de contratos laborales y la regularización de todos los trabajadores. Durante los meses próximos, la gerencia cerró filas contra el MSWU y preparó una nueva ofensiva contra el sindicato para recobrar su dictadura unilateral en la planta.

Este es el contexto detrás de la provocación de la empresa del 18 de julio del 2012, que utilizó como pretexto para acorralar, detener y torturar a cientos de trabajadores, despedir sumariamente a 546 trabajadores permanentes y a 1.800 trabajadores de contrato de la planta en Manesar a incriminar a toda la dirección del MSWU bajo cargos de asesinato falsos.

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