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¡No a la guerra y al nacionalismo! ¡Construyamos el PES!

Declaración del Parti de l'égalité socialiste sobre las elecciones presidenciales francesas

La elección presidencial francesa del 2017, que se celebrará en dos rondas el 23 de Abril y el 7 de Mayo, plantea cuestiones de importancia internacional. Está teniendo lugar bajo la sombra de la guerra tras el ataque no provocado por Estados Unidos contra Siria el 7 de Abril y en medio de las amenazas de Washington y la alianza de la OTAN contra Siria, Rusia y Corea del Norte.

Francia ha estado bajo un estado de emergencia, mientras que los principales candidatos presidenciales han pedido una salida francesa del euro y la Unión Europea (UE) y el regreso del servicio militar obligatorio.

La carrera electoral está dominada por una enorme ira popular contra el establecimiento político y los partidos tradicionales del gobierno, Los Republicanos (LR) y el Partido Socialista (PS). El PS, que ha sido la fuerza hegemónica de la "izquierda" francesa desde su fundación en 1971, poco después de la huelga general de mayo-junio de 1968, está colapsando, estando desacreditada por sus políticas de austeridad y guerra.

Está en marcha un colapso del orden político a nivel internacional. En Gran Bretaña, una mayoría estrecha votó en junio salir de la UE. En Estados Unidos, Donald Trump quedó electo presidente enfrentándose no sólo al Partido Demócrata, sino también a grandes sectores del propio Partido Republicano de Trump. Desde que asumió el cargo, ha seguido un programa nacionalista y militarista de “EE.UU. ante todo".

En Francia, esta crisis toma la forma particularmente nociva de la posibilidad de que Marine Le Pen del Frente Nacional neofascista (FN), descendiente de las fuerzas colaboracionistas fascistas que gobernaron Francia durante la ocupación nazi, pueda convertirse en presidente. La posibilidad de tal resultado es responsabilidad no sólo del PS, sino de toda una serie de organizaciones de pseudoizquierda que hace mucho tiempo rompieron sus vínculos históricos con el trotskismo, como el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) y Lucha Obrera ( LO). Abandonando todos los principios del marxismo revolucionario, se han orientado durante décadas al PS, un partido reaccionario del capital financiero.

En esta atmósfera, en la que la oposición al PS no encuentra una expresión política auténtica de izquierda, se le permite a Le Pen presentarse como populista y la principal desafiante de la élite política. Esta situación, junto con la explosiva crisis internacional, ha producido numerosos virajes y crisis en la campaña electoral.

Al principio, LR esperaba que, como en elecciones anteriores, se beneficiaría de la crisis del PS. Pero en enero, el candidato de LR, François Fillon, resultó gravemente afectado por cargos de corrupción que surgieron poco después de que él propusiera una alianza con Berlín y Moscú contra Washington. Esto dio paso a una carrera entre Le Pen y Emmanuel Macron del movimiento En Marcha, el cual es respaldado por el PS. Después del ataque no declarado e ilegal de Estados Unidos contra Siria, Jean-Luc Mélenchon (movimiento Francia Insumisa, antes llamado Frente de Izquierda) ha estado aumentando en popularidad explotando los amplios sentimientos antibélicos en la población, especialmente entre jóvenes.

Las elecciones ahora están demasiado reñidas para anticipar el resultado. En una situación sin precedentes, cuatro candidatos —Mélenchón, Macron, Le Pen y Fillon— están en un empate estadístico. Cualquier par de ellos podría clasificarse para el desempate en la segunda ronda.

Sea cual fuere el resultado, la elección presidencial no resolverá nada. Francia está profundamente polarizada y las tensiones de clase han alcanzado un punto de ebullición. Dos tercios de la población francesa dice que la lucha de clases es una realidad diaria para ellos, un veinte por ciento más que en 1968, justo antes de que decenas de millones de trabajadores se unieran a la huelga general de mayo-junio. En medio de una profunda crisis internacional y el peligro inminente de una guerra, se aproximan bruscas convulsiones políticas y luchas de clases.

El Parti de l'égalité socialiste (PES; Partido Socialista por la Igualdad), fundado el año pasado como sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), está interviniendo para ofrecerle una alternativa internacionalista, socialista y revolucionaria a toda la clase obrera. El PES no apoya a ningún candidato. Promueve las luchas sociales más amplias y la oposición a la guerra y al nacionalismo. Su principal responsabilidad en esta elección es explicarles a los trabajadores y jóvenes el papel de clase que desempeñan los candidatos y la necesidad de construir el PES en Francia y el CICI internacionalmente como la vanguardia trotskista auténtica de la clase obrera.

El descrédito del PS y el auge del FN

La élite política francesa está siendo desgarrada por el colapso del PS, siguiendo el camino de los otros partidos antiobreros socialdemócratas en toda Europa, desde Pasok en Grecia al PSOE en España. El titular del PS, François Hollande, es tan odiado que, en una decisión sin precedentes para un presidente francés, ni siquiera intentó conseguir un segundo mandato.

La presidencia de Hollande ha sido el producto final de lo que fue el partido desde su fundación, una institución completamente podrida. El PS fue fundado en 1971, después de que el Partido Comunista Francés (PCF) de ideología estalinista quedó desacreditado tras negarse a tomar el poder durante la huelga general de 1968. No era una organización socialista, sino una herramienta de las fuerzas sociales más reaccionarias. Siendo una coalición de socialdemócratas, socialcatólicos, exestalinistas, extrotskistas y antiguos funcionarios del régimen de Vichy, el colaborador nazi, el PS funcionó como un vehículo electoral para que llegara al poder un político de renombre ex-Vichy, François Mitterrand. En 1981, Mitterrand se convirtió en el primer presidente francés del PS.

Desde el principio, el PS se convirtió en el eje en torno al cual han orbitado incontables partidos que se reivindican revolucionarios. En 1972, el PCF firmó el Programa Común con el PS, impulsando las pretensiones socialistas del PS al asociarlo con el principal aliado político de la Unión Soviética en Francia. El PCF fue destruido después de que el gobierno PS-PCF de Mitterrand repudió rápidamente sus prometidas reformas sociales en el poder, declarando un "giro a la austeridad" en 1982 y cuando el PCF apoyó posteriormente la restauración del capitalismo en la URSS.

Todas las organizaciones en Francia que salieron del movimiento trotskista repudiaron la perspectiva proletaria internacional de Trotsky que defiende el CICI. Todas capitularon ante el PS.

La Organización Internacionalista Comunista (OCI, L´Organisation communiste internationaliste; hoy el Parti ouvrier indépendant démocratique o POID), la que fue la sección francesa del CICI, se separó de éste en 1971 basándose en la falsa perspectiva nacionalista de que la alianza PS-PCF crearía un gobierno obrero. Esta alianza sentó las bases para que Lionel Jospin, un miembro de la OCI que trabajaba dentro del PS, se uniera al gobierno como principal asistente de Mitterrand y, en 1997-2002, se convirtiera en primer ministro.

El PS desarrolló su influencia en la clase media a través de una amplia red de organizaciones no gubernamentales (ONGs), la masonería, y las secciones socialdemócratas de la burocracia sindical y la academia. Desarrolló vínculos estrechos con la Liga Comunista Revolucionaria (LCR; Ligue communiste révolutionnaire, hoy el NPA) en la década de 1980 a través de la ONG SOS Racisme, y con la OCI a través de los sindicatos estudiantiles.

La OCI/POID, la LCR/NPA y LO, mientras luchaban disputas faccionales dentro de esas organizaciones contra el PS y expresaban el descontento de secciones de la clase media francesa hacia las políticas corporativistas del PS, no hablaban por la clase trabajadora. En ningún momento se presentaron como un desafío serio al PS o buscaron construir un partido de las masas obreras contra el PS. Todos ellos operaban en el entorno del Estado y su periferia política, construyendo efectivamente el PS como alternativa a la construcción de un partido revolucionario.

La crisis de las elecciones presidenciales del 2002 fue una experiencia decisiva. Cuando Jospin fue eliminado en la primera ronda, surgieron protestas contra una segunda vuelta entre el conservador Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen del FN. La LCR, LO y el Partido de los Trabajadores (PT, ex-OCI) consiguieron colectivamente tres millones de votos en la primera vuelta de las elecciones. Al mismo tiempo, estaban surgiendo manifestaciones internacionales antibélicas contra los planes para la invasión ilegal estadounidense de Irak. Sin embargo, la LCR, LO y el PT demostraron ser incapaces y no quisieron hacer nada con esta oportunidad.

El CICI les envió una carta abierta a los tres partidos, proponiendo una campaña para un boicot activo de la segunda ronda. Sin ocultar sus diferencias políticas con estas organizaciones, el CICI explicó que un boicot activo, movilizando obreros en lucha, prepararía a la clase obrera para movilizarse en lucha contra la guerra y los ataques sociales que Chirac estaba preparando. Sin embargo, los tres partidos no se molestaron en responder. Simplemente se alinearon con la campaña del PS a favor de Chirac, supuestamente para bloquear que el neofascismo llegase al poder y poder preservar un gobierno democrático en Francia.

Efectivamente, estos partidos les comunicaron a los millones de personas que se movilizaron contra Le Pen que no debieron haberse molestado en salir y protestar. Podrían haber permitido simplemente que la elección pasara y Chirac tomara el poder. Al adoptar esta política de apoyo a un candidato derechista respaldado por el PS, supuestamente para vencer el peligro del autoritarismo y el fascismo planteado por el FN, los tres partidos dejaron en claro que no tenían ningún interés en establecer una alternativa al sistema capitalista. En su lugar, han promovido políticas cada vez más abiertamente proimperialistas y belicistas.

En medio de la creciente crisis internacional del capitalismo en el siglo XXI, su papel reaccionario le abrió paso al FN. Pasó de ser un partido menor que a veces conseguía votos de protesta derechista a un contrincante por el poder.

El aumento de brechas dentro de la alianza de la OTAN y el giro de la UE hacia una política de profunda austeridad a raíz de la crisis financiera del 2008 le abrió nuevas oportunidades a Le Pen. Pudo denunciar desde una perspectiva nacionalista reaccionaria las políticas de austeridad económicamente autodestructivas impuestas por la UE y el PS. Le Pen también buscó apelar al creciente sentimiento en la clase gobernante francesa a favor de medidas de un Estado policial y en contra de la hegemonía alemana en la UE.

En esta década, el FN también se opuso a las guerras de la OTAN en Siria y Ucrania apoyadas por el PS y el NPA, basándose en una política imperialista de mantener a Rusia como un aliado francés contra Alemania. El FN es un partido belicista que apoyó con entusiasmo la guerra francesa en Malí. No obstante, pudo presentarse como menos agresivo que el PS y sus aliados "izquierdistas", que apoyaron una campaña militar que envolvió a Francia y a las demás potencias de la OTAN en una confrontación directa con Rusia, una importante potencia nuclear.

En última instancia, Hollande llegó a confiar en el FN como un mecanismo para estabilizar su profundamente impopular gobierno. Invitó a Marine Le Pen al palacio presidencial del Elíseo después de los dos atentados terroristas de París en el 2015 e impuso un estado de emergencia que suspendió derechos democráticos básicos. El PS después propuso incorporar en la Constitución el principio de privación de la nacionalidad, que constituyó el marco legal para la prohibición de los líderes de la Resistencia Francesa y la deportación de los judíos a los campos de exterminio durante la ocupación nazi. Con este rechazo tan inequívoco a las tradiciones de la política de izquierda, el PS buscó legitimar al FN como parte del centro.

¿Qué proponen los candidatos presidenciales franceses?

El surgimiento del FN es sólo una expresión particularmente nociva de la degeneración de la clase capitalista francesa en su conjunto. La burguesía francesa está políticamente en bancarrota y no tiene nada que ofrecer. A pesar de sus amargas diferencias tácticas sobre política exterior y los conflictos por cargos de corrupción, los candidatos presidenciales del 2017 están unidos en su apoyo al militarismo y a una forma de gobierno policial. Todos ellos apoyan una costosa modernización del ejército y la policía que sólo se puede lograr a través de drásticos ataques a los derechos sociales de la clase obrera conquistados en generaciones de lucha.

Marine Le Pen ha liderado una campaña populista de extrema derecha arraigada en las tradiciones del fascismo francés, aliándose con fuerzas de extrema derecha como Geert Wilders de Países Bajos y Alternativa para Alemania (AfD; Alternative für Deutschland), y glorificando a Trump. Ella habla por capas de la clase dominante que buscan alianzas con Trump y Rusia para enfrentar la hegemonía alemana en Europa. Una vez declaró que sólo se necesita una palabra en las conversaciones con Merkel: "No". Ella propuso un frexit o salida francesa de la UE y un retorno al franco antes de retractarse en las últimas semanas bajo presión de los bancos, diciendo que presentaría estas propuestas en un referéndum primero.

Su partido es una coalición entre los descendientes de las fuerzas colaboracionistas nazis como el Partido Popular Francés (PPF) que fundó el FN en 1972 y los recién llegados en la última década que provienen de escisiones del PS, especialmente en torno a Jean-Pierre Chevènement. Le Pen se opuso a las posiciones antisemitas tradicionales del FN y a las negaciones del Holocausto de su padre como parte de una política pragmática para limpiar la imagen de su partido y llegar el poder. También, abandonó su retórica de mercado libre, alegando que "protegerá" a la gente, mezclando ataques contra el Islam con llamados por una expansión policial masiva y políticas sociales tales como bajar la edad de retiro.

Le Pen ha establecido una base de votantes en la clase obrera debido únicamente al papel reaccionario del PS y su periferia política. Sus ataques populistas contra el PS y LR ganaron una amplia audiencia entre los desilusionados con el PS. Su retórica antiinmigrante y de ley y orden es en gran medida indistinguible de la del PS. Ella se ha comprometido a aumentar el gasto militar al dos por ciento del PIB. Su populismo es un fraude reaccionario. El programa fascista del FN, avanzado en medio de una histórica crisis de guerra y el colapso del capitalismo, inevitablemente lo pondrá en los conflictos más violentos contra la clase obrera.

François Fillon habla por capas de la burguesía pro-UE vinculada con Rusia que son hostiles a la campaña de guerra dirigida por Estados Unidos contra Rusia y China. Criticó fuertemente el intento de Hollande de empujar a Washington a lanzar ataques aéreos contra Siria en el 2013. Además, fue a Rusia a reunirse con el presidente Vladimir Putin, donde hizo una declaración pública denunciando la política de Hollande.

Si quedase electo, Fillon dirigiría un gobierno violento y derechista estrechamente asociado con la extrema derecha. Defiende las medidas drásticas de austeridad y los enormes recortes de empleos. Utiliza propaganda nacionalista, de ley y orden y de estilo de vida personal para apelar a los votantes del FN. Inicialmente Fillon propuso no solo eliminar todo el sistema de salud pública en Francia, sino que ha su campaña ha dependido de puntos ultraderechistas cristianos vinculados con el movimiento homofóbico Protest for Everyone. También planea aumentar el gasto militar al 2 por ciento del PIB.

Emmanuel Macron, un exbanquero de Rothschild y exministro de economía del PS, es el candidato favorito de Berlín, donde ha ido repetidamente e incluso reunido personalmente con Merkel. Ha pedido una línea dura en las conversaciones con Moscú y también ha criticado a Trump, alineándose con las facciones de Berlín y la OTAN que trabajan con el Partido Demócrata estadounidense contra Rusia.

La política militar agresiva de Macron pone de manifiesto que una UE dirigida por Alemania no ofrece ninguna alternativa a las políticas militaristas del imperialismo estadounidense. Macron ha pedido la reimposición del servicio militar obligatorio y un aumento en el gasto militar al 2 por ciento del PIB. También ha recibido el apoyo de figuras importantes de las cúpulas de Defensa que desempeñaron un papel clave en el estado de emergencia y las operaciones de asesinatos extrajudiciales de Hollande. Estas figuras incluyen al ministro de Defensa del PS, Jean-Yves Le Drian.

Las principales fuerzas del viejo establecimiento político francés buscan reciclarse detrás de Macron. Su movimiento En Marcha claramente está siendo considerado como una posible ruta de escape para los políticos del PS que buscan abandonar el PS y unirse a una organización que no haga ninguna referencia al socialismo. Gran parte del liderazgo del PS ha apoyado a Macron, no al candidato del PS, Benoît Hamon. Macron también cuenta con el apoyo de secciones de la LR alrededor de Alain Juppé, que consideran que Fillon es demasiado cercano a la extrema derecha.

Benoît Hamon ganó la nominación del PS cuando los votantes se movilizaron en las primarias del PS contra su rival, el ex primer ministro Manuel Valls. Fue promovido en los medios de comunicación por una capa de académicos porque propuso un ingreso mínimo universal para todos, independiente del estatus laboral. Tiene un programa pro-EE.UU., militarista y de orden, proponiendo elevar el gasto militar al 3 por ciento del PIB y expandir los poderes de la policía. Ataca las declaraciones prorusas de otros candidatos.

La candidatura de Hamon se quedó atrás rápidamente al quedar claro que Hamon no rompería con los funcionarios del PS más cercanos a las políticas de austeridad de Hollande, como la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri. Además, su propuesta de ingreso mínimo universal resultó ser impopular ya que les habría proporcionado unos miserables pocos cientos de euros al mes a los trabajadores, basados en el concepto pesimista de que, debido al cambio tecnológico, grandes capas de la clase obrera nunca volverían a encontrar un trabajo regular.

Mélenchon y el callejón sin salida del nacionalismo francés

Jean-Luc Mélenchon es, por ahora, visto por una importante sección de votantes como la alternativa a las políticas derechistas de Le Pen, Fillon y Macron. Su apoyo ha aumentado en las etapas finales de la campaña electoral, debido en gran parte a que las capas significativas de la juventud respaldan sus recientes declaraciones contra la guerra y contra el odio hacia los inmigrantes y aprueban las demandas sociales en su programa electoral: aumentos salariales y bajar la edad de jubilación. El giro a la retórica contra la guerra está vinculado el llamado "Plan B" de Mélenchon, desarrollado después de que su aliado Syriza comenzó a imponer los dictados de austeridad de la UE contra los trabajadores griegos.

El PES apoya aumentos salariales grandes, una reducción en la edad de jubilación, educación gratuita y ayuda financiera a los estudiantes. Insta las luchas sociales más amplias por estas demandas. Sin embargo, advierte que si Mélenchon queda electo, los trabajadores tendrán que prepararse para una dura lucha contra él.

Mélenchon, un político por mucho tiempo del PS, está tendiéndole una trampa a la clase obrera —una especialidad que ha desarrollado a lo largo de su carrera, primero en la OCI y, a partir de 1976, en el PS. Si llega al poder, resultará ser, no menos que Syriza, un enemigo férreo contra la clase obrera.

Una breve inspección del expediente de Mélenchon debería bastar para disipar cualquier ilusión de luchará por las demandas en su programa. Se unió al PS en 1976 después de una breve afiliación a la OCI, convirtiéndose en senador del PS. Dejó el PS hasta el 2008 para formar el Frente de Izquierda, junto con el PCF y desertores del NPA. Mientras trabajaba en el PS, colaboró de cerca con Mitterrand para suprimir la oposición popular a las políticas de Mitterrand, alegando oponerse a la Guerra del Golfo de 1991 contra Irak y el lanzamiento del euro, pero dejando su oposición cuando Mitterrand le indicaba que era oportuno hacerlo.

Fue ministro en el impopular gobierno de Lionel Jospin de 1997 a 2002 y apoyó la guerra de la OTAN en Libia en el 2011. El Frente de Izquierda votó a favor de imponer el estado de emergencia en la Asamblea Nacional en el 2015.

Los programas y demandas que presenta Mélenchon hoy son pura demagogia vacía. Su programa es burgués. Una política socialista requiere la acción unida de la clase obrera europea e internacional. El capitalismo francés, que depende de los flujos internacionales de capital, no puede implementar reformas serias y es mucho menos capaz de hacer concesiones que hace 35 años, cuando Mitterrand participó en el "giro hacia la austeridad" del PS.

La política exterior de Mélenchón, encarnada en su "Plan B", es reaccionaria y nacionalista. Su "Plan B" se basa en la premisa de que un gobierno capitalista francés debe estar dispuesto a enfrentarse a Berlín y posiblemente abandonar el euro. Discutiendo con el diario Le Parisien sobre las demandas que le haría a Alemania si fuese elegido, Mélenchon dijo, "Los alemanes no tienen como decir no. Los españoles, los italianos, los portugueses, los polacos, toda una serie de países han tenido suficiente. Si los alemanes no quieren moverse, he dicho que el Plan B es dejarla [la UE] con ellos [los países antes mencionados]".

Mélenchon no está desarrollando una estrategia internacionalista para movilizar a los trabajadores en Francia y en toda Europa para defender a los trabajadores que son objeto de las medidas de austeridad de la UE, en Grecia o en otros lugares. Tampoco propone una estrategia antimilitarista. Al contrario, propone traer de vuelta la conscripción obligatoria y prepararse para la guerra, mientras que traza un cambio de las alineaciones militares dentro de Europa.

La retórica de Mélenchon es una combinación peligrosa de demagogia social, populismo y nacionalismo. Bajo Hollande, Mélenchon se ha movido hacia la derecha. Fundó el movimiento “Francia Insumisa” para evitar ser un candidato del Frente de Izquierda, basándose en la perspectiva, esbozada en su libro La Era del Pueblo, que la izquierda, el socialismo y un papel independiente para la clase obrera son obsoletos. Sus amistades con figuras derechistas y nacionalistas como el asesor político de la LR, Patrick Buisson, y el periodista Eric Zemmour son una cuestión de conocimiento público.

Para encontrar un precursor histórico de Mélenchón, habría que volver a figuras como Henri De Man, el líder socialdemócrata belga de los años veinte y treinta. Un nacionalista que llamó a la planificación bajo el capitalismo durante la Gran Depresión, De Man se opuso al marxismo y se desarrolló políticamente a lo largo de líneas ultrareaccionarias. Mantenía correspondencia con una variedad de figuras derechistas, incluyendo al dictador fascista italiano, Benito Mussolini. Finalmente, durante la crisis decisiva de la invasión nazi de Bélgica en 1940, presionó agresivamente para disolver su propio partido y apoyar el establecimiento de un régimen colaboracionista con los nazis

La bancarrota del Nuevo Partido Anticapitalista

Para los trabajadores y jóvenes que buscan una crítica de izquierda del PS y Mélenchon, el PES presenta las advertencias más fuertes con respecto al Nuevo Partido Anticapitalista y a otros partidos como éste, como LO y el POID. Estos han estado asociados con el PS por mucho tiempo, implacablemente opuestos al trotskismo. No se oponen a la guerra ni a la austeridad en mayor medida que Mélenchon.

El NPA desciende de las fuerzas de clase media de las cuales se separó el CICI en su fundación en 1953 y que más tarde encontraron una base social en secciones del movimiento estudiantil pequeñoburgués posterior a 1968. Representa capas proimperialistas y acaudaladas de la clase media. La conversión de la Ligue communiste révolutionnaire (LCR) al NPA en el 2009, unos meses después del colapso de Wall Street en el 2008, tuvo como objetivo enviarle una señal clara a la élite política: la LCR estaba rompiendo con cualquier identificación residual con el trotskismo y preparando un gran traslado hacia la derecha en respuesta a la crisis económica mundial.

"El NPA no reivindica ninguna relación específica con el trotskismo", escribió la LCR en su plataforma fundadora del NPA, "sino la continuidad con aquellos que, durante los dos últimos siglos, se han enfrentado al sistema en todo el camino. El NPA es un partido pluralista y democrático. Participaron camaradas de varios componentes del movimiento social, de la izquierda antiglobalización, de la ecología política, de camaradas del PS y el PCF, del movimiento anarquista, de la izquierda revolucionaria. Sin volverse tibio, el NPA tiene mucho que ganar abriéndose aún más".

El PES ha documentado extensivamente en el World Socialist Web Site el rol que ha desempeñado el NPA posteriormente. Junto con Mélenchon, el NPA llamó a votar por Hollande en la segunda vuelta de las elecciones del 2012. En los últimos seis años, el NPA ha desempeñado un papel clave en la promoción de las intervenciones de la OTAN en Libia, Siria y Ucrania, en gran parte dirigidas contra Rusia. Apoyó al gobierno de austeridad de Syriza en Grecia. La campaña militar ha estado al centro de la intervención del NPA en las elecciones del 2017. Sus críticas al "populismo" de Mélenchon en un momento cuando la prensa atacaba las posiciones prorusas de éste provenían de la derecha política, reflejando su enojo ante las críticas de Mélenchon en contra de la campaña militar contra Rusia apoyada por el NPA.

Después del ataque de Trump contra Siria, Phillipe Poutou, candidato presidencial del NPA, emitió una declaración disociándose de las protestas contra la guerra en términos prácticamente indistinguibles de la propaganda de la CIA. La declaración difamó a los opositores a la guerra en Siria como defensores del régimen del presidente Bashar al Asad, declarando que "sin ningún apoyo ni esperanza en los ataques del ejército estadounidense, no nos uniremos a las protestas de los partidos políticos franceses que abogan por una paz "razonable" con Asad y sus secuaces, cerrando sus ojos ante los cientos de miles de muertos asesinados por el dictador y los millones de desplazados y refugiados".

La campaña presidencial del 2017 expone toda la evolución política de la LCR/NPA desde la crisis de las elecciones presidenciales en el 2002. La LCR les dijo a los trabajadores que confiaran en los partidos burgueses tradicionales, incluyendo a los "camaradas" de la LCR, para detener la marcha hacia un gobierno autoritario, guerra y austeridad profunda que las masas temían que ocurriría si el FN tomaba el poder. Pero fue el PS el que impuso un estado de emergencia permanente, llevó a cabo drásticos recortes sociales y emprendió una serie de guerras. Y se apoyó en el NPA para bloquear cualquier oposición a la guerra desde la izquierda.

La lucha por el trotskismo en la clase obrera no se llevará a cabo en una alianza con el NPA, LO o el POID, sino en una lucha inexorable contra ellos.

¡A construir el PES!

El descrédito del establecimiento político francés es una etapa inicial en una vasta reorientación política de la clase obrera francesa e internacional, llevada a cabo en condiciones del resurgimiento de la guerra y la dictadura. No hay otro camino más que un retorno a los principios fundamentales del marxismo revolucionario. En este centenario de la Revolución de Octubre, cuando se les recuerda a las masas de la lucha irreconciliable y de la perspectiva internacionalista del Partido Bolchevique y de las heroicas luchas de la clase obrera rusa de hace cien años, esta es la perspectiva del PES.

El PES insiste en que las derrotas y traiciones sufridas por los trabajadores durante el período en que el PS fue falsamente identificado como socialista, y la LCR como trotskista, sólo pueden ser explicadas y superadas desde el punto de vista del trotskismo auténtico. El PES basa su lucha en la continuidad internacional de la defensa intransigente del CICI de la independencia política de la clase obrera y su oposición a las presiones pequeñoburguesas que llevaron a muchas organizaciones en Francia a abandonar el trotskismo para formar alianzas con el PCF o el PS.

Fundado el otoño pasado como la sección francesa del CICI, el PES no estaba en condiciones para presentar su propio candidato. Sin embargo, estamos seguros de que nuestra perspectiva ganará un apoyo cada vez mayor en medio de la rápida y creciente crisis del capitalismo. Hacemos un llamamiento a los trabajadores, jóvenes e intelectuales de mentalidad socialista a unirse y construir el PES.

El PES se opone a la guerra imperialista y a todas las formas de nacionalismo. Junto con sus partidos hermanos en Europa, el Partido Socialista por la Igualdad de Gran Bretaña y el Sozialistische Gleichheitspartei de Alemania, avanza la perspectiva de los Estados Socialistas Unidos de Europa. Se opone tanto a la UE como a las políticas de aquellos, como Mélenchón y Le Pen, que se oponen a la UE sobre una base nacionalista. La crisis de guerra y la campaña de austeridad de la UE no se resolverán a través de conflictos entre Estados, sino a través de la lucha de clases y el derrocamiento de la clase capitalista por parte de la clase obrera en todos los países y la construcción de una federación de Estados obreros en toda Europa.

Sobre todo, el PES busca construir el CICI como la dirección revolucionaria internacional de la clase obrera para movilizar a la clase obrera en una lucha contra la guerra y el capitalismo. En consonancia con la declaración del CICI contra la guerra, subraya que:

• El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, ya que no puede haber una lucha seria contra la guerra, excepto como una lucha para poner fin a la dictadura del capital financiero y acabar con el sistema económico que es la causa fundamental del militarismo y la guerra.

• El nuevo movimiento antibélico debe, por lo tanto, ser completa e inequívocamente independiente y opuesto a todos los partidos políticos y organizaciones de la clase capitalista.

• El nuevo movimiento contra la guerra debe ser, ante todo, internacional, movilizando el vasto poder de la clase obrera en una lucha global unificada contra el imperialismo.

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