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Perspectiva

Washington amenaza guerra contra Irán

Después de tres meses desde que llegó al poder el gobierno más derechista en la historia moderna de Estados Unidos, la doctrina de “EE.UU. ante todo” proclamada por Donald Trump en su discurso inaugural ha sido resumida por las acciones de Washington: guerras estadounidenses en todo el mundo.

El miércoles pasado, el secretario de Estado, Rex Tillerson, dirigió a Irán la última de las amenazas de agresión militar. Esto se dio en medio de las arriesgadas medidas de Washington en la península coreana y después del bombardeo estadounidense contra el gobierno sirio justificándolo con acusaciones totalmente infundadas de que utilizó armas químicas y el lanzamiento sobre Afganistán de la bomba más destructiva desde los ataques atómicos contra Japón en 1945.

La diatriba belicista de Tillerson vino justo un día después de que el gobierno le certificó al Congreso que Teherán estaba cumpliendo en plenitud con el acuerdo nuclear que negoció en el 2015 con varias potencias mundiales, acordando desmantelar su programa nuclear a cambio de que se eliminen las sanciones económicas punitivas contra el régimen. Los términos del acuerdo impiden a Irán desarrollar armas nucleares, intenciones que el gobierno iraní ha negado desde un principio.

La declaración de Tillerson parece haber sido planeada con el fin de disipar cualquier ilusión que tenga Teherán que atenerse al acuerdo nuclear pueda influir en prevenir provocaciones y una agresión militar estadounidense.

Tillerson lanzó una andanada de acusaciones, aunque a veces incoherentes, contra Irán, llamándolo “el principal Estado patrocinador del terrorismo”. Lo responsabilizó además de “intensificar múltiples conflictos y socavar los intereses estadounidenses en países como Siria, Yemen, Irak y Líbano y continuar apoyando los ataques contra Israel”.

Denunció a Irán por tener, según Tillerson, “uno de los peores historiales en materia de derechos humanos de todo el mundo”.

Estas acusaciones, de la boca del ex-CEO de ExxonMobil y ahora la cara de Washington ante el mundo, apestan a hipocresía.

En Siria, Yemen e Irak, el imperialismo carga con la responsabilidad directa de la muerte de más de un millón de personas, el desplazamiento de decenas de millones y, en el caso de Yemen, llevar a todo un país al borde de la inanición. Desde la invasión estadounidense de Irak hace catorce años, pasando por intervenciones militares estadounidenses y guerras de cambio de régimen orquestadas por la CIA en Libia y Siria, hasta el apoyo fundamental de EE.UU. a la guerra casi genocida encabezada por los saudíes contra el pueblo yemení, Washington ha destruido sociedades enteras y convertido gran parte de la región en un baño de sangre.

En cuanto a “derechos humanos”, Tillerson estaba acusando a Teherán cuando Trump decide acoger calurosamente al dictador egipcio, el general Abdel Fatah al Sisi, responsable de masacrar a miles de manifestantes y encarcelar y torturar a decenas de miles más. La diatriba del secretario de Estado en Washington se dio al mismo tiempo que el secretario de Defensa, James “Perro Rabioso” Mattis, estaba en Arabia Saudita, rindiendo homenaje a la familia gobernante dictatorial que proscribe toda disidencia y decapita regularmente a aquellos que se atrevan a oponerse al régimen.

Y, cuando se trata de exportar terrorismo, Washington realmente no tiene competencia. Al Qaeda, Estado Islámico y otras milicias islamistas similares remontan sus inicios a operaciones encubiertas de la CIA que las utilizaron como fuerzas indirectas de agresión estadounidense para cambios de régimen.

En relación con el acuerdo nuclear firmado entre Irán y los P5 + 1 —China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos más Alemania—, Tillerson dejó en claro que, en lo que concierne al gobierno estadounidense, todo fue simplemente un gasto de papel.

El acuerdo, dijo, “no alcanza el objetivo de un Irán no nuclear; sólo retarda su meta de convertirse un Estado nuclear”. Continuó: “Este acuerdo refleja la misma estrategia fallida del pasado que nos trajo a la actual amenaza inminente de Corea del Norte. La administración de Trump no tiene ninguna intención de pasarle la cuenta en Irán a un gobierno futuro”.

¿Qué significa este ultimátum? “El objetivo de un Irán no nuclear” requeriría que el país renuncie a toda la tecnología nuclear, destruya sus instalaciones existentes y probablemente que mantenga a sus científicos bajo la supervisión de EE.UU. El “mismo enfoque fallido del pasado” significa la pretensión que siquiera hay algo que negociar.

Y la cuestión de no “pasarle la cuenta” a un futuro gobierno estadounidense significa que la administración actual procura iniciar una guerra para subordinar violentamente a esta nación de más 77 millones de habitantes ante los dictados del imperialismo norteamericano. Su objetivo es restablecer el grado de dominio que tenía EE.UU. bajo la sangrienta dictadura del Shah, volviendo cuatro décadas, aunque cueste millones de vidas.

Ante la insistencia del gobierno de Trump de no dar ningún aviso sobre sus planes militares hasta después de ejecutarlos, Teherán puede estar calculando que una lluvia de misiles de crucero estadounidenses puede caer en cualquier momento.

Esta política de agresión desnuda está siendo encabezada por la cábala de generales jubilados y activos que deciden en gran medida la política exterior de Trump. Ven a Irán como el principal obstáculo para la imposición de la hegemonía de Estados Unidos sobre las regiones ricas en petróleo de Oriente Medio y Asia Central, por lo que el Pentágono ha librado una serie de guerras prácticamente ininterrumpidas a lo largo de un cuarto de siglo. Las cúpulas militares de EE.UU. resienten profundamente el hecho de que la guerra en Irak sirvió en parte para fortalecer la influencia de Irán en la región.

La imprudencia de abrir un nuevo frente de guerra en Irán mientras las provocaciones de EE.UU. hacia Corea del Norte atentan con detonar una guerra e incluso un conflicto nuclear en el este de Asia es verdaderamente asombrosa. El jueves pasado, varios informes indican que Rusia envió tropas y equipo militar a su frontera con Corea del Norte y que China expresó su preocupación por los provocadores ejercicios militares aéreos de EE.UU. y Corea del Sur que simulan un ataque en el norte.

Al rebuscar salvajemente un enfrentamiento militar, Tillerson y los mandos militares dan expresión subjetiva a la crisis objetiva del sistema capitalista, arraigada en el mismo conflicto esencial entre la economía global y el sistema de Estados capitalistas que entró en erupción dos veces en el siglo XX en la forma de guerras mundiales.

Cada vez más, la clase gobernante estadounidense compuesta por parásitos y criminales, personificados en la figura de Trump, ve la guerra como la única salida posible de las crisis económicas y sociales. No puede ofrecer ninguna solución progresiva. Por lo tanto, efectúa nuevos actos y amenazas belicistas en un país tras otro, casi a diario, con el apoyo de los medios de comunicación corporativos que funcionan como fiables instrumentos de propaganda de guerra y con la completa complicidad del Partido Demócrata, el cual se ha dedicado a criticar a Trump desde la derecha por ser “demasiado suave” con Rusia y Siria.

La amplia oposición a la guerra y al militarismo no encuentra un vehículo en la élite política, pero prevalece en la clase obrera en EE.UU. e internacionalmente. Es necesario darle una expresión consciente a esta oposición organizando un nuevo movimiento de masas contra la guerra, independiente de y hostil hacia todos los partidos y organizaciones de la clase capitalista y basado en la movilización de la clase obrera bajo un programa socialista e internacionalista.

Esta es la única manera para detener la guerra, incluyendo una conflagración nuclear que amenaza la supervivencia de la propia humanidad.

Instamos a todos nuestros lectores y seguidores a unirse a esta lucha y atender este 30 de abril el acto anual en línea del Día Internacional del Trabajador organizado por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional con el propósito primordial de unificar a todos los trabajadores del mundo contra la guerra imperialista.

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