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Mélenchon se rehúsa a tomar posición en la segunda vuelta electoral en Francia

En un video de treinta minutos publicado el viernes en su blog, el líder y candidato presidencial derrotado del movimiento Francia Insumisa (FI), Jean-Luc Mélenchon, decidió no tomar partido en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que será el 7 de mayo entre la candidata neofascista, Marine Le Pen, y el exbanquero, Emmanuel Macron.

Se trata de un escape cobarde de su responsabilidad política. Mélenchon obtuvo casi el veinte por ciento de los votos y ganó en ciudades como Marsella, Toulouse, Lille y en barrios obreros como en los suburbios al norte de París. El viernes pasado, se pronunció mientras jóvenes protestaban es ciudades alrededor de Francia contra el callejón sin salida que significa tener una elección entre una neofascista y un exministro del actual gobierno del Partido Socialista (PS) quien apoya el estado de emergencia, las brutales medidas austeridad y reinstituir el servicio militar obligatorio.

Bajo estas condiciones, el Parti de l'égalité socialiste (PES) ha llamado a realizar un boicot activo de la segunda vuelta, a fin de movilizar la explosiva oposición política e ira social de la clase obrera contra el candidato reaccionario que gane.

Mélenchon señaló que estará votando el 7 de mayo, pero insistió que no divulgará por quién lo hará para que la membresía por internet del movimiento FI no se sienta traicionada por su decisión. Sólo indicó que no votará por Le Pen.

“Voy a votar —dijo—, pero no les diré por quién No hay que ser un genio para saber qué voy a hacer. Entonces, ¿por qué no decirles? Para que se mantengan agrupados... Para que todos ustedes, sea cual fuere su decisión, puedan sentirse cómodos de haber votado por mí en las elecciones presidenciales, puedan sentirse orgullosos de su voto, puedan sentir que no fueron traicionados por su candidato”.

Mélenchon, que al igual que Macron es exministro del PS, añadió que si FI estuviese conformado por aliados políticos suyos desde hace mucho tiempo, les habría revelado su decisión. Sin embargo, manifestó que la base de votantes de FI está dividida entre los que votarán por Macron y las fuerzas que se oponen a Macron y Le Pen, y que le es imposible tomar una posición sin dividir su movimiento.

Declaró: “Tal vez si hubiésemos pasado diez años en la política juntos, en el movimiento, o tras quince años, tal vez les podría decir, ‘Bueno, mis amigos, esto es lo que voy a hacer’. Seríamos lo suficientemente cercanos, en algún sentido, para poder confiar en ustedes, pero ahora no debo hacer eso. Si lo hago, terminar­é por dividirlos”.

Lo que se desprende ineludiblemente de los comentarios de Mélenchon es que no tiene ninguna línea política independiente.

Independientemente de lo que pretenda hacer en la cabina de votación, ya sea votar por Macron o votar en blanco, su silencio refleja su bancarrota política. Si apoyase a Macron, en línea con sus excamaradas a la cabeza del PS, sus promesas de campaña de oponerse a las políticas militaristas y de libre mercado quedarían expuestas como tantas otras falsedades políticas. Si, en efecto, tiene la intención de votar en blanco en secreto porque se opone a Macron y Le Pen, entonces sería una confesión de impotencia política.

El llamado que hace el PES a boicotear y oponerse a ambos candidatos significa luchar por organizar un movimiento político de las masas obreras contra el candidato que gane. Significa apelar a la profundamente arraigada oposición social de la clase obrera contra la austeridad, dirigiéndonos al setenta por ciento de la población que se opuso a la legislación laboral del PS y que ahora se opone a la elección entre Le Pen y Macron. Significa además rechazar y exponer todas las mentiras y chantajes políticos interminables en la prensa que buscan desacreditar cualquier oposición a Macron desde la izquierda acusándola de ser una aliada de los neofascistas.

El PES está luchando por que los trabajadores y la juventud adopten esta línea y así explicarles que es imprescindible una perspectiva revolucionaria, socialista e internacionalista para encarar la brutal oposición de la clase dirigente en Francia y alrededor del mundo que tal ofensiva provocará.

En cambio, las propuestas de Mélenchon están plagadas por contradicciones insolubles. Tras haber admitido que Francia Insumisa está demasiado dividida como para adoptar una posición en cuanto a la campaña de Macron, afirmó que al mismo tiempo es “una fuerza estable y unida” a la que le podría ir bien en las elecciones legislativas de junio y servir como modelo para Francia.

“Estamos ante una situación extremadamente tensa; la violencia está siendo dirigida contra la mayoría de nosotros —expresó Mélenchon—. Y a partir de esta violencia, no puede surgir una situación estable porque la naturaleza misma de los protagonistas de la segunda ronda impide dicha estabilidad: uno por ser las finanzas extremas y la otra por ser la extrema derecha”.

Declaró que, por lo tanto, FI es “una herramienta para nuestro país, ya que quien sea que gane la segunda vuelta, estaremos ante una personaje cuyo programa dividirá a todos y creará un gran lío en este país”.

Mélenchon —un exministro del PS con amplios contactos en los servicios de inteligencia y seguridad que se remontan a cuando era uno de los más altos asistentes del presidente del PS, François Mitterrand, en la década de 1980— es consciente de la explosiva situación social que se vive tanto en Francia como en el resto de Europa. Pero lo que propone no es una política de izquierda para movilizar a la clase obrera en lucha. Más bien, busca promover la falsa, difusa y desesperada esperanza en que una u otra coalición parlamentaria con FI pueda hacer frente de alguna manera al candidato reaccionario que asuma la todopoderosa presidencia en Francia.

Su propuesta consiste de lo siguiente: quien quiera construir una oposición de izquierda contra Macron y Le Pen tiene que encasillarse en una organización tan dividida y dependiente de la opinión pública oficial que ni siquiera puede tomar posición sobre la candidatura presidencial de Macron. Tal muestra de impotencia sólo le proporcionará una apertura a la demagogia populista de Le Pen, quien publicó su propio video el viernes llamando a los partidarios de FI a votar por ella en la segunda vuelta.

Mélenchon concluyó que su estrategia de ambigüedad deliberada hacia Macron es la posición general de FI y de amplios sectores de la burocracia sindical, señalando que la Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera (FO) y Solidaridad tienen el mismo planteamiento. Luego, habló sobre la consulta que le harán a sus miembros por internet en cuanto a su preferencia para la segunda vuelta, pero lo hizo sólo para dejar claro que dicha votación no tendrá ninguna importancia real.

“El voto consultivo no tendrá el peso de una decisión”, dijo. “Daremos una imagen, diremos que esto lo que están pensando los miembros de FI. Espero que muchos de ustedes vayan a votar. Vamos a decir esto es lo que piensan los miembros de FI. No diremos que hay una mayoría o una minoría, que un lado ganó sobre el otro, porque no somos un partido”.

En español simple, esto significa que los miembros de FI pueden votar como quieran, pero que Mélenchon y los dirigentes de FI están decididos a no avanzar una lucha. Tales declaraciones ponen de manifiesto las consecuencias reaccionarias de la postura posmodernista de Mélenchon, esbozada en libros como La era del pueblo, donde plantea que ya se acabó la era del socialismo, de un papel político independiente para la clase obrera, de la izquierda y de los partidos políticos. Como lo ha advertido el PES, estas afirmaciones son muestra de la hostilidad esencial de Mélenchon hacia la construcción de un movimiento revolucionario en la clase obrera.

En lugar de ser organizados políticamente en un partido vanguardista disciplinado, los trabajadores y estudiantes que se trasladan a la izquierda deben ser encadenados a agrupaciones laxas, semianarquistas, impotentes y encabezadas por experimentados políticos burgueses. La declaración de Mélenchon deja claro que dicha perspectiva no conlleva a avanzar las luchas sociales, sino a estrangularlas.

La alternativa para las masas de personas que están buscando una manera para luchar contra Le Pen y Macron no es Mélenchon, sino la construcción del PES como la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) y la vanguardia trotskista de la clase obrera en Francia.

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