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Perspectiva

Acontecimientos peligrosos en Alemania

Expuesta una red de neonazis en el ejército alemán

El arresto de un oficial militar alemán sospechado de planear el asesinato de políticos de izquierda y altos funcionarios estatales ha expuesto las operaciones de las fuerzas neonazis en los niveles más altos del ejército (Bundeswehr).

La información que ha sido divulgada hasta el momento indica que el sospechado oficial-terrorista es parte de una red más amplia de fascistas en el ejército alemán y que sus superiores sabían sobre sus actividades y las encubrían.

Lo más sorprendente ha sido la reacción oficial ante estas revelaciones alarmantes. Los medios alemanes y los partidos de la élite se mostraron furiosos, pero no por la existencia de dicha red ni por la evidencia que muestra la complicidad de fuerzas estatales de alto rango. Al contrario, denunciaron las críticas contra los militares de la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, críticas realmente blandas.

Poniendo en perspectiva los crímenes históricos del imperialismo alemán en el siglo XX y el actual renacimiento del militarismo en Alemania, es notable que la prensa estadounidense e internacional les preste tan poca atención a acontecimientos como estos.

El teniente Franco A., de 28 años, fue detenido la semana pasada después de que la policía austríaca lo encontrara intentando recuperar un arma oculta en el aeropuerto de Viena. Rápidamente se supo que el oficial había estado llevando una doble vida. Aparte de sus actividades en el ejército, Franco A, quien no habla nada de árabe, se había registrado como un refugiado sirio y lo habían reconocido como tal.

Al parecer tenía la intención de llevar a cabo un ataque terrorista atribuible a su identidad falsa de refugiado. Una búsqueda policial de su casa encontró una lista de posibles objetivos, incluyendo, además de políticos y activistas de izquierda, al ministro de Justicia, Heiko Maas, y al expresidente alemán, Joachim Gauck.

A. Franco no estaba solo. La policía encontró granadas y armas de fuego de un cómplice de 24 años de edad, quien también fue detenido. Más allá, el Ministerio de Defensa le informó al comité de defensa parlamentario que el oficial detenido puede ser parte de una red ultraderechista dentro de las fuerzas armadas.

La reacción de los mandos militares sugiere que esta red es mucho más extensa y llega a rangos más altos de lo que ha sido revelado hasta ahora. La ministra von der Leyen canceló un viaje previsto para EE.UU. e invitó a cien oficiales militares a Berlín el jueves “para discutir las implicaciones y consecuencias de los casos acumulados en la Bundeswehr”.

Ha quedado claro que, por algún tiempo, los superiores de Franco A. conocían sus puntos de vista fascistas y lo protegieron. En el 2014, su tesis de graduación en la Escuela Militar de Saint-Cyr en Francia fue rechazada porque no fue considerada un trabajo académico, sino más bien “un llamado radical nacionalista y racista”, demandando que “las condiciones existentes sean adaptadas a la presunta ley natural de la pureza racial”. El general francés responsable les aconsejó a sus superiores alemanes que echaran a Franco A., pero éstos llegaron a la conclusión de que el oficial no era racista. Al contrario, cerraron el caso y lo promovieron.

Las opiniones del teniente primero neonazi eran un secreto abierto en la ciudad francesa de Illkirch, donde sirvió en una unidad franco-alemana. Los investigadores del ejército alemán hallaron “indicios de ideas racistas y de extrema derecha” en su habitación. Además de una esvástica tallada en un rifle de asalto, descubrieron imágenes glorificando al ejército de Hitler, la Wehrmacht.

Tales posiciones racistas y autoritarias y la glorificación de la violencia no son sólo comunes en las fuerzas armadas, sino que sus líderes las fomentan activamente. El servicio de inteligencia militar está investigando actualmente a 275 ultraderechistas sospechosos. Estas investigaciones son apenas ejercicios de control de daños. Por ejemplo, los cargos contra un soldado que subió una foto de una ametralladora en el Internet con el siguiente texto: “El procesamiento de asilo alemán más rápido: rechaza hasta 1.400 peticiones por minuto”.

Las tradiciones de la Wehrmacht de Hitler siguen siendo cultivadas oficialmente dentro de la Bundeswehr. Muchos cuarteles llevan nombres de oficiales militares que estuvieron implicados en las políticas belicistas, genocidas y raciastas de los nazis.

Las universidades de las fuerzas armadas alemanas en Múnich y Hamburgo han llegado varias veces a los titulares de las noticias por promover el extremismo de derecha. En Múnich, se dio una controversia en el 2011 cuando tres editores de la revista estudiantil Campus se declararon en solidaridad con el Movimiento Revolucionario Conservador, uno de los antecesores ideológicos de mayor trascendencia de los nazis.

En Hamburgo, se publicó el libro Armee im Aufbruch (El ejército en despegue) en el año 2014, con las aportaciones de dieciséis oficiales que estudiaron en la Universidad Bundeswehr y tuvieron experiencia de combate en Afganistán. El libro utiliza el lenguaje típico de la literatura nazi para glorificar la guerra.

Los oficiales se consideran una élite opuesta a una sociedad “hedonista e individualista” que gira en torno a “la autogratificación, el consumo, el pacifismo y el egoísmo”, una sociedad que no aprecia del todo la “lucha por el honor a través del gran sacrificio”, por una “actitud patriótica hacia el pueblo (Volk) y la patria” y por “valentía, lealtad y honor”.

No hubo ninguna protesta contra el libro dentro de la élite política alemana ya que todo su espectro político comparte este mismo punto de vista ultraderechista y dictatorial.

La respuesta de la ministra von der Leyen, partidaria de la Unión Demócrata Cristiana en el gobierno, al caso de A. Franco, advirtiendo que “el ejército alemán tiene un problema de actitud y al parecer un liderazgo débil en los diferentes niveles”, provocó un bombardeo de protestas. Bien podría perder su puesto, no porque se estaba conspirando contra las vidas de un expresidente, varios ministros y congresistas dentro de las filas de las fuerzas armadas bajo su supervisión, ¡sino por hablarles con demasiada fuerza!

El Partido Socialdemócrata, los verdes y Die Linke son los que están protestando más contra von der Leyen. El presidente de los socialdemócratas, Martin Schulz, acusó a la ministra por no tener un sentido de responsabilidad, mientras que el experto en defensa del mismo partido, Rainer Arnold, le exigió que se disculpara ante sus tropas. El ex presidente adjunto de la juventud socialdemócrata (Jusos), Lars Klingbeil, acusó a von der Leyen de “asestarles una puñalada en la espalada a cientos de miles de soldados”.

Por su parte, el experto en defensa del Partido Verde, Tobias Lindner, declaró, “No es culpa de la Bundeswehr si es cada vez más atractiva para extremistas de derecha”. Su colega de Die Linke, Alexander Neu, se posicionó en contra de que pusieran bajo sospecha a todos los soldados por el caso de Franco A.

Estos acontecimientos revelan la magnitud del traslado hacia la derecha de toda la clase dirigente alemana, además del estado avanzado de su campaña por ejercer la hegemonía de Europa y su posición como una potencia mundial tanto económica como militar. La profundización de la crisis del capitalismo mundial y el subsecuente aumento en las tensiones económicas y geopolíticas están resquebrajando a Europa y fracturando la alianza transatlántica, contraponiendo cada vez más a Alemania y Estados Unidos.

Bajo estas condiciones, el imperialismo alemán procura maquillar su pasado criminal y reescribir su historia para rehabilitar el fascismo, mientras transforma a la Bundeswehr en una fuerza de asesinos profesionales capaces de librar guerras en todo el mundo.

Las afirmaciones de que la clase dominante alemana había aprendido su lección después del Holocausto y los otros crímenes de los nazis, y que el ejército se había purgado a sí mismo, han sido expuestas como simples mitos.

En un comentario publicado el martes en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, el coeditor Berthold Kohler ridiculizó la “imagen de fantasía” de las fuerzas armadas “como una especie de ejército misionero que va a difundir el evangelio de la Constitución de Alemania para que el espíritu alemán pueda curar el mundo”. Kohler escribe: “Quienes envíen a soldados a guerras y crisis se deben preparar a ellos mismos y a los soldados para la dureza y crueldad que les espera”. Como el ejército tiene que enseñarles a sus reclutas “a pelear y matar... debería ser capaz de ir a los límites de lo permisible en términos de dificultades en la formación de sus unidades de combate”.

La expansión del militarismo a todos los ámbitos de la sociedad es un fenómeno internacional. Mientras el imperialismo norteamericano encabeza la marcha hacia una Tercera Guerra Mundial, Donald Trump, el presidente más derechista en la historia del país, ha nombrado a generales para dirigir todos los ministerios en el ámbito de seguridad. En Francia, los soldados patrullan rutinariamente las calles desde la imposición de un estado de emergencia hace un año y medio.

El silencio generalizado de los medios internacionales sobre el aumento de fuerzas de tendencia fascista en el ejército alemán es en sí una expresión del giro que están tomando las clases gobernantes alrededor del mundo hacia la guerra y la dictadura.

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