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Perspectiva

¿Cuál es el camino a seguir en la lucha contra Macron?

El presidente electo francés, Emmanuel Macron, ha emprendido una serie de acciones tras su victoria la noche del domingo que han dejado expuestas las falsas aseveraciones de que defendería la democracia y bloquearía el crecimiento del Frente Nacional neofascista (FN). Macron comenzó su discurso de victoria el domingo con un “saludo republicano” al FN y a su candidata derrotada Marine Le Pen, hecho en nombre de la “unidad nacional”.

Ayer, su equipo de transición comenzó a presentar su reaccionario programa, el cual tiene como punto de partida el del gobierno del presidente saliente, François Hollande del Partido Socialista (PS), del cual Macron era ministro. Planean intensificar el despliegue de policías bajo el estado de emergencia actual que ha suspendido derechos democráticos básicos, recortar los impuestos de los ricos, contratar diez mil policías nuevos y agregar quince mil camas en las prisiones, además de continuar las guerras en Iraq, Siria y Mali.

Las opciones que Macron está considerando como posibles primeros ministros dejan claro que está preparando un gobierno de derecha. Incluyen el alcalde gaullista de la ciudad de Le Havre, Édouard Philippe; Christine Lagarde, la titular del Fondo Monetario Internacional; y Jean-Yves Le Drian, el ministro de Defensa actual, quien colaboró estrechamente con Hollande en el programa de asesinatos extrajudiciales del PS.

Sobre todo, Macron está planeando una confrontación directa contra la clase obrera, imponiendo unilateralmente decretos basados en la legislación laboral del PS, la cual fue promulgada a la fuerza ante protestas de masas y una abrumadora oposición popular, para echar abajo contratos colectivos, alargar las horas laborales y recortar el gasto social.

El gesto de Macron hacia los herederos del régimen de Vichy que colaboró con los nazis es una muestra de la verdadera fisonomía de la burguesía francesa: siempre está dispuesta a colaborar con la reacción fascista a fin de defender sus privilegios contra la clase obrera. Tal como Hollande invitó varias veces a Le Pen al palacio presidencial del Elíseo, apuntalando al FN en medio de la creciente hostilidad hacia su gobierno, ahora Macron pretende legitimar y promover a la derecha como una base política para su propio programa reaccionario.

Macron se enfrentará a una oposición social explosiva en la clase obrera. El doce por ciento de los electores emitieron votos en blanco o nulos para expresar su oposición a ambos candidatos. Amplios sectores de la población se abstuvieron, incluyendo el 34 por ciento de los votantes de 18 a 24 años, el 32 por ciento de los votantes de 25 a 34 años, el 35 por ciento de los desempleados y el 32 por ciento de los trabajadores manuales. Entre los que votaron por Macron, casi la mitad (el 43 por ciento) lo hizo para votar contra Le Pen, no a favor de Macron, mientras que el 40 por ciento de quienes votaron por Jean-Luc Mélenchon se abstuvo en la segunda ronda.

Estos desarrollos reivindican la posición adoptada por el Parti de l'égalité socialiste (PES), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), que llamó a realizar un boicot activo de la segunda vuelta electoral en oposición a las mentiras que Macron o algún tipo de alianza parlamentaria con los partidarios de éste podría defender la democracia ante el FN.

El PES llamó a los trabajadores a boicotear las elecciones y movilizarse contra ambos candidatos. Esto lo hizo con el propósito de elevar la conciencia política de la clase obrera y prepararla para las luchas que se avecinan. Insistió en que no ninguna maniobra electoral resolvería la crisis política que enfrenta la clase obrera. Al contrario, la cuestión central era avanzar una perspectiva marxista e internacionalista y construir la dirección revolucionaria que la clase obrera necesita para estas luchas.

Una brecha de clase enorme separa al PES de las organizaciones que han orbitado alrededor del PS por décadas haciéndose pasar por la izquierda política en Francia. Ahora que está colapsando el orden político prevaleciente que se centraba en el PS y Los Republicanos de derecha (LR), estos grupos de pseudoizquierda están trabajando para desmovilizar la oposición de los trabajadores y orientarla al callejón sin salida de apoyar a Macron.

Fuerzas tales como Jean-Luc Mélenchon del movimiento Francia Insumisa (FI), el Partido Comunista Francés estalinista (PCF) y el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) se negaron a presentar un programa de lucha para los trabajadores. Conforme se acercan las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio, buscan atar a la clase obrera a una u otra mezcla parlamentaria procapitalista.

Mélenchon, quien propuso ser ministro de Macron antes de la segunda ronda, está pidiéndoles a los electores a votar por los candidatos legislativos de FI, cuya plataforma parte de un “humanismo social y ecológica” para alcanzar una “nueva mayoría parlamentaria”. El lunes, el líder del PCF, Pierre Laurent, llamó a “concretar la promesa de una nueva izquierda que nacerá en las urnas el 23 de abril”, es decir, con base en el movimiento de Mélenchon.

El NPA, por su parte, busca construir “un frente para defender unidos nuestros derechos sociales y democráticos”. Independientemente de las críticas que el NPA haga contra Macron, las combinará con muestras de apoyo a medida que éste libre una guerra cada vez más agresiva en Siria, que el NPA apoya.

Todas estas propuestas son maniobras cínicas y reaccionarias para que las organizaciones vinculadas al PS puedan seguir dominando a la clase obrera. De ninguna manera promueven un programa socialista revolucionario de la clase obrera por el poder, permitiendo así que Le Pen continúe sin inconveniencias sus pretensiones populistas que representa la oposición social contra Macron. No avanzan ninguna estrategia para atraer de vuelta a la lucha por el socialismo a los muchos trabajadores que votaron por Le Pen porque buscaban respuestas a los ataques contra los servicios sociales, la salud y sus empleos, y porque ya no confían en que el PS, Mélenchon y el NPA sean capaces de darles una alternativa. Cabe notar que, en ninguna de las declaraciones del NPA antes y después de la segunda ronda electoral, aparece la palabra “socialismo”.

Ninguno de los partidos establecidos que se reivindican de “izquierda” tiene nada que ofrecerle a la clase obrera. Este callejón sin salida es el resultado de la bancarrota política de los partidos que se separaron de la Cuarta Internacional en Francia, basándose en su rechazo al trotskismo y al marxismo revolucionario. Desde que el PS fue fundado en 1971 a raíz de la huelga general de mayo-junio de 1968, se aliaron con éste y crearon un marco político prescindiendo de cualquier planteamiento alternativo progresista que se basara en la movilización revolucionaria independiente de la clase obrera.

La evolución política de Mélenchon es un ejemplo clásico. Se incorporó inicialmente a la Organización Comunista Internacionalista (OCI) de Pierre Lambert, que había roto con el CICI en 1971 para ayudar a construir el PS. Mélenchon se unió al PS en 1976, convirtiéndose en un asesor clave del primer presidente del PS, François Mitterrand, y luego un senador y ministro del PS, antes de salirse del partido junto a una facción en el 2008 para fundar el Frente de Izquierda junto con el PCF.

La cuestión fundamental que suscita el panorama actual es la reconstrucción de un liderazgo marxista revolucionario de la clase obrera. Se avecinan conflictos sociales explosivos entre la clase gobernante y los trabajadores en Francia y Europa. Estas luchas deben ser organizadas de forma independiente de la burocracia sindical y armadas con una perspectiva revolucionaria.

Un siglo después de la Revolución Rusa, el PES insiste en que el único camino a seguir para la clase obrera es volver al camino revolucionario, presentándose a sí mismo como la vanguardia revolucionaria de la clase obrera, el representante en Francia del programa internacionalista y socialista que avanzó en 1917 el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky y de la herencia del trotskismo defendida por el CICI. Hacemos un llamado a los trabajadores y jóvenes que están de acuerdo con nuestro análisis de Macron a darle su apoyo al PES, estudiar su programa y unirse a la lucha por construirlo como la vanguardia política de la clase obrera en Francia.

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