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Investigación de los lazos entre la Casa Blanca y Rusia se expande al abogado personal de Trump

La disputa política interna que ha dominado a Washington por meses se intensificó el martes 30 de mayo con el informe de que los Comités de Inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado le han pedido al abogado personal del presidente Trump, Michael Cohen, que “proporcione información y un testimonio” sobre cualquier contacto que haya tenido con funcionarios rusos.

Las cartas de solicitud enviadas a Cohen, cuya asociación con Trump precede la campaña electoral del 2016, fueron las mismas que enviadas a los exasesores de Trump, Michael Flynn , Paul Manafort, Carter Page y Roger Stone. Flynn se negó la semana pasada a cumplir con una citación emitida por el Comité del Senado y rechazó una solicitud de información que le hizo la Cámara.

Cohen le dijo a ABC News que también se había negado a cooperar con las investigaciones sobre la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones y la posible complicidad de la campaña Trump. El Comité del Senado respondió con una votación para dar a sus líderes —el republicano Richard Burr y el demócrata Mark Warner— el poder de emitir citaciones cuando lo crean necesario. Ese martes, Flynn le informó al Comité que él estaba dispuesto a divulgar una parte pero no toda la información que se le había pedido.

Dijo en un correo electrónico, “rechacé la invitación a participar ya que la solicitud estaba mal formulada, demasiado amplia y no podía ser respondida”. Calificó la investigación como una “prisa para juzgar” y denunció la solicitud de información como una “total expedición de pesca”. Añadió: “Todavía no han producido una sola pieza de evidencia creíble que corrobore la narrativa de Rusia”.

La negativa de Cohen y Flynn a cumplir con las solicitudes de los comités plantea un posible enfrentamiento legal que podría incluir las citaciones por desacato al Congreso, las sentencias judiciales y el cargo de obstrucción de la justicia por parte de Trump, un delito objeto de juicio político para destituirlo

La inclusión de Cohen en las investigaciones del Congreso —la cual es paralela a una prueba del FBI encabezada por el exdirector del FBI y el recién nombrado asesor especial Robert Mueller— amplía la participación de figuras de la periferia política y personal de Trump. La semana pasada, el enfoque de la campaña contra la supuesta “suavidad” de Trump hacia Rusia se trasladó a Jared Kushner, su asesor más cercano de la Casa Blanca y su yerno.

El Partido Demócrata y gran parte de los medios de comunicación están retratando las reuniones que sostuvo Kushner con funcionarios rusos en diciembre, durante el período de transición, como ilegítimas si no traidoras. Los informes de que Kushner le propuso al embajador de Rusia Sergey Kislyak el establecimiento de una conexión secundaria encubierta para el intercambio de información sobre la cooperación con respecto a la guerra en Siria y otras cuestiones se citan como evidencia de una violación extraordinaria y siniestra de las normas diplomáticas y políticas. El canal nunca fue establecido.

El Comité Nacional Demócrata solicitó la semana pasada que Trump despidiera inmediatamente a Kushner y pidió una investigación criminal. Exigió saber si la solicitud de un canal secreto de comunicaciones con Moscú había sido autorizada por Trump.

El furor sobre esta pregunta es un completo engaño. No hay nada extraordinario en los canales confidenciales que se están estableciendo con gobiernos extranjeros, no sólo con las administraciones estadounidenses, sino también con los presidentes entrantes e incluso con campañas presidenciales antes de las elecciones. La verdadera fuente del conflicto dentro de la clase dominante es el hecho de que el gobierno de Trump favorece una política de mejores relaciones con Rusia para enfocar la agresión del imperialismo estadounidense contra China. Esto, sin embargo, intercede con la política ferozmente antirrusa adoptada por el gobierno de Obama y apoyada por importantes secciones de los mandos de inteligencia y los grupos de política exterior.

El Partido Demócrata se ha alineado con los sectores más agresivamente antirrusos del Estado y han hecho de esta cuestión de política imperialista el pilar de su oposición a Trump. No ha dicho prácticamente nada sobre los salvajes ataques de Trump contra los derechos democráticos y los planes para destruir los programas sociales sobre los cuales dependen decenas de millones de trabajadores para recibir atención médica, nutrición, asistencia a la vivienda y otras necesidades básicas, o su ataque frontal contra la educación pública. En estos temas, así como nuevas ganancias extraordinarias para los ricos, hay muy poco que separe a los dos grandes partidos empresariales.

El carácter ficticio del “escándalo” sobre los canales confidenciales de comunicación con Rusia es simplemente otra parte igual del resto de la narrativa antirrusa inventada. Ni las agencias de inteligencia, el Partido Demócrata ni la prensa ha aportado pruebas sustanciales para respaldar las acusaciones de ciberataques rusos y filtraciones de correos electrónicos del Partido Demócrata como parte de un esfuerzo por inclinar las elecciones presidenciales a favor de Trump.

Los informes de los medios de comunicación, cuyos alegatos son generalmente indefinidos e infundados, continúan emergiendo casi cada hora. Un ejemplo es un reporte del martes 30 de mayo en CNN de conversaciones interceptadas entre rusos, sin mencionar sus nombres, referentes a información “denigrante” no especificada, sobre los asociados de Trump que podrían ser usados para presionar al gobierno de Trump.

El exdirector de Inteligencia Nacional, James Clapper, ha estado haciendo las rondas en los programas de noticias para alimentar las sospechas acerca del contacto de la administración de Trump con Moscú. El martes por la mañana, le dijo a Chris Cuomo de CNN, que había una evidencia “abrumadora” sobre la injerencia de Rusia en las elecciones en Estados Unidos, pero cuando fue presionado por Cuomo, se negó a proporcionarla. Sugirió que las discusiones de Kushner con funcionarios rusos podrían violar el “principio consagrado de un presidente a la vez”.

Entrevistado más tarde en el programa “PBS NewsHour”, dijo que podría haber una explicación “benigna” para la propuesta de Kushner de un canal confidencial con Rusia, pero añadió: “Uno se pregunta si podría haber algo más nefasto”.

El general retirado Wesley Clark, un demócrata que comandó a las fuerzas de la OTAN en la guerra de EE.UU. contra Serbia en 1999, conectó la investigación sobre Trump y Rusia con la muy criticada actuación del presidente en las cumbres de la OTAN y del G7 de la semana anterior. Entrevistado el martes por la mañana en la CNN, dijo: “La gente en Europa está preguntando por qué es que esta administración está tratando de hacer feliz a Putin”.

De hecho, la respuesta de las potencias europeas a la visita de Trump fue alejarse aun más de la política antirrusa de EE.UU., algo ejemplificado por la visita de Putin al presidente francés, Emmanuel Macron, el lunes de esa semana. Sin embargo, los demócratas están tratando de utilizar el viaje de Trump a Europa, el cual es visto como desastroso por sectores significativos de la élite gobernante, para agregar combustible a sus propios conflictos de política exterior con el gobierno de Trump.

Hay indicios cada vez mayores de crisis y desorden dentro del gobierno. Ese mismo martes, la Casa Blanca anunció la dimisión de Mike Dubke como director de comunicaciones. Esto sucede en medio de informes persistentes de una inminente reestructuración del personal de la Casa Blanca, incluyendo el posible despido o cambio a un puesto menor del secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer.

Spicer realizó una rueda de prensa ese día, la primera en dos semanas, en la cual se negó a responder preguntas sobre la investigación contra Kushner y, en comentarios preparados, elogió la gira de Trump como un triunfo de la política exterior de “EE.UU. ante todo”. En respuesta a una pregunta sobre la fuerte reprimenda de la canciller alemana, Angela Merkel, hacia Trump y llamado a una política europea independiente, dijo que la relación entre Trump y la líder alemana era “bastante increíble” e insistió en que “se llevan muy bien”.

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