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El mítin electoral del Nuevo Partido Anticapitalista en París: la pseudo-izquierda sin salida

Las grandes crisis políticas revelan implacablemente la naturaleza y orientación de clase de las diferentes tendencias políticas.

La situación actual, caracterizada por una grieta creciente entre el imperialismo estadounidense y el europeo después de la elección de Donald Trump, el Brexit y el colapso del gobierno del Partido Socialista Francés (PS), está exponiendo rápidamente la orientación pequeño-burguesa del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA). Esa organización está horrorizada y enfadada con la creciente radicalización de los trabajadores franceses y su desilusión con el establishment político.

Esto es lo que se desprende del mítin del NPA para las elecciones legislativas francesas que tuvo lugar el jueves por la noche en el suburbio parisino de Villejuif, en el que participó Alain Krivine, el antiguo dirigente estudiantil de las protestas de mayo-junio de 1968 y dirigente durante mucho tiempo del NPA, la sección principal del movimiento internacional pablista anti-trotskista. Krivine pronunció una diatriba resentida, durante la cual reprendió a los trabajadores por no apoyar a los sindicatos y al NPA y afirmó que había un amplio giro a la extrema derecha en las masas.

El papel de Krivine otorga a sus comentarios un significado particular. Él no es solo un político muy conocido en Francia, sino también el portavoz decano de todos los aliados pablistas del NPA de clase media, que rompieron con el trotskismo y se desarrollaron como parte de la radicalización de los estudiantes de los '60. Esos elementos llevan mucho tiempo jugando un papel clave en lo que es percibido como "izquierda". No solo ayudaron a construir el PS en Francia y partidos de gobierno como el Partido de los Trabajadores de Brasil, Rifondazione Comunista en Italia y Podemos en España, sino que también trabajaron de cerca con el Partido de Izquierda de Alemania y la Organización Socialista Internacional (ISO) de los Estados Unidos.

El abismo de clase que separa a estas fuerzas del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) y su sección francesa, el Parti de l'égalite socialiste (PES), es cada vez más evidente. El CICI anticipa un resurgir de las luchas revolucionarias en la clase trabajadora y lucha para constituirse en su vanguardia trotskista. Los pablistas, integrados desde hace décadas en la política oficial y basando su trabajo en académicos postmodernistas y antimarxistas, dan su apoyo a la élite gobernante, desprecian a las masas e insisten en que la oposición internacionalista al capitalismo no encontrará apoyo.

"Hay confusión en todas partes en todos los países en la gran mayoría de la gente", dijo Krivine en Villejuif, "ya sea porque en la mayoría de los países cuando la izquierda gobernaba llevaba a cabo políticas de derecha, ya sea porque cuando gobernaba la derecha aplicaba políticas de derecha. El resultado es que todo el mundo anda despistado, despistado. Mirad las elecciones, es imposible predecir nada ... porque la gente no vota por un candidato sino contra los otros".

Krivine se refirió a las recientes elecciones presidenciales en Francia, que enfrentaron a Emmanuel Macron contra Marine Le Pen del neofascista Frente Nacional (FN), Jean-Luc Mélenchon de Francia Insumisa (UF) y el candidato del NPA Philippe Poutou. Dijo "Lo vimos recientemente en Francia, la gente no votó por Macron o Mélenchon. La gente no votó por Poutou, eso es evidente. Nos dicen, eres bueno, pero no eres creíble".

Krivine insistió en que no eran los que se oponen al capitalismo, sino los neofascistas y la derecha, los que se beneficiarían. "¿A quién beneficia? Chalados como Trump en los Estados Unidos, nacionalistas como los que apoyan el Brexit en Inglaterra, nacionalistas fascistas como el Frente Nacional en Francia, nazis a saco como Amanecer Dorado en Grecia. Pero en todas partes, ¿quién se beneficia de la crisis del capitalismo? No son los anticapitalistas, no somos nosotros".

Krivine añadió explícitamente que en un futuro previsible no habría perspectiva para una oposición internacionalista al capitalismo — ni que hablar para la revolución socialista, que él ni siquiera mencionó.

Dijo "He aquí algunas conclusiones. Una, desgraciadamente, somos probablemente los únicos internacionalistas hoy en una era en la que eso no es bueno. Dos, somos militantes y anticapitalistas en una época en la que, espero que provisoriamente, estamos muy aislados, no tiene sentido negarlo. Tres, tuvimos un candidato presidencial que hizo enormes esfuerzos, Philippe Poutou ... pero la gente dice no te votaremos, no eres creíble".

Krivine ofreció desesperación y nada más. Dado que la desacreditación de Barack Obama y del Partido Demócrata, la Unión Europea (EU) y el gobierno del PS fue seguida de la elección de Trump, el Brexit y la desafección con el NPA, Krivine concluye que la situación es desesperanzada y con arrogancia desestima a la mayor parte de la población mundial como "despistada". Esto es falso de pies a cabeza.

La elección de Trump en base a un programa de nacionalismo y guerra, junto a la desacreditación de la política de austeridad de la UE y ahora el llamado de esta última por una política militar independiente de los Estados Unidos son todas señales de una enorme crisis del capitalismo mundial con implicaciones revolucionarias. Se está viniendo abajo el orden capitalista internacional que emergió de la Segunda Guerra Mundial y de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética por parte de la burocracia stalinista en 1991. Varias fuerzas que venían suprimiendo la lucha de clases — en Francia, la burocracia sindical y toda la periferia política del PS — están perdiendo su influencia.

La perspectiva del CICI se ha confirmado: la disolución de la URSS por parte del stalinismo, contra la cual León Trotsky había advertido, no significó el fin de la era de la revolución socialista. Las contradicciones irresolubles del capitalismo otra vez han llevado a una crisis revolucionaria. Ya en 2011, levantamientos de masas de los trabajadores en Egipto y Túnez derrocaron a dos dictadores.

La desafección política creciente y el enfado social tras décadas de austeridad y crisis económica son señales de crisis revolucionarias que se acercan en Estados Unidos, en Europa y en todo el mundo. El apoyo que Bernie Sanders insipó en millones de jóvenes y trabajadores estadounidenses al afirmar que perseguía el "socialismo", las luchas de masas de los jóvenes y los trabajadores en Francia contra la ley laboral del PS, y la amplia oposición a la guerra y al servicio militar obligatorio en Europa son todas señales de oposición creciente. Casi diez años después de la crisis de 2008, se están cumpliendo los prerrequisitos sociales y económicos para la revolución socialista.

Krivine no pudo explicar, ni siquiera lo intentó, por qué, en esta situación explosiva, se benefició la derecha. Sobre todo, calló acerca del papel del propio NPA. Sus comentarios traen a la mente la respuesta que dio Trotsky, poco antes de ser asesinado en 1940, a los que culpaban a la clase trabajadora por la victoria fascista en la Guerra Civil Española.

"La falsificación histórica consiste en hacer recaer la responsabilidad de la derrota española sobre las masas obreras y no sobre los partidos que han paralizado, o pura y simplemente aplastado, el movimiento revolucionario de las masas", escribió Trotsky, y añadió: "Esta filosofía de la impotencia, que intenta que las derrotas sean aceptables como los necesarios eslabones de la cadena en los desarrollos cósmicos, es incapaz de plantearse, y se niega a plantearse, la cuestión del papel desempeñado por factores tan concretos como son los programas, los partidos, las personalidades que fueron los responsables de la derrota. Esta filosofía del fatalismo y de la postración es diametralmente opuesta al marxismo en tanto que teoría de la acción revolucionaria".

El papel del NPA no ha sido plantear una política revolucionaria, sino llevar a cabo políticas pequeño-burguesas que bloqueen la oposición popular a la guerra, a la austeridad y a los ataques a los derechos democráticos. Para justificar su interpretación desmoralizada de la situación mundial, Krivine se vio obligado a callar acerca del papel contrarrevolucionario de su propia organización.

Sin duda, entre los grandes peligros a los que se enfrenta la clase obrera están la guerra y el nacionalismo. Refiriéndose en tonos indignantes a los responsables de los ataques terroristas de las milicias del Estado Islámico (ISIS), Krivine dijo: "En los pueblos árabes, el fundamentalismo religioso está ganando terreno, y en la población occidental, son organizaciones como la de Marine Le Pen ... las que hicieron el Brexit están ganando terreno, no nosotros. Así que tenemos que encarar la cuestión: ¿quién permite hoy en día que crezca el nacionalismo? Y allí veremos que Macron, Hollande, Trump son todos responsables conjuntos de la guerra que se está desarrollando".

La indignación de Krivine es hipocresía rancia. La responsabilidad de los ataques terroristas del ISIS es de las fuerzas que promovieron las guerras de la OTAN en Libia y en Siria, de las cuales emergió el ISIS — es decir, no solo los gobiernos imperialistas en Francia, los Estados Unidos y otras potencias de la OTAN,sino también de los pablistas y sus correligionarios de "izquierdas". El NPA exigió en términos ruidosos y entusiastas la intervención imperialista para armar a las milicias de la oposición dominadas por fuerzas islamistas de derechas.

En la etapa previa a la invasión estadounidense ilegal de Irak en 2003, millones de personas en los Estados Unidos, en los países europeos que participaban de la invasión, y en todo el mundo, se manifestaron contra la guerra. Una década después, los pablistas no convocaron protestas, sino que exigieron la intervención imperialista, trabajando con la CIA. El portavoz del NPA Olivier Besancenot exigió por televisión que Francia armara a las fuerzas "rebeldes", y el profesor Gilbert Achcar exigió bombardeos de la OTAN para salvar a las fuerzas de la oposición en la ciudad libia de Benghazi y luego se reunió con el Consejo Nacional Sirio, vinculado a la CIA, para planificar la guerra en Siria.

Las redes islamistas respaldadas por la CIA que abastecieron con reclutas y armas a las guerras de Libia y Siria no solo engendraron al ISISy a otros grupos terroristas islamistas semejantes. Mientras siguieron gozando del apoyo del NPA, que ayudó a suprimir la oposición a la guerra presentando esas redes reaccionarias como luchadores revolucionarios por la democracia, los islamistas ayudaron a fortalecer las fuerzas de la extrema derecha en Europa lanzando una serie de atentados terroristas por todo el continente.

Los cabecillas — los hermanos Kouachi que atacaron Charlie Hebdo, el reclutador para el ISIS en Facebook Abdelhamid Abaaoud que dirigió los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, los hermanos Bakraoui que dirigieron el atentado con bomba del 22 de marzo de 2016 en Bruselas, y Salman Abedi, el terrorista que puso la bomba en el Manchester Arena — eran todos ellos bien conocidos por la inteligencia europea y estaban siendo seguidos de cerca por esta. Pudieron preparar sus ataques bajo la protección de los servicios de inteligencia porque, como herramientas de la política de la OTAN, se les permitía estar en constante movimiento libremente. Esta realidad geopolítica, sin embargo, se escondió a las masas.

El NPA se unió a los medios y al establishment político en encubrir la responsabilidad del imperialismo en los ataques. Esto permitió a la élite gobernante explotar el miedo popular a los atentados terroristas, culpar por los atentados no a la guerra sino a los musulmanes y exigir el incremento de medidas de estado policial. En Francia, el PS impuso el estado de emergencia que Macron ahora tiene la intención de hacer permanente por ley — permitiendo a la policía detener individuos, llevar a cabo cacheos e incautaciones y confinar individuos en arresto domiciliario sin ningún juicio.

Como se podía prever, los más grandes beneficiados políticos de estas políticas fueron fuerzas de extrema derecha como el Frente Nacional en Francia — por cuyo ascenso el NPA tiene una significante responsabilidad política.

A pesar del postureo de Krivine como un internacionalista y anticapitalista, el NPA es un partido de la clase media alta que persigue políticas pro-imperialistas. Su reacción desmoralizada e histérica al derrumbe del PS en Francia y la desacreditación más en general de las élites gobernantes a nivel internacional reflejan que el NPA mismo es un ala del establishment político que se derrumba.

Refiriéndose a las condiciones en Francia el martes por la noche Krivine hizo una rápida valoración de la crisis del PS y sus aliados, incluyendo al Partido Comunista Francés (PCF), stalinista. "El PCF está en un lío total, no sabe adónde va, sus miembros no saben adónde va. Los Verdes están completamente divididos", dijo, y siguió: "En cuanto al PS, ni siquiera lo mencionemos, ellos dicen que es un partido de izquierdas pero ni lo mencionemos. Está tan mal que cada facción al interior del PS está trabajando por fundar su propio partido".

Krivine no dio muestras de hostilidad hacia el PS — una actitud históricamente arraigada en la colaboración cercana entre las varias tendencias pequeño-burguesas que rompieron con el trotskismo en la fundación del PS en 1971. Después de que los pablistas rompieran con el CIC en 1953, la OCI ( Organisation communiste internationaliste ) de Pierre Lambert rompió con el CICI y con el trotskismo en 1971 para unirse a los pablistas en ayudar a construir el PS. La OCI se basó en la falsa perspectiva de que una Unión de la Izquierda entre el PS y el PCF podría construir un gobierno obrero. Como resultado, el PS ha sido dotado en gran medida de personal compuesto por antiguos pablistas y miembros de la OCI.

Krivine se refirió en broma al Partido Socialista como un lugar donde muchas tendencias políticas se pueden reunir y maniobrar. Refiriéndose a las luchas faccionales actuales en el PS, Krivine dijo que el Primer Secretario del partido, Jean-Cristophe Cambadélis, que vino de los lambertistas, "lo entiende muy bien. Todos ellos vienen de los lambertistas o de nosotros, así que eso muestra que es un lugar donde quedar". No hizo ningún balance de la presidencia de Hollande y no dijo nada de los peligros planteados por el sucesor de Hollande y su antiguo consejero, Macron, a la clase trabajadora.

Esta es una falsificación peligrosa de la historia y del papel de clase del PS. Este fue formado desde una sección de pequeños-burgueses renegados del trotskismo, así como de una capa de social católicos, antiguos stalinistas, y antiguos colaboradores con los nazis — el más prominente de los cuales fue el primer dirigente de ese partido y su primer presidente francés, François Mitterrand. El Partido Socialista fue desde el principio un partido reaccionario del capital financiero, vinculado de cerca a la aristocracia financiera y reclutó miembros ampliamente desde los medios académicos y de la maquinaria estatal.

Los elementos pablistas y lambertistas que otorgaron al PS un barniz "izquierdista" construyeron un monstruo tipo Frankenstein que se volvió ferozmente contra la clase obrera, llevando a cabo políticas de austeridad y guerra, cada vez que se encontró en el poder. En 2012-17, el PS bajo el presidente François Hollande llevó a la política francesa muy a la derecha. Introduciendo el estado de emergencia y una ley laboral diseñada para aniquilar los tribunales laborales y el Código Laboral francés, y mientras invita repetidamente a la dirigente del FN, Marine Le Pen, a los Elíseos, Hollande allana el camino a un giro hacia formas dictatoriales de gobierno por parte de su sucesor, Macron.

Armado con los poderes de prohibir protestas arbitrariamente y detener manifestantes bajo el estado de emergencia, Macron tiene la intención de imponer recortes sociales de gran envergadura en Francia por decreto y reintroducir el servicio militar obligatorio ante la oposición de las masas. Mientras el viejo orden político colapsa, y anticipando una confrontación total con la clase trabajadora, Macron persigue establecer una dictadura en Francia, en todo menos el nombre.

Los comentarios de Krivine en Villejuif hay que tomarlos como una advertencia: el NPA no tiene la intención de movilizar a la clase trabajadora en oposición revolucionaria a esa agenda. Habla por las capas sociales privilegiadas en Francia que han sido integradas en el PS a lo largo de casi medio siglo, y que están en gran medida protegidos del impacto de sus políticas en los trabajadores. Durante décadas, persiguió promover y construir relaciones con el PS en vez de construir un partido revolucionario.

De hecho, cuando los pablistas refundaron su movimiento como el NPA en 2009, insistió explícitamente en que estaba buscando reclutar y desarrollar lazos con miembros del PS. La plataforma política presentada al congreso fundacional del NPA decía: "El NPA no afirma tener una relación específica con el trotskismo, sino una continuidad con aquellos que, a lo largo de los dos últimos siglos, se han enfrentado al sistema hasta el final. El NPA es un partido plural y democrático. [Ha habido] participación de camaradas de varios componentes del movimiento social, de la izquierda anti-globalización, de la ecología política, de camaradas del PS y el PCF, del movimiento anarquista, de la izquierda revolucionaria. Sin volverse suave, el NPA tiene todo para ganar al abrirse aún más".

El Parti de l'égalité socialiste (PES), por el ortro lado, explica que la propia desafección de los trabajadores con el NPA y las burocracias sindicales es señal de luchas revolucionarias venideras, en Francia e internacionalmente. Los trabajadores están buscando una manera de luchas contra la austeridad y la desigualdad social y oponerse al curso bélico. Sin embargo, como hasta el informe de Krivine dejó claro, los trabajadores ya no creen que incluso las demandas sociales limitadas contenidas en el programa electoral del NPA puedan ser ganadas sin una lucha decidida contra el PS y Macron. Esto implica una ruptura y una lucha contra el NPA también.

La conclusión del mítin de Krivine estuvo dedicada a las dificultades que tiene el NPA para movilizar a los trabajadores en su campaña presidencial y para actividades sindicales. Krivine se quejó de que los trabajadores le dijeran a Poutou, "Qué diablos estás haciendo en estas elecciones, eres un ridículo. No eres creíble. Todo lo que propones es bueno de verdad, pero no es creíble en la situación actual".

El NPA es consciente y está profundamente preocupado por la desafección de la clase trabajadora con sus políticas. Krivine dijo que Poutou, un delegado de la CGT en la fábrica de Ford en Blanquefort cerca de Burdeos, "lo tiene difícil para movilizar a los trabajadores de la Ford en solidaridad con tal o cual lucha, e incluso para luchar en la Ford, que es amenazada con el cierre".

Después de los comentarios de Krivine, un reportero del WSWS le preguntó a Krivine si podía explicar por qué los trabajadores no veían al NPA como creíble. Krivine no respondió a la pregunta, pero en su lugar dejó que otros dos miembros del NPA respondieran por él. Ambos señalaron que las luchas sindicales que apoyó el NPA no pudieron parar la oleada de cierres de fábrica y el aumento impactante del desempleo en Francia desde la crisis de 2008.

"Hubo oleadas de despidos masivos desde 2008 que siguieron adelante, aunque a veces hubo resistencia violenta como el Continental [fábrica de piezas de recambio para coches en Clairoix], pero todas esas luchas terminaron con el cierre de las fábricas en cuestión", dijo uno.

El otro miembro del NPA sugirió intentar reconciliar a los trabajadores en huelga con los cierres de fábrica dejándoles claro, durante la huelga, que la fábrica tenía problemas económicos: "Las luchas defensivas a menudo terminan en derrota, pero dependiendo de cómo se produzca la lucha, los resultados no son iguales. Si los trabajadores están contentos con la lucha, si fueron hasta el final, entendieron lo que estaba pasando, vieron los problemas y sintieron que eran actores en los acontecimientos, es por supuesto también una derrota porque las compañías cerraron, pero no es lo mismo".

Respuestas semejantes, después de que billones de euros fueran destinados a rescatar a los bancos, solo muestran que el NPA no tiene nada que plantear a los obreros y que es una herramienta de las fuerzas hostiles al proletariado. Mientras se acerca una confrontación revolucionaria entre la clase trabajadora y la aristocracia financiera, el NPA está girando todavía más a la derecha, despreciando el internacionalismo y la oposición al capitalismo como utópica y "no creíble".

En las luchas venideras, la clase trabajadora no necesitará un sindicato o un aliado político del PS, sino el liderazgo de un partido trotskista, que luche por una revolución socialista internacional. Los trabajadores no encontrarán otra manera de combatir la ofensiva de Macron y de los gobiernos imperialistas en toda Europa. Ese partido no es el NPA, que es una herramienta corrompida y desmoralizada de las élites gobernantes, sino el PES francés y las secciones del CICI en todo el mundo.

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