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Abstención récord opaca la victoria de Macron en las elecciones legislativas francesas

La abstención récord del 57 por ciento en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas constituye el veredicto inicial del pueblo francés sobre el programa político anunciado por Emmanuel Macron desde su elección como presidente el 7 de mayo. Su política antidemocrática de imponer un estado de emergencia permanente, de dictar la austeridad por decreto y de militarizar el país despierta solo hostilidad o indiferencia en la gran mayoría de la población.

Macron se ha beneficiado de la ausencia de cualquier oposición real. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Francia Insumisa (FI) de Jean-Luc Mélenchon y el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) dejaron claro que lo consideraban una alternativa democrática al neofascista Frente nacional. Enfrentándose a la unidad de los partidos establecidos alrededor del LREM (La République en Marche ─La República en Marcha) de Macron, los que acudieron a las urnas le dieron a Macron la mayoría que quería. Aunque solo el 16 por ciento de los votantes censados apoyaron a su organización en la primera vuelta de las elecciones, tendrá la mayoría absoluta con 361 de los 577 escaños en la Asamblea Nacional.

De acuerdo con las estimaciones iniciales, Los Republicanos (LR) ganarán alrededor de 128 escaños, la Francia Insumisa (FI) de Mélenchon obtendrá 18, el stalinista Partido Comunista Francés (PCF) obtendrá 10, y el FN tendrá 8 escaños. Cuarenta y dos de los 355 escaños obtenidos por la lista del LREM irán a miembros del MoDem (Movimiento Democrático) de François Bayrou, que llegó a un acuerdo electoral con LREM.

Las elecciones señalan el fin de una era en la política francesa y europea, con el derrumbe del Parti Socialiste (PS). Este partido socialdemócrata, que dominó lo que pasa por ser de "izquierda" en Francia desde su fundación en 1971, poco después de la huelga general de mayo-junio de 1968, ha quedado diezmado. Se desplomó de los 331 escaños obtenidos en las elecciones legislativas de 2012 a los 46 escaños de hoy.

En un discurso televisado inmediatamente después de que se anunciaran los resultados ayer por la tarde, el Primer Secretario del PS Jean-Christophe Cambadélis anunció su dimisión. El PS, que podría tener que vender su sede de la calle Solférino en París, organizará una reunión de emergencia de su secretariado el martes por la mañana.

La llamada "extrema izquierda", incluyendo al NPA y a Lucha Obrera (LO), que juntos recibieron 3 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2002, no obtuvieron absolutamente ningún escaño.

El primer ministro de Macron, Edouard Philippe, reaccionó a los resultados declarando que usaría su mayoría parlamentaria para continuar con su agenda: "Este domingo disteis una clara mayoría al presidente de la República y al gobierno. Este tendrá una misión: actuar por Francia. Con su voto, el pueblo francés, en su gran mayoría, ha preferido la esperanza a la ira, y la confianza a la desesperación".

Marine Le Pen, que fue elegida en su distrito de la cuenca carbonífera socialmente devastada del norte de Francia, declaró que su FN era el único partido de la oposición en la Asamblea, dado que LREM estaba aliada con grandes sectores del PS y de LR. "Los viejos partidos se han transformado en los satélites de un movimiento que los incluye ahora", dijo. Hizo un llamamiento por la representación proporcional, habló del "problema de la legitimidad" del gobierno, y lanzó una denuncia belicosa de los inmigrantes.

El voto es otra derrota para Mélenchon. Para promover la perspectiva fracasada de una oposición parlamentaria a Macron, Mélenchon primero se comprometió a derrotar a Macron en las elecciones presidenciales. Entonces, después de su eliminación en la primera vuelta, prometió ganar las elecciones legislativas y ser primer ministro. De manera nada sorprendente, bajo condiciones en las que todos los sondeos electorales indicaban que Mélenchon ganaría solo una pequeña minoría de escaños, esta perspectiva llevó a la derrota.

Mélenchon reaccionó demagógicamente, declarando que el pueblo francés ahora tenía a su disposición un grupo parlamentario de Francia Insumisa "coherente, disciplinado y agresivo" en la Asamblea.

El derrumbe del PS es la expresión dentro de Francia de la desintegración del contexto político internacional en el que desarrolló sus políticas desde la primera vez que llegó al poder en 1981 bajo François Mitterrand, empezando por la disolución de la URSS por parte de la burocracia stalinista en 1991. Las políticas de austeridad de la UE y las guerras imperialistas de la OTAN desde 1991 han venido desacreditando profundamente al establishment político y el descontento social está creciendo entre los trabajadores de Europa.

La rabia de los votantes embistió contra el cinismo y la mala fe de afirmaciones por parte del presidente anterior, el dirigente del PS François Hollande, según las cuales él era un "enemigo" de las finanzas y un "socialista". Apoyó una austeridad profunda junto a la Unión Europea, participó de guerras imperialistas en Libia, Siria y en el África subsahariana, e impuso el estado de emergencia en respuesta a los atentados terroristas por parte de redes islamistas que París y la OTAN estaban usando en la guerra en Siria. El principal símbolo de la impopularidad de Hollande fue su intento de imponer la reforma laboral reaccionaria del PS a pesar de las protestas de las masas y la oposición del 70 por ciento de la población.

Y sin embargo este fue solo el desarrollo por parte de Hollande de la orientación básica del PS —el "giro de austeridad", apoyo a la UE, y guerras imperialistas en el antiguo imperio colonial francés— que desarrolló a partir de la primera vez que asumió la presidencia, bajo Mitterrand.

Ayer, una nueva serie de oficiales del PS de alto nivel perdieron sus sitios: la ex Ministra de Trabajo de Hollande Myriam El Khomri, el Ministro de Educación Najat Vallaud-Belkacem, el especialista en inteligencia Jean-Jacques Urvoas, y el diputado "rebelde" del PS Christian Paul.

La principal cuestión a la que los trabajadores y la juventud se enfrentan ahora es cómo luchar contra la contrarrevolución social que está siendo preparada por Macron y su mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Están amenazados con un estado de emergencia permanente eliminando derechos democráticos básicos y un impulso decidido para reescribir las leyes laborales por parte de un gobierno que apunta a desarrollar enormemente las fuerzas militares europeas mediante una alianza con Berlín.

Solo una amplia movilización de los trabajadores en la lucha por fuera de los canales habituales de la política y los sindicatos, internacionalmente y por toda Europa en la base de una perspectiva independiente, revolucionaria y verdaderamente socialista puede frenar la ofensiva de Macron. Intentos por parte de figuras tales como Mélenchon para promover una protesta sindical más ante los recortes de Macron equivale a arrojar polvo a los ojos de los trabajadores.

Mélenchon calificó la abstención de las masas de "huelga general de los ciudadanos" e hizo un llamamiento a la "resistencia social". Llamó a un gran reagrupamiento de las fuerzas políticas alrededor de él, declarando, "Es la resistencia más total lo que es legítimo bajo estas circunstancias". Mientras que ya está claro que la ley laboral del PS, en base a la cual Macron está preparando sus ataques sociales, es profundamente impopular, Mélenchon propuso organizar un referendum sobre las medidas sociales de Macron, aparentemente en un intento solitario por convencer a Macron de que los abandone.

El Parti de l'égalité socialiste (PES) insiste en que el camino a seguir es una ruptura inflexible con Mélenchon, el NPA y todas las fuerzas que durante décadas han venido trabajando en la órbita política del PS. Formaron alianzas con el PS e incluso trabajaron para construir el propio PS en vez de construir un partido revolucionario en la clase trabajadora. El derrumbe del PS, después de una serie de derrotas de las luchas contra la austeridad conducidas por las burocracias sindicales desde el desplome de Wall Street en 2008, también apunta a su propia quiebra política.

El derrumbe del PS pone en evidencia la necesidad de que la clase trabajadora gire hacia el marxismo y el trotskismo revolucionario, y hacia la construcción del PES, para darles la perspectiva política y la dirección a las luchas venideras contra las políticas del gobierno de Macron.

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