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Partido Democrático de Renzi sale derrotado de las elecciones locales italianas

El Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi sufrió una derrota severa en la segunda ronda de las elecciones locales italianas del domingo, 25 de junio. La alianza entre la Forza Italia (Adelante Italia) de Berlusconi, la Lega Nord (Liga Norte) de Matteo Salvini y los fascistas de Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia) fue la beneficiada del revés electoral de Renzi.

La participación fue extremadamente baja, alcanzando sólo el 46 por ciento en la segunda ronda; ni siquiera la mitad del padrón electoral acudió a las urnas. Los resultados electorales evidencian un voto de no confianza contra el oficialista Partido Democrático y toda la llamada centroizquierda.

El término "centroizquierda", que se encuentra en todos los medios de comunicación, perdió su significado político hace mucho tiempo. En los últimos 25 años, han sido principalmente las organizaciones sucesoras del Partido Comunista Italiano (PCI) las que han llevado a cabo los ataques contra la clase obrera, más recientemente con la llamada Ley de Empleo de Renzi. Se han trasladado más y más a la derecha. El PD es el resultado de este proceso.

En total, más de mil ciudades y municipios participaron en las dos rondas electorales. Una elección de segunda vuelta tuvo lugar el domingo en 111 municipios. Las elecciones locales son la última prueba importante antes de las elecciones parlamentarias nacionales, que deben tener lugar no más tarde que mayo del 2018.

En las 25 capitales regionales y grandes ciudades en las que se celebraron elecciones este año, el oficialismo perdió 9 de 15 ciudades a los partidos de derecha. Estos incluyen Génova, La Spezia, Pistoia, Como, L'Aquila, Asti y Rieti. En Roma, Turín, Milán y Nápoles, las elecciones fueron el año pasado.

En la ciudad portuaria de Génova, donde la alcaldía estuvo tradicionalmente en manos del PCI, el Partido Socialista y, más recientemente, del PD, ganó el gerente no partidario, Marco Bucci, que figuraba en la lista de la Lega Nord. Lo mismo sucedió con La Spezia, una ciudad tradicionalmente considerada "de izquierda”, donde ganó un exfuncionario de la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL, por sus siglas en italiano), también con el apoyo de la Lega Nord.

En el suburbio milanés de Sesto San Giovanni, una tradicional ciudad industrial y obrera, ganó el periodista de 39 años Roberto di Stefano. Por primera vez desde 1945, es decir, desde hace 72 años, ganó un candidato para alcalde apoyado por una alianza de partidos de derecha.

Los resultados de las elecciones evidencian un verdadero colapso del apoyo al gobierno. La insatisfacción con el PD y con los numerosos alcaldes supuestamente "de izquierda" ha alcanzado un punto culminante. El país es un barril de pólvora social. Millones de italianos se mantuvieron alejados de las urnas el 11 y el 25 de junio porque ya no ven la posibilidad de influir en los acontecimientos políticos a través de las urnas.

Esto es especialmente cierto para la generación más joven. Los jóvenes rechazan cada vez más a todos los partidos por igual. Así lo demuestra una encuesta de 2000 jóvenes de 20 a 34 años. Cuando se les preguntó cuál partido preferían, el 34,6 por ciento respondió: "Ninguno". La encuesta "Generation What” de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) encontró que el 65 por ciento de los jóvenes de 18 a 34 años estaban dispuestos a participar en un levantamiento. Italia tuvo el segundo lugar con el 67, después de Grecia.

Hace cinco años, el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo (M5S) se benefició del descontento generalizado. A través de insultos contra la "corrupción de los políticos". Grillo pareció ser como una especie de tribuno popular contra los partidos de la élite política. Pero, en realidad, trató de incitar a las capas enojadas de la pequeña burguesía contra los extranjeros por medio de una política nacionalista.

Hace apenas un año, el Movimiento 5 Estrellas capturó las ciudades de Roma y Turín. En el proceso, esto selló el destino del M5S, después de que la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, se viera envuelta en corrupción y fuera acusada de tener vínculos con la mafia.

Como resultado, los candidatos de Beppe Grillo sufrieron enormes pérdidas por primera vez en las elecciones municipales. M5S fue capaz de ganar sólo unos pocos municipios en la primera ronda. De un total de 158 municipios con más de 15.000 habitantes, M5S tiene ahora la alcaldía en sólo 8. En Parma, la ciudad de su primera gran victoria hace cinco años, Federico Pizzarotti, tras su expulsión del M5S, ganó la elección contra Grillo.

Fue sobre todo la Lega Nord, Forza Italia y los fascistas quienes pudieron beneficiarse de los malos resultados del M5S, sobre todo porque sus candidatos aran en gran parte desconocidos y no partidistas.

Pero la característica más importante de estas elecciones es la crisis del partido gobernante de Matteo Renzi. El abrumador descontento hacia las políticas derechistas del PD ya se había puesto de manifiesto el 4 de diciembre del 2016 con la derrota del referéndum constitucional de Renzi. Como resultado, Renzi tuvo que renunciar. En la primavera, su partido se resquebrajó en varias partes, cuando un ala del PCI se separó y fundó el Movimiento de Demócratas y Progresistas (DP).

Desde entonces, el sucesor de Renzi, Paolo Gentiloni, ha seguido el curso de la derecha en el interés de los bancos y las corporaciones. Así lo demostró la quiebra de la aerolínea nacional Alitalia, la imposición de la Ley de Empleo de Renzi y el reciente rescate bancario.

El domingo de la segunda vuelta, el gobierno de Gentiloni presentó un decreto de emergencia que respaldaba a los bancos en crisis. Una vez más, el Estado ha intervenido para salvar a los bancos a expensas de la población. Está pagando más de 5000 millones de euros al banco Intesa Sanpaolo, que se hará cargo de las partes "saludables" de la Banca Veneto y de la Banca Popolare di Vicenza. Un "banco malo", que se hará cargo de los préstamos incobrables, está siendo asegurado por otros 12 mil millones de euros de lo recaudado en impuestos. Se cerrarán seiscientas sucursales bancarias y se destruirán 4000 empleos.

La intercambiabilidad entre los partidos de la élite también se manifestó en la alianza de los cuatro partidos más grandes, recientemente acordada por el viejo y nuevo presidente del PD, Renzi. Junto con Silvio Berlusconi, Matteo Salvini y Beppe Grillo, aceptó una nueva ley electoral y elecciones anticipadas. Sin embargo, la reforma electoral, que debía elevar el umbral mínimo para participar en las elecciones al Parlamento del 3 al 5 por ciento, fracasó poco antes de la votación en la Cámara de Representantes.

Una sección de la burguesía italiana y europea preferiría no celebrar elecciones del todo y llevar a cabo tras bastidores los recortes de gastos contra la clase obrera. La deuda italiana es de casi 2,3 billones de euros, o 133 por ciento del producto interno bruto, la segunda tasa de deuda más alta de Europa, después de Grecia. La Unión Europea le exige a Roma que imponga recortes de hasta 30 000 millones de euros en el gasto público.

La clase obrera está dispuesta a luchar contra estos ataques. Las huelgas contra los recortes de empleos, privatizaciones y el dumping salarial están aumentando. Por ejemplo, se produjo una huelga nacional de 24 horas entre los trabajadores de los ferrocarriles, los conductores de autobuses, los trabajadores de aeropuertos y transportistas entre la primera y segunda ronda de las elecciones.

Sin embargo, la perspectiva de los llamados sindicatos de base que lideran la mayoría de las huelgas es igual de nacionalista y está tan en quiebra como la de los principales sindicatos CGIL, CISL y UIL. Al igual que Rifondazione Comunista (Refundación Comunista), Sinistra Italiana (Izquierda Italiana) y otros partidos de pseudoizquierda, también abogan por un "nuevo proyecto político" dentro del marco del capitalismo, basado esencialmente en el modelo de Syriza en Grecia.

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