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Perspectiva

Los salarios y Wall Street

A pesar del recrudecimiento de los conflictos geopolíticos, el estancamiento económico y las crisis gubernamentales en país tras país, los mercados bursátiles en EE.UU. y alrededor del mundo están en medio de un espectacular auge. El viernes, mientras se intensifica la crisis del detestado gobierno en Washington por nuevas revelaciones de la saga de Trump y Rusia, las apuestas en Wall Street apuntaron a las estrellas. Los índices bursátiles Dow y el S&P 500 cerraron el día con nuevos niveles récord y el Nasdaq registró su mejor semana del año. Desde su bache post-2008 que tocó fondo en marzo del 2009, el Dow ha aumentado un 340 por ciento.

La otra tendencia económica persistente, particularmente en EE. UU., es el estancamiento y disminución de los salarios. Esto es a pesar de una tasa de desempleo nominal de 4,4 por ciento, un nivel bajo por estándares históricos y algo que caracterizan los medios de comunicación como una creación “robusta” de empleos.

A pesar de mostrar un aumento mejor que el anticipado en remuneraciones, el informe de empleo de junio publicado la semana pasada generó malestar en círculos burgueses porque los salarios aumentaron apenas un 2,4 por ciento durante el último año, muy por debajo de la tasa de 3 por ciento en los meses anteriores a la crisis financiera del 2008. El periódico New York Times citó a un alto ejecutivo de la empresa contratista Manpower en Norteamérica, quien dijo: “Nunca hemos visto que el desempleo caiga, con una participación baja y salarios que no se mueven. Eso te dice que algo no anda bien con el mercado laboral”.

Según el más reciente “Índice real de salarios” publicado este mes en el sitio web PayScale, 5 de las 32 áreas metropolitanas incluidas sufrieron disminuciones en el segundo trimestre de este año. Cuatro de los cinco están en la región del Medio Oeste, la más afectada por las décadas de desindustrialización: Detroit, Kansas City, Chicago y Minneapolis.

El índice indica que, ajustados por la inflación, los salarios reales se han hundido un 7,5 por ciento desde el 2006. En términos reales, el salario promedio en EE. UU. alcanzó su punto máximo hace más de 40 años.

Los salarios promedios en EE. UU. (azul) vs índice Industrial Dow Jones (rojo)

A diferencia del desplome financiero de 1929, el cual fue seguido en EE. UU. por reformas sociales y una modesta redistribución de la riqueza, la crisis de Wall Street del 2008 marcó el inicio de un periodo de ataques más fuertes contra la clase obrera en combinación con un enriquecimiento de la aristocracia financiera y un aumento récord en el mercado bursátil. Se ha acelerado el aumento de la desigualdad social, algo que continúa.

La participación de los trabajadores en el producto interno bruto de EE. UU. ha caído a su nivel más bajo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el porcentaje que se dirige a las ganancias corporativas está en niveles récord.

¿Cómo se puede explicar esta situación? ¿Cuál es la relación entre el crecimiento asombroso de Wall Street y la disminución de los salarios de la clase obrera?

El “boom” en Wall Street y en las ganancias para los ricos no son el resultado de un crecimiento en la producción ni una nueva espiral ascendente de las fuerzas productivas. Por el contrario, el Fondo Monetario Internacional ha atribuido el continuo estancamiento económico y comercial principalmente a la persistente disminución de las inversiones productivas y, en relación con esto, un frenazo en el aumento de la productividad.

Lo que ha sucedido es que la financiarización y el parasitismo que ocasionaron la crisis del 2008, a partir de actividades auténticamente criminales por parte de los bancos y los fondos de inversión, se han acelerado en los años posteriores. Lejos de desviar una pequeña parte de las ganancias de las empresas para financiar reformas sociales, los gobiernos y los bancos centrales han administrado un saqueo sin precedentes de la economía mundial para rescatar a la aristocracia financiera y hacerla aún más rica a expensas directamente de la clase obrera.

La Reserva Federal de EE. UU. ha marcado el camino. Después de que los gobiernos de Bush y Obama utilizaran $700 000 millones del tesoro público para financiar un plan inicial de rescate para los principales bancos de Wall Street, la Reserva Federal gastó miles de millones en la compra de activos que no valían nada para limpiar los libros contables de los bancos (un proceso llamado “flexibilización cuantitativa”), resultando en que la hoja de balance de la Reserva se multiplicara por cinco. Al mismo tiempo, redujo las tasas de interés a casi cero y las ha mantenido a niveles extremadamente bajos para funcionar como un sifón de liquidez para los mercados financieros y, de esta manera, aumentar los precios de las acciones.

Hoja de balance de la Reserva Federal se ha multiplicado por cinco

Los bancos utilizaron sus enormes ganancias para enriquecer a la aristocracia financiera aumentando sus dividendos, recomprando acciones y fusionando corporaciones. Este mes, la Reserva Federal dio luz verde para que los bancos puedan incrementar sus pagos a los más grandes inversores. Bank of America anunció que aumentará sus dividendos un 60 por ciento y dio a conocer un plan de recompra de acciones de $12 000 millones.

Esto fue acompañado, bajo Obama, por una política de austeridad y reducción de salarios contra la clase obrera. El rescate de las corporaciones automotrices fue parte de estas medidas, incluyendo un recorte salarial de 50 por ciento para todos los trabajadores recién contratados. Además, se evisceró el acceso a la salud de millones de trabajadores a través de la ley Obamacare y las pensiones fueron atacadas en relación con la quiebra de la ciudad de Detroit.

El hecho de que esta ofensiva sigue avanzando sin cuartel se vio reflejado la semana antepasada cuando el estado de Missouri bajó el ya irrisorio salario mínimo de $10 por hora en la ciudad de St. Louis al nivel de miseria de $7,70 para todo el estado.

Lo que ha hecho que esta contrarrevolución social sea posible es la supresión casi total de la oposición de la clase obrera. Cuando golpeó la Gran Depresión de los años treinta, el ejemplo que representaba la Revolución Rusa y la existencia de la Unión Soviética aterrorizaban a la burguesía e inspiran a la clase obrera internacional. Las reformas sociales del Nuevo Trato no se debieron a ninguna benevolencia de Franklin Roosevelt, sino a la erupción explosiva de las luchas de la clase obrera, especialmente entre 1934 y 1938, incluyendo huelgas generales que paralizaron ciudades enteras y una ola de paros en las plantas automotrices y otras industrias.

Por el contrario, el período actual ha estado dominado por la supresión artificial de la lucha de clases. El Departamento de Trabajo informa que, en las últimas cuatro décadas, la frecuencia de paros significativos disminuyó 90 por ciento. El período del 2007 al 2016 sostuvo la caída más baja durante cualquier otra década, con un promedio de aproximadamente 14 paros grandes por año.

Las señales de la creciente ira y militancia de la clase obrera abundan, pero sin base alguna para llevar a cabo esta lucha social en las organizaciones existentes. El Partido Demócrata se ha trasladado cada vez más a la derecha y actualmente funciona, de forma explícita y directa, como el partido en pro de Wall Street, la CIA y las guerras.

La central AFL-CIO y el resto de los sindicatos —organizaciones corporativistas de una burocracia corrupta y reaccionaria— se dedican a suprimir la oposición de la clase obrera a los recortes salariales, los despidos, las aceleraciones de la carga laboral, la precarización y los ataques a la salud y las pensiones. Bloquean las protestas siempre que sea posible y las sabotean cuando no las pueden prevenir.

Nivel de huelgas (azul) y participación en ingresos nacionales del uno por ciento más rico(rojo)

El sitio web de la AFL-CIO refleja su indiferencia y desprecio hacia la clase trabajadora. Cuando se refiere a la cuestión de los salarios, señala en unos pocos e insubstanciales párrafos, que “el 90 por ciento de los salarios de los estadounidenses son hoy menores a los de 1997”. ¿Su plan de acción para hacer frente tan asombroso y condenatorio hecho? ¡Una petición dirigida al Congreso!

El estancamiento salarial y la acumulación de la riqueza en manos de los más ricos no se detendrán a través de súplicas a los sobornados títeres de Wall Street en el Congreso ni a cualquiera otra institución de la oligarquía corporativa financiera. Sólo el resurgimiento de la lucha de la clase obrera con base en un programa anticapitalista y socialista va a cambiar la situación.

Este periodo tan atípicamente largo en el que la lucha de clases en EE. UU. ha parecido desaparecer está llegando a su fin a pasos largos. Aumenta el enojo junto con el deseo de luchar. La huelga de Verizon del año pasado fue una de las más largas y grandes en muchos años. Este crecimiento de la militancia viene acompañado de una amplia radicalización política y un resurgimiento de sentimientos anticapitalistas, los cuales han encontrado su expresión inicial en el apoyo de masas a la campaña de Bernie Sanders en el 2016, creyendo equivocadamente que Sanders es socialista y un opositor de la “clase de multimillonarios”.

Los brutales ataques contra las condiciones sociales y los derechos democráticos por parte del gobierno compuesto por oligarcas del presidente Donald Trump provocará una resistencia cada vez mayor entre trabajadores y jóvenes. Sin embargo, este movimiento emergente tiene que encontrar una nueva forma organizacional y ser guiado por una perspectiva política consciente. No debe permitir ser canalizado detrás del Partido Demócrata ni saboteado por los sindicatos.

El Partido Socialista por la Igualdad está luchando por el desarrollo de un movimiento que sea el más amplio posible, uniendo tras de sí todas las luchas —en defensa de la salud, de los inmigrantes, los puestos de trabajo, salarios y educación y en contra de la amenaza de otra guerra mundial— dentro de un solo movimiento social y político de masas contra la élite política y el sistema capitalista que defiende.

Llamamos a los trabajadores a establecer comités de lucha en las fábricas, lugares de trabajo y comunidades para desarrollar este movimiento y vincularlo con las luchas de los trabajadores de todo el mundo. Sobre todo, llamamos a todos los obreros y jóvenes que ven la necesidad de una lucha contra el capitalismo a unirse y construir el PSI como nueva dirección política de la clase obrera.

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