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Mientras que Wall Street exige eliminar empleos automotrices, el UAW despotrica contra México y China

El martes de la semana pasada, General Motors anunció que obtuvo ganancias de 1600 millones de dólares durante el segundo trimestre fiscal, un monto que superó las expectativas de Wall Street. Se esperaba que Ford y Fiat Chrysler publicaran sus resultados en los siguientes días. Los fabricantes de automóviles con sede en EE. UU. siguen registrando ganancias altas, incluso cuando las ventas de autos de tamaño sedán disminuyen y las compañías extienden sus paradas de producción del verano.

GM, el cual está llevando a cabo una reestructuración global, incluyendo la liquidación de sus operaciones en Europa, India, Sudáfrica y Venezuela, ha respondido agresivamente a las demandas de Wall Street de despedir a miles de trabajadores contratados en los últimos siete años ahora que ha disminuido su auge de ventas. El gigante automovilístico con sede en Detroit ha eliminado turnos de producción en Ohio y Michigan y ha eliminado miles de empleos tanto temporales como permanentes, incluso mientras canaliza más de 10 000 millones de dólares a pagos de dividendos y recompras de acciones en pro de sus accionistas ricos.

El martes, el director financiero de GM, Chuck Stevens, les dijo a inversionistas que GM reducirá dejará de producir 150.000 vehículos en América del Norte durante la segunda mitad del 2017. Varios analistas han especulado que cerrarán plantas que producen vehículos que se venden pausadamente, incluyendo la fábrica en Lordstown, Ohio y la única planta de montaje de GM en Detroit.

El sindicato United Auto Workers (UAW; Unión de Trabajadores Automotrices) ha bloqueado toda resistencia obrera a los recortes de empleos. Reflejando la posición de la compañía, los sindicatos afirman que los despidos se deben a las "condiciones del mercado", no a la incesante campaña de Wall Street para reducir costos y transferir dinero de los salarios y beneficios a los dividendos y los programas de recompra de acciones.

Cuando un reportero le preguntó sobre el destino de las plantas de Lordstown y Detroit, el presidente de UAW, Dennis Williams, apenas levantó un ojo. "Paradas, despidos, desaceleración del mercado, eso tiene nuestra atención", murmuró Williams. Luego sonó como un consultor pagado y agregó, "El empleador calculó mal el ciclo de construcción. Hubo un montón de horas extras mientras que subían sus acciones. Tienen que mejorar su equilibrio para que los empleados sigan con trabajo".

Lo que realmente entusiasmó a Williams fue anunciar que el UAW estaría llevando a cabo un concurso durante el Día del Trabajador del mejor contenido de redes sociales, televisión y radio para promover la campaña "Buy American (Compra productos americanos)" del sindicato. "Queremos educar al público sobre la importancia de comprar lo que está hecho en EE. UU. y cómo apoyarnos unos a los otros como un pueblo, como una nación", dijo Williams.

Williams dijo que a veces era difícil determinar el origen de un vehículo y que le gustaría que vinieran nuevos con grandes etiquetas en los parabrisas con las banderas de "China", "México", "EE. UU." y " Canadá ". El presidente de UAW hizo todo lo posible para elogiar el programa nacionalista económico del presidente Trump, promoviendo la mentira de que las medidas propias de guerras comerciales que avanza el multimillonario presidente mejorarán las riquezas de los trabajadores estadounidenses.

Llamar a los lacayos engreídos de la jerarquía del UAW neandertales sería un insulto a nuestros antepasados prehistóricos. No hay tal cosa como un automóvil "fabricado en EE. UU.", ni tampoco un automóvil japonés o alemán. De hecho, es más probable encontrar más piezas "hechas en Estados Unidos" en un Toyota Camry producido en Georgetown, Kentucky, que en la mayoría de los vehículos de GM, Ford y Chrysler fabricados en Detroit.

Todos los trabajadores de la industria automotriz se encuentran empleados por una de las industrias más integradas del planeta, involucrando una división laboral a nivel mundial. El esfuerzo incansable de las corporaciones globales para reducir el nivel de vida de los trabajadores no se debe al "comercio injusto", y mucho menos a la "globalización" por sí sola. Es producto del sistema de ganancias capitalista, el cual se basa en extraer la máxima cantidad de beneficios de los trabajadores en cada país.

Williams no pudo dejar pasar la oportunidad de contaminar la conciencia de los trabajadores con su nacionalismo tóxico. Cuando se le preguntó si Ford había discutido sus planes para trasladar la producción del pequeño Ford Focus a China, Williams dijo: "Si van a producir en China y dejarlo en China para esa economía, está bien. Pero los empleadores lo producen en China y lo traen de vuelta como el [GM Buick] Envision. No me contenta el Envision, al que llamo la ‘invasión.’ Siento lo mismo acerca del Focus. Si lo quieren producir en China, entonces que lo vendan en China".

Cuando se le preguntó acerca de futuros cierres de plantas, Williams respondió: "Cuando un empleador como GM, Ford o cualquier otro empleador produce tantos vehículos en México y alrededor del mundo y los trae de vuelta para venderlos, y luego nos informa sobre un cierre de planta, vamos a tener un problema. Cualquier corporación que negocie con nosotros y tenga ese tipo de filosofía va a tener un problema con el UAW. Me oirán alto y claro”.

Ningún ejecutivo en GM o en la sede de Ford estaba temblando bajo su escritorio ante tanta palabra hueca de Williams. UAW no ha levantado ni un dedo para oponerse a un solo cierre de planta en 40 años. En cambio, su incesante protesta contra los trabajadores en Japón, China, México y otros países por supuestamente "robar empleos estadounidenses" ha sido utilizada para ocultar la colusión del UAW en el cierre de decenas de fábricas y la eliminación de cientos de miles de empleos.

A finales de la década de 1970 y 1980, cuando el entonces presidente del UAW, Douglas Fraser, fue integrado a la junta directiva de Chrysler, el UAW llevó a cabo una viciosa campaña antijaponesa que incluyó fiestas con martillos para destruir Toyotas, la prohibición de coches “hechos en el extranjero” en los estacionamientos de las plantas y del sindicato, y la venta de calcomanías para coches que decían "recuerda Pearl Harbor". Esta agitación racista condujo al asesinato de un chino-estadounidense, Vincent Chin, a manos de un supervisor de Chrysler y su hijo en 1982.

Mientras tanto, el UAW prohibió las huelgas, abandonó toda clase de representación en planta e insistió en que los trabajadores aceptaran aceleraciones en la producción y otros abusos de la compañía, además de concesiones salariales y de beneficios para "aumentar la competitividad" y la rentabilidad corporativa. Se abandonaron los aumentos salariales anuales, los ajustes a los costos de vida, las disposiciones de seguridad laboral, las protecciones ante despidos y todo lo demás, mientras que el UAW introdujo un sistema de escalas salariales y de beneficios.

No se defendió ni un solo trabajo. En cambio, tales políticas llevaron a la catástrofe que se puede ver en las fábricas cerradas y las escuelas y barrios en decadencia. Lejos de compartir el destino de los trabajadores automotrices, sin embargo, los ejecutivos de UAW prosperaron a través de la proliferación de "centros de capacitación", fondos de becas, bancos, bienes raíces y otras empresas conjuntas del sindicato y la compañía.

Hoy día, el UAW funciona como una herramienta descarada de la gerencia, con sus ejecutivos como Williams, Cindy Estrada y otros en las juntas de directores de las corporaciones, manejan miles de millones de acciones corporativas y tienen un incentivo financiero directo para reducir los salarios de los trabajadores que falsamente pretenden representar.

Señalando los acuerdos laborales firmados por el UAW en el 2015 —frente a la oposición masiva de las bases obreras—, el jefe de finanzas de GM, Chuck Stevens, les presumió a los analistas de Wall Street el año pasado: "Tenemos una fuerza laboral mucho más flexible en responder a las dinámicas del mercado y reducir costos de una manera más agresiva en comparación con los ciclos pasados ". Esto incluye la incorporación de miles de nuevos trabajadores temporales y de medio tiempo aprobados por el UAW que reciben indemnizaciones bajas por cese, lo que facilita la reducción de los puestos de trabajo.

El febrero pasado, unas semanas después de la inauguración del presidente Trump, Williams propuso por primera vez la idea de resucitar la campaña contra vehículos fabricados en el extranjero. En marzo, Williams apareció junto a Trump y el ex CEO de Ford, Mark Fields, en el sitio de una fábrica abandonada durante Segunda Guerra Mundial en Detroit. Trump elogió la colaboración de los sindicatos, la compañía y el gobierno en la construcción de armas para ganar la guerra, y aludió a sus planes para una acumulación militar masiva para "Hacer a América Grande Otra Vez".

Mientras que decenas de millones de trabajadores odian a Trump por sus ataques contra los servicios de salud y la educación pública, su deportación masiva de inmigrantes y su imprudente agenda militarista, el UAW y los otros sindicatos son afines a Trump y a su asesor fascista, Stephen Bannon.

Es preciso luchar contra cualquier nueva ronda de despidos. Los aliados de los trabajadores estadounidenses en esta lucha no son los jefes corporativos estadounidenses, Trump ni los demócratas, quienes son peones de Wall Street igual que los republicanos. Los aliados de los trabajadores en EE.UU. son los trabajadores automotrices de Eslovenia, Serbia, Corea, Francia, México, China y en todo el mundo que se encuentran en batallas similares. Se necesitan nuevas organizaciones, controladas por las bases y dedicadas a los métodos de lucha de clases, no a la colaboración de clases.

Por encima de todo, la lucha por empleos bien remunerados y por todos los derechos sociales de la clase obrera requiere una lucha consciente por unificar a los trabajadores en oposición al sistema capitalista y a los dos partidos controlados por las corporaciones que defienden el capitalismo La vida económica debe ser organizada con base en principios socialistas para satisfacer las necesidades de las masas obreras que crean la riqueza de la sociedad y no las de los parásitos corporativos y financieros que la monopolizan. El Partido Socialista por la Igualdad está liderando esta lucha, y llamamos a los trabajadores automotriz a ponerse en contacto con el PSI para emprender esta lucha.

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