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Elección de asamblea constituyente en Venezuela se realiza en medio de amenazas estadounidenses y violencia

El gobierno de Nicolás Maduro y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) consumó la elección de los 545 miembros de la asamblea constituyente el domingo mediante el despliegue de 230 000 soldados y milicianos bolivaristas alrededor del país, en medio de amplios brotes de violencia, el asesinato de líderes tanto del gobierno como la oposición y una escalada de amenazas de EE. UU.

Los primeros reportes de la prensa indican que la participación en el balotaje fue baja, incluso en los barrios pobres menos afectados por las protestas que alguna vez fueron la principal base de apoyo del PSUV. Una encuesta publicada el viernes por Datanálisis indica que el 75 por ciento de los venezolanos no considera que sea necesaria una nueva constitución, mientras que más del 80 por ciento rechaza la gestión de Maduro.

El principal objetivo de la votación es aislar y potencialmente disolver la Asamblea Nacional que controla la oposición. De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE) oficialista, la constituyente tendrá la potestad completa de modificar cualquier constitución existente y crear un nuevo marco legal. El nuevo órgano legislativo se reunirá esta semana después de que se presenten los resultados.

El preludio al voto del domingo involucró cuatro meses de intentos cada vez más agresivos del gobierno del PSUV, por un lado, y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de derecha y respaldada por EE. UU. para intentar marginar al lado opositor y obtener un mayor control del Estado. La encarnizada disputa entre ambos sectores de la burguesía venezolana sucede en el contexto de una inmensa oposición social de los trabajadores y la juventud. El hambre, la hiperinflación y el desempleo son generalizados, mientras que la mayoría de los trabajadores no tiene acceso a servicios básicos. Ambos, el PSUV y la MUD, temen el estallido de un levantamiento de masas que ninguno de los dos pueda controlar.

A pesar de la amplia oposición al gobierno, la MUD no ha logrado conseguir un apoyo consistente fuera de la clase media-alta y algunos sectores estudiantiles debido a su programa manifiestamente proimperialista y corporativista. Desde que ganó una mayoría en la Asamblea Nacional en el 2015, ha apelado a sectores de las fuerzas armadas y a Washington para menoscabar el gobierno de Maduro.

La MUD boicoteó las elecciones, no presentó candidatos y llamó a sus partidarios a bloquear las principales avenidas e interrumpir el voto. El gobierno de Trump y otros como el de México, Colombia y Panamá han anunciado que no reconocerán la constituyente.

Esperando poder instalar un gobierno que le permita a las corporaciones estadounidenses explotar de forma irrestricta los recursos energéticos de Venezuela, los cuales ya componen el diez por ciento de las importaciones de petróleo de EE. UU., el vicepresidente Mike Pence llamó por teléfono al Leopoldo López, el ultraderechista líder de la MUD, para prometerle que Washington tomaría “acciones económicas fuertes e inmediatas” de llevarse a cabo el voto del domingo. Algunas secciones de la cúpula de política exterior estadounidense han presionado al gobierno de Trump para imponer sanciones a las exportaciones de petróleo de Venezuela.

La titular diplomática de la Unión Europea, Federica Mogherini, exigió “medidas urgentes” para reanudar el diálogo con la oposición, advirtiendo que una asamblea constituyente podría, “polarizar el conflicto más y aumentar el peligro de una confrontación”.

El domingo por la mañana, el ejército venezolano lanzó una ofensiva represiva, principalmente en las áreas controladas por la MUD. La jornada comenzó con veinte por ciento de los centros electorales “inhabilitados” principalmente por los bloqueos de la oposición, pero terminó con menos del cinco por ciento, conforme las fuerzas armadas fueron despejando violentamente los cortes de calle y las instalaciones ocupadas.

El gobierno de Maduro ya le había concedido a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) el control operativo de la policía nacional y municipal con el objetivo de asegurar que el proceso electoral se llevase a cabo y que se cumpliese la prohibición de “las reuniones y manifestaciones públicas, concentraciones de personas y cualquier otro acto similar que puedan perturbar o afectar el normal desarrollo del proceso electoral”.

Tales medidas, junto con el despliegue de efectivos militarizados, buscan intimidar toda oposición social, incluyendo aquella en la clase obrera, y desmiente la garantía de Maduro de que la asamblea constituyente traerá, “paz y democracia”.

Se espera que el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, quien hizo campaña por todo el país, asuma la dirección de la constituyente. El excapitán del Ejército es un miembro leal a la cúpula militar que colocó a Chávez en el poder y que formó parte de la boliburguesía que se enriqueció tremendamente a través de corrupción y la administración de contratos petroleros y de infraestructura. Cabello ha insistido en un programa de “liquidar al enemigo” y ampliar los poderes de la FANB.

El conflicto entre las dos facciones está llegando a un punto de quiebre. La oposición ha buscado establecer estructuras de gobierno paralelas, utilizando su control del congreso para juramentar una Corte Suprema “en la sombra” de 33 magistrados en oposición al gobierno de Maduro, quien respondió con el arresto de tres de ellos. Más allá, la agencia de inteligencia policial SEBIN arrestó el viernes al alcalde de la MUD de la municipalidad de Iribarren, Alfredo Ramos, quien fue sentenciado a quince meses en prisión por la Corte Suprema por permitir barricadas en su jurisdicción.

El domingo por la mañana, los dirigentes del PSUV anunciaron una “victoria” contra los intentos de menoscabar la jornada. Sin embargo, tomando en cuenta el grado de tensión y la censura de los principales medios venezolanos, el vicepresidente del país, Tareck El Aissami, insistió en que “necesitamos continuar aislando a los sectores de la oposición que se han opuesto a todo debate público…”.

El martes y miércoles, ocho personas murieron en enfrentamientos durante la “huelga general de 48 horas” que apoyaron las cámaras empresariales y sindicatos alineados con la MUD. Esto fue seguido el viernes y sábado por protestas denominadas la “Toma de Venezuela”, las cuales se limitaron a bloqueos dispersos y que fueron descritas por el diario español Público como habiendo “casi más fotógrafos que tipos dispuestos a lanzar piedras”.

La noche del sábado, el candidato a la constituyente, José Félix Pineda, fue asesinado a tiros en su casa, mientras que la MUD anunció en la mañana del domingo que ya habían muerto tres personas en las protestas, incluyendo el secretario de la juventud de Acción Democrática (AD), Ricardo Campos. De confirmarse, esto llevaría el número de muertes de la oleada de protestas que inició a principios de abril a más de 115.

El carácter reaccionario de la oposición estuvo a plena vista el lunes anterior en una entrevista en Venevisión con el dirigente del MUD, Freddy Guevara, quien fue preguntado si la situación actual se asimila al Pacto de Puntofijo, cuando los distintos partidos que representaban a la oligarquía terrateniente y a la burguesía liberal acordaron celebrar elecciones democráticas.

“Aquí hay unos temas que implican un parecido hacia la concertación chilena, que fue lo que se enfrentó a Allende, y la reconstrucción de Chile que vino después,” respondió.

Guevara se estaba refiriendo al golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973 organizado por la CIA y las agencias de inteligencia militar estadounidenses con secciones de las fuerzas armadas chilenas encabezadas por el comandante en jefe de Allende, Augusto Pinochet. La dictadura fascista que fue instalada torturó y asesinó a decenas de miles de trabajadores e impuso arrolladores ataques sociales para imponer privatizaciones y otras políticas de libre mercado.

Es esta la perspectiva que guía a los sectores de la clase gobernante que apoyan al MUD, quienes buscan la aplicación de medidas proimperialistas bajo una dictadura fascista y respaldada por EE. UU. El sábado, Guevara anunció que estaban preparando que, “para el día lunes tengamos ya nuevas acciones, tácticas y estratégicas, enmarcadas en la nueva realidad que vamos a vivir.”

“Tenemos que reafirmar con convicción que estamos en los momentos finales de esta dictadura” continuó. No obstante, reflejando el cinismo que domina el MUD, añadió, “Vamos a sacarlos sin convertirnos en lo que ellos son”.

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