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Diez por ciento de las familias mexicanas gana dos terceras partes de los ingresos del país

Un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un organismo de las Naciones Unidas, devela que la desigualdad económica en México es mucho más alta de lo que se había estimado anteriormente. Según el estudio, el 10 por ciento de los mexicanos más ricos recibió más de dos tercios de los ingresos del país en 2012, mientras que el 10 por ciento más pobre ganó sólo 0,4 por ciento ese mismo año. Este nivel de desigualdad es 77 por ciento más alto que lo que se había calculado previamente utilizando datos oficiales.

El 1 por ciento más rico de los mexicanos —entre 125.000 y 220.000 personas— posee un tercio de los activos del país, según el estudio. Mientras tanto, la mitad de la población —más de 60 millones de personas— vive en la pobreza. Si la riqueza del país fuera dividida por igual entre la población, cada individuo recibiría una suma total de $ 56.300, una cantidad mayor que una persona trabajando al salario mínimo ganaría trabajando todos los días por 30 años.

Después de dos siglos de enormes mejoras en el proceso productivo, los niveles contemporáneos de desigualdad han alcanzado estándares no vistos desde los tiempos feudales. En la Nueva España del siglo XIX, el propietario de una mina ganaba entre 700 y 1.000 veces más que un minero común. En 2012, el 1 por ciento más rico ganó 729 veces más que el 1 por ciento más pobre.

Los resultados del estudio ubicarían a México, junto con Chile, como los países con los niveles de desigualdad más altos en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), una organización que incluye a países supuestamente "desarrollados".

La mayoría de los trabajadores en México—unos 24 millones de personas—trabajan sin contrato o como trabajadores temporales. Uno de cada cinco mexicanos pasa hambre, y el salario mínimo diario ($ 5 USD) no es suficiente para mantener una familia. Más de la mitad de la población no gana lo suficiente para cubrir sus gastos básicos, como alimentos, ropa, transporte y vivienda. Según un informe de Oxfam publicado en 2015, la riqueza de los 16 multimillonarios de México se multiplica cada año, mientras que el 48 por ciento de las escuelas estatales no tienen acceso a un sistema de desagüe, el 31 por ciento no tiene agua potable, el 13 por ciento no tiene baños o inodoros, y el 11 por ciento no tiene acceso a la electricidad.

El estudio deja al descubierto el grado al cual las corporaciones financieras, muchas de ellas estadounidenses, han llegado a dominar todos los aspectos de la vida en América Latina, generando una gran miseria social mientras que llenan los bolsillos del 1 por ciento más rico y el siguiente 9 por ciento.

En México, el rendimiento promedio del capital ha sido de 15 por ciento anual en los últimos años, comparado con un aumento en el salario industrial promedio de sólo 4 por ciento al año. El 80 por ciento de los activos financieros en el país están en manos del 10 por ciento de la población. Unas 23.000 personas y corporaciones controlan aproximadamente una quinta parte de los activos financieros del país, mientras que la mitad de la población ni siquiera tiene una cuenta bancaria.

La gran monopolización de la economía también está presente fuera del sector financiero. Seiscientas empresas poseen el 64 por ciento de los activos del sector manufacturero, 40 empresas poseen un tercio de los activos en el sector minorista y 22 empresas poseen el 89 por ciento de los activos del sector de telecomunicaciones. En total, sólo el 10 por ciento de las empresas mexicanas controlan el 93 por ciento de los activos del país.

Aunque nominalmente propiedad de las empresas mexicanas, estas compañías son controladas abrumadoramente por el capital financiero estadounidense. En 2015, Delta Air Lines anunció planes para adquirir hasta un 49 por ciento de Aeroméxico, la aerolínea con mayor participación en el mercado nacional y la segunda mayor participación en el mercado internacional del país. Los accionistas mayoritarios de Delta son las gigantes casas de finanzas Berkshire Hathaway, Vanguard y J.P Morgan. Vanguard también es el accionista más grande de Bachoco, el mayor productor de pollos en el país, mientras que la compañía de fondos mutuos Dodge & Cox es el accionista más grande de CEMEX, la multinacional mexicana de materiales de construcción.

Las afirmaciones de varios grupos de pseudo-izquierda que el comercio chino en América Latina ha suplantado la hegemonía estadounidense en la región son nada menos que absurdas. Como las cifras del estudio de la CEPAL ponen al descubierto, el capital financiero estadounidense es el que manda en la economía mexicana. Sus gritos de "imperialismo chino" sirven para oscurecer el papel reaccionario de los Estados Unidos en la región y para posicionar a sus propias fuerzas como aliadas voluntarias en la supresión de la oposición de la clase obrera.

Estas condiciones de miseria han creado un polvorín social, donde ataques subsecuentes contra las condiciones de vida de la clase trabajadora pueden generar reacciones —como las protestas espontáneas por el gasolinazo que estallaron por todo el país a principios de este año— que podrían explotar como un movimiento masivo por todo México, e incluso por todo el continente.

En este contexto, Andrés Manuel López Obrador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), supuestamente de “izquierda”, trata de canalizar esta ira social a un programa nacionalista que culpa a la "corrupción" y a la "mafia en el poder" de la desigualdad masiva en México.

De hecho, el crecimiento de los millonarios y la desigualdad en México es el resultado inevitable de las relaciones económicas capitalistas, donde el trabajo socialmente producido de los trabajadores enriquece a los propietarios privados de los medios de producción. López Obrador habla por el "próximo 9 por ciento" de la sociedad mexicana, quien busca mejores condiciones para la burguesía mexicana por parte del capital financiero de Estados Unidos y es profundamente hostil a la clase obrera mexicana.

Como revelan las cifras del estudio de la CEPAL, cualquier mejora significativa en la vida de las masas mexicanas requerirá un ataque directo a la riqueza de la clase dominante, en México y en todo el mundo. Esta reasignación de la riqueza de los bolsillos de los pocos al beneficio de las masas sólo puede tener lugar en una lucha por el socialismo internacional en unidad con sus hermanos y hermanas de clase de Norte y Sud América.

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