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Grecia: Syriza busca atraer inversores y engalanar a Macron

Se acabaron las vacaciones parlamentarias de verano en Grecia, y las próximas semanas y meses verán una nueva ronda de recortes que inevitablemente conducirán a feroces conflictos de clases.

El lunes, los representantes de la troika —la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional— regresaron al país para comprobar el progreso de las medidas de austeridad del gobierno.

“Tsipras se enfrenta a un otoño caliente”, fue el titular de un importante diario de negocios alemán Handelsblatt en su edición de fin de semana de agosto. El gobierno del partido de pseudoizquierda, Syriza (Coalición de la Izquierda Radical), bajo el primer ministro Tsipras, ha sido encargado de llevar a cabo otras 113 reformas y medidas de austeridad para agosto del 2018, acordadas con los acreedores internacionales del país. Sólo entonces le proporcionarán a Grecia los medios financieros necesarios para pagar sus deudas.

Tsipras ha prometido impulsar 90 recortes diferentes para finales de año. Estos nuevos recortes sociales, limitaciones al derecho a la huelga, controles más estrictos sobre la contratación de trabajadores del sector público y la implementación de una serie de privatizaciones representan sólo algunos de los ataques que enfrentará la clase trabajadora.

Tsipras se prepara para su “otoño caliente” y busca la solidaridad de la burguesía europea e internacional. El pasado fin de semana, utilizó la feria anual de Tesalónica, la segunda ciudad más grande de Grecia, para difundir a Grecia como un refugio para el capital extranjero y un socio fiable para los intereses geopolíticos de las grandes potencias. La feria atrajo a empresarios y banqueros de todo el mundo; esta vez hubo más que en años anteriores, principalmente del país anfitrión, China.

Miles de manifestantes se reunieron en Tesalónica para manifestaciones y protestas contra la cumbre empresarial, que fue protegida por unos 4000 oficiales de las unidades especiales de la policía.

En su discurso de apertura, Tsipras se doblegó ante la élite financiera y empresarial internacional. Nadie podría negar el enorme “interés de los inversores en nuestro país”, dijo con entusiasmo. “La imagen de Grecia” ha cambiado fundamentalmente en los últimos años, “para lo mejor”. A continuación, pronosticó un crecimiento del producto interno bruto de casi 2 por ciento para el 2017.

Basándose en datos económicos actuales de la autoridad griega de estadísticas (Elsat), el primer ministro calculó que Syriza había transformado al país en un paraíso económico para los inversionistas extranjeros, y recurrió a un torpe juego de palabras, declarando que el país había pasado de “grexit” (la posibilidad de salirse de la Unión Europea) a “grinvest” (atraer inversiones).

Esto sólo ha sido posible, dijo, mediante la “reconquista” del reconocimiento internacional y la posición geopolítica de Grecia. Estos pasos importantes incluyeron las recientes visitas del presidente francés, Emmanuel Macron, el expresidente estadounidense, Barack Obama, y el presidente ruso, Vladimir Putin, así como sus propias visitas a China. De esta manera, Grecia volvió a ser un “socio estratégico” de importantes potencias económicas internacionales.

Tsipras añadió: “Incluso si algunos todavía nos condenan como enemigos de las empresas, hemos desarrollado iniciativas muy concretas y las hemos llevado a cabo en el camino hacia la mejora del clima de negocios”. Por ejemplo, 11 000 empresas se han beneficiado de una simplificación de los procedimientos de licencias; el sector financiero también ha tenido un desarrollo positivo, y el mayor acuerdo hasta ahora fue concluido con el Banco Europeo de Inversiones, con el fin de mejorar la liquidez de Grecia. Con el apoyo de Francia, Grecia estaba planeando la creación de su propio banco de desarrollo.

En la segunda parte de su discurso, Tsipras afirmó que el crecimiento económico también beneficiaría a la mayoría de la población. Intentó corroborar esta mentira abierta enumerando las medidas sociales introducidas por Syriza, incluyendo la creación de nuevos empleos, la mejora del acceso a la salud y las reformas en la educación. Sin embargo, dados los enormes ataques sociales que Syriza ha llevado a cabo –contrarios a sus propias promesas electorales—, las medidas enumeradas no son más que migajas, entregadas para tratar de evitar una explosión social, y que demostrarán no ser nada más que ilusiones.

Por ejemplo, según Savvas Rombilis, director científico del Instituto Laboral de la Confederación General de Trabajadores de Grecia (GSEE, por sus siglas en griego) y profesor honorario en la Universidad Panteion en Atenas, un poco más de la mitad de todos los empleados a nivel nacional en el 2016 trabajaban a tiempo parcial. Mientras Elsat habla de una caída en el desempleo del 21,5 por ciento, el desempleo real es de aproximadamente 31,5 por ciento, según un estudio del Banco Central Europeo.

Al continuar con sus medidas de austeridad, Tsipras está dependiendo de su estrecha colaboración con los otros gobiernos europeos. Hace una semana recibió una visita del presidente francés, Macron, quien fue a Atenas acompañado por una falange de empresarios y banqueros franceses. Macron alabó a Tsipras y sus “reformas” y utilizó el viaje para buscar apoyo para sus propios ataques contra los derechos de los trabajadores franceses.

El líder de Syriza, que hace tres años se presentó como la voz de la oposición, le extendió la alfombra roja al exbanquero. Macron pronunció un largo y florido discurso sobre la colina Pnyx al pie de la Acrópolis. Al caer la noche, habló del “futuro” de Europa, sin reservarse ningún comentario trivial sobre el patrimonio de la antigua democracia.

El presidente francés propuso la ampliación y reorientación de las instituciones europeas y subrayó: “Para no ser gobernados por potencias más grandes como los chinos y los estadounidenses, creo en una soberanía europea que nos permita defendernos y reafirmarnos”. Además, pidió un mayor alivio de la deuda para Grecia y que el Fondo Monetario Internacional dominado por Estados Unidos se retire del programa de la deuda griega, algo a lo que Alemania se opone estrictamente.

Esencialmente, Macron busca el fortalecimiento de la Unión Europea como un contrapeso imperialista ante EUA y como un baluarte contra la clase obrera europea. Esta es también la perspectiva de Syriza.

Tsipras publicó fotos de sí mismo con su “amigo” Macron en Twitter y escribió: “Apoyamos las iniciativas para una nueva arquitectura económica y monetaria de la UE hacia una Europa más democrática y social”.

Declaró que su país había “abierto un nuevo capítulo” y le aseguró a Macron que “no se arrepentiría de haber invertido en Grecia”. Macron estaba acompañado por varias empresas francesas que esperaban beneficiarse de la compra de empresas estatales griegas. La empresa energética Total extrae petróleo y gas en el mar Jónico y está interesada en los recursos del Mediterráneo. Recientemente, un consorcio internacional con participación francesa asumió el control del puerto de Salónica. El conglomerado Suez está interesado en asumir el suministro de agua tanto de Atenas como Salónica.

Un miembro de la delegación francesa le dijo al semanario alemán Der Spiegel que serían acordados contratos para la compra griega de equipamiento militar francés en los próximos meses.

En los principales medios griegos y círculos de gobierno, Macron fue tratado como una superestrella. En una entrevista con la agencia estatal de noticias ANA-MPA, el vicecanciller Giorgos Katrougalos (Syriza) detalló: “La visita de Macron fue un gran acontecimiento político, no sólo para las relaciones bilaterales sino también para el futuro de Europa”. El hecho que Macron les haya llevado a “los líderes del mundo empresarial francés” era una” confirmación de la transformación de la economía griega hacia el crecimiento”.

Según Katrougalos, Tsipras y Macron compartían la opinión de que la política económica de la zona euro debería ser “democratizada”. El primer ministro griego había propuesto incluso el nombramiento de un “ministro europeo de cohesión social”. Luego añadió: “El crecimiento y la cohesión social “son precisamente las precondiciones para “el nuevo modelo social de desarrollo justo que nuestro gobierno ya persigue”.

Katrougalos, quien fue ministro de Trabajo del 2015 al 2016, sabe exactamente de qué habla. El “nuevo modelo social de desarrollo justo” es un eufemismo para las agresivas políticas de austeridad que han llevado, en los últimos años, a una redistribución sin precedentes de la riqueza de los pobres a los ricos en Grecia. El llamamiento a convertir esto en el ejemplo a seguir de toda Europa debe ser entendido por los trabajadores europeos como una amenaza abierta.

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