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Mientras Trump amenaza a Corea del Norte, la mayoría de estadounidenses se opone a una guerra

En medio de las continuas amenazas belicistas de la Administración Trump contra Pyongyang, una encuesta de opinión divulgada el domingo confirmó que la abrumadora mayoría de la población de Estados Unidos se opone a una guerra contra Corea del Norte y teme sus consecuencias catastróficas.

Comisionada por el Washington Post y ABC News, la encuesta encontró que el 67 por ciento de los encuestados se opone a un ataque preventivo estadounidense contra Corea del Norte y aceptaba una acción militar sólo si Pyongyang ataca primero a Estados Unidos o a uno de sus aliados. Incluso entre aquellos que "aprueban fuertemente" el desempeño de Trump, una minoría que se encoge cada vez más, casi el 60 por ciento se opone a un ataque preventivo contra Corea del Norte.

La encuesta también reveló una comprensión amplia y un temor de que un ataque estadounidense pueda convertirse rápidamente en una guerra mucho mayor. "Si Estados Unidos lanzara un ataque militar contra Corea del Norte, el 82 por ciento de los estadounidenses afirma que esto podría arriesgar iniciar una guerra más extensa en el este de Asia, incluyendo un 69 por ciento que indica que constituiría ‘un riesgo grande’”.

En su discurso de tinte fascista en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la semana pasada, el presidente Trump advirtió que EUA "destruiría totalmente" a Corea del Norte, una amenaza que sólo podría significar la aniquilación nuclear del pequeño u económicamente atrasado país. En respuesta al discurso de la ONU pronunciado el domingo por el canciller norcoreano, Ri Young-ho, Trump tuiteó que él y su líder Kim Jong-un "no estarán por mucho tiempo".

La oposición a una guerra estadounidense contra Corea del Norte es sumamente amplia pese a la campaña concertada por el Gobierno de Trump y la élite mediática y política para vilipendiar a Kim Jong-un y a su régimen, exagerar rematadamente las amenazas planteadas por el arsenal nuclear de Pyongyang y abogar en la escena pública una "opción militar" para obliterar a Corea del Norte.

A Trump se le desconfía ampliamente en EUA. El sondeo encontró que más del 60 por ciento de los encuestados no confían en Trump "del todo" para manejar responsablemente el inestable enfrentamiento con Corea del Norte. Esto se compara con un 37 por ciento que declaró que confía "mucho" en Trump en el manejo de la situación.

En medio de un esfuerzo concertado en los medios de comunicación estadounidenses para presentar a los altos mandos militares como un freno contra el temerario militarista de Trump, el 72 por ciento de los adultos dijo que confía en los líderes militares estadounidenses. Sin embargo, aunque su tono podría no ser tan beligerante e imprudente como el de Trump, las provocativas acciones del Pentágono hablan más que las palabras.

En una amenaza contundente a Pyongyang, la portavoz del Pentágono, Dana White, informó que el sábado varios bombarderos estratégicos B1-B estadounidenses acompañados por aviones de caza volaron en espacio aéreo internacional cerca de la costa este de Corea del Norte. "Esto es lo más norte de la Zona Desmilitarizada [separando a las dos Coreas] fuera de la costa norcoreana que haya sobrevolado cualquier avión de combate o bombardero estadounidense que haya en el siglo XXI", dijo.

White declaró amenazantemente: "Esta misión es una demostración de la resolución de Estados Unidos y un claro mensaje de que el presidente tiene muchas opciones militares para derrotar cualquier amenaza". Después de repetir el mantra de que Corea del Norte plantea "una grave amenaza" al mundo, advirtió: "Estamos preparados para emplear toda la gama de capacidades militares para defender la patria estadounidense y a nuestros aliados".

En realidad, es el imperialismo estadounidense el que ha demostrado su criminalidad e ilegalidad una y otra vez durante el último cuarto de siglo. Washington ha librado una tras otra guerra de agresión, destruyendo sociedades enteras en Oriente Medio, el norte de África y Asia Central en la búsqueda del dominio global.

Ahora, con absoluta imprudencia, EUA ha empujado deliberadamente la confrontación con Pyongyang al borde de una guerra —una situación en la que un incidente relativamente menor podría convertirse en el pretexto para un ataque masivo contra Corea del Norte que podría involucrar rápidamente a otras potencias nucleares, Rusia—.

La misión de los bombarderos sobre la costa norcoreana ocurrió menos de una semana después de que el Pentágono enviara dos B1-Bs y cuatro aviones de combate furtivos de alta tecnología a realizar una prueba de fuego en un campo de entrenamiento surcoreano cerca de la Zona Desmilitarizada. Estados Unidos rechazó los llamamientos chinos y rusos a la suspensión de sus enormes ensayos militares anuales con Corea del Sur como un quid pro quo para que Corea del Norte pare sus pruebas de armas y se puedan sentar las bases para negociaciones.

Bajo la Administración Trump, la que se ha convertido en una amenaza militar estándar de que "todas las opciones están sobre la mesa" ha adquirido un nuevo significado. Todas las opciones incluyen la opción nuclear –es decir, bombardeos nucleares sobre Corea del Norte— con Trump dejando esto claro el mes pasado cuando amenazó a Corea del Norte con "fuego y furia en una magnitud que el mundo nunca ha presenciado".

El secretario del Tesoro estadounidense, Steve Mnuchin, habló ayer en ABC News y trató de ablandar la amenaza de una guerra nuclear, pero al hacerlo reconoció que está siendo considerada abiertamente en la Casa Blanca. Cuando se le preguntó si era posible una guerra nuclear, Mnuchin, quien se sienta en el comité de seguridad nacional de Trump, declaró que el presidente no quería una guerra nuclear, pero añadió: "Por otra parte, el presidente protegerá al pueblo estadounidense y a nuestros aliados".

Mnuchin también dejó en claro que la confrontación estadounidense con Corea del Norte está siendo explotada por la Administración Trump para avanzar una agenda mucho más amplia dirigida a socavar y bloquear la aparición de cualquier rival o grupo de rivales que desfíe la supremacía mundial estadounidense. Comentando sobre la orden ejecutiva de Trump de la semana pasada, dijo que le permitió imponer "las sanciones más fuertes que se han hecho. Puedo aislar a instituciones financieras en cualquier parte del mundo que apoyen a Corea del Norte".

Estas llamadas sanciones secundarias se dirigen en primera instancia contra China y Rusia. Tales medidas también podrían utilizarse contra los aliados de Washington en Europa si hacen negocios con Corea del Norte u otros objetivos de la agresión estadounidense, como Irán. Ya están surgiendo divisiones profundas con las potencias europeas sobre la amenaza de Trump de poner fin al acuerdo del 2015 con Irán para desnuclearizarlo y adoptar una postura mucho más agresiva hacia Teherán.

Frente a las amenazas cada vez mayores de Estados Unidos, Corea del Norte ha respondido tal cual, aumentando considerablemente el peligro de la guerra. En su discurso en la ONU, el canciller Ri denunció a Trump como "una persona mentalmente trastornada" y advirtió que su amenaza de destruir totalmente a Corea del Norte hacía "la visita de nuestros cohetes a EUA continental aún más inevitable".

Si bien tales amenazas no hacen nada para proteger al pueblo norcoreano, Pyongyang ha concluido claramente que no tiene otra opción que escalar sus propias bravatas y acelerar su programa nuclear. "¿Qué más podría ser una amenaza mayor que las violentas declaraciones... provenientes de la máxima autoridad de la mayor potencia nuclear del mundo?", comentó Ri.

Sin embargo, el peligro de una guerra nuclear no puede ser detenido por medio de amenazas reaccionarias de aniquilar ciudades norteamericanas, algo que sólo pueden sembrar divisiones en la clase obrera internacional, la única fuerza social capaz de poner fin a la marcha militarista de EUA.

La encuesta de opinión del Washington Post -ABC permite vislumbrar la profunda oposición a la guerra entre los trabajadores en Estados Unidos, que no encuentra expresión en ninguna facción de los grupos de poder, incluso entre las diversas organizaciones de pseudoizquierda. Estos sentimientos, arraigados en todos los países, tienen que encontrar una expresión política consciente mediante la construcción de un movimiento unificado de la clase obrera internacional para poner fin al sistema de lucro que da origen a las guerras.

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