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La UE entrega a España un cheque en blanco para redoblar la represión policial en Cataluña

Un día después de que las imágenes de la salvaje represión del referéndum de independencia catalán por parte de la policía española impactaran a la gente de todo el mundo, las Cortes de España anunciaron ayer que no tenían tiempo para convocar al presidente del Gobierno Mariano Rajoy para discutir el problema catalán hasta el 10 de octubre.

Con 16.000 Guardias Civiles todavía en Cataluña, esta era una declaración de confianza en la represión de Rajoy. Es también una advertencia de que, después de que los jerarcas catalanes cantaran victoria en el referéndum y anunciaran planes para independizarse el domingo por la noche, Madrid está preparando nuevos ataques, aún más sangrientos.

El domingo, el mundo recibió una lección inolvidable de los métodos antidemocráticos de un importante y supuestamente “democrático” Estado capitalista de Europa occidental. Enfrentado a un referéndum de independencia catalán al que se oponía, el gobierno del Partido Popular (PP) en minoría de Rajoy envió a decenas de miles de policías en un intento fallido por aplastar el referéndum aterrorizando a la población. Unidades de la Guardia Civil irrumpieron y reventaron centros de votación incluyendo escuelas e instalaciones deportivas, sustrajeron urnas y golpearon a votantes pacíficos e indefensos.

Imágenes horribles colmaron el Internet —de una señora mayor hablando, ensangrentada, después de que la Guardia Civil la levantara y la tirara de cara al pavimento; de policías golpeando a bomberos catalanes; de Guardias Civiles agarrando del pelo a chicas sentadas pacíficamente en el suelo en los centros de votación y tirándolas por tramos de escaleras. Un vídeo en Gerona mostraba una unidad policial rodeada por una gran masa de votantes que repentinamente deja de golpearlos cuando los votantes levantaron las manos y corearon, “Asesinos, asesinos”.

El Ministro de Economía francés Bruno Le Maire habló por toda la clase gobernante europea al dejar claro que las imágenes sangrientas de la represión policial masiva en Cataluña no lo inquietaron.

“Todas esas decisiones son asuntos de la soberanía española”, Le Maire dijo a la radio RTL. “¿Qué diríamos nosotros si el Gobierno español se pusiera a opinar sobre la situación en Francia, sobre la manera en la que manejamos asuntos de orden público? El Gobierno español tiene que tomar todas estas decisiones, y son su responsabilidad exclusiva”.

La Comisión Europea se hizo eco de Le Maire, entregando a Rajoy un cheque en blanco para nuevas arremetidas contra la población catalana, firmado por toda la Unión Europea. En una declaración publicada en línea ayer aprobando la represión de Madrid, declaraba: “Confiamos en que el liderazgo del Presidente del Gobierno Mariano Rajoy gestionará este proceso difícil con pleno respeto a la Constitución española y de los derechos fundamentales de los ciudadanos consagrados en esta”.

Alcanzando nuevos mínimos de hipocresía incluso para la burocracia de la UE en Bruselas, la Comisión añadió, “La violencia nunca puede ser un instrumento en política”.

Con su respaldo, la prensa española está estimulando la histeria nacionalista y de la ley y el orden, y promocionando protestas de la extrema derecha de cientos y en algunos casos de varios miles de personas que tienen lugar en diferentes partes de España. Aunque la prensa invariablemente los describe eufemísticamente como protestas “por la unidad de España”, también reporta tímidamente que los manifestantes cantan canciones del régimen fascista español de 1939-1978 del Generalísimo Francisco Franco, tales como el Himno de la Legión o Cara al Sol.

Como un eco perceptible de las denuncias tradicionales por parte del régimen franquista de los secesionistas regionales y los comunistas, el derechista La Razón le achacó a la población catalana la violencia del domingo. Declaró, “Los Guardias Civiles y los policías actuaron con su profesionalismo acostumbrado y proporcionadamente a la violencia ejercida por los radicales”.

El diario El País, aunque se lo asocia desde hace mucho con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), adoptó una línea casi indistinguible de la de la derecha nacionalista. Saludó la actuación policial en Cataluña, que dijo que fue “por supuesto, dentro del marco de la ley, como es correcto en un país donde rige el Estado de derecho”.

El País también denunció a la policía catalana por no atacar a la población con la suficiente violencia. Escribió que si hubieran actuado “como se les ordenó, si hubieran impedido que los centros de votación abrieran y si hubieran confiscado papeletas, la Policía Nacional española y la Guardia Civil no habrían tenido que hacerlo más tarde; y nos habríamos ahorrado muchas de las escenas deplorables de ayer que fueron retransmitidas por todo el mundo”.

El referéndum sobre la independencia catalana ha expuesto el enorme desplazamiento a la derecha que está teniendo lugar en toda Europa. Tras un cuarto de siglo de intensificación de las guerras imperialistas en África y en el Medio Oriente y austeridad de la UE en casa, desde la disolución de la Unión Soviética por parte del estalinismo y particularmente desde el crack de Wall Street de 2008, la desigualdad económica y las tensiones sociales están alcanzando niveles explosivos. Desde el crack de 2008 el desempleo en España ha estado rondando el 20 por ciento.

Se están desintegrando los acuerdos políticos orquestados en la Transición de 1978 en España del régimen fascista a la democracia parlamentaria. El PSOE, el principal partido de gobierno de la burguesía española en la época post-franquista, ha quedado desacreditado por décadas de políticas de austeridad y guerra y ha caído a apenas un 20 por ciento en los sondeos. Más aún, la tregua entre Madrid y las élites de Cataluña y del País Vasco ha colapsado ahora.

La represión despiadada en Cataluña es una advertencia a la clase trabajadora europea y del mundo. Aunque Franco lleva 40 años muerto, las fuerzas de clase que sostuvieron su régimen siguen ahí, y las formas democráticas de gobierno que existieron durante esta época se están erosionando rápidamente. Cada vez que la clase gobernante se topa con una seria resistencia, recurre a métodos dictatoriales —movilizando a la policía, a la policía militarizada e incluso al ejército sin vacilar al reprimir a la resistencia.

Si Le Maire puede respaldar a Rajoy sin esfuerzo, es porque toda la élite gobernante europea se está moviendo en la misma dirección. De hecho, poco después del comentario de Le Maire, el presidente francés Emmanuel Macron, un cercano aliado de la canciller alemana Angela Merkel, hizo suya esa idea llamando por teléfono a Rajoy para respaldar sus políticas. Se dice que Macron hizo hincapié en que en España él “tiene un solo socio, y ese es el Sr. Rajoy”.

Mientras Macron impone sus decretos laborales destruyendo los derechos legales básicos de los trabajadores a pesar de la resistencia masiva de la clase trabajadora francesa, y Berlín prepara nuevos ataques sociales para que sean materializados por cualquier gobierno que surja de las elecciones alemanas del 24 de septiembre, estos comentarios son una advertencia. La clase gobernante europea en su conjunto se está preparando para el tipo de represión que se está viendo ahora en Cataluña.

El asunto crítico es la movilización política de toda la clase trabajadora española y europea en lucha contra la rehabilitación del fascismo y el giro hacia regímenes policiales y militares. En particular, tiene que existir una oposición decidida a cualquier intento por parte de Madrid de aplastar a la población catalana y a los planes secesionistas de los partidos nacionalistas catalanes mediante la movilización del ejército.

Como explicó el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en su declaración, “¡Oponerse a la represión estatal sobre el referéndum independentista de Cataluña!”, esto solo puede alcanzarse mediante la unificación revolucionaria y la movilización de la clase trabajadora de toda Europa en su lucha contra la guerra y el capitalismo, y por el socialismo.

Esto evidencia la bancarrota esencial de la oposición a Madrid de los nacionalistas catalanes. Habiendo dirigido gobiernos de derechas y pro-austeridad en Cataluña, son tan incapaces de hacer un llamamiento pidiendo apoyo contra Rajoy a la clase trabajadora europea, como hostiles a ello.

Los llamamientos del presidente regional Carles Puigdemont y de la alcaldesa de Barcelona, respaldada por Podemos, Ada Colau, a la UE para zanjar la crisis son impotentes. Están siendo meticulosamente ignorados por los gobiernos de la UE, que se están preparando para sus propias confrontaciones con la clase trabajadora y apoyando el ataque de Rajoy a Cataluña. De manera similar, están planeando la huelga general de un día que hoy observan los partidos nacionalistas catalanes, los sindicatos y organizaciones de la patronal como una acción inofensiva y simbólica que no logrará nada contra la amenaza de un gobierno militar.

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