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Amenazando con represión en Cataluña, Madrid estimula el nacionalismo en el desfile militar

El ejército español y la élite gobernante utilizaron el Día Nacional de España y el Día de las Fuerzas Armadas ayer para estimular el nacionalismo y reafirmar sus planes de intervenir militarmente en Cataluña en respuesta al referéndum sobre la independencia catalana del primero de octubre.

El año pasado, el diario Público en línea notó que el desfile militar anual no tenía “apoyo institucional, ningún primer ministro, ningún líder de la oposición, ningún público... el desfile militar de este 12-O es uno de los más aburridos que se recuerde”.

Este año, sin embargo, el Estado se ha gastado enormes cantidades en el desfile, y políticos de todo tipo en el establishment gobernante han acudido al desfile. Fue diseñado para señalar el amplio acuerdo entre la élite gobernante sobre la necesidad de implementar el artículo 155, que suspenderá la autonomía regional en Cataluña y tomará el control de las finanzas, la administración y las fuerzas policiales en la región mediante el despliegue del ejército.

El Ministerio de Defensa invirtió 800.000 euros y movilizó a 3.900 efectivos para marchar en el Paseo de la Castellana de Madrid, incluidos soldados de la armada, la fuerza aérea y el ejército, la Guardias Civil, la Guardia Real y 78 aviones de combate. Después de años durante los cuales no aparecieron debido a recortes presupuestarios, se implementaron 84 tanques. Además del desfile, el Ministerio de Defensa organizó más de 120 eventos en toda España.

El lema principal de la campaña fue “Orgullosos de ser españoles”, el lema utilizado por el partido ultraderechista Vox en sus protestas en las últimas semanas contra el nacionalismo catalán.

Por primera vez en 30 años, la Policía Nacional fue invitada a marchar junto a los militares. Esta fue la aprobación de la clase dominante a la represión violenta en el referéndum del primero de octubre, que dejó más de 800 heridos.

También asistió el rey Felipe VI. Fue recibido con aplausos y gritos de “Viva España” y “Viva la corona”, así como “Puigdemont a la cárcel”, en referencia al presidente regional catalán Carles Puigdemont. Esta es la primera aparición pública del rey desde un ominoso discurso después del referéndum secesionista del primero de octubre en Cataluña, cuando catalogó a Cataluña como una región fuera de la ley de España y exigió que el Estado español retomara el control allí.

En una clara señal del amplio apoyo a la represión por parte de la clase dominante, no hubo una sola ausencia notable entre los principales líderes políticos del Partido Popular (PP), del Partido Socialista (PSOE), de Ciudadanos ni de los partidos regionales de España. El PSOE envió una delegación de alto nivel al desfile militar: asistieron 20 ex ministros del PSOE, además de los ex presidentes del gobierno Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Podemos envió a su vicedirectora en el Congreso, Ione Belarra, y Gloria Elizo, miembro de la oficina parlamentaria, señalando su apoyo tácito a los preparativos de Madrid para enviar al ejército a llevar a cabo una sangrienta represión en Cataluña.

Las fuentes de Podemos, intentando preservar las androjosas credenciales “izquierdistas” de su partido mientras respaldaban las operaciones de la policía militar en Cataluña, le dijeron cínicamente a El Confidencial que tanto Belarra como Elizo solo “asistirían al desfile, pero no a la recepción posterior”.

El desfile del Día Nacional se produce en medio de una incitación masiva al nacionalismo español, destinada a dividir a la clase obrera y superar la oposición masiva al retorno al régimen autoritario, asociado a la dictadura fascista del general Francisco Franco.

Los grupos fascistas y los puntos de vista que hace unos meses habrían sido vistos en la sociedad oficial como completamente inaceptables están siendo cultivados y hechos “respetables”. Los medios radicados en Madrid ahora llaman a los fascistas “nacionalistas españoles” o “antisecesionistas”. Los líderes del PP han amenazado a Puigdemont con “terminar como Companys”, el ex presidente regional durante la Segunda República (1931-1939) que fue fusilado en 1940 por orden de Franco.

En Barcelona, la organización antisecesionista de la derecha Sociedad Civil Catalana, respaldada por Ciudadanos y el Partido Popular, reunió a 65.000 personas con banderas españolas, coreando consignas como “No nos engañarán, Cataluña es España”, “Puigdemont a la cárcel”, y “Viva la policía y la Guardia Civil”. Durante la marcha, los manifestantes abuchearon a la policía regional catalana, los Mossos, gritando: “¡Perros! ¡Traidores! ¡Viva la Guardia Civil!”. Al final de la marcha, grupos de fascistas de la manifestación se desbocaron en el centro de Barcelona.

El Sindicato Federal de la Policía publicó ayer su respuesta al discurso de Puigdemont en el que llama al diálogo con Madrid en su cuenta oficial de Twitter. Con una foto de un grupo de oficiales fuertemente armados y la pregunta: “¿Hablamos?”. El tuit fue encabezado con la siguiente declaración: “Contra los golpistas ... ¿deberíamos hablar?”.

El ambiente fascista y los preparativos para una represión militar tienen el sello de aprobación de la Unión Europea (UE). Desde el referéndum del primero de octubre, la posición oficial de la UE ha sido apoyar al presidente del gobierno Rajoy mientras pedía el diálogo. Rajoy reaccionó a esto el miércoles haciendo una breve declaración pública exigiendo que Puigdemont aclarara si efectivamente había declarado la independencia catalana, para preparar la invocación del artículo 155 y mostrarle a la UE que estaba permitiendo un espacio para “negociaciones” hasta el 19 de octubre.

La UE ha abandonado oficialmente sus suaves llamamientos para el diálogo, en una señal más de que apoya la represión planificada por Rajoy.

El portavoz de la Comisión Europea, Alexander Winterstein, omitió ayer cualquier llamado al diálogo, diciendo: “No iré más allá de lo que dijo ayer el vicepresidente [Valdis Dombrovskis]. Creo que uno de los mensajes clave que dio fue que ahora se debe superar la división y la fragmentación y que se debe garantizar la unidad y el respeto a la Constitución española”.

El miércoles, Dombrovskis había declarado que la crisis catalana se discutió “brevemente” y que Rajoy y el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker están en contacto constante.

La reaparición de la amenaza de una dictadura militar en España y su aprobación por parte de la UE asestan un golpe devastador a las pretensiones —hechas después de la caída de los regímenes militares y fascistas en Grecia, Portugal y España en la década de 1970, y especialmente después de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética por parte de la burocracia estalinista en 1991— que la Unión Europea era la tierra del capitalismo democrático ilustrado.

En cambio, España y otros Estados miembros de la UE han respondido a la crisis del capitalismo y las crecientes tensiones sociales con el militarismo y el aumento de la represión. Hay que advertir a los trabajadores y a los jóvenes de que este peligro no puede evitarse recurriendo a la UE, sino solo en una lucha implacable contra ella y el sistema capitalista en el que se basa.

La posición de la UE ha expuesto por completo la quiebra de los separatistas catalanes. Sus llamamientos a la UE para que intervengan para lograr un mejor trato con Madrid y para protegerlos de una represión del ejército español han caído en oídos sordos.

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