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El presidente Trump amenaza con retirar la ayuda a Puerto Rico

En 1975, en medio del colapso financiero de la ciudad de Nueva York, el Daily News publicó el famoso titular “Ford a Nueva York: Muérase”. Su artículo de primera plana pasó a denunciar la decisión del entonces presidente Gerald Ford de no rescatar a Nueva York.

Un titular similar sería apropiado hoy —“Trump a Puerto Rico: Muérase!”— luego de las amenazas y los tuits más recientes del presidente Trump sobre la crisis financiera y ambiental que ha afectado a esta isla desde los dos impactos, del huracán Irma y particularmente, del huracán María.

“Puerto Rico sobrevivió a los huracanes, ahora aparece una crisis que en gran medida es su propia creación”, afirmó, citando a la derechista periodista de televisión Sharyl Attkisson. El jueves por la mañana agregó, en tres tuits separados: “Una falta total de responsabilidad dice el Gobernador [sic]. La electricidad y todas las infraestructuras eran un desastre antes de los huracanes. El Congreso debe decidir cuánto gastar. ... ¡No podemos mantener para siempre a FEMA, al Ejército y a los Primeros Respondientes, que han sido increíbles (en las circunstancias más difíciles) en P.R.!”

Las declaraciones de Trump son una respuesta brutal al llamado del gobernador puertorriqueño Ricardo Rosselló esta semana para otorgar préstamos de bajo interés de emergencia para proporcionar a su gobierno la tan necesitada liquidez. El miércoles, Rosselló también solicitó al Congreso de los Estados Unidos $4.900 millones de dólares para financiar el sistema de préstamos para desastres de la comunidad. Puerto Rico ha sido excluido del mercado de deuda desde su quiebra.

El huracán María destruyó la red eléctrica de la isla, causó el casi total colapso de las comunicaciones telefónicas e inalámbricas, una crisis de agua y alcantarillado, inundaciones y deslizamientos de tierra. Ahora Puerto Rico debe lidiar con una severa crisis de salud, con una infraestructura debilitada de hospitales y clínicas deterioradas.

El agua, los alimentos y el combustible están racionados en muchas partes de la isla. Según los informes de prensa del jueves, los suministros de alimentos se están agotando y la cantidad de comidas provistas por las agencias de ayuda se ve empequeñecida por la gran necesidad. En ausencia de una infusión masiva de ayuda, la vida misma de cientos de miles de puertorriqueños está en duda.

La próxima semana marcará un mes desde el huracán María. Seis mil todavía viven en refugios; solamente alrededor del 17 por ciento tiene electricidad. El 40% no tiene acceso a agua potable. Luego de su breve visita a Puerto Rico, Trump solicitó que el Congreso libere $29 mil millones para Puerto Rico, pero $16 mil millones se destinaron al pago de la deuda del gobierno de la isla de $74 mil millones. Wall Street obtendrá más “alivio” que los habitantes de Puerto Rico.

Mientras funcionarios militares de alto rango intentaron minimizar el impacto de los tuits de Trump —el jefe del Estado Mayor John Kelly hizo su primera aparición en una conferencia de prensa el jueves para declarar que las tropas y los socorristas permanecerían en la isla hasta que el “trabajo estuviera hecho”— está claro que el gobierno de los Estados Unidos no tiene la intención de emprender las inversiones masivas requeridas por Puerto Rico.

Esto fue admitido por la secretaria de prensa Sarah Sanders. Después de recordar a su audiencia que las operaciones de ayuda “no durarán para siempre”, Sanders reafirmó que Trump y el Congreso están buscando una salida “fiscalmente responsable” de esta crisis, palabras clave para el mayor empobrecimiento de la clase trabajadora puertorriqueña y allanando el camino para una entrega de los activos que quedan a los especuladores de Wall Street y a los fondos buitre.

Además de sus ataques a la ayuda a Puerto Rico de largo plazo, Trump decidió no renovar su suspensión de 10 días de la Ley Jones, la cual prohíbe a los buques extranjeros mover carga entre puertos puertorriqueños y estadounidenses, imponiendo costos de envío extraordinarios a la isla.

Además del impacto catastrófico de los huracanes Irma y María, la crisis financiera y la negativa de Trump y FEMA a ofrecer agua, alimentos y otros elementos esenciales para Puerto Rico, se ha dado un salto al desempleo. En la ciudad de Ponce la semana pasada, miles de trabajadores hicieron fila en la sede del Departamento de Trabajo y Recursos Humanos (DLHR).

Muchos de los que ya estaban desempleados el 20 de septiembre no habían recibido sus cheques de compensación de desempleo debido al colapso de los servicios de correo y estaban allí para cobrar sus pagos.

Sin embargo, la mayoría de los que esperaban en la fila eran recién desempleados o habían tenido que reducir sus horas. Un trabajador de 26 años desempleado de una tienda de ropa le dijo al diario local La Perla que “nos vemos obligados a venir porque nuestros jefes recurren rápidamente a cortar horas y dejar que los trabajadores sean condenados”.

El número de solicitantes de beneficios por desempleo esta semana fue de más de 3000, en comparación con 960 en la semana anterior al huracán María. Los funcionarios del DLRH esperan que este último número continúe creciendo en las próximas semanas.

En San Juan, el secretario de Trabajo, Carlos Saavedra, se ha negado hasta ahora a responder a las preguntas de prensa sobre el enorme crecimiento en el número de trabajadores desempleados. En Ponce, muchas empresas y plantas permanecen cerradas. Las que están en funcionamiento, en muchos casos han reducido sus horas, incluidas fábricas en Ponce, Yauco, Juana Díaz, Santa Isabel, Salinas y otras ciudades del sudeste.

El DLRH planea anunciar 26 semanas de miserables cheques de alivio de desastre para los desempleados, con cheques semanales en promedio de $110.

En respuesta a los tuits de Trump del jueves, la alcaldesa Carmen Yulin Cruz denigró airadamente al “Comandante en Jefe” como “El Enemigo en Jefe”, denunciando a Trump por carecer del “imperativo moral” para ayudar a Puerto Rico. El gobernador Rosselló respondió, también a través de tuit, sin mencionar a Trump; “Los ciudadanos estadounidenses en Puerto Rico exigen la ayuda y el apoyo que los ciudadanos de nuestra nación tienen derecho”.

Estas declaraciones de los políticos capitalistas son un pálido reflejo de la ira que sienten millones de puertorriqueños y sus familias, no solo en la isla, sino en todo el continente. Las diferencias entre los políticos con Trump son en su mayoría tácticas, centradas en la mejor manera de hacer que los trabajadores paguen por la crisis financiera y ambiental en Puerto Rico, las Islas Vírgenes, California, Texas, Florida y otros lugares.

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