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Perspectiva

Primer ministro griego Tsipras da su afecto a Trump

El martes pasado, trascendió un espectáculo degradante en Washington. Alexis Tsipras, el primer ministro de Grecia y líder de la llamada “Coalición de la Izquierda Radical” (Syriza, por sus siglas en griego), visitó al presidente estadounidense, Donald Trump. Prosternado ante el jerarca derechista de EUA, el principal representante de la “izquierda” de la clase media europea ostentó que Grecia estaba a salvo para Wall Street y el Pentágono.

Bajo condiciones en las que el Gobierno de Trump es despreciado por las masas obreras en Grecia y en toda Europa, el primer ministro griego declaró que las relaciones entre EUA y Grecia se encuentran “en su mejor estado” desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Tsipras dejó en claro que, casi tres años después de los devastadores dictados de austeridad de la Unión Europa impuestos bajo su supervisión contra la clase obrera, se pueden obtener enormes ganancias en el país mediterráneo. Sonriendo mientras Trump elogiaba la “continua implementación de reformas” por parte del Gobierno de Syriza y anunciando que gastarán $2 400 millones para renovar sus aviones de caza F-16 fabricados en EUA, Tsipras celebró los “principios democráticos en común” que comparte con Trump. Los oficiales griegos, señaló, “esperan con ansias atraer inversiones estadounidenses”.

Tsipras apeló de manera inequívoca a la máquina militar estadounidense. Ambos mandatarios se refirieron al hecho de que Atenas y Washington planean modernizar la base naval estadounidense en la bahía de Suda en la isla griega de Creta e inaugurar una nueva base naval estadounidense en otra parte de la isla. Esto significaría colocar fuerzas estadounidenses dentro del rango de escenarios de guerra en Siria e Irak. Afirmando que Washington le está ayudando a Grecia en “cuestiones nacionales fundamentales en los ámbitos de seguridad y defensa”, Tsipras le solicitó a Trump asistencia en resolver los conflictos greco-turcos en Chipre.

Aplaudió las políticas estadounidenses en Oriente Medio y los Balcanes, donde las guerras estadounidenses han cobrado millones de vida y tornado a decenas de millones en refugiados. Estados Unidos, según el primer ministro, “promueve la cooperación en Oriente Medio y los Balcanes, lo que contribuye a la seguridad y crecimiento del área”. Tsipras descartó la pregunta de un periodista, quien recordó que, durante las elecciones presidenciales en EUA, Tsipras describió la posibilidad de una victoria de Trump “maligna”. Tsipras manifestó, “Estados Unidos es una potencia muy fuerte y su habilidad para intervenir para el bien es muy, muy importante… Tenemos valores comunes”.

La declaración de Tsipras de que comparte “valores comunes” con Trump no sólo expone a Syriza, sino a todos los partidos “izquierdistas” de la clase media pudiente a nivel internacional que promovieron este partido y aplaudieron su victorial electoral del 2015. Esta es la culminación de una experiencia estratégica para la clase obrera.

Los partidos pequeñoburgueses “postmarxistas” de todo el mundo —como Podemos en España, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) en Francia y la Organización Internacional Socialista (ISO, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos—, aclamaron la elección de Syriza en enero del 2015. Surgiendo del movimiento estudiantil post-1968 y compartiendo un mismo rechazo posmodernista del papel revolucionario de la clase obrera y del marxismo, todos ensalzaron las promesas falsas de Tsipras de negociar el final de la austeridad de la UE.

Soñaban poder seguir el camino de Tsipras y encabezar un Gobierno capitalista. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, hizo campaña con Tsipras en Grecia, exaltándolo como un “león” y proclamando “¡Syriza, Podemos, venceremos!”.

Por su parte, el NPA declaró, “La victoria electoral de Syriza constituye una noticia excelente. Llena de esperanza a cualquiera que esté luchando contra la austeridad en Europa”. El ISO, cuyos afiliados griegos formaban parte de Syriza e ingresaron en el Gobierno con Tsipras, llamaron la victoria de Syriza una condición previa para “la victoria final de toda la izquierda y nuestro pueblo”.

Al contrario, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, por sí solo, advirtió que el carácter antimarxista, procapitalista y nacionalista del programa de Syriza significaba que era una trampa. En cambio, el CICI avanzó la perspectiva de la movilización internacional y revolucionaria de la clase obrera europea contra la austeridad, en solidaridad con los trabajadores griegos. Sus críticas de Syriza fueron luego confirmadas por la aborrecible traición de Tsipras de sus promesas electorales.

Syriza llegó al poder después de una oleada de protestas contra la austeridad de las masas de trabajadores y jóvenes griegos, llamando a cancelar el memorando de austeridad firmado con la Unión Europea. Cuando Berlín amenazó con expulsar a Grecia de la zona euro, Syriza capituló casi que de un día para otro. Cuatro semanas después de tomar las riendas, aceptó respetar el memorándum con la UE, luego barrió bajo la alfombra el abrumador voto del pueblo griego en contra de la austeridad de la UE en el referéndum de julio del 2015. Impuso miles de millones de euros de nuevos recortes.

Después de las elecciones griegas del 2015, mientras Tsipras se paseaba por las principales capitales imperialistas para reasegurarle a la burguesía internacional que podían fiar en él, el World Socialist Web Site advirtió reiteradamente acerca del programa procapitalista y pro-UE de Syriza.

En el 2013, el WSWS escribió (disponible en inglés) sobre el primer viaje de Tsipras al centro de pensamiento en Washington, el Instituto Brookings, donde hizo su audición para el puesto de primer ministro griego ante el Departamento de Estado estadounidense, el Fondo Monetario Internacional y la CIA. Tsipras, indicó el WSWS, obtuvo una nota perfecta: el FMI lo llamó “constructivista y sincero”, mientras que Syriza declaró que Tsipras y el Departamento de Estado habían llegado a “una evaluación común”. Tsipras dijo a su audiencia en el Instituto Brookings, “Espero haberlos convencido de que no soy tan peligroso como algunas personas piensan que lo soy”.

Los aliados pequeñoburgueses de Syriza se llenaron de entusiasmo al leer reportes como este. Con cada viaje a Washington, Nueva York, y a las capitales europeas en los meses siguientes para confortar a los bancos, estas fuerzas lo promovían con cada vez mayor insistencia, con un ojo pegado a sus portafolios de acciones y el otro en sus posibilidades en convertirse ministros de Gobierno.

Es sensato definir las lecciones estratégicas más críticas de esta experiencia. Después de un cuarto de siglo de un recrudecimiento de las guerras imperialistas y la austeridad desde la disolución estalinista de la Unión Soviética, el capitalismo europeo ha fracasado. Pese a su mayor competitividad por los recortes salariales de un cuarenta por ciento en promedio, el carácter moribundo del capitalismo griego, con una tasa de desempleo del 21 por ciento (42 por ciento para los jóvenes) es sólo una de las expresiones más agudas de esta crisis general.

Como lo explicó el CICI en su declaración del 2015 “Las lecciones políticas de la traición de Syriza en Grecia”, la única alternativa es un retorno a las tradiciones revolucionarias del Partido Bolchevique que hace un siglo llevaron a la clase obrera al poder en la Revolución de Octubre, y del trotskismo. Como lo indicó el CICI:

El único camino a seguir es por medio de una política genuinamente revolucionaria que movilice a la clase trabajadora a la lucha en Grecia y en el mundo. Esto exige un asalto directo a la clase capitalista, la confiscación de su riqueza, la posesión de los principales bancos y las fuerzas productivas, para así colocarlos bajo el control democrático del pueblo trabajador y la creación de estados obreros en toda Europa y el mundo. Tales luchas requieren la construcción de partidos marxistas que otorguen el liderazgo político a la clase trabajadora, en una lucha implacable contra partidos como Syriza.

Los partidos marxistas que han de ser construidos son secciones del CICI, la única tendencia política que le dijo la verdad a los trabajadores sobre el carácter de clase reaccionario de Syriza.

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