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Secretario del Tesoro estadounidense al Congreso: Pasen los recortes fiscales o los mercados se estancarán

El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, expuso el sucio secreto detrás del auge de los valores bursátiles en Wall Street, de que está basado completamente en la canalización de dinero a las corporaciones y superricos.

En una entrevista extraordinaria para la revista Politico publicada el miércoles, en vísperas del voto del Senado que buscaba impulsar la agenda de recortes fiscales del Gobierno de Trump y también el trigésimo aniversario del colapso financiero de 1987, Mnuchin advirtió que el mercado bursátil se estancaría si no se pasaba la “reforma” fiscal.

“No cabe duda de que la buena racha del mercado bursátil le ha proporcionado expectativas razonablemente altas sobre nuestra habilidad para poder llevar a cabo recortes fiscales y la reforma fiscal”, dijo. “En la medida que podamos finalizar el acuerdo fiscal, el mercado bursátil llegará más alto. Sin embargo, no me cabe duda del todo de que, si no lo logramos, verán un revés en una parte significativa de sus ganancias”.

Bajo condiciones en las que el mercado se ha disparado alrededor de 25 por ciento desde la elección de Trump, los comentarios de Mnuchin constituyen una amenaza abierta al Congreso que será declarado responsable por cualquier corrida o crac importante de no aprobar la disminución de impuestos. Su entrevista tuvo lugar mientras el índice bursátil Dow superó los 23 000 puntos, un nuevo récord. Según un analista citado en el Financial Times, la bolsa de valores estadounidense “se ha emborrachado con esperanzas de una reforma fiscal”.

El programa fiscal viene en dos partes. Recortará, bajo la propuesta de imponer “una tasa impositiva competitiva”, los impuestos corporativos del 35 por ciento actual a un 20 por ciento, permitiéndoles a las gigantescas corporaciones como Apple y Google, quienes tienen alrededor de $3 billones guardados en el exterior para evadir impuestos, llevar su dinero de vuelta al país.

Goldman Sachs ha calculado que las mediadas de Trump aumentaría el índice de ganancias por acción S&P 500 un 12 por ciento.

Las disminuciones en los impuestos personales propuestas, promocionadas como una gran dádiva para la clase media, beneficiarán de forma abrumadora a los superricos, con estimados de que el 80 por ciento de los recortes irá al 1 por ciento más pudiente, aumentando sus ingresos con $1,4 millones adicionales en promedio.

Más allá de esto, el plan busca eliminar los impuestos sucesorios, los cuales comienzan en $5,5 millones para un individuo y $11 millones para una pareja. Este evidente regalo a los más ricos está siendo justificado por el Gobierno como una cuestión de “justicia”, algo que fue reiterado por Mnuchin en su entrevista para Politico .

El secretario del Tesoro se alejó en cierto modo de sus afirmaciones previas del Gobierno de que los recortes a los impuestos sobre la renta serán dirigidos a los ingresos medios y no a los ricos, indicándole a Politico que era inevitable que, como los ricos pagan más impuestos, sean los que se beneficien más de una reducción generalizada.

Aparte de dejar completamente al descubierto la falsedad de la pose de la Administración Trump de estar defendiendo los intereses de los trabajadores estadounidenses, la entrevista subrayó el carácter parasítico del auge bursátil. Éste no está basado en ningún crecimiento real de la economía, sino en medidas que aseguran que todas las ganancias económicas fluyan a los cofres de las corporaciones y la élite superrica.

Poco antes de las últimas elecciones presidenciales, Trump describió este surgimiento de los valores bursátiles como una burbuja basada esencialmente en “dinero gratis” de las bajísimas tasas de intereses establecidas pro la Reserva Federal. Desde entonces, ha publicado al menos treinta tuits diciendo que el crecimiento de la bolsa de valores es gracias al éxito de sus medidas.

La posibilidad de recortes impositivos no es el único factor que ha alimentado a los mercados desde la inauguración, sino que también ansían la desregulación de la economía y el sector financiero en específico, lo que les asegura más ganancias.

Sin embargo, Trump no puede darse todo el crédito por los incrementos en la riqueza de la élite corporativa y financiera. Este auge se remonta al 2009 y la llegada al poder de Obama.

Después de tocar fondo en marzo del 2009 tras la crisis financiera del 2008, el mercado se ha disparado un 300 por ciento, siendo impulsado por rescates a los bancos y a las corporaciones financieras, la reestructuración de los mercados laborales comenzando con las compañías automotrices, la imposición de un régimen de bajos salarios y la provisión de billones de dólaras para la especulación financiera por medio de las políticas de la Reserva Federal.

Este surgimiento de los mercados no sólo ha sido impulsado por las políticas del Gobierno federal y sus agencias. Durante las últimas décadas, la burocracia sindical ha desempeñado un papel crucial en suprimir y traicionar las luchas de los trabajadores, resultado en un declive substancial en la fracción del ingreso nacional que va a la clase trabajadora y un estancamiento y caída en los ingresos reales.

La “justificación” para las medidas de Trump se ha hecho invocando la teoría desechada de la “economía centrada en la oferta”, avanzada por primera vez en los años ochenta por el Gobierno de Ronald Reagan como la razón detrás de sus recortes fiscales. Bajo esta “teoría”—la justificación del libre mercado para el saqueo corporativo de los recursos públicos—, los recortes impositivos le deberían dar un impulso a la economía y un mayor crecimiento que luego compensa por la reducción inicial de los ingresos fiscales.

Sin embargo, un análisis independiente del plan fiscal de Trump durante las elecciones estimó que éste añadiría $7 billones a la deuda federal en la primera década y $21 billones para el 2036. En otras palabras, en medio de los crecientes problemas causados por la pobreza, la descomposición de la infraestructura, el empeoramiento de los servicios sociales y una amplia gama de otras crisis, las áreas vitales de necesidades sociales perderán aún más recursos con base en el argumento de que “no hay dinero”.

Sí hay un área que no sufrirá recortes: el ejército. Estados Unidos está en plena campaña para mantener su posición global contra sus rivales y acelerar el desarrollo de un Estado policial en en país, esto en preparación para las convulsiones sociales que resulten de otra crisis económica y financiera.

A pesar de que no es posible prever cuándo tendrá lugar tal crisis, todas las condiciones objetivas para que suceda están cayendo en su lugar. El mercado bursátil ha alcanzado niveles que sólo pueden ser comparados con los que existían antes de la crisis de 1929 y el colapso de la burbuja de las dotcom a comienzos de este siglo.

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