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Perspectiva

Estados Unidos da tumbos hacia una dictadura militar

La diatriba militarista del jefe de personal de la Casa Blanca, el exgeneral marine John Kelly, durante una rueda de prensa en la sede presidencial la semana pasada dejó al descubierto un secreto de la política estadounidense: detrás de la fachada de un Gobierno democrático, EUA se asimila más a una dictadura militar.

Arremetiendo contra las críticas al presidente Donald Trump por su manejo de las muertes de cuatro soldados estadounidenses en Níger el 4 de octubre, Kelly llamó a los militares “el mejor uno por ciento que el país produce”. Luego, anunció de que sólo tomaría preguntas de periodistas con parientes, amigos o conocidos que murieron en combate.

En una expresión de su desdeño explícito hacia la gobernanza civil, Kelly denunció a la legisladora demócrata, Frederica Wilson, quien expuso públicamente la insensibilidad de la llamada de Trump a la viuda de uno de los soldados que fallecieron en el incidente del 4 de octubre. Kelly acusó a Wilson falsamente de haber obtenido fondos para la construcción de un edificio público en Miami y bautizándolo con el nombre de agentes del FBI que murieron en el oficio. “Los barriles vacíos son los que hace más ruido”.

El día siguiente, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dio la señal de que cualquier pregunta acerca de lo sucedido con el ejército era inaceptable. “Si quieren entrar en un debate con un general marine de cuatro estrellas”, dijo, “creo que eso es algo sumamente inapropiado”.

Consternados ante el repudio mostrado por la Casa Blanca hacia el principio constitucional del control civil de las fuerzas armadas, algunas figuras militares buscaron distanciarse de las declaraciones de Kelly. El programa de ABC “This Week” comenzó con una entrevista con el general retirado de cuatro estrellas del Ejército, David Petraeus, quien declaró: “Los que estamos en uniforme… somos férreos protectores de los derechos de nuestros queridos estadounidenses de expresarse, incluso si eso incluye criticarnos a nosotros”.

Los comentarios de Kelly no provocaron tales declaraciones defensivas porque desafían los 250 años de gobierno civil en Estados Unidos, sino porque algunos grupos de poder en el país perciben que es necesario, por lo menos temporalmente, disimular el enorme poder que ejercen los militares en la vida política con las formalidades de gobierno civil.

Esta tarea, sin embargo, es cada vez más difícil. Poco después de la intervención de Petraeus, el líder de la minoría en el Senado, Charles Schumer, apareció en el programa de NBC “Meet the Press”, donde tuvo un intercambio extraordinario con el presentador Chuck Todd. Cuando se le preguntó si, como líder demócrata en el Senado, le habían comunicado sobre la situación en Níger, Schumer respondió despreocupadamente, “Todavía no”.

Cuando Todd le preguntó si sabía que EUA tenía mil tropas en Níger, Schumer respondió: “Uh, no, no lo sabía”.

Todd lo presionó: “¿Cómo se puede describir esto de otra manera que no sea guerras interminables?”.

Y Schumer dio una respuesta serpenteante que terminó con las palabras, “Tenemos que persistir en ello”.

En otras palabras, los líderes civiles del país no saben ni dónde operan las fuerzas armadas estadounidenses, ni se atreven a preguntar. Las guerras no se declaran. Quienes las libran, no llegan a rendir cuentas ante el Congreso ni el pueblo. El ejército es desplegado a discreción del presidente y sus generales, como ha sucedido en más de una docena de países africanos donde se encuentran tropas estadounidenses realizando operaciones de combate. Al mismo tiempo, al principal dirigente del partido oficial de la oposición no le inquieta esto del todo.

Bajo estas circunstancias, ¿le sorprende a alguien que Kelly, uno de los tres generales que ocupan los puestos más importantes del gabinete de Trump, haya denunciado a un miembro del Congreso por atreverse a cuestionar al comandante en jefe?

Sólo habría que ver el resto del programa de entrevistas “This Week” de ABC el domingo para darse cuenta que, con unas pocas modificaciones, el programa entero pudo haber sido producido en un país bajo una junta militar. En medio de la entrevista de la anfitriona Martha Raddatz con Petraeus, se mostró una secuencia de Raddatz sobre la plataforma del portaaviones USS Ronald Reagan en medio de ejercicios de guerra fuera de las costas de Corea del Norte, con Raddatz diciendo jovialmente, “El mar de Japón está lleno de buques de guerra”.

Este segmento incorpora comentarios del capitán, el comandante, un oficial de señales y un piloto abordo. Luego, Raddatz concluye, “En una región que se encuentra al borde, tienen que estar listos para ir al combate en la misma noche”. Finalmente, el programa da una vista previa para el estreno de una miniserie de ocho capítulos de National Geographic Channel glorificando la Guerra de Irak.

A este punto, en uno de los principales programas de entrevistas políticas de la “democracia” líder del mundo, tres cuartas partes del programa han pasado y no ha aparecido ninguna figura no militar. Los comentarios de Kelly también provocaron ciertas inquietudes en partes de la prensa. “Una dictadura militar: eso es lo que parece que la Casa Blanca piensa de EUA”, declaró la presentadora de CNN, Eric Burnett. Para la revista New Yorker. Masha Gessen escribió, “Imagínense este escenario de pesadilla: un golpe militar. No es necesario torcer mucho la imaginación —sólo es necesario ver la rueda de prensa en la Casa Blanca del jueves, donde el jefe de persona, John Kelly, defendió la llamada de Trump una viuda militar, Myeshia Johnson—. Esta rueda de prensa puede servir como una previsualización de cómo se vería un golpe militar en este país”.

Sin embargo, cabe hacerse un par preguntas. ¿Sería en verdad necesario que EUA tenga un golpe para hacer la transición a un gobierno militar? ¿Realmente se vería tan diferente a la “democracia” de hoy? Continuarían el desfile de generales en los noticieros, los reporteros “incrustados” entrevistando a comandantes en las filas de combate, los mismos miembros del Congreso (la mayoría de las dictaduras no disuelve sus parlamentos) declarando que “todavía no” se les ha comunicado acerca de lo que el ejército decidió hacer.

Uno podría replicar que una dictadura militar censuraría la prensa. Pero, este aspecto ya está siendo en gran parte cubierto. La gigante empresa de búsquedas en línea, Google, anunció que promovería noticias con contenido “de autoridad” mientras que hundiría los enlaces a sitios izquierdistas en sus resultados de búsqueda, eliminando casi en totalmente al World Socialist Web Site de sus resultados de la sección de Noticias de Google.

El creciente dominio de los militares en Estados Unidos no es algún accidente o error que procede de la personalidad de Donald Trump. A pesar de que atravesó sus dos mandatos enteros en guerra, el predecesor demócrata de Trump, Barack Obama, nunca fue al Congreso en busca de autorización para el uso de la fuerza militar. Además, defendió sus órdenes de asesinar a ciudadanos estadounidenses con drones como una más de las prerrogativas de un comandante en jefe.

En medio del actual escándalo político por las muertes de soldados en Níger, los demócratas no han cuestionado las bases jurídicas del despliegue de miles de tropas estadounidenses a África, algo que se ha llevado a cabo sin ninguna discusión pública y detrás de las espaldas de la población. En cambio, se han enfocado en atacar a Trump desde la derecha por no ser lo suficientemente subordinado al ejército.

Después de todo, han sido los demócratas y los periódicos usualmente alineados con ellos, particularmente el New York Times y el Washington Post, los que han elogiado al general Kelly, junto con sus colegas generales, H.R. McMaster (asesor de Seguridad Nacional) y James Mattis (secretario de Defensa) como “adultos” en la Casa Blanca, mientras que el columnista del Times, Thomas Friedman, les pide “revertir la putrefacción moral que ha infectado al Gobierno de Trump”, en la forma del presidente.

El cada vez mayor predominio de formas dictatoriales de gobierno en EUA son el resultado de procesos prolongados y profundamente arraigados. Contra el trasfondo de niveles de desigualdad social que eclipsan incluso los de la llamada época “bañada en oro” de fines del siglo XIX, la democracia burguesa en EUA está colapsando, siendo reemplazada con el dominio directo de la oligarquía y sus colaboradores en el ejército.

Este proceso ha sido acelerado en el cuarto de siglo de guerras de agresión desde la disolución de la Unión Soviética, las cuales han llegado al punto de que esta serie “interminable” de guerras, como las describió Chuck Todd de CNN, constituye la nueva realidad de EUA, actualmente en la estela de entrar en una nueva etapa con la cercana amenaza de una guerra nuclear con Corea del Norte.

La marcha hacia la dictadura en Estados Unidos, acompañada de un acercamiento a una guerra mundial, está procediendo a una rapidez abrumadora. No falta mucho tiempo. Los trabajadores y jóvenes tienen que movilizarse ahora para oponerse a estos desarrollos con base en un programa socialista e internacionalista que busque deshacerse de la causa central de la guerra, la desigualdad social y la dictadura: el sistema capitalista.

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